Esta escena de 1960, al interior del Palacio de Correos, muestra que al enviar una carta podía sentirse la misma emoción que hoy al mandar un mensaje digital; todo depende del sentimiento en juego. Archivo EL UNIVERSAL.
Texto: Raúl J. Fontecilla
El año de 1933, un texto publicado en este diario expuso que los jóvenes de los años treinta ya no acostumbraban escribir cartas de amor para expresar a su pareja sus sentimientos.
Al autor, Roberto Gaona, le parecía que para entonces la correspondencia romántica era casi un mito y señalaba que “tienen para nosotros un prestigio milagroso en sus ingenuas confesiones”.
En pleno siglo XXI, el detalle de una carta de amor no se pierde de vista, pues hay razones para considerarlo como parte de la cultura popular, tanto en México como en otras partes del mundo.
Las máquinas de escribir son una prueba de que modernizar poco a poco las cartas de amor no afecta el impacto de su contenido. De hecho en la plaza de Santo Domingo, en el centro de la capital (en la imagen), por décadas los escribanos del lugar ofrecían sus servicios para elaborar documentos o copias de escritos a mano y luego con una máquina de escribir, pero tambíen se esmeraban para plasmar los sentimientos de los enamorados en románticas cartas de amor. Jorge Soto/Archivo EL UNIVERSAL.
Si compartes la opinión de Gaona, quizá te sorprenda descubrir que la idea de mandar una carta apasionada no pasa de moda, sino que se adapta a los tiempos modernos.
En los años 20 ya había más que sólo cartas
El Mochilazo publicado en 2018 "Las declaraciones de amor en los años 20", escrito por Brenda Carreño, retomó el sondeo que hizo EL UNIVERSAL Ilustrado en 1922, entre mujeres jóvenes, para conocer la forma en que preferían recibir declaraciones románticas.
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Al tratarse de los años veinte podríamos imaginar que las cartas deberían haber figurado en primer lugar. Lo cierto es que aquel antiguo reportaje planteaba dos formas de coqueteo en tendencia: el flirt y el “estilo Edad Media”. Mientras que en el segundo el hombre hacía una declaración “valiente y acometida”, en el flirt la mujer tomaba la iniciativa y las riendas.
Destacó en primer lugar el baile para hacer una declaración amorosa, seguido de las cartas y las llamadas telefónicas. Eso sí: dejaban claro que a final de cuentas preferían dar el sí o el no de frente y de palabra.
Aunque no en primer lugar, sí que se hablaba de las cartas de amor. De este modo, no podemos evitar notar la forma en que Roberto Gaona, doce años más tarde, exponía que para 1933 esta forma de declarar sentimientos ya había caído en desuso entre los jóvenes.
Gaona no sólo decía que las cartas ya eran poco populares, además aseguraba que quienes las escribían y leían eran sólo personas mayores “achacosas” o, de plano, que ya descansaban en cementerios. En la foto un escribano de la Plaza de Santo Domingo, en el centro capitaino, con su antigua máquina de escribir. 2016. Ariel Ojeda/Archivo EL UNIVERSAL.
También aprovechó para asegurar que la tendencia entre las parejas de novios era acudir a las butacas de cine, o bien, “a la banca de los obscuros rinconcillos” de parques y alamedas. Comunicarse por cartas ya les parecía "infantil y ridículo", afirmó.
Gaona elogió el romance por carta, para después decir que ese estilo de vida había muerto para todos, excepto por “las almas sensibles y los corazones delicados”.
Las cartas de amor en el Cine de Oro Mexicano
Quizá Gaona estaba en lo cierto. Es posible que, tras una década, un escrito romántico no fuera tan popular como en los nostálgicos años veinte. Pero también es posible que una década más le diera un giro inesperado a las tendencias entre enamorados.
Un gran ejemplo fue en el Cine de Oro mexicano, con la cinta "Una carta de amor", que Jorge Negrete y Gloria Marín protagonizaron en 1943. La historia gira en torno a la carta guardada en el abrigo de un comandante liberal sentenciado a muerte durante la guerra de intervención francesa.
En cuanto recibe aviso de que será fusilado a primera hora del día siguiente, Alfredo pide como último deseo morir con la ropa que llevaba puesta al ser capturado. Es así que un soldado francés reporta a su coronel que encontraron una carta de la amada del condenado, Marta.
Es así que comienza la romántica pero trágica historia de amor, imposible para ambos porque Marta vive como una mujer acaudalada que se ve orillada a aceptar casarse con un jefe militar de los conservadores, el bando opuesto al de Alfredo.
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Cuando el coronel recibe en sus manos la carta de amor que le encontraron al condenado a muerte, lo primero que hace es olfatearla, ya que una costumbre de la época era perfumar el papel, como un toque especial. Tomado de YouTube.
Por supuesto, el sólo hecho de que el gran Charro Cantor tuviera el papel estelar nos habla de la producción con la que contó este filme de Miguel Zacarías, así como el éxito que prometía en taquillas.
Una fórmula similar llegó a los cines mexicanos diez años después, con "Dos tipos de cuidado" (1953). En esta ocasión, Jorge Negrete regresó, pero ahora a lado de Pedro Infante, para darle vida a dos amigos que se enamoran de Rosario y María, respectivamente. Cuando Pedro descubre a Jorge casado con Rosario al volver de un viaje, comete varios actos de despecho, sin sospechar las nobles razones con que actuó su amigo.
Esta película de Ismael Rodríguez no arranca su trama con una carta, pero sí que la ocupa en un punto decisivo para los sucesos que caracterizan a la que algunos consideran una de las mejores comedias mexicanas.
Cuando los amigos comienzan a ayudarse a pesar de que uno de los dos ya está casado con Rosario, se arma un escándalo en el pueblo bajo la idea de que Pedro descaró sus intenciones de deshonrar el matrimonio de Rosario y Jorge, sin importarle ya estar comprometido con una joven llamada Genoveva.
Obligado por el padre de “Vevita” a cobrar la vida de Pedro para “lavar con sangre la infamia”, Jorge evita una desgracia aprovechando un mal entendido en torno a una enfermedad incurable y horrenda, que cómicamente concuerda con la carta que su mejor amigo escribe para dar explicaciones a su prometida, acerca de su “mal de amores”.
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"Oiga mi general, ¡yo creo que no está bien que usted se entere de lo que se escriben los novios!", expresa Jorge en un intento de esconder la verdad sobre el enredo amoroso que intenta deshacer con la ayuda de su amigo Pedro. Tomado de YouTube.
Los artesanos de las cartas románticas
Las cartas de amor seguirían presentes en obras de la cultura popular hasta alcanzar su propio sitio como íconos de sentimientos apasionados. En 1986 se publicó la novela "El amor en los tiempos del cólera", de Gabriel García Márquez, y con ello tanto Latinoamérica como el resto del mundo disfrutaron una historia de amor “a la antigua”.
Aunque el autor no menciona de forma explícita una época, ciertos eventos históricos que usa como trasfondo para la postergada relación entre Florentino Ariza y Fermina Daza dan pie para situar la trama en Colombia, entre finales del siglo XIX y principios del XX.
Además de escribir sus propias cartas, en la novela el primer trabajo del joven Florentino es desempacar costales de cartas, organizarlas y después izar las banderas correspondientes a los países desde donde llegaron. En la imagen un trabajador de correos de México organizando las cartas que serían entregadas en distintas direcciones. Archivo EL UNIVERSAL.
Si bien nos queda claro que Florentino externaba su amor en cartas por ser la usanza de la época y de su entorno, hay momentos en que esta historia define su curso gracias a sus misivas.
Las escenas de una joven Fermina devolviendo todas las cartas y muestras de afecto al enamorado en rechazo de su amor, así como la del ya viejo Florentino convenciendo a una viuda Fermina de por fin darle una oportunidad, también a través de cartas, sin lugar a duda pasarían a la historia.
Y es que, una declaración de palabra se puede callar, y un mensaje en redes sociales se puede borrar, pero las cartas de amor, además de destruirse, también pueden devolverse, quemarse o guardarse.
A los jóvenes puede sonarles curiosa la idea de guardar cartas, pero en su época no sólo tomaba tiempo y dedicación elaborarlas y enviarlas, sino además podía resultar costoso hacerlas llegar a ciertos destinos. En la foto cartas con sus antiguos sellos y timbres, escritas a mano. Foto: AP.
Pero antes de decidirse el destino de estos efectos personales, es necesario crearlos, y para ello se podía recurrir también a los llamados escribanos. De acuerdo con el Mochilazo escrito en 2016 por Diana Laura Espinoza, "Santo Domingo y sus escribanos", se trata de una ocupación presente en dicha plaza de la colonia Centro desde el siglo XIX.
Un escribano experto era capaz de redactar desde oficios dirigidos a oficinas gubernamentales hasta apasionadas cartas de amor. Su papel era convertir en palabras los sentimientos y anhelos de personas enamoradas, sin más que hacer preguntas para moldear la idea inicial.
Por desgracia, en aquella ocasión, el entrevistado don José Edith González declaró que a sus 78 años ya había visto morir a todos sus colegas de la plaza de Santo Domingo, así como afirmó que en su gremio ya sólo quedaban 25 escribanos.
Cartas de amor entre los más jóvenes
A partir del siglo XXI, en todo el mundo, el servicio de correo tradicional perdió terreno frente al correo electrónico. Para muchos de los actuales milennials, ya es nostálgico recordar además las tardes de chat entre amistades y conocidos a través de espacios como Messenger.
Sin embargo, el concepto de las cartas de amor es algo que chicos y grandes conocen por igual, gracias a que no deja de figurar como un tema recurrente en la cultura pop.
El creciente uso del internet se volvió un medio para continuar y modernizar el envío de mensajes románticos de diversas maneras. Por si fuera poco, esto no tardó en transmitirse incluso a las audiencias infantiles, un ejemplo de ello, fue hace veinte años en la caricatura "Los padrinos mágicos" con el episodio “Internet asombrosa”.
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Este episodio de la caricatura Los padrinos mágicos, que se estrenó en español en octubre de 2003, presenta al pequeño Timmy en su aventura a través del internet para recuperar la carta de amor que envió por accidente a la chica que le gusta, Trixie. Tomado de YouTube.
Diez años más tarde, el reconocido actor Joaquin Phoenix protagonizó la película "Ella", donde dio vida a Theodore, un tímido hombre que se gana la vida escribiendo para una empresa que ofrece cartas sentimentales por encargo.
Pero la práctica de plasmar “a puño y letra” una confesión amorosa no se queda en las pantallas del cine y la televisión, pues entre la generación Z no era extraño que un día fuese recordado por la declaración o propuesta romántica de algún compañero o compañera que elegía expresarse con discretas cartas hasta vistosas cartulinas.
Un ejemplo más reciente aún se difundió en semanas pasadas a través de la red TikTok, donde la popular influencer Kim Soojin o “Chinguamiga” comentó que antes de mudarse a México trabajó en una empresa de su natal Corea del Sur que ofrece organizar propuestas de matrimonio y para la cual ella escribía cartas de amor entre los novios.
En este video, Su comenta en pocas palabras que para las cartas de amor matrimonial cambian los nombres para cada pareja. Tomado de TikTok.
Se pueden citar muchos más ejemplos acerca de este tema, lo que demuestra que escribir una carta de amor no ha pasado de moda y parece que será una de las formas más auténticas y valiosas para expresar los más profundos sentimientos.
- Fuentes:
- Archivo Fotográfico EL UNIVERSAL.
- García Márquez, Gabriel. "El amor en los tiempos del cólera". Sudamericana, 1986.
- Hemeroteca EL UNIVERSAL.