La Torre Prisma de la Lotería Nacional en el centro de la capital se erigió como un alarde de tecnología y modernidad a inicios de la década de los años 70. Su construcción recibió el apoyo de la novedosa computadora IBM1130 que la convirtió en uno de los principales referentes del paisaje urbano.
La creación de este inmueble respondía a la necesidad de expansión de las cercanas oficinas de la Lotería Nacional, situadas entonces en el edificio “El Moro”, en la esquina de la avenida de la República y el Paseo de la Reforma.
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La obra estuvo a cargo de los arquitectos David Muñoz Suárez, Ramón Torres y Sergio Santacruz, quienes utilizaron novedosas e innovadoras técnicas para su edificación. La Torre Prisma, única en su tipo, ha alojado a diversas instituciones al paso de los años.
Uno de los cruces más conocidos por los capitalinos es sin lugar a dudas el de Paseo de la Reforma y la avenida Juárez, ya que marca la entrada al primer cuadro capitalino para miles de peatones y vehículos, además de ser escenario de diversas manifestaciones y los desfiles más variados.
Tras las obras de ampliación y prolongación del Paseo de la Reforma en 1964, a la altura del ahora metro Hidalgo, se demolió un gran número de edificaciones, incluyendo las que se encontraban en las inmediaciones de la estatua ecuestre de Carlos IV, conocida popularmente como “El Caballito”.
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Justo en la esquina en la que anteriormente se ubicaron antiguos inmuebles como fue el de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el Hotel St. Francis y la Embajada de Estados Unidos, quedó un espacio triangular que aprovechó la Lotería Nacional para levantar la Torre Prisma.
De acuerdo con la prensa de la época, el nuevo edificio de la Lotería Nacional sería un nuevo punto de referencia en la ciudad por su privilegiada ubicación, además de cumplir con los lineamientos de construcción para los inmuebles localizados dentro de lo que se conocía como la Plaza de la Reforma, es decir, aquellos que estuvieran alrededor del monumento del caballito.
A decir de una publicación de la Lotería Nacional, la torre Prisma sería igualmente un elemento publicitario permanente que formaría parte del perfil de la capital, al igual que lo era la Torre Latinoamericana y el edificio “El Moro”.
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En aquel entonces su construcción generó gran expectativa por su estructura, la cual seguía la forma triangular de la acera y la prolongación de la vía pública y, evidentemente, por ser una enorme estructura de aluminio sobre acero con una fachada de cristal color bronce, con 8 mil metros cuadrados de superficie.
En la revista especializada “Construcción Mexicana” de agosto de 1971, se menciona uno de los retos a los que se enfrentaron los encargados de su edificación:
“Para esta obra, los contratistas entrenaron un equipo de operarios que, trabajando en cooperación con los equipos de los marcos de aluminio, alcanzaron una rapidez y ritmo de trabajo raramente logrado en México. Entre los detalles curiosos de esta instalación está el hecho que el viento, al hacer oscilar las cajas con los cristales, causó serios problemas los primeros días, hasta que se observó que éste sopla casi siempre durante la tarde, por lo que el trabajo se ejecutó en las primeras horas de la mañana”.
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Otro dato curioso y sumamente interesante es que este edificio requirió para su análisis y dimensionamiento inicial, el uso de una computadora electrónica, en este caso la IBM 1130, lanzada en 1965; que además sirvió para verificar las condiciones de resistencia y estabilidad.
Incluso medía las cargas del viento y de los sismos, lo que era sumamente novedoso en aquellos días y un gran avance en la tecnología empleada para la construcción de un edificio de estas características en la Ciudad de México.
Para conocer más de este inmueble Mochilazo en el Tiempo entrevistó a Mario T. Monroy, cofundador del proyecto digital “Edificios de México”, quién nos comentó:
“Prisma Reforma es un edificio de arquitectura moderna localizado en la intersección de las avenidas Paseo de la Reforma y Juárez en la Ciudad de México. Consiste en una torre de 102 metros de altura con 28 niveles, cuya forma responde a un prisma triangular -de ahí su nombre“.
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Monroy mencionó que para hablar de dicha Torre es necesario reconocer el contexto arquitectónico de su estructura.
“Para apreciar sus dimensiones y su original fachada de cristal, debemos remontarnos a la década de 1930, donde la Ciudad de México comenzó a apostar por construir edificios altos, para ser exactos, en el año 1932, los capitalinos de esa época fueron testigos del primer ‘rascacielos’ de México, me refiero al edificio La Nacional, el cual con 55 metros de altura y 13 pisos, fue la primera estructura robusta y sólida que sobresalió en la esquina de las Avenidas Juárez y San Juan de Letrán (hoy Eje Central), el diseño arquitectónico que plasmó Manuel Ortiz Monasterio al edificio, siguió la corriente Art Decó, inspirado en los edificios neoyorquinos de esa época”, afirma el especialista.
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Monroy dice que fue a partir de ahí que la ciudad comenzó a desafiar las alturas y la forma de construir nuevos edificios y que desde 1956, la capital mexicana se posicionó en el mapa al mostrar al mundo que se puede construir un rascacielos en una zona sísmica.
“Fue el nacimiento de la Torre Latinoamericana la que desafió a la arquitectura y a la ingeniería, con sus 181 metros y 44 pisos, el arquitecto Augusto H. Álvarez, con ayuda de los ingenieros Leonardo y Adolfo Zeevaert y la asesoría de Natham M. Newmark, materializaron un ícono nacional, ya que la Torre ocupó la posición número 45 en la lista de rascacielos a nivel mundial. Fue el más alto de América Latina y el primero y el mayor edificio del mundo con fachada de cristal en esa época”, recuerda.
Monroy considera que justo en esa zona centro de la capital se forjaron las bases para la construcción de nuevos y desafiantes edificios en México.
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“Posterior a la Torre Latino, la capital incursionó en nuevos e interesantes proyectos, fue cuando en la década de 1960 se concluyó el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco, un espacio habitacional diseñado por Mario Pani, bajo los preceptos del movimiento moderno y el cual fue coronado por la Torre Insignia (Torre Banobras) con sus 127 metros y 25 pisos de altura”, resaltó Monroy.
“A través de este breve recuento sobre las proyecciones y construcciones, podemos regresar a la Torre Prisma Reforma, ya que este edificio requirió de esos parteaguas en diseño, altura e ingeniería para poderse elevar sobre el Paseo de la Reforma. Su construcción nació por la necesidad de expansión de las oficinas de la Lotería Nacional… y la institución decidió construir este edificio como su segunda sede. La obra inició en 1968, finalizó en 1970 y estuvo a cargo de los arquitectos David Muñoz Suárez, Ramón Torres Martínez y Sergio Santacruz Aceves”.
Monroy nos detalló que para poder completar la Torre Prisma se requirió de una serie de desafiantes procesos, como fue la excavación a 12.60 m de profundidad donde, debido a la naturaleza del subsuelo, los arquitectos e ingenieros utilizaron técnicas y métodos específicos para estabilizar el suelo con tablestacas de concreto, selladas con morteros expansivos y auxiliados con un sistema de troqueles de acero en tres niveles.
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Para controlar una gran filtración en una de las esquinas se utilizó nitrógeno líquido para congelar los fluidos y continuar la construcción con seguridad. La cimentación requirió de un cajón de concreto de 5 m de peralte apoyado sobre 256 pilotes de concreto de 50 cm de diámetro hincados a 32 m de profundidad.
“Dada la peculiar forma del predio, el diseño adoptó la configuración del lugar y las condiciones del paisaje urbano, dando como resultado un edificio con una original forma de Prisma triangular, donde su estructura requirió de tres marcos paralelos a los linderos formados por trabes en cajón y columnas”, comentó Monroy.
Nuestro entrevistado añadió que otro desafiante reto fue el diseño de la fachada, donde se tuvo que considerar la resistencia a las presiones del viento, la resistencia a los movimientos sísmicos y su capacidad de transmisión de calor, el resultado fue una fachada totalmente de cristal en los tres lados del edificio, que da la apariencia de una línea ininterrumpida que contrasta con el cielo.
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“La solución requirió de una estructura de aluminio en acabado duranodic con resistencia al viento de hasta 140 K.P.H. y que se desplazan en forma independiente de la estructura en caso de sismo (para proteger los cristales)”.
Describe que sobre los marcos de aluminio se colocaron 8 mil metros cuadrados de vidrio tipo Solar-Bronce que reduce las ganancias de calor, optimizando el uso de aire acondicionado, las más de mil 500 piezas de cristal mantienen un juego de 2 mm. de cada lado, la cual garantiza su seguridad en caso de movimientos de máxima intensidad, en tanto que el sellado se realizó con silicones que proporcionó una completa hermeticidad.
El especialista dijo que durante la instalación de la fachada, el viento hizo oscilar las cajas con los cristales, lo que causó serios problemas los primeros días, pero que “la observación meteorológica reveló que el viento sopla durante la tarde, por lo que las obras de instalación se realizaron por la mañana”.
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Monroy cerró la entrevista diciendo que la Torre Prisma Reforma se materializó en la década de los setenta, y su disruptivo diseño arquitectónico y la ingeniería empleada durante su construcción, lo posicionan como un edificio seguro, por su resistencia mostrada en los terremotos del 19 de septiembre de 1985 y 2017, pues ningún cristal resultó dañado.
La Torre Prisma, única en su tipo, ha dominado el paisaje urbano desde su inauguración y ha alojado a diversas instituciones al paso de los años: la Lotería Nacional, el SAT y más recientemente al INBAL, Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Pese a que ya pasaron más de 5 décadas de su edificación, este gigante de cristal conserva ese aire de modernidad y estabilidad con el que fue planeado y continúa llamando la atención de los que por ahí transitan. Así que ahora ya sabes un poco más de este emblemático edificio.
- Fuentes:
- Entrevista a Mario T. Monroy, cofundador del proyecto “Edificios de México”.
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- Revista “Construcción Mexicana”. El edificio de la Lotería Nacional, planeamiento, problemas, soluciones. Agosto de 1971.