Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez.
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica.
En medio de un laberinto de puestos ambulantes con coloridas lonas y de “diablitos” cargados de mercancías que van de un lado para otro, se encuentra el mercado minorista más importante de la Ciudad de México: La Merced.
En sus más de 62 años de existencia, este recinto comercial ha atravesado por momentos difíciles, como el reciente incendio del 24 de diciembre. Hoy en Mochilazo en el tiempo recordaremos los orígenes de La Merced y la unidad con la que los locatarios le han hecho frente a éste y a otros 3 incendios en el pasado.
Su nombre e historia se remontan a tiempos coloniales, cuando al norte del Convento de la Merced se instaló un mercado que tomó su nombre y que por mucho tiempo fue el más grande e importante de la capital. Se ubicaba en la actual Plaza Alonso García Bravo, entre las calles de Manzanares y República de Uruguay , a unas cuadras del corazón del Centro Histórico.
El convento continuó con sus actividades hasta la época de las Leyes de Reforma, cuando la congregación mercedaria tuvo que abandonarlo y años después parte del convento desapareció para dar lugar al mercado , que contaba con una fuente al centro para abastecerlo de agua.
Por décadas, el mercado fue una construcción de hierro que fungía como el centro del lugar y de ahí se extendía en un mar de puestos ubicados irregularmente a varias calles a la redonda; de acuerdo con un censo realizado en la década de 1940 por el entonces llamado Gobierno del Distrito Federal, las calles ocupadas por el comercio eran 110, divididas en 5 plazas, lo que representaba un total de 7,000 puestos fijos, semifijos y ambulantes. Este hecho propició su demolición y la urgente necesidad de levantar un nuevo mercado más amplio, ordenado y funcional.
La calle de Jesús María vista hacia el sur desde la esquina con Venustiano Carranza alrededor de 1930. Del lado izquierdo se encuentra el antiguo Mercado de la Merced, que en los años cincuenta se trasladó a su ubicación actual; hoy este espacio es la Plaza Alonso García Bravo.
Una toma en la que se aprecian los puestos de mercancías diversas en las cercanías del antiguo Mercado de la Merced a finales de los años cuarenta. El crecimiento irregular de este punto de venta trajo como consecuencia la invasión de predios y calles aledañas. Crédito: Colección Villasana - Torres / D.D.F.
Del sitio original donde se encontraba el Mercado de La Merced y el actual, se hacen 10 minutos caminando. Imagen: Google Maps.
Los incendios de la voz de los locatarios
El pasado 24 de diciembre, La Merced volvió a sufrir un incendio cuyo origen se rastrea en la sobrecarga de electricidad por los popularmente conocidos “ diablitos ” y que, lamentablemente, terminó con la vida de dos personas y afectó 600 locales.
En 1988 un puesto de pirotecnia explotó y provocó la muerte de 61 personas; en 1998 un fuego arrasó con más de 500 puestos de la nave mayor; en febrero de 2013 un magno incendio redujo a cenizas 2 mil locales y afectaciones de alrededor del 70% de la Nave Mayor y en 2014 hubo otro incendio que terminó con 400 puestos.
Nos acercamos con Luisa Cortés, cronista del Barrio de La Merced , para preguntarle cómo está el ambiente en la zona después del incendio: “yo estaba fuera cuando me enteré, fue lamentable saber que se estaba quemando el mercado en vísperas de Navidad… amigos y conocidos locatarios me mandaban mensajes y estaban tristes porque es otra vez empezar desde cero”, comentó la cronista.
Asimismo, nos compartió que debido a las experiencias pasadas en cuanto a incendios, la organización de los locatarios fue casi inmediata para iniciar con los trabajos de separación de materiales para agilizar el levantamiento de los mismos una vez que llegaran los servicios de limpieza del gobierno: “en esta ocasión fue bueno ver que la autoridad del Gobierno de la Ciudad se presentara porque al final del día, lo que quieren los locatarios es seguir trabajando porque saben que su labor es importante: son los encargados de surtir a la ciudad de cualquier tipo de alimentos”.
Vista de la zona que se quemó en las vísperas de navidad de este 2019. Cortesía Luisa Cortés.
Para Nalleli Romero, comerciante de nopales en la puerta 15 del mercado , los incendios anteriores han dejado cicatrices difíciles de cerrar pero también lecciones importantes para los locatarios: “una de ellas se puso en práctica la noche del 24 de diciembre, sin mediar palabras, las personas que estábamos cerca y los que tardaron en llegar nos fijamos el objetivo de apagar el fuego, porque después de casi siete años esperando que se finalice el proceso de reconstrucción de la zona afectada en febrero de 2013, se nos ha metido en la cabeza, y también en el corazón, que vamos a defender nuestro patrimonio , que fue de nuestros padres y nuestros abuelos... y así lo hicimos.”
Nos compartió que esa noche, hubo quienes entraron y abrieron las cisternas para apagar el fuego a “cubetadas”, quizás con desconocimientos pero con la convicción de no dejar que el fuego creciera. Al otro día, su mamá, ella y algunos otros compañeros se dieron cuenta que había empezar con las labores de limpieza ya que algunos de los puestos que no habían sido afectados por el incendio estaban inundados, entonces había que buscar las coladeras para que se desahogara el agua.
Primera plana del lunes 12 de diciembre del 1988. Archivo de EL UNIVERSAL.
El espíritu de ayudar se propagó rápidamente y en cuanto llegaba un vecino, de forma casi inmediata se ponía a ayudar en las labores de limpieza : “entonces, me ilusiono con esta idea, nos empoderamos, nos animamos y asumimos un mismo objetivo. Permanecer aquí, en La Merced. Con mucha alegría puedo decir que veo mayor solidaridad, empatía y trabajo comunitario . Comenzamos a saber del poder de la auto-organización, aunque no la nombremos así. Y ese creo que marca el antes y el después de este incendio.”
Nalleli comenta que a pesar del sentimiento de tristeza por aquellos compañeros que fallecieron y otros que perdieron su fuente de ingresos, también hay “algarabía” ya que se demostraron que unidos pueden demandar y defender su patrimonio y con ello, van recuperando la calma y la esperanza.
Afirma que para ella -y quizás para otros locatarios-, La Merced significa “un lugar de oportunidades, es mi historia personal y colectiva. Es mi casa, forma parte de mi raíz. Socialmente, es lugar de encuentro primero entre el campo y la ciudad, luego entre marchantes y compradores . En su interior se crean vínculos comerciales, familiares, amorosos. Los mercados públicos en general, son lugar donde se puede apreciar la diversidad y la merced es un claro ejemplo de eso nuestra diversidad gastronómica como nación nuestra diversidad lingüística, étnica, histórica todas estas manifestaciones sociales y culturales se encuentran aquí.”
El 4 de mayo de 1998 se reportó otro incendio de este típico recinto comercial. Archivo de EL UNIVERSAL.
Luis Martínez, comerciante de verduras, compartió a El Gran Diario de México que este incendio fue el primero que le tocó vivir en La Merced , ya que llegó a vender hace un par de años: “es un negocio en el que ahora participa toda mi familia, entre mis hijos y yo nos turnamos para poder cubrir todo el día… Afortunadamente a nuestro puesto no le pasó nada, pero aquí estamos ayudando a los compañeros”.
El comerciante dice que ha ofrecido a sus compañeros vender sus productos en la mitad de su puesto, ya que sus hijos al ser más jóvenes podrían ir a buscar otros lugares para vender verduras en la ciudad en lo que se van componiendo las cosas dentro de La Merced : “quizás no es mucho apoyo o quién sabe si convenga, pero yo lo dejo a su consideración”.
Raúl Mejía, otro locatario de la Nave Mayor y que en el incendio de 2013 perdió sus 3 locales, dijo que muchos de ellos ven a La Merced como “una madre que nos apapacha, cuida por ver sus hijos los mercedarios ” y que sin duda terminar el año de esta manera es sumamente triste: “después de la fiesta de aniversario del mercado en septiembre ya vamos preparando la vendimia para las fiestas de noviembre y las más grandes del año que son las de diciembre… ", reflexiona.
"Después de esto sólo me gustaría hacer una invitación a todos los mexicanos para que no dejen morir a sus mercados y hagan sus compras en ellos, en la ciudad hay muchos, acérquense a los que estén cerca de su casa porque son el sustento de muchas familias y los necesitamos para reactivar la economía”, concluye.
Imágenes de las primeras acciones para remodelar el mercado tras el incendio del 2013. Archivo de EL UNIVERSAL.
De acuerdo a información que ha sido emitida por el gobierno capitalino, será hasta la primera semana de enero de 2020 que se sabrán los resultados del estudio de daños en los materiales ocasionados por el incendio y, en caso de no ser estructural, estiman que en tres meses se podría rehabilitar la zona.
Sobre la estructura arquitectónica...
El Mercado de La Merced fue diseñado por el arquitecto Enrique del Moral e inaugurado el 23 de septiembre de 1957, destacando la guardería infantil; la “sala de preparación” en la que se controlaba la higiene de los alimentos y evitar riesgos a la salud y el techo, cuyas formas curvas tienen la intención de permitir la entrada de luz natural durante todo el día.
En sus inicios constaba de dos naves: en la mayor se venderían aves, pescado, carne, frutas, legumbres y abarrotes y en las otras secciones se vendería juguetería popular y la artesanía típica; flores y dulces. Hoy en día, estas secciones se mantienen, pero también existen las zonas de venta de insumos de cocina, ropa y una variedad infinita de artículos, por lo que se inició el dicho popular “si no está en La Merced, es porque no existe”.
El orden prevalece en las cercanías de la zona de carga y descarga de una de las unidades principales del Mercado de la Merced a finales de los años cincuenta. Los amplios andenes permitían las maniobras de hasta 150 vehículos al mismo tiempo. Crédito: Colección Villasana - Torres / D.D.F.
Ya para la década de 1970, ingresaban a La Merced un promedio de 16, 000 camiones de carga y 2,000 vehículos, entre las seis de la mañana y diez de la noche; era tal la importancia del mercado que con la apertura del Metro , también se instaló una estación que lleva el nombre de “Merced” y que está a unos metros de la Nave Mayor.
El crecimiento de La Merced volvió a generar que las autoridades capitalinas tomaran la decisión de abrir otra zona comercial , un poco más alejada del Centro y lograr que se desahogara esta parte de la capital: la respuesta fue la creación de la entonces nueva Central de Abasto, inaugurada en 1982.
Comerciantes reubicados en los alrededores del mercado mientras esperaban la restauración de sus lugares, dañados a causa del incendio de 1998. Archivo de EL UNIVERSAL.
Nuestra fotografía principal muestra el interior del mercado de La Merced en 1997 y pertenece al archivo fotográfico de este diario. Las fotografía comparativa antigua es de los años 70 y pertenece a la colección Villasana-Torres.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres.
Fuentes:
Luisa Cortés, cronista del Barrio de La Merced; Nalleli Romero Blas, comerciante de los nopales de La Merced y politóloga; Luis Martínez y Raúl Mejía, comerciantes de verduras de La Merced. Libros del Gobierno del Distrito Federal. Sistema de Transporte Colectivo Metro.