Las corcholatas eran otros objetos coleccionables para generaciones pasadas. Estas tapas traían las imágenes de personajes de la televisión, películas, artistas, deportistas, de Juegos Olímpicos o Mundiales de Fútbol. Aquí vemos personajes de Disneylandia. Cortesía
Texto: Carlos Villasana
Si bien las corcholatas son una práctica y útil forma de conservar una bebida, la publicidad encontró una ingeniosa manera de vender y posicionar diversas marcas con atractivas campañas al destapar una botella de refresco y encontrar al reverso de la corcholata a diversos personajes de series animadas, artistas, luchadores, selecciones de fútbol y todo aquello que podía ser del interés público.
La nostalgia hizo lo propio y ahora aquellas inolvidables corcholatas promocionales de nuestra infancia son rastreadas por coleccionistas y artistas por igual, haciéndolas cada vez más cotizadas.
La emoción de saber qué imagen se encontraría en la corcholata era similar a la de las estampas para los álbumes, pues estas también se coleccionaban. Cortesía.
En este sentido, la autora Sandra Bermúdez escribió lo siguiente en la publicación La Corcholata, emblema del capitalismo, en 2013:
“En este ejercicio también salieron a relucir algunos usos alternativos del objeto de estudio. Uno de los más comunes es su empleo como material de reciclaje para la creación de manualidades (bisutería, bolsas, adornos, recuerdos, juguetes). Encontré, por ejemplo, que hoy día es objeto de un coleccionismo vintage muy extendido y tema en la obra de artistas contemporáneos.
Y la autora continúa: “Aunque probablemente lo más atípico con lo que tropecé fue su presencia en el pavimento de diversas calles de la Ciudad de México. Las corcholatas son lanzadas a la vía pública sobre el cemento fresco y por acción de los automóviles al pasar quedan incrustadas conformando una especie de mosaico sobre el piso”.
Imagen de los años 80 de la zona rosa, donde se observa a un vendedor de refrescos de botella de vidrio con sus tapas de corcholata. Archivo EL UNIVERSAL.
Hechas de corcho y lata
A diferencia de otros países en donde a este objeto se le conoce con diversos nombres que van desde ficha, tapa, taponcillo, tapón o en lengua inglesa: bottle cap, es decir, tapón o tapa de botella, aquí en México el popularmente famoso “tapón corona” es conocido con el nombre de corcholata; y tiene sentido, ya que los materiales con los que se fabricaban en décadas pasadas eran precisamente: lata y corcho, mismo que venía pegado en la parte interior para mejor conservación del producto.
En gran cantidad de refrescos de épocas pasadas en la parte externa o visible de la corcholota se incluía el precio y el logo de la marca del fabricante, por lo que fue cuestión de tiempo que los ingeniosos publicistas, junto con el equipo de mercadotecnia vieran la excelente oportunidad de lanzar campañas promocionales utilizando precisamente la parte interna de la corcholata con atractiva publicidad que atrajera al público en general.
Reciben su nombre porque estaban hechas de corcho y de lata. Cuando tenían promociones se debía quitar el corcho para ver la imagen que venía oculta debajo. Cortesía.
Al igual que las estampas en las que no era posible ver el contenido dentro de las frituras o cereales, el factor sorpresa al no poder ver a primera vista el “premio” que ganabas a menos que destaparas el refresco, lo hacía sumamente atractivo e interesante para niños y adultos, pues había corcholatas premiadas para todos los gustos y edades.
Cabe mencionar que una de las primeras campañas de este tipo se dio a conocer en las páginas de este diario, en noviembre de 1956, con una publicidad pagada de una famosa cadena de refrescos con la promoción de canjear las corcholatas marcadas con el sello de Disneylandia, por 17 personajes de Disney -de plástico monocromático- en los camiones repartidores de la bebida gaseosa.
Una de las primeras campañas para promocionar la colección de corcholatas surgió en este diario en noviembre de 1956. También era la primera vez que se explicaba al público cómo poder acceder a premios, en este caso figuras de Disneylandia, cuántas guardar y dónde cambiarlas por los premios. En este anuncio se promocionaban las dulcerías Larín y las tiendas Sears, así como los propios camiones repartidores para obtener una de las 17 figuras de Disney. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Y no terminaba ahí, aquel que pintara mejor las figuras podía participar en otro concurso y ganar 18 mil pesos, lo que era una gran cantidad de dinero a mediados de los años 50.
También era la primera vez que se explicaba al público que se requería desprender el corcho del interior de la corcholata para poder visualizar el sello o logo; lo cual se convertiría en una costumbre en lo sucesivo para este tipo de promociones.
Los refrescos y las tienditas de antaño
Para Angélica Adriana Sánchez, ama de casa y comerciante de este tipo de objetos coleccionables, las corcholatas tienen un contexto histórico que marcaron los recuerdos de su niñez.
“Recuerdo muy bien la tienda de la esquina, me gustaba ir y todavía atesoro un aroma, yo no sabía entonces qué olores eran ésos… Esa tiendita como muchos negocios hasta los años ochenta tenían anaqueles y mostradores de madera, y quiero suponer que la madera guardó los olores de los combustibles para el boiler, que eran bolsas de papel estraza rellenas de aserrín remojado en petróleo, ese olor junto con el de las corcholatas cuyo corcho absorbía el olor del dulce de la soda o refresco nunca lo he olvidado”, recuerda Angélica con nostalgia.
Las corcholatas se volvieron un objeto muy preciado por los niños de entonces porque buscaban también las figuras de futbolistas y otros deportes referentes a eventos importantes que hubo como los Juegos Olímpicos del 68 y el Mundial de Fútbol México 70. Estas promociones se acompañaban de cartones para coleccionar a modo de álbum y lo proporcionaba el chofer del camión repartidor y, a veces, se los dejaban al tendero.
Aquí una promoción de los refrescos Barrilitos Dr. Brown, en la que se ofrecían regalos a cambio de corcholatas de estos refrescos con "10 sabrosos sabores". Cortesía.
“…En mi caso, mi mamá no nos daba dinero para comprar diario y menos todas las golosinas que hubiera deseado, entonces ese era otro gusto por ir a esa tiendita donde la hielera para los refrescos (entonces no se usaban los refrigeradores) estaba afuera del mostrador, estas hieleras tenían integrado un destapador con un recipiente para que ahí cayera la ficha.
“A los adultos no les interesaba lo que para nosotros los niños era un tesoro y quizá por eso es que, ¡Ay adultos! no tenían cuidado al destapar las botellas y las doblaban y nos tocaba lamentarlo si era justo la que faltaba, pues quedaba doblada”, comenta la entrevistada.
“Realmente yo solo calculo fechas, pero ya para la navidad de 1970 dejaron de usar el corcho para poner la película tipo goma traslúcida con la que actualmente se les ve, por eso yo digo que dejaron de ser corcholatas y desde esos años son fichas.
“Recuerdo esas lindas fichas del Árbol Coca Cola, yo las juntaba, claro, eran tan lindas. Pero al crecer y llegar otros gustos, así mis fichas se fueron al olvido llamado basura y hoy que quisiera volver a tenerlas resulta difícil, por lo raras que son, y si llego a encontrar en algún bazar son tan caras… pensar que eran la basura de los adultos que a los niños tanto nos gustaba.
“Las refresqueras más populares y del gusto de los consumidores sacaron sus propios temas y así había de Disney, de juego de lotería, futbolistas y hasta de la famosa pareja de Amor es...”, señala.
En los refrescos de Chaparritas, Trébol y Sangría se podían encontrar imágenes clásicas del juego de la Lotería. Estas corcholatas son de los años 70. Cortesía
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De las corcholatas a las tapa roscas
De acuerdo con Juan Carlos Ramírez, comerciante de este tipo de objetos coleccionables, las corcholatas de figuras de caricaturas son muy buscadas tanto por los coleccionistas serios, como por los que quieren tener el álbum completo o cartones en las que se pegaban. También están aquellas personas que se dan la vuelta por el tianguis y que compran una o dos corcholatas que tuvieron en su infancia y nada más quieren tener alguna de recuerdo.
Nos comenta que las promociones de bebidas gaseosas han sido desde hace mucho tiempo más intermitentes y que con el tiempo han ido cambiando mucho, es decir, cuando se aproxima un mundial de futbol o algo similar o con personajes famosos.
Primero fueron las promociones de las corcholatas de antaño, las de las grandes cadenas de refrescos hasta las más recientes, por ejemplo de Pokemon, pera ya con la variante del tapa rosca.
Nos cuenta que es algo evidente “de chicos teníamos basícamente una barra de caricaturas y nada más o veíamos a ciertos artistas locales. Las refresqueras cubrían esos canales con sus productos promocionales, ahora hay un universo de redes sociales a varios niveles, además de que mucha gente ya no consume refrescos como antes. Son factores que influyen.
Los rostros de varios artistas también aparecieron grabadas en el interior de estas tapas de refresco en los años 70. Cortesía.
“Es curioso que a las corcholatas no les podamos llamar juguetito como tal, pues basicamente no lo es, pero es muy curioso ver la cara de emoción y sentimiento al ver a las personas que acuden a mi puesto y se llevan la corcholata que alguna vez destaparon de un refresco y encontraron su personaje favorito”.
Por su parte, la autora Sandra Bermúdez habla de la transición de la corchalata a otros tipos de tapas: “Desde su invención hasta nuestros días el tapón corona ha sufrido ligeras modificaciones. Todas ellas orientadas a disminuir su costo a través del remplazo de materiales o a facilitar su usabilidad.
“A lo largo del siglo XX mantuvo un vínculo inexorable con las bebidas gaseosas y con la cerveza al grado de que no se podía entender la una sin la otra. Sin embargo, a partir de la década de los 90 ́s se incorporaron dos nuevas maneras de embotellar (la lata y la botella de plástico) que no eran compatibles con la corcholata, por lo que ésta vio radicalmente reducida su presencia en el mercado”, afirma Bermúdez.
Las “corcholatas” de la política
Para poner en la mesa un tema coyuntural y entender la relación entre las corcholatas de antaño y la política, David Galicia, Director Editorial de “Político MX” nos comenta que en este contexto, las corcholatas representan a los políticos que aspiran a lograr la candidatura presidencial. El término fue acuñado recientemente por el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando la prensa le preguntó por los "tapados", como también se les conoce a los aspirantes a candidatos.
En julio de 2021, reporteros preguntaron al mandatario acerca de sus "tapados" rumbo a la elección presidencial de 2024. Él respondió que tanto en las gubernaturas como en las coordinaciones parlamentarias hay personas con posibilidad de contender por la Presidencia; esas serían las “corcholatas” y él, el “destapador”.
“Hay muchos, mujeres y hombres, para el relevo, hay muchos. Todos, los que están en el gabinete, gobernadores, todos tienen posibilidad, dirigentes parlamentarios, todos, todos, tienen posibilidad, ahora sí que ya no hay tapados. Yo soy el destapador y mi corcholata favorita va a ser la del pueblo, esa es la regla, la gente va a decidir en su momento en forma libre, democrática, quién debe representarnos en lo que corresponde al movimiento progresista, liberal, con dimensión social, pero eso en su momento. Es un equipo de trabajo”, señaló en esa ocasión el primer mandatario.
Caricatura del cartonista de este diario, Kemchs, en alusión a las "corcholatas" refiriéndose a los integrantes del equipo de trabajo del presidente (quien fungiría como el "destapador") que podrían aspirar a la silla presidencial. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Esta metáfora del presidente alude a una vieja estrategia de marketing de las compañías refresqueras que consistía en colocar imágenes de personajes de películas, frases o caricaturas para que las personas completaran una colección.
Al estar impresas estas imágenes bajo las corcholatas, los compradores no podían saber cuál era la que les iba a tocar. El misterio de saber qué personaje iba a salir, es similar, en el terreno político, al misterio de cuál de los aspirantes (corcholatas) va a ser el elegido del presidente (destapador) para contender por su partido a ocupar la silla presidencial.
Fuentes:
- Entrevistas a Angélica Adriana Sánchez, ama de casa y comerciante de este tipo de objetos coleccionables, Juan Carlos Ramírez, comerciante de este tipo de objetos coleccionables y David Galicia Sánchez, Director Editorial de “Político MX” .
- Bibliografía: Sandra Bermúdez. Cuadernos del Centro de Investigación en Economía Creativa CIEC. La Corcholata: emblema del capitalismo, 2013. Centro de Diseño, Cine y Televisión. CENTRO.