Texto y fotos actuales: Susana Colin
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Miguel Ángel Garnica
“Aquí se encuentra desde un alfiler hasta una locomotora”, afirmaban los vendedores de La Lagunilla en los años 50, según las páginas de este diario.
Este barrio, íntimamente relacionado al intercambio comercial desde épocas prehispánicas, se ubica al norte del Centro Histórico. Su nombre proviene, efectivamente, de un pequeño cuerpo de agua que marcaba el límite entre el islote de Tenochtitlán y su ciudad hermana, Tlatelolco , de acuerdo con la historiadora Clementina Battcock.
La investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia comparte en entrevista que esta lagunilla se representó en el mapa de Uppsala , de mediados del siglo XVI. Aunque el agua desapareció en forma física, permanece en el nombre de este típico lugar.
Detalle del Mapa de Uppsala o Mapa de Santa Cruz donde aparece el pequeño cuerpo de agua que le dio nombre a “La Lagunilla”.
Los límites de esta zona no están formalmente establecidos. Según vecinos y comerciantes, éstos son: al norte la calle de Libertad , al sur República de Perú , al poniente el Eje Central y al oriente República de Brasil , calle que separa a La Lagunilla de su barrio vecino: Tepito.
Aquí los modernos diseños de vestidos para novias y XV años conviven con casonas porfirianas. Además, negocios de relucientes muebles se ubican en callejones que responden a trazas urbanas de siglos pasados.
La vendimia del lugar es continuación de un recinto que existió el siglo pasado: el antiguo mercado de La Lagunilla. Inaugurado en 1905 durante el Porfiriato, esta construcción estuvo en pie por más de 50 años.
El mercado de La Lagunilla en 1915. Mediateca del INAH.
El cerrajero Víctor Gómez recuerda bien el viejo mercado en la esquina de República de Honduras y Comonfort , ahora Deportivo Guelatao.
Él tenía 13 años cuando llegó a trabajar en una cerrajería dentro de esta construcción, en los años 50: “[El mercado] era típico, amplio. Uno de los más importantes de la Ciudad. Por dentro era como el Cosmovitral de Toluca, que también fue un mercado”, recuerda.
Legumbres, muebles, carne, nieves, ropa… muchas cosas se vendían en aquel lugar. Una que llamó la atención de los reporteros de este diario durante los años 20 fueron las telas .
En 1925, el periodista Jacobo Dalevuelta describió: “La más brillante feria de trapos que he presenciado”; una serie de puestos hechos con madera (llamados barracas ) alrededor del mercado donde comerciantes árabes ofrecían telas que en su gran mayoría eran compradas por personajes de clases altas de la capital.
“La Lagunilla atrae bajo la discreta luz de esos callejones formados por las barracas y entechados con enormes sábanas de lona a los más bello, a lo más selecto de la metrópoli. Toda vanidad pasa por allí, diariamente, vestida de ‘trapillo’ en busca de las sedas frufuantes que se lucen en los salones y en los cabarets citadinos”, escribió en EL UNIVERSAL.
El 14 de octubre de 1925 Jacobo Dalevuelta describió los puestos de telas de La Lagunilla ante la amenaza de ser retirados. Archivo de EL UNIVERSAL.
Cartón publicado en las páginas de este diario el 24 de mayo de 1931. Los precios y el origen de las telas que se comerciaban en La Lagunilla eran tema controversial. Archivo de EL UNIVERSAL.
Estos llamativos e importantes puestos representaron para las autoridades sanitarias un enemigo a combatir; ya desde 1925 se reportaba su próximo retiro argumentando el mal aspecto y caos que generaban en las calles aledañas.
Años después, en 1933, EL UNIVERSAL informó sobre la reubicación de los puestos ambulantes que continuaban en la zona a la reciente ampliación del mercado , unos metros más al norte.
EL UNIVERSAL ILUSTRADO informó sobre las obras que el Departamento del Distrito Federal emprendía en 1932, entre ellas la ampliación del mercado de La Lagunilla.
Además de estas barracas, las calles de La Lagunilla albergaban, ya desde los años 20, al tradicional tianguis dominical de antigüedades y chácharas . En un reportaje de EL UNIVERSAL ILUSTRADO, en 1924, esta feria dominical fue bautizada como “un hospital de objetos”:
“La viva reflexión de los rayos solares al herir las superficies metálicas de algunos cachivaches, el polvo envidioso que los cubre y las desgraciadas mutilaciones de casi todos ellos produce, al principio, una deplorable impresión, semejante a la que experimenta el que visita por primera vez un hospital”, escribió el reportero de este semanario.
El ambulantaje continuó hasta 1957, año en que se demolió el mercado viejo para construir cuatro nuevos que albergarían a los locatarios y a los comerciantes de los puestos provisionales.
Parte importante del comercio en el barrio fueron los puentos semifijos. Esta ilustración de La Lagunilla se publicó en EL UNIVERSAL ILUSTRADO durante los años 20.
Siguiendo la política de construcción de mercados impulsada por el entonces regente de la ciudad, Ernesto P. Uruchurtu , las cuatro construcciones, diseñadas por Pedro Ramírez Vázquez , fueron inauguradas el 14 de octubre de 1957. Éstas eran:
- Lagunilla Ropa y Telas, en la esquina de Rayón (hoy Eje 1 norte) y Allende
- Lagunilla Zona-Comestibles, en la esquina de Rayón y Comonfort
- Lagunilla Varios, sobre Allende y República de Ecuador
- Lagunilla-San Camilito, al norte de la Plaza de Garibaldi, especializado en comidas
Comparativas (1993-2019) de Lagunilla-Zona, donde se expenden legumbres, jugos, plantas medicinales y en la actualidad, comidas corridas. Archivo de EL UNIVERSAL.
Víctor Gómez, quien continúa atendiendo una cerrajería dentro del mercado Lagunilla-Varios , recuerda que mientras terminaban de edificar los recintos del comercio, ellos tuvieron que vender en las calles y entre los escombros: “Nos hicieron a un lado, a algunos los mandaron a Honduras , a la Plaza de Garibaldi , a Chile … eran puestos de madera”.
Esta situación duró algunos meses, hasta que fueron reubicados a sus respectivos lugares. Al mercado de Varios llegaron los comerciantes de plantas, fierros, muebles y las jarcerías, afirma Guadalupe Cuevas, vendedora y productora de muebles, cuya abuela y madre fueron comerciantes del mercado antiguo.
Poco a poco los giros se fueron unificando; en la actualidad este mercado y los locales en calles aledañas se especializan en la venta de muebles y marcos.
Mercado de Varios, sobre la calle de Allende.
Los primeros años de aquellas construcciones fueron de bonanza y apogeo, afirma Jesús Chew Chong, quien llegó a trabajar al café de chinos “Allende” en 1958, cuando era adolescente.
“Había muchísima gente, más que ahora. También había fábricas de vestidos y talleres de costuras que eran de judíos”, recuerda quien dice conocer a casi todos los comerciantes del barrio.
Unos pasos al norte, sobre el Eje 1, se encuentra el mercado que albergó a los comerciantes de ropa . Si bien en la actualidad este sitio es famoso por la venta de disfraces, vestidos de novia y XV años , en un inicio existían otros giros, como el comercio de paraguas, manteles, impermeables y huaraches, afirma Gonzalo Ibarra, cuya familia vendió abrigos, sacos de lana y otros elementos de piel en la ampliación del antiguo mercado.
Aspectos de los mercados de telas y comestibles durante la apertura del Eje Vial Norte 1, en 1979. Archivo de EL UNIVERSAL.
Poco a poco las ventas fueron cambiando. “Antes los vestidos de XV años que se vendían eran de colores discretos, no había los colores tan llamativos que vemos ahora ni los modelos de pedrería”, comenta la señora Mary, quien atiende un local del mercado de ropa y ha visto cómo este producto se popularizó en las décadas recientes.
El mercado de Ropa ahora es famoso por la venta de vestidos de XV años.
La Lagunilla no ha estado exenta de incendios, como el que se reportó el 30 de agosto de 2006. Archivo de EL UNIVERSAL.
La persistencia de los productos a la venta a través del tiempo es lo que diferencia a la Lagunilla de otros barrios comerciales, como Tepito : “Allá [en Tepito] van cambiando conforme a la situación, si salen unos nuevos tenis Nike piratas los venden… aquí no”, asevera Gonzalo.
“Cerca de 70% de los comerciantes de este mercado [el de ropa] descienden de los vendedores originales que llegaron en 1957 ”, dice. En efecto, la memoria del mercado porfirista se guarda en los giros y en la tradición de comercio . “La Lagunilla es un lugar de trabajo”, concluye Clementina Battcock.
“La Lagunilla nos lo ha dado todo”, dice el comerciante del mercado de Varios José Alejandro Bayardi, quien conserva fotos y memorias del barrio que lo vio crecer.
No podemos terminar sin antes mencionar al Chacharitas , célebre comerciante del tianguis de antigüedades y a los vendedores de libros viejos , quienes desde los años 70, al ser entrevistados por esta casa editorial, manifestaron su interés en conformar un mercado de estas obras impresas, pero esa es otra historia.
Mercado de antigüedades en los años 70. Archivo de EL UNIVERSAL.
En nuestra foto principal se aprecia el antiguo mercado porfirista de La Lagunilla poco antes de su demolición en 1957. Las fotografías comparativas muestran la esquina de Allende y Rayón, donde se ubica el mercado de ropa.
Fuentes:
- Entrevistas a Clementina Battcock, Guadalupe Cuevas, Mary del mercado de ropa, Gloria del mercado de zona, Guadalupe González, Jesús Chew Chong, Gonzalo Ibarra, José Sánchez, Víctor Maclovio Gómez, José Alejandro Bayardi, Leobardo Contreras, Alejandro González, Raúl Ortega, Profesor Nicolás López y vecinos del barrio.
- Hemeroteca y Archivo Fotográfico de EL UNIVERSAL.
- Enciclopedia de México
- Mapa de Uppsala