Entre los artículos que gran parte de la población usa día a día, los hay desde comunes hasta novedosos. Los gadgets suelen distinguirse por su ingenio y originalidad que, en varios casos, marcaron una época.

Por supuesto que al ser tendencia, las fiestas decembrinas han sido la temporada en que muchos recibieron desde películas en VHS o relojes con calculadora hasta walkmans o iPods.

Ya sea como un detalle para ese amigo geek que siempre se ha llevado bien con la tecnología, o como un regalo que sin ir más lejos encaja con el gusto de alguien, se trata de artículos nostálgicos, aunque en muchos casos ya tengan su reemplazo en el smartphone.

Una comparativa entre la primera generación del iPod (izq.) y el primer iPhone (der.) nos ayuda a entender lo mucho que la tecnología se ha compactado e integrado. Hoy, las funciones del primer aparato son sólo una app más en los teléfonos inteligentes. Fotos: AP.
Una comparativa entre la primera generación del iPod (izq.) y el primer iPhone (der.) nos ayuda a entender lo mucho que la tecnología se ha compactado e integrado. Hoy, las funciones del primer aparato son sólo una app más en los teléfonos inteligentes. Fotos: AP.

Para esta entrega, entrevistó al actor Manuel Balbi, quien compartió con EL UNIVERSAL la relación que ha tenido con los gadgets, la cercanía que le dieron con la industria del espectáculo y cómo influyen hoy en su trabajo.

Los gadgets comunes en las casas de los 80

Manuel Balbi es actor de tiempo completo, conocido en especial por haber tomado papeles como el trágico Rodrigo Rivero en El Señor de los Cielos o su actual estelar “Josh” de la obra Afterglow, en el Teatro Wilberto Cantón.

A sus 47 años, nuestro entrevistado recuerda distintas épocas en que los más diversos aparatos fueron una sensación novedosa, algunos ya en desuso y otros aún populares entre el público nostálgico.

Al interior de una cafetería que luce los colores de una colección de discos de vinilo, Manuel Balbi compartió un exclusivo vistazo a su formación y trayectoria. Foto: Raúl J. Fontecilla.
Al interior de una cafetería que luce los colores de una colección de discos de vinilo, Manuel Balbi compartió un exclusivo vistazo a su formación y trayectoria. Foto: Raúl J. Fontecilla.

Con el paso de las décadas, aparatos que fueron la última generación en su tipo pasaron a la historia y, si bien ya no son la mejor alternativa, usarlos de nuevo revive épocas pasadas.

Para Manuel Balbi, sin embargo, no es sólo cuestión de añoranza, ya que su relación con la tecnología marcó momentos clave en su carrera como actor, desde la infancia.

“Mi recuerdo más antiguo [con gadgets] es en el tocadiscos, porque era muy pequeño cuando me dejaban solo en casa (porque se llevaban a mi hermana o a mi hermanito a algún lado); sí recuerdo que me encantaba poner el tocadiscos”.

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La creciente popularidad de la nostalgia por los vinilos ha dado lugar a espacios como Antesala, un bar de la colonia Roma que ofrece disfrutar su ambiente a base de música análoga. ESPECIAL.
La creciente popularidad de la nostalgia por los vinilos ha dado lugar a espacios como Antesala, un bar de la colonia Roma que ofrece disfrutar su ambiente a base de música análoga. ESPECIAL.

Narra que “siempre ponía hasta el cansancio el disco de Funky Town, hasta que lo rayé” y no olvida que para usar el aparato tenía que colocarle un adaptador al brazo de la aguja, porque al tratarse de un disco de 45 revoluciones la tornamesa tenía que acoplarse al ancho del vinil.

“Además, era un monstruito pesado, la tornamesa, que tenía los recién inventados LEDs color azul […] era padre porque estaba en mi soledad escuchando música y sentía que era lo más nais del mundo, y era lo más cercano a lo artista que yo podía ser en ese momento, ¿no?”, reflexiona.

Junto con el tocadiscos, había otros dos aparatos esenciales en el hogar del hoy actor, cuando él tenía unos seis años (alrededor de 1985). Uno era “el teléfono, pero de cable y de disco” y el otro una televisión de la época, antes del control remoto.

Antes del control remoto era normal, en especial para los niños, dejar atrás el sillón, para tener el televisor al alcance de la mano. Archivo EL UNIVERSAL.
Antes del control remoto era normal, en especial para los niños, dejar atrás el sillón, para tener el televisor al alcance de la mano. Archivo EL UNIVERSAL.

“La tele se veía menos que lo que escuchábamos de música, y se escuchaba mucho a Serrat, toda la ‘musiquita pa’ planchar’, como se decía en los 80. Mi mamá escuchaba mucho a Vikki Carr, a Estela Núñez, a Dulce, a Rafaella Carrá, José José y Emmanuel”.

El pasado de su papá como cantante independiente y la costumbre de su mamá, de poner música de fondo para el día a día, definieron parte de sus intereses artísticos, pero también atrajeron por primera vez su atención al mundo del espectáculo.

Algo que el presente parece tener en común con aquel entonces es el gusto del público por las bandas sonoras del cine hollywoodense. La familia Rojas Balbi no se quedaba atrás, pues tenían el soundtrack “de Poseidón, me acuerdo perfecto porque me encantaban las portadas, y porque fui muy amante del cine de desastre desde niñito”.

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En la cinta de 1972, "La aventura del Poseidón", se usó música dramática para complementar las escenas intensas en que el barco naufraga. Tomado de YouTube.

Sonriente, comenta: “A mí casi siempre me gustaban los lado B de los discos, ¡no sé por qué! Y me encantaba el tema de que existía el álbum”.

Bien dice que “el LP tenía un arte muy característico, y si tenía inversión el artista, no sólo llevaba el disco adentro en una bolsita o en un papel, sino que además traía las letras de las canciones, en un librito”.

Desde el empaque al contenido, porque el propio disco también tiene una estética valorada, los LP guardan un magnetismo particular hasta la fecha. Foto: DIEGO SIMÓN. EL UNIVERSAL. ISTOCK.
Desde el empaque al contenido, porque el propio disco también tiene una estética valorada, los LP guardan un magnetismo particular hasta la fecha. Foto: DIEGO SIMÓN. EL UNIVERSAL. ISTOCK.

Por supuesto, la década de 1980 no contaba con sólo viniles: “Recuerdo que mi tocadiscos también tenía [ranura] para casetes (o casets, yo siempre decía casete), y espacio para guardarlos, casetes y acetatos… Ah, ¡cómo pesan esos muebles!”.

Para él no todo en esta plática es lejano, porque hasta la fecha conserva un tocadiscos, justo en la entrada de su departamento: “Está con un teléfono pero de disco, que yo lo mandé a hacer lámpara, porque pues ya no se iba a ocupar, entonces dije ‘está muy bonito, este objeto tiene que quedarse en casa’, y se volvió una lámpara”.

Entre los fanáticos del disco de vinilo, la apariencia no es lo único llamativo, pues muchos afirman que la reproducción analógica permite escuchar detalles musicales que a veces se pierden en las versiones digitales. Foto: Pixabay.
Entre los fanáticos del disco de vinilo, la apariencia no es lo único llamativo, pues muchos afirman que la reproducción analógica permite escuchar detalles musicales que a veces se pierden en las versiones digitales. Foto: Pixabay.

El beeper era para “emergencias”, pero en realidad poco prácticos

Además de los aparatos que le dieron un toque de color a su infancia, están los gadgets de los que nos puede platicar anécdotas gracias a que han tomado parte de su día a día en el trabajo.

Mención especial merece una máquina que, cuando él la vio en uso, alrededor de sus seis años, ya estaba lejos de ser novedosa, pero que sí fue un parteaguas para todo el mundo: el cinematógrafo.

“Alguna vez, pusieron algo en el proyector, en casa de unos conocidos de mi abuela, y eso influyó mucho para hacer lo que hago”, revela el intérprete; cuenta que le fascinó desde el proceso de insertar el carrete de película hasta ver la sucesión de las imágenes.

Desde 1988, existe una película ya icónica que aborda la pasión por el cine desde el encuentro con un proyector: "Cinema Paradiso", de Giuseppe Tornatore. Tomado de YouTube.

Unos quince años más tarde, Manuel Balbi alcanzó las últimas etapas de su formación profesional como actor, y también llegó el momento de recurrir a la última tecnología del momento para aprovechar ofertas de empleo, desde el modelaje hasta la actuación.

Un ejemplo excelente, al menos poco antes de los años 2000, era el beeper, también llamado localizador, buscapersonas o pager, y que Balbi usó a finales de la década de 1990, como muchos otros modelos, actores y empresarios.

Alrededor de 1997, el beeper de Skytel era el gadget del momento, señala el histrión: “Es que, ¿cómo te lo describo? Era un radiecito, chiquitititito, de, no sé, unos siete centímetros tal vez, más o menos pesado y siempre lo llevabas en el cinturón”.

En opinión del intérprete, el beeper resultaba más bien pesado para el pequeño tamaño que solía tener. Wikimedia Commons.
En opinión del intérprete, el beeper resultaba más bien pesado para el pequeño tamaño que solía tener. Wikimedia Commons.

Sin duda, el aspecto de un aparato desconocido casi siempre está lejos de sorprender tanto como lo hacen sus funciones, y una prueba de ello es este diálogo con Balbi.

“Lo único que hacía esa cosita era avisarte de algo urgente, para que te comunicaras a algún lugar. Ahora que lo pienso, es cero práctico: cualquier urgencia era de ‘córrele a hablar por teléfono”, ¿pero a dónde?, porque no era tan común que todos tuvieran celular”, expresa.

Igual que una pelota de pingpong, quien usara beeper debía ir de un aparato a otro porque, como bien explicó el entrevistado, aquel artefacto no resolvía la necesidad de ir preparado con monedas o tarjetas de prepago para usar un teléfono público.

Este anuncio de Skytel, en las páginas de EL UNIVERSAL del año 2000, ofrecía una tarjeta de prepago por 450 pesos. Para darse una idea de lo costoso que era un servicio así, basta recordar que ese mismo año el precio de la gasolina rondaba los 5 pesos por litro. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Este anuncio de Skytel, en las páginas de EL UNIVERSAL del año 2000, ofrecía una tarjeta de prepago por 450 pesos. Para darse una idea de lo costoso que era un servicio así, basta recordar que ese mismo año el precio de la gasolina rondaba los 5 pesos por litro. Hemeroteca EL UNIVERSAL.

El hecho de que algunos gadgets hayan llegado a venderse en masa no significa que eran la mejor respuesta de la tecnología a un problema cotidiano.

La ventaja que tuvo para él usar un buscapersonas -en la época en que él hacía sus primeros comerciales- era la oportunidad de acudir a un llamado que su agente le consiguiera de última hora, en especial si no se encontraba en casa para recibir la llamada.

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“Tienes un casting, comunícate rápido a la agencia”, era el mensaje que Manuel Balbi leía en su beeper de Skytel a sus 21 años.

En 1998 se puso de moda un modelo de beeper que servía como las actuales aplicaciones de ligue. Los "Lovegety" sonaban cuando alguien del sexo opuesto entraba en el rango de alcance, para que los portadores se buscaran o huyeran uno del otro. Foto: AP Photo/Koji Sasahara.
En 1998 se puso de moda un modelo de beeper que servía como las actuales aplicaciones de ligue. Los "Lovegety" sonaban cuando alguien del sexo opuesto entraba en el rango de alcance, para que los portadores se buscaran o huyeran uno del otro. Foto: AP Photo/Koji Sasahara.

“Y yo me pregunto, ¿por qué no me habrán escrito ‘el casting es de esto, es en tal lugar y el presupuesto es tanto’, no?”, dice al tiempo que deja salir una risa.

Mientras que Balbi apunta que sólo usó el localizador por unos dos años, porque en breve los celulares agregaron la función de los mensajes de texto. Los expertos de la época comentaron cómo cayeron las ventas para marcas como Beeper y Skytel.

La causa fue que, en efecto, firmas como Sony Ericsson y Motorola se encontraban cazando las mejores oportunidades del mercado de los “teléfonos interactivos”, que tan sólo en 2003 ya sumaban más de 25 millones de usuarios en México.

Eso sin mencionar que los celulares de 2003 ya incorporaban funciones extra, desde las primeras cámaras y conexión a internet básica hasta detalles como los juegos y pantallas a color.

Miki Yamashita, trabajadora de la Sony Ericsson, mostraba el novedoso celular con walkman integrado de 2007, el W52S. En su momento, la memoria de 2GB para guardar videoclips pronosticó un éxito de ventas. Foto: AP/Junji Kurokawa.
Miki Yamashita, trabajadora de la Sony Ericsson, mostraba el novedoso celular con walkman integrado de 2007, el W52S. En su momento, la memoria de 2GB para guardar videoclips pronosticó un éxito de ventas. Foto: AP/Junji Kurokawa.

De las videotecas caseras de casetes al streaming

Tratándose de un actor, sin duda la curiosidad lleva a preguntar por su experiencia con las películas en casets VHS. “Mi primer contacto con videocaseteras fue en casa de mi abuela, que era donde nos reuníamos en vacaciones”, recuerda.

Por supuesto, esto implicaba una tarea que el streaming eliminó: “era de ‘vamos a rentar la película para verla todos en familia’, y ‘¡córranle a un videocentro!’ y me acuerdo que había títulos que sólo los había en formato BETA, y otros que los había en BETA y en VHS”.

Mientras que este año las plataformas de streaming generan cierta polémica por sus precios y nuevas modalidades de sus planes, un gaje de rentar películas en videocentros era devolver los casetes ya rebobinados, algo que la familia del actor hacía con otro gadget, que se encargaba de tan tediosa función.

Los empaques del caset VHS estaban hechos de materiales que iban desde la cartulina hasta el plástico rígido, mucho más adecuado para el "uso rudo" en casa". ESPECIAL.
Los empaques del caset VHS estaban hechos de materiales que iban desde la cartulina hasta el plástico rígido, mucho más adecuado para el "uso rudo" en casa". ESPECIAL.

Si no se contaba con tan práctico artilugio, había que hacerlo a mano, de preferencia encontrando algún objeto que facilitara manipular el casete sin dañarlo. Quienes devolvían la película sin dejar la cinta en el comienzo, dice el entrevistado, pagaba cargos extra.

La rebobinadora era sólo parte del entorno casero para los cinéfilos pues, quien iniciaba una colección, señala Balbi, necesitaba un mueble especial para guardar las películas.

“¡Qué estorboso! Porque entonces el mueble de la tele era un monstruo: era la tele, más la VHS, más la BETA, las ranuras de los casetes, y no te digo si tenías TV por cable…”, comenta.

Para el joven Balbi esto tenía “algo de romántico” y, aunque reconoce no saber qué tan artesanal era el trabajo, menciona también a los técnicos, que solucionaban desde una cinta atorada en la videocasetera hasta problemas más complicados.

Si no te tocó la época del VHS, imagínate: el espacio que ocuparían estos nueve casetes apilados sería de casi 30 centímetros. Foto: Lucía Godínez.
Si no te tocó la época del VHS, imagínate: el espacio que ocuparían estos nueve casetes apilados sería de casi 30 centímetros. Foto: Lucía Godínez.

Como es de suponer, con el tiempo llegó el momento de ver películas en nuevos formatos, como el DVD, el Blu-Ray y el streaming.

Un detalle que recuerda de las películas en disco es la notable mejora que tuvo la calidad de imagen, en especial por el tracking, “esta cosita que era como una línea horizontal que pasaba en la imagen” y que para él nunca pasaba desapercibida.

“Yo conocí Netflix desde que tú pedías el DVD, que te lo enviaran por correo a tu casa, porque a mí me tocó cuando estaba viviendo en Miami. Entonces, no tenías que ir al videocentro a escogerla, no, qué flojera: lo escoges por internet, me lo pides, te lo mando en correo y tú lo vuelves a poner en el correo y me lo regresas”, explica.

Los reproductores Laserdisc fueron una nueva consola a finales de los 80, que debutaron con "Tiburón", antes del DVD. Pese a la calidad de imagen, no fue un éxito comercial y hoy pocos la recuerdan. ESPECIAL.
Los reproductores Laserdisc fueron una nueva consola a finales de los 80, que debutaron con "Tiburón", antes del DVD. Pese a la calidad de imagen, no fue un éxito comercial y hoy pocos la recuerdan. ESPECIAL.

Lo que le pareció fantástico de aquel servicio en 2005, era poder no acumular algo que le parece “no tan práctico ahora que vivimos en lugares de dos por dos [metros cuadrados]”.

No es una postura tajante, pues también piensa que “todavía tuvieras una casa, bueno, lo mandas a la biblioteca; porque aparte es bonito, yo sí tengo algunas cosas ya escogidas, un VHS, un DVD”.

Dicho y hecho, revela que su serie favorita es Six feet under y que, en efecto, conserva completas las cinco temporadas en DVD, algo que le alegra porque detalles como el arte de los empaques, o el catálogo de imágenes de una edición especial alimentan su nostalgia.

Algo que todos los formatos de audio o video en físico tenían en común era el arte de las portadas, y había un cierto gusto por disfrutar hasta el empaque solo, que también era un "gancho" de publicidad, tanto en tiendas como en esta página de EL UNIVERSAL; fue una experiencia que queda atrás con el streaming. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Algo que todos los formatos de audio o video en físico tenían en común era el arte de las portadas, y había un cierto gusto por disfrutar hasta el empaque solo, que también era un "gancho" de publicidad, tanto en tiendas como en esta página de EL UNIVERSAL; fue una experiencia que queda atrás con el streaming. Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Sin embargo, ventajas que encuentra en el streaming son la oportunidad de ver filmes que no pudo conocer en salas de cine, llevarse alguna película o serie al gimnasio para hacer cardio y, por supuesto, volver a ver contenidos de épocas pasadas.

En cuanto a su plataforma de confianza, propone dos criterios para elegir: “por costumbre y por volumen, Netflix, pero en calidad Apple TV está fantástico, pero no tiene volumen”.

Los gadgets para ser un actor a la vanguardia

Una cualidad que distingue a Manuel Balbi como profesional de la actuación es su buena disposición para conocer y usar la tecnología más reciente. Desde las primeras webcams hasta una reciente aplicación de la AppStore pensada para actores, son gadgets que han nutrido su carrera.

Aunque hoy parezca un aparato muy grande sólo para la función de grabar y reproducir audio, en su momento cargar con este aparato del tamaño de un libro de bolsillo fue muy práctico. ESPECIAL.
Aunque hoy parezca un aparato muy grande sólo para la función de grabar y reproducir audio, en su momento cargar con este aparato del tamaño de un libro de bolsillo fue muy práctico. ESPECIAL.

Como es de imaginarse, esto se debe en parte a gustos personales y también por su paso en la escuela de actuación, pues ya desde estudiante, cargar con casetes y un walkman se volvió algo cotidiano para él.

“De mis gadgets favoritos, fueron las cámaras para comunicarte por internet, que no las tenía ninguna computadora, tú tenías que comprarla aparte”, comenta, y agrega que su primera webcam era un cilindro del tamaño de los smartphones actuales.

Balbi nació en Guadalajara, su infancia la inició en el Estado de México, continuó en Puebla y más tarde tuvo su domicilio en San Luis Potosí. Cuando alcanzó su lugar en la escuela de actuación, tuvo que mudarse, solo, al entonces Distrito Federal.

La popularidad de aparatos como el walkman y el discman llegó a ser tal que eran un regalo excelente para el Día del Niño. Foto: Raúl Estrella/Archivo EL UNIVERSAL.
La popularidad de aparatos como el walkman y el discman llegó a ser tal que eran un regalo excelente para el Día del Niño. Foto: Raúl Estrella/Archivo EL UNIVERSAL.

Al saber el reto que es la distancia para mantener contacto con familia y amistades, no es extraño que le atrajera la oportunidad de participar en la naciente época de las videollamadas, que para él llegó de la mano con la primera MacBook (2006) de Apple.

A pesar del lado fascinante de estar a la vanguardia, Balbi reconoce que la calidad del video por webcam era muy baja, por lo que era más práctico chatear por Messenger.

Poco a poco, como si los fuera sacando pieza por pieza, vamos conociendo todos los gadgets que llevaba el actor en su mochila para trabajar hace veinte años.

Hoy las cámaras siempre están integradas, pero lo usual era comprarlas por separado, como la iSight. ESPECIAL.
Hoy las cámaras siempre están integradas, pero lo usual era comprarlas por separado, como la iSight. ESPECIAL.

A la MacBook y la webcam se les sumaban un celular Nokia, un iPod Nano color gris acero, un router con su cable ethernet, para conectarse al internet, y por supuesto, todo el embrollo de cables que requería cada aparato.

“Era mucho para una mochilita… ah, ¡eso y los libretos, que eran muchos!”, reflexiona el intérprete, quien además confiesa que algo que ama de la actualidad es lo mucho que se ha compactado la tecnología.

“Por romanticismo, cuando puedo, tengo un libreto en mi mano, con hojas y todo, y lo rayoneo, pero por practicidad ya todo se va a una app específica para libretos, que es lo que uso todo el tiempo”.

La nostalgia por tecnologías pasadas encuentra grupos de fanáticos en línea, como sucede con el creador de contenido Victor Estrella, que publica animaciones ambientadas en los años 2000 y al estilo de la Play Station 1. Instagram.

Tampoco necesita llevar consigo plumas o marcadores, pues ahora su dedo basta. Mismo caso con las grabadoras de casetes, porque la misma aplicación tiene integrada esa herramienta, tanto de audio como de video.

Es decir, en un par de décadas todos los aparatos que lo atrajeron o ayudaron en su carrera actoral se integraron en un solo gadget: el smartphone.

Lo único adicional que suele llevar en su equipaje hoy día es un micrófono, también bastante portátil, con el que captura sus líneas en mejor calidad de audio, ya sea como ensayo personal o como material que decida compartir.

A pesar de esta cercanía con las herramientas tecnológicas, hubo otras que nunca pensó necesitar, de no ser por la pandemia de la COVID-19 hace más de cuatro años.

Balbi también recuerda la época del lanzamiento del primer iPhone, tanto por las noticias de las interminables filas en Nueva York para comprarlo como por lo costoso que era desde entonces. ESPECIAL.
Balbi también recuerda la época del lanzamiento del primer iPhone, tanto por las noticias de las interminables filas en Nueva York para comprarlo como por lo costoso que era desde entonces. ESPECIAL.

“El 2020 era super frustrante, porque parecía que tú tenías que saber algo que no tenías que saber”, dice al comparar las audiciones antes de la pandemia, cuando la iluminación, el audio, el video y la edición eran trabajos que realizaba siempre un equipo de trabajo, en lugar de los actores.

Al menos cuando se trata del trabajo actoral, Manuel Balbi prefiere interacciones con las personas que le ofrezcan una réplica en lugar del “self tape”.

También conocido como “auto grabación”, esta modalidad de casting consiste en que cada actor o actriz se filme a sí mismo, por lo general con su teléfono, para luego enviar un video breve con su interpretación a los encargados del reparto.

Como actor, Manuel Balbi ha visto el lado bueno del streaming desde el punto de vista laboral, pues ya ha participado en títulos de Netflix (El Señor de los Cielos, Madre del Alquiler) y Disney Plus (Los Hermanos Salvador). Foto: Unsplash.
Como actor, Manuel Balbi ha visto el lado bueno del streaming desde el punto de vista laboral, pues ya ha participado en títulos de Netflix (El Señor de los Cielos, Madre del Alquiler) y Disney Plus (Los Hermanos Salvador). Foto: Unsplash.

Es un arma de doble filo, porque permite a los histriones hacerse tantas tomas como quieran y puedan, algo que para Manuel puede dar pie a mañas o vicios, pero que por otro lado, ofrece una buena solución para casos como un casting de producciones internacionales.

De cualquier modo, Balbi no se deja controlar por la tecnología. En este caso, tomó la decisión de imponerse un “régimen” de tres tomas como máximo, siempre que se graba a sí mismo. Es un ejemplo de equilibrio entre adaptarse a los tiempos modernos y ser fiel a su ética profesional.

  • Fuentes:
  • Entrevista con Manuel Balbi, actor de cine, teatro y televisión.
  • Archivo y Hemeroteca EL UNIVERSAL.