En el aniversario 103 de la muerte de Venustiano Carranza, recordaremos la polémica teoría que Rodolfo Herrero, general responsable de su asesinato, difundió sobre el revolucionario: el entonces presidente se suicidó antes que dejarse capturar.
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La historia desmintió la muerte autoinfligida de Carranza, pero continúa siendo un aspecto relevante dentro de la investigación y del manejo de las autoridades de la época.
Herrero difundió esa versión para librarse de las consecuencias del asesinato, mientras los obregonistas salían victoriosos gracias a la muerte del presidente, lo que hace todavía más turbio que se culpara más a los carrancistas por la muerte de su jefe y no tanto al general que lo emboscó.
“¡Se ha suicidado el señor presidente!”
La versión oficial sobre la muerte del revolucionario indica que, en la madrugada del 21 de mayo de 1920, los hombres de Herrero dispararon directo al jacal del presidente en Tlaxcalantongo, Puebla. Sabían el lugar exacto donde Carranza dormía, siendo el único fallecido.
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La postura de los “traidores” modificó los sucesos. Según el general Rodolfo Herrero y su segundo al mando, el mayor Facundo Garrido, la intención era capturar con vida a Carranza.
Garrido aseguró que los carrancistas abrieron fuego y los hombres de Herrero respondieron, pero la espesa oscuridad les impidió apuntar con certeza. Para cuando entraron a la choza del mandatario, un hombre dijo “no disparen, nos rendimos”.
El mayor Garrido vio el cuerpo inerte de Carranza, con una pistola ensangrentada en su mano. El coronel Paulino Fontes, encargado de Ferrocarriles durante el mandato carrancista, gritó “¡Se ha suicidado el señor presidente!”.
EL UNIVERSAL informó el 28 de mayo de 1920 sobre la conferencia telegráfica entre Rodolfo Herrero y Plutarco Elías Calles, entonces representante de la campaña presidencial del general Álvaro Obregón, donde se repitió la postura del suicidio de Carranza.
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Herrero afirmó que el presidente recibió un balazo en la pierna que lo inmovilizó y que, para evitar la captura, él mismo se dio tres tiros en el tórax.
Para probar su versión, el anticarrancista mostró una carta dictada por Manuel Aguirre Berlanga, escrita por Paulino Fontes y firmada por acompañantes de Carranza donde confirman el suicidio; y la ropa del presidente con marcas a quemarropa. Días después agregó el revólver del finado.
Las páginas de este diario reportaron que la polémica carta del suicidio se firmó bajo amenaza, pues los carrancistas involucrados eran prisioneros de Herrero al momento de realizarla.
Para el 6 de junio de 1920, Rodolfo Herrero llegó a la Ciudad de México. El general comentó para EL UNIVERSAL: “yo tenía menos de ochenta hombres, ellos [los carrancistas] eran no menos de 200; y huyeron cobardemente, abandonando al señor Carranza.”
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Cuando se le cuestionó sobre el suicidio, dijo: “Carranza murió por la cobardía de sus acompañantes. […] El general Murguía huyó en paños menores, descalzo”. Aseguró que, si su intención era asesinar al presidente, también habrían matado a los otros hombres dentro del jacal, para evitar testigos.
El escritor y militar, Francisco L. Urquizo, refutó en sus memorias “México-Tlaxcalantongo” la idea del suicidio, pues el cadáver del revolucionario tenía heridas mortales provocadas por un tercero y ninguna fue en la cabeza.
El 27 de mayo de 1920, un médico anónimo comentó a EL UNIVERSAL que la “hipótesis del suicidio es inadmisible”, pues no explica la trayectoria, diferencia de calibres y posición de las heridas en órganos. Para esos impactos en el cuerpo, Carranza debió usar una ametralladora.
Los carrancistas al banquillo
EL UNIVERSAL ILUSTRADO publicó el 30 de septiembre de 1920 una declaración del primer jefe de escolta de Venustiano Carranza, Aldo Baroni, quien aseguró que el presidente “cayó por rodearse de hombres incondicionales, pero que carecían de facultades para ayudarle”.
Rodolfo Herrero y las autoridades obregonistas responsabilizaron de la muerte de Carranza a sus acompañantes. El hecho de que ninguno de los colaboradores más cercanos al mandatario tuviera heridas de bala, a pesar de estar en la misma choza donde falleció, tampoco ayudó.
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El sábado 22 de mayo, los hombres de Carranza enviaron un telegrama a Obregón, notificándole de los eventos en Puebla y de la “alevosía” en los actos de Herrero. La respuesta fue contundente.
EL UNIVERSAL publicó el domingo 23 la condena de Obregón ante los carrancistas que “permitieron se le diera muerte” al mandatario. “Ustedes eran más que suficientes si hubieran sabido cumplir con su deber, para haber salvado la vida del señor Carranza, si es, como ustedes lo aseguran, que se trata de un asesinato”, escribió el general.
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Medios estadounidenses y latinoamericanos informaron de la muerte de Venustiano Carranza. Una de las coberturas más severas salió de The New York Tribune, que recuperó reportes de EL UNIVERSAL para ubicar las anomalías en la investigación de las autoridades mexicanas.
El 9 de julio de 1920, el Tribune publicó “Semanas de investigación no resuelven quién mató a Carranza”, escrito por Sophie Treadwell. Ahí se destacó que Francisco Murguía, Francisco L. Urquizo, Juan Barragán, Federico Montes, Francisco Mariel y Manuel Aguirre Berlanga eran los enjuiciados por el asesinato y no Rodolfo Herrero.
Herrero operó como testigo del Estado para las diligencias contra los carrancistas. Su posición como declarante vino por sus “pruebas” sobre Carranza, sobre todo la carta del suicidio. Según Treadwell, ese escrito le permitió a Herrero permanecer fuera de la cárcel.
Gracias a la cobertura de EL UNIVERSAL, el Tribune cuestionó que los careos a los que asistió Herrero fueran sólo con los hombres que estaban lejos de la choza de Carranza y que no vieron morir al presidente, en lugar de confrontarlo con quienes estuvieron dentro del jacal.
Otra anomalía fue que no hubo declaración del médico Carlos Sánchez Pérez, responsable de la autopsia al cuerpo de Carranza. Algunos testimonios otorgados a este diario aseguraron que la revisión al cadáver estuvo mal ejecutada y que no recabó los datos necesarios.
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Después de cierto tiempo, se dejó en libertad a los involucrados en la muerte de Carranza y se expulsó a Rodolfo Herrero de las fuerzas militares, aunque nunca se le dictaminó condena en la cárcel. Algunos carrancistas se reinsertaron al servicio militar, mientras otros optaron por el exilio.
Algunos médicos e investigadores cercanos al gobierno de Álvaro Obregón, como Francisco de P. Millán, respaldaron la teoría del suicidio de Venustiano Carranza, pero no se localizó algún estudio profundo al respecto.
Fuentes:
Hemeroteca EL UNIVERSAL
Frías, L. (23 de noviembre 2020). La verdad de la muerte de Venustiano Carranza. En Gaceta UNAM. Recuperado de: https://www.gaceta.unam.mx/la-verdad-de-la-muerte-de-venustiano-carranza/
Garciadiego, J. (1 de mayo 2020). El asesinato de Carranza. En Letras Libres. Recuperado de: https://letraslibres.com/revista/el-asesinato-de-carranza/
Secretaría de Cultura – Página Web
Urquizo, F. (2020). México-Tlaxcalantongo. México: Editorial Cultura. Recuperado de: https://inehrm.gob.mx/recursos/Libros/Mexico-Tlaxcalantongo.pdf