La Diabla se encontraba en Río Rhin #44 con esquina en Río Pánuco, en la Cuauhtémoc. Estaba alojada en la parte de arriba de una enorme casa propiedad de los hermanos Díaz Caneja, siendo principalmente Juan Carlos quien gestionaba el lugar.
Los orígenes de La Diabla son difusos más allá además del nombre de los dueños del inmueble y de algún socio inversionista. De sus primeros años se menciona el nombre de Guillermo Parra, ahora director de Eventos Internacionales de OCESA.
Testimonios apuntan a que mucha información se perdió porque el primer equipo que se hizo cargo del antro rompió toda relación con la segunda generación.
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No obstante, gracias a músicos, programadores y más gente trasnochadora, Mochilazo en el Tiempo presenta un panorama del centro nocturno que nació tras una fachada blanca con escalera imperial doble.
Todo el mundo quería tocar en La Diabla
Erika Flores Reyes (programadora musical del recinto) y Ernesto Carrasco (socio inversionista) dijeron que en la planta baja coexistían la oficina del dueño, una taquería y un restaurante llamado La Cueva, aunque también encontramos registro de otro restaurante ahí mismo bajo el nombre de La Zarzuela.
Arriba de todo eso estaba La Diabla, la cual en su interior tenía unas paredes de ladrillo y otras pintadas de rojo, todo con pisos de madera, candelabros y algunos vitrales.
Nos podemos dar una mejor idea de cómo era por dentro gracias a algunos videos musicales que se grabaron ahí como el de “La garra” de Santa Sabina, el de “Perpetua monstruosidad” de Transmetal y el de “Oye, mi amor” de Maná.
Aquí puedes ver el video de Transmetal filmado en La Diabla:
Tomado de YouTube.
Otro grupo que tocó ahí fue Radiohead, en 1994, cuando recién comenzaban su carrera. Algunas de las personas implicadas en hacer este concierto posible fueron Tenoch Ramos que trabajaba en la disquera EMI, Camilo Lara, Ricardo Serafín y Raymundo Gabriel.
Aunque fueron muchas las bandas y proyectos solistas que se presentaron en este foro, una de las bandas de casa fue Vigmika, un proyecto de hard rock que amenizó varias noches. Lamentablemente, la banda se disolvió tras la muerte de tres de sus cuatro integrantes en un viaje de carretera rumbo a un concierto.
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Hubo un momento en que todo el mundo quería tocar en La Diabla, dicen Erika y Ernesto: “por eso se encontraban todo tipo de propuestas y todo tipo de personajes sobre el escenario, como por ejemplo al Vampiro canadiense, y Sabrina Sabrok”.
De jueves a sábado imperaba el rock, pero los domingos había tardeadas dedicadas al reggae, promovidas por Adrián Chávez Sánchez, en un momento en que este género no era tan popular en México.
Hicieron mancuerna con la Radio
Fue a partir del 8 de noviembre de 1998 que comenzaron los domingos de “puro, total y absoluto reggae” donde tocaban grupos como los Rastrillos, Ganja, Antidoping, La Comuna o Yerberos, además de DJs conocedores de la escena internacional y razteca, es decir, aquel movimiento que surgió en 1993 fusionando la cultura rastafari con la azteca.
En una de esas tardeadas, que iban de las 4 de la tarde hasta las 11 de la noche, Adrián y su equipo trajeron por primera vez a México a Los Cafres. “La Diabla prácticamente fue lo que detonó el movimiento actual del reggae en México”, afirmó el MC y productor Adrián Chávez.
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Andrés, músico del grupo La Casa de Todos, concuerda en que el movimiento del reggae se fortaleció en La Diabla, porque no sólo existía la oportunidad de presentarse ahí.
Previo a los conciertos se hacía promoción en el programa de radio Reggaevolución, del recién fallecido Gerardo Pimentel “Zopi”, vocalista y bajista de los Rastrillos que se sigue transmitiendo en el 105.7 del FM.
“Era como de 'Uy, te vas a presentar en La Diabla. ¡Ya la hiciste!' porque era como un combo, te entrevistaban el sábado y tocabas el domingo”, compartió Andrés vía telefónica.
Cerraron a raíz del incendio en la disco Lobohombo
A estas tardeadas llegaban entre 200 y 300 personas, lo que dejaba claro que ningún concierto pasaba desapercibido para la gente, como compartió el músico de La Casa de Todos, detalle que bien sabe Yansa Manuel, quien estuviera a cargo de la seguridad del antro.
Tratar de mantener el orden y la cantidad de personas que entraban a La Diabla le trajo algunas enemistades: “Estábamos vetados del Chopo porque en un concierto de Tijuana No! sacamos a varios que trabajaban en el tianguis”.
Manuel cuenta que controlar a punks como “El Piraña” o “El Animal” no era cosa fácil; sin embargo, alguna vez lo logró. Fue durante el concierto del grupo vasco de metal, Soziedad alkohólika, donde reforzó la seguridad formando una vaya de punks.
Cabe destacar que, a lo largo de su existencia, el antro vivió varias etapas: la primera fue en Río Rhin y Río Pánuco. La otra fue en Reforma norte #113, pero con otro nombre: La Madre Diabla, en un espacio que antes fue el Salón Reforma.
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Ahí, con un aforo de aproximadamente 2000 personas, se realizaron eventos importantes, como la presentación de la banda 2 Minutos.
La Diabla ya había tenido que cerrar por un tiempo después de que sucedió la tragedia de la discoteca Lobohombo en octubre del 2000 en la colonia San Rafael, donde murieron 22 personas y otras 40 quedaron heridas.
Tras esto, las autoridades pusieron más atención en las normativas que regían a los centros nocturnos, en especial con lo que se encontraban ubicados en la entonces delegación Cuauhtémoc.
Con tantos cambios pasó sólo un año para que La Diabla finalmente cerrara sus puertas para siempre. Fue en 2001 que la historia de La Diabla llegó a su fin, dejando un legado en la escena musical y cultural de la Ciudad de México.
- Fuentes:
- Entrevistas con Erika Flores, Ernesto Carrasco, Camilo Lara, Adrián Chávez, Andrés de La Casa de Todos, y Yansa Manuel.