Los lentes negros son artículos hoy indispensable para proteger nuestros ojos del reflejo del sol, ya sea cuando manejamos en carretera, estamos desvelados, durante las actividades diarias, cuando vamos a la tienda, a la escuela, o simplemente de paseo.
Hoy los vemos en distintos materiales y de variados diseños, tanto para hombres como para mujeres, sin mencionar la tecnología que acompaña a sus cristales y que día a día avanza sorprendiéndonos cada vez más.
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Recuento de la revista estadounidense Glamour, con los estilos predilectos de las diferentes décadas. Con cristales totalmente redondos, adornados con animal print o de colores pastel, los lentes de sol tuvieron muchos estilos en el siglo XX. Fuente: YouTube.
Siglos atrás se consideraban “demoniacos”
En décadas pasadas, su uso fue controversial y se consideraban hasta de “endemoniados”, pero pronto se convirtieron en un objeto de glamour que atrapó a celebridades y fanáticos. Ya sea para no recibir todos los rayos UV o sólo para vernos refinados, los lentes oscuros son de moda eterna.
Y como toda moda tiene un origen, los lentes de sol no fueron la excepción. EL UNIVERSAL informó, en su artículo Los lentes oscuros son favoritos de 1975, que los griegos y romanos utilizaron minerales y rocas para ver a través de ellos, con lo que obtenían un ligero aumento en la visión o ciertas distorsiones que impedían todo el paso de la luz.
Fue el florentino Salvino d’Armato quien inventó los lentes con aumento en 1285, los cuales se colocaban cerca de los ojos con un armazón adaptado. A pesar de la innovación, se les consideró “demoniacos” e incluso se registraron varios procesos públicos contra los “endemoniados” que se atrevieran a usarlos de forma “retadora” en sitios concurridos.
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Al llegar la imprenta ya fueron necesarios para poder leer las “letras apretadas” de los libros, lo que dio origen a la industria del cálculo dióptrico para medir el aumento de los cristales, antecedentes de la disciplina oftálmica.
Pero la fabricación de lentes contra la luz solar se dio varios siglos antes –Sunglasses Museum calculó desde la prehistoria, hace 4 mil años–, con los Inuit, habitantes de zonas árticas, quienes idearon dos guardas oculares con madera, hueso o marfil con dos reducidas líneas que apenas permiten la entrada de luz.
Hollywood impulsó su fama
En nuestros días ya no son novedad o llaman tanto la atención como en los años 20 y 30, cuando Hollywood marcaba de forma constante la tendencia en la moda y peinados, a través de los artistas de cine de momento.
Aunque hacía tiempo que las estrellas de la farándula hollywoodense ya portaban “espejuelos oscuros” para protegerse la vista del deslumbrante fulgor de las lámparas Klieg, los empezaron a encontrar útiles fuera de los sets de cine para resguardarse del brillo del sol cuando asistían a los hipódromos, las canchas de tenis, las playas, además de que les permitía pasar desapercibidos del curioso público.
Fanáticos de los actores y actrices vieron en los lentes de sol una oportunidad para verse tan glamourosos y exitosos como sus artistas favoritos, así que los “espejuelos” incrementaron su fama y presencia entre la juventud.
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Según el texto La boga de los espejuelos oscuros, publicado en este diario en 1939, se explicaba que los exigentes artistas no estaban satisfechos en portar los "espejuelos obscuros de pacotilla" que el resto de la población, de automovilistas y bañistas utilizaba, por lo que además de las propiedades ópticas necesarias buscaban que tuvieran cierto estilo.
Los nuevos diseños provocaron que la demanda y el precio de estos objetos, considerados al inicio casi juguetes, se elevara según las exigencias cuando de elegancia se trataba.
Se afirma que al principio “el juguete” era de precio irrisorio, pero pronto se transformó en objeto indispensable. Al punto de que, en 1938, se vendieron 20 millones de pares tan solo en Estados Unidos. Costaban entre cinco y diez centavos, pero ese valor quedó atrás cuando empezaron a crecer también las exportaciones de este artículo.
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Desde entonces muchos se conformaban con portar imitaciones de los modelos lujosos. Entonces los había en variedad de colores y matices que la luz del sol puede regalarnos. También se podían encontrar de ordinarios cristales planos de colores rojo, verde y violeta considerados perjudiciales.
Dada la fama estos espejuelos, el artículo de EL UNIVERSAL resaltó lo importante que era conocer las características de la luz del sol para comprender por qué unos lentes eran mejor que otros.
Se lee que cuando la radiación ultrarroja es demasiado intensa, es capaz de sentirse en los ojos cierto ardor como signo de alarma; sin embargo, con la luz “ultraviolada” hay que tener aún más cuidado, pues sus efectos no se sienten durante la exposición, sino después, cuando el daño ya se ha consumado.
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La boga de los espejuelos oscuros justificó ampliamente el uso de lentes que también estaban teñidos con suaves matices para rechazar estos rayos “violados” del espectro, dando paso a la luz en un 85 por ciento y protegiendo los ojos de sus usuarios.
En 1975 regresaron de moda al igual que el nudismo
En la época de la Primera Guerra Mundial, muchos soldados ya tenían estas “antiparras negras”, como las nombró un artículo de 1975 de esta casa editorial, usados exclusivamente para protegerse del sol.
Los lentes oscuros se hicieron más cotidianos y populares, aunque se les ligó con movimientos como la onda hippie y beatniks de los años 50 y 60, ambas corrientes contraculturales tachadas de controversiales y atacadas por la sociedad conservadora, lo que satanizó su uso.
Desde esos años se acentuó el carácter enigmático y hasta sospechoso de los “espejuelos oscuros”, como si se enfocaran en ocultar a su usuario y esconder sus intenciones.
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Eduardo Mendoza, colaborador de esta casa editorial, escribió en 1989 que “los lentes oscuros son una máscara, son el último refugio de la sacralidad que la máscara encierra: unos lentes oscuros, al ponerse sobre el rostro, lo transfiguran”.
Continuó, “las mujeres de lentes oscuros son tenidas por mentirosas, por falsas, que quieren conservar el anonimato, llaman la atención a la hora de entrar en los lugares prohibidos, en los sitios donde el escándalo parece perseguirlas”.
Apenas 14 años antes, otra nota de este diario anunciaba que la tendencia en 1975 serían los grandes lentes oscuros y resaltaba que, mientras el nudismo integral tenía gran aceptación en las playas de E.U, Canadá y Brasil y otros lugares del mundo, en contraste, los ojos se cubrirían de forma pública, “tal vez para contrarrestar el marcado nudismo”.
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Los oculistas reprobaban su uso con el argumento de que equivalían a leer en un cuarto oscuro con los daños a la vista que eso significaba; aun así, nada detuvo el boom de lentes de colores fuertes, con armazones de plata, aluminio y plástico, en su mayoría polarizados con variadas formas y diseños.
A pesar de todo, los lentes oscuros seguían como accesorio de confianza para importantes personalidades del mundo, como la intachable Reina Isabel II, quien usó en repetidas ocasiones sus “espejuelos oscuros”, sobre todo en visitas de Estado a países cálidos y soleados, como ocurrió en su recorrido por México en 1975.
Las figuras del entretenimiento de nuevo los posicionaron como accesorios de alta alcurnia, aunque también les sirvió para mantener cierta privacidad en situaciones no tan favorecedoras.
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Un ejemplo muy curioso quedó documentado por EL UNIVERSAL en octubre de 1979, cuando se cubrió el tenso examen profesional de la estrella televisiva, Verónica Castro. La conductora y actriz usó glamourosos lentes oscuros que no sólo destacaron su porte de celebridad, sino que le ayudaron a cubrir las ojeras que le aquejaban y a sobrellevar las severas preguntas de sus sinodales que por poco la dejan sin título.
Otro caso ocurrió con la actriz Elizabeth Taylor, quien recurrió a los confiables “espejuelos” para cubrir su tristeza tras la muerte de su exesposo, Richard Burton, en 1984.
Siendo una de las artistas más bellas e icónicas de Hollywood, la protagonista de Cleopatra mantuvo su imagen de diva gracias a sus lentes de sol, que ocultaron sus tristes lágrimas y no dejaron que su rostro se mostrara descompuesto por el luto.
Para los años 80 y 90, fue irreversible su demanda estética y los oculistas cedieron. Con el fin de prevenir consecuencias lamentables con su uso, los especialistas compartieron lineamientos que cualquier consumidor debería seguir para comprar los lentes adecuados.
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Esta casa editorial compartió algunos factores de importancia para elegir los “espejuelos” como verificar el traspaso de luz, cero deformaciones lumínicas, bloqueo efectivo de los rayos UV, materiales resistentes y hasta el tipo de cara del usuario para que los lentes no afectaran su presentación.
Los diseñadores de esta industria invadieron los mercados internacionales con lentes de múltiples figuras y colores que los han convertido en “artículos indispensables”, sobre todo, para quienes buscan andar a la moda.
La tecnología también ha modificado los lentes oscuros, que cada vez protegen más la piel y los ojos del brillo de los rayos solares, pues el hecho de que los cristales sean negros no significa que los rayos ultravioleta no los traspasen.
Incluso hubo lentes que protegían la vista de la radiación de las computadoras, hoy éstas ya cuentan con protecciones integradas.
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Sin duda los lentes oscuros llegaron para quedarse como un artículo indispensable para los días soleados; también nos acompañan en momentos difíciles cuando sufrimos la pérdida de algún ser querido, o bien, permiten a artistas o personajes famosos pasar un poco inadvertidos en sitios públicos, pero sin perder su estilo, pues hoy los múltiples diseños se adaptan a cada personalidad.
- Fuente:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Sunglass Museum – Página Web
- The Evolution of Sunglasses – Google Arts & Culture