En los años sesenta, cuando se hablaba de moda masculina, la variedad de productos en el mercado era mucho menor que las opciones para dama, pues en su mayoría los artículos iban dirigidos al público femenino.
Muchas veces la sociedad creía que estas tendencias sólo impactaban la vida cotidiana de las mujeres mexicanas de la época, por lo que dejaban de lado la moda para los caballeros como se observa, por ejemplo, en la poca publicidad que había en las revistas.
Hoy decidimos hablar de algunas de las tendencias que existieron para los hombres durante esta transición para mostrar los artículos del momento que marcaron los guardarropas de los hombres de aquellos años y que aún repercuten en las vestimentas actuales.
Pese a su poca popularidad y variedad, con sus clásicas combinaciones, sin pensarlo ayudaron a más de un hombre a entender que la ropa también puede abonar para marcar un sentido de identidad, sin necesidad de encasillarse en la idea de que combinar prendas era solo para ellas, afirma Vanessa de la Rosa, experta en publicidad de décadas pasadas.
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Recuerda que durante la época de los sesenta y setenta la moda revolucionó la manera de ver y combinar la ropa gracias a la llegada de los looks monocromáticos que iban de la mano con el uso de bloques de color a través de todo el cuerpo, mediante prendas como pantalones, zapatos, sacos y hasta los accesorios que tenían que ir a juego con el tono que se buscaba combinar.
Capas y pañuelos al cuello, tendencias para ser un apuesto caballero
Aunque hoy casi no quedan anuncios de aquellas prendas, en los pocos que aún tenemos en nuestras manos lo que podemos observar es la elegancia y el estilo. No sólo se trataba de vender ropa, por el contrario, se buscaba demostrar que con estas piezas se podía hacer de todo, como viajar y conocer gente nueva.
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O ¿por qué no?, también al asistir a una reunión con amigos, servía para ir con un “twist” que te hiciera sobresalir a través de pequeños detalles y la última moda, con lo que daban cabida al famoso dicho "como te ven te tratan", considera Vanessa.
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La experta dice que se contradecía por completo la idea de que los hombres y el arreglo personal no podían ir de la mano. El estilo de la época es inigualable, pues además de los conjuntos de trajes sastre y pantalones en tonos sobrios de lo más combinables, en algunas fotografías se ven inclusive capas que cubren toda la parte superior del cuerpo y pañuelos al cuello, a tono con una de las tendencias que te harían ver como un apuesto caballero.
Vanessa interpreta que los anuncios invitaban a los caballeros portar los famosos cuellos de tortuga, a juego con los sacos para otoño e invierno acompañados de abultados y algunas veces llamativos anillos en las manos mostrándonos que, desde esos años, hacer ese tipo de combinaciones se veía bien deconstruyendo el concepto de masculinidad que, para estos tiempos, ya era otro comparado con décadas atrás, en donde el hombre no se permitía elegir y pensar desde la vanidad en su arreglo personal.
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De la Rosa dice que en los anuncios de los años 60 se ofertaba la opción de ir con el sastre para la elaboración de trajes a la medida, o bien, ajustar las prendas que se compraban para resaltar a la perfección en cada parte del cuerpo, lo que en aquellos años era común bajo la idea de “¿quién no quiere que todo se vea a la perfección, cuando la sociedad siempre está a la expectativa?”.
Todo a través de conjuntos únicos e irrepetibles que se volverían clásicos y que trascenderían hasta nuestra época, no solo como básicos combinables en el armario de un hombre, como es el caso de los conjuntos sastre a un solo tono con camisa blanca por debajo y que aún usamos hoy en día en ocasiones especiales o ¿por qué no? las famosas combinaciones de tonos como el azul marino con café que nunca falla.
También era como un sello de identidad siendo parte de los estereotipos que marcan el cómo debería de lucir un hombre con clase, un caballero o alguien poderoso o apuesto, ya que este tipo de conjuntos aún los podemos ver en películas de época, en los protagonistas y villanos potencializando aún más que varias personas en la vida real se atrevieran a usarlo.
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El estilo para caballeros no se quedaba sólo en ropa y accesorios, sino también lo podíamos encontrar en las esencias y perfumes. Se buscaba convencer que “el usarlas sería el detalle que haría que todo el mundo volteara a verte, por lo que presentaban una gran variedad de fragancias que iban desde lo más fresco hasta lo duradero y potente, que fuera combinable o que disimulara el olor a cigarro, si es que el caballero era fumador”, considera Vanessa.
Anuncios dirigidos a la mujer para invitar al hombre a la moda
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas, ya que los anuncios de perfume para hombre no se encontraban en revistas para caballeros. Por el contrario, se promocionaban en revistas para damas con alguna alusión a que fueran ellas quienes invitaran a los hombres a vestirse y sentirse a la moda.
Vanessa opina que “esto es un hecho en definitiva pelicular si lo analizamos desde la perspectiva actual, en donde la publicidad debe llegar a quien lo consume”, más no a quien le rodea si queremos que nuestro producto funcione.
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Por muy increíble que parezca, esto era algo muy usual, pues se podían encontrar revistas para caballeros con contenido erótico o el clásico periódico en donde solo se leían noticias y, por otro lado, tenias revistas como "Claudia", "Vanidades" y hasta "Blanco y Negro" dirigidas única y exclusivamente a mujeres, que ofertaban moda para toda la familia incluidos los hombres de la casa.
De la Rosa afirma que este tipo de anuncios llaman mucho la atención porque todo el tiempo se habla de un tercero y es que debía de ser así al ofertar un producto en un lugar que no correspondía, destacando siempre entre líneas que el hombre de la casa también es digno de vestirse bien, ya sea por una ocasión especial, para darle un presente por su cumpleaños o por ser una fecha festiva como la Navidad.
La narrativa con la que presentaban estos productos incluía frases como “él también merece verse bien”, “dale un presente para agradecerle por ser el sustento de la casa” y varias más.
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Mostraban que, en efecto, el objetivo era que las mujeres participaran en el proceso de convencer y escoger los productos dirigidos al varón, como si ellas fueran las únicas que tenían la habilidad de poder escoger un buen look para los hombres de sus vidas.
Y es que elegir algo para alguien más siempre es una moneda al aire. Las revistas lo sabían y por ello brindaban toda la información posible para ayudar a tomar la mejor alternativa.
En las descripciones de los conjuntos se incluía desde el tipo de material, la composición de la tela, el tono de la prenda, la marca, el costo, el tipo de corte y hasta el número de botones.
Se apoyaban de imágenes con modelos masculinos en situaciones comunes que mostraban las colecciones combinadas para convencer que eso era el regalo o la compra perfecta.
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Si de los modelos hablamos no podemos dejar pasar cómo posaban, pues dado que este tipo de trabajo era visto solo por mujeres, cuando de hombres se trataba se veía en algunas fotos como algo forzado.
No sólo era cuestión de ofertar los productos, sino que se buscaba demostrar a la par características como la masculinidad y la fuerza. Por ello muchas veces la incomodidad se reflejaba a través del lente, por ejemplo, con el desconocimiento de cómo moverse para lograrlo.
Sin embargo, los modelos no siempre iban en solitario: con frecuencia se presentaba a un hombre de la mano de una dama, que se mostraba impactada por el estilo del caballero para mostrar que, al final, vestir y lucir bien no era sólo una cuestión personal, sino que también de atractivo hacia el sexo opuesto.
El sentido de la estética y el verse bien es para todos
De esta forma expresaban que el tabú de ser un hombre “feo, fuerte y formal” no siempre aplicaba para ser el centro de atención en reuniones y círculos sociales.
En definitiva, el hombre a lo largo de los años también ha cambiado. La moda para caballeros nunca fue el centro de atención, pero eso no cambió lo que significó para los hombres del momento. Aunque ya hay más amplitud en el mercado de la moda masculina, nunca será suficiente en comparación con las prendas para mujeres.
Sin embargo, lo que se crea día con día nos ayuda a demostrar que el sentido de la estética, así como el estilo, la identidad y el verse bien es para todos, sin importar género, sexo o edad.
El cuidado personal y el estilo no deben de ser catalogados para un género en específico y, por fortuna, hoy en día sabemos que desde hace varias décadas hay mercado para todos, quizás no en la misma abundancia, pero sí con el mismo objetivo: exponer quiénes somos a través de lo que usamos, concluye la experta en publicidad.
- Fuentes:
- Entrevista con Vanessa de la Rosa, experta en publicidad de décadas pasadas.
- Archivo EL UNIVERSAL.