Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Fotografía actual:
Carlos Villasana
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
El Centro de la Ciudad de México es uno de los mejores contenedores de secretos de la capital: las historias se esconden desde el subsuelo hasta en los espacios donde no hay “nada”, pero cuyo pasado quedó concentrado en una placa o adorno alusivo.
Entre la Catedral Metropolitana y el Museo del Templo Mayor existe una placa que menciona a los hermanos Ávila. El cronista y colaborador de El Gran Diario de México, Héctor de Mauleón, escribió en el capítulo “Casas de los hermanos Ávila“ del libro El Centro Histórico, 200 lugares imprescindibles , que fue en 1563 cuando “uno de los hijos de Hernán Cortés , don Martín, llegó a la Nueva España para reclamar las posesiones de su padre.
Las Leyes Nuevas expedidas por la Corona habían decretado, sin embargo, el fin del sistema de encomiendas (la entrega de tierras e indios a quienes habían hecho la Conquista) tras la muerte del encomendero original”.
Don Martín
no fue el único hijo de conquistadores que se sintió molesto por la situación, lo acompañaban en su indignación descendientes de capitanes de su padre -como Alonso de Ávila y Gil González - y otros criollos; con quienes ideó un plan para coronarse como gobernante de la Nueva España.
Tres años después, la conspiración fue delatada, “la Audiencia desató una persecución implacable sobre los conjurados, a quienes el tormento por agua obligó a delatar a cada uno de sus cómplices”, escribió De Mauléon y narra que Alonso y Gil no tardaron en ser arrestados, enjuiciados y sentenciados a muerte. Fue el 3 de agosto de 1566 que, sobre un tablado en la Plaza Mayor, se les cortó la cabeza.
El relato de De Mauleón culmina diciendo que los bienes de los hermanos Ávila fueron confiscados “sus casas derribadas y los terrenos rociados con sal, para que en ellos nada volviera a crecer nunca”; en cuanto al hijo de Hernán Cortés , Martín, fue desterrado de la Nueva España y falleció en España en 1589.
Las propiedades de los hermanos Ávila estaban en el predio que hoy es parte del Templo Mayor; no hay ningún vestigio que nos pueda decir exactamente dónde se encontraba. Esta foto es de la calle de Donceles casi esquina con República de Argentina en 1972.
Vista del Templo Mayor frente a la placa de los Hermanos Ávila.
El reconocido arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma -quién dirigió la excavación del Templo Mayor en los años setenta y que es miembro del Colegio Nacional desde 1993-, escribió a principios de este 2019 para la Revista Arqueología Mexicana que no queda duda que las casas de los hermanos estuvieron edificadas sobre el Templo Mayor:
Cronistas como fray Diego Durán y Hernando Alvarado Tezozómoc, así lo mencionan. Dice el primero: “…era el más solemne y suntuoso y mayor y más principal entre todos los de la tierra del cual siempre oí a los conquistadores contar muchas excelencias de su altura y hermosura y galán edificio y fortaleza cuyo sitio ha en las casas de Antonio [Alonso] de Ávila que agora están hechos un muladar”.
Don Alfredo Chavero, hacia 1889, nos dice en relación con la ubicación del Templo Mayor que: “Tezozómoc dice que ocupaba un cuadro el lugar de las casas de Alonso de Ávila, Luis de Castilla y Antonio de la Mota. Nadie ignora que la casa de los desdichados Ávila estaba en la esquina de Santa Teresa y el Relox [hoy calles de Guatemala y Argentina].”
En su texto, Matos Moctezuma describe que los hermanos Ávila y Martín Cortés protagonizaban acciones que no eran del total agrado del virrey Luis de Velasco, ya que el hijo de Cortés no consultaba con él, o ninguna de las autoridades de su administración, sobre las estructuras que montaría en las calles para llevar a cabo sus fiestas o sobre las “representaciones” donde Martín se disfrazaba de su padre y Alonso de Ávila del Emperador Moctezuma, para escenificar la Conquista a forma de entretenimiento.
El acontecimiento quedó grabado en una placa que hoy en día se encuentra al interior del Templo Mayor ; el arqueólogo narra que la encontraron “empotrada en el muro sur de la Librería Robredo, en la esquina de las calles de Guatemala y Argentina, cubierta por varias capas de cal”. Este hecho le resultó una paradoja, que dio pie a la investigación para su libro Los dioses que se negaron a morir de donde extrajo el siguiente párrafo para la Revista Arqueología de México :
“¡Terrible paradoja del destino! Quienes habían destruido el Templo Mayor hasta no dejar piedra sobre piedra son condenados a que sus casas, que se alzan en el lugar mismo de las ruinas del gran teocalli , también serán destruidas. Mueren decapitados los hijos de quienes destruyen el templo , y la diosa decapitada, Coyolxauhqui, hija de la diosa madre, yace a escasos dos metros de profundidad. El lugar parece negarse a que sobre él se edifique casa alguna.”
En Mochilazo en el Tiempo tuvimos la oportunidad de platicar con Ana Isabel Peláez, licenciada en arqueología que trabajó en el Museo del Templo Mayor. Recuerda que la primera vez que estuvo frente a la “placa de piedra” y la vio con detenimiento se dio cuenta que estaba leyendo “un pedacito de historia que denunciaba un hecho que para la época debió ser todo un acontecimiento” ya que fue grabado sobre cantera y decorada con azulejos ; sin duda una advertencia de lo que le podía pasar a quien se atreviera a conspirar contra la Corona.
Ana menciona que había veces en las que, intencionalmente, se detenía frente a la placa para ver cuántas personas seguían su ejemplo e intentaban descifrar lo que dice; al tenerlos cautivos, les pregunta si quieren conocer la historia sobre la placa : “claro que quieren, porque mirar un documento como aquel, que perdura y es parte ahora de un sitio arqueológico que, sin ser una pieza prehispánica, forma parte de la historia de este sitio y también se resiste a desaparecer”.
Placa de la ejecución de los hermanos Ávila. Wikimedia Commons.
Asimismo, nos acercamos a Francisco Ibarlucea quien ha laborado como guía turístico para diferentes instancias gubernamentales y fundaciones privadas. Comentó para El Gran Diario de México que en la época de los hermanos Ávila, la ciudad estaba en crecimiento : tanto la población, las órdenes religiosas más importantes, los comercios, oficios e instituciones escolares se estaban asentando.
“Lo que pasó con los hermanos Ávila y con el hijo de Cortés fue que se tomaban muchas libertades por ser hijos directos de quienes conquistaron estas tierras y pasaban por alto a la autoridad . La muerte de los primeros dos fue un implacable mensaje para el pueblo: nadie podía desafiar el status quo . Y a pesar de que Martín Cortés fue indultado, fue despojado de todo privilegio, teniendo que vivir y morir en España. Este pasaje de la historia me resulta muy interesante porque, paradójicamente, fueron los hijos de Hernán Cortés, quienes participaron en la primera revuelta en contra de la Corona Española”, comentó Francisco.
Sobre el Museo del Templo Mayor, el anfitrión de la Ciudad de México ante grupos de turistas nacionales e internacionales, dijo que su relevancia es innegable ya que cuenta con más de siete mil objetos de la época prehispánica y “¡lo que falta!” expresa emocionado.
Nos dice que entre sus historias favoritas está la de Tlaltecuhtli y su historia, el juego de pelota, el Huey Tzompantli , la galería que conduce a las tumbas de los Tlatoanis: “El museo de sitio es un museo vivo porque puedes ver todas las etapas en un mismo lugar: la prehispánica, la virreinal y la contemporánea”.
Hoy, por esta zona caminan decenas de personas que se dan cita en el corazón del Centro Histórico para comprar algún producto, visitar algún museo o simplemente porque “les queda de paso” hacia su trabajo; son pocos los curiosos que levantan su mirada hacia las placas que condensan, en rectángulos de color azul, verde o hueso, historias y leyendas que son parte de la historia de la capital mexicana.
Placa conmemorativa sobre la historia de los hermanos Ávila ubicada en República de Guatemala 34, en el Centro Histórico.
Nuestra foto principal muestra la Plaza de El Seminario en 1972. La fotografía antigua, de los años 40, muestra los predios que fueron derribados para las excavaciones del Templo Mayor, ambas pertenecen a la colección Villasana-Torres.
Fuentes:
“Casas de los hermanos Ávila” de Héctor de Mauleón, libro El Centro Histórico, 200 lugares imprescindibles, Cal y Arena, Gobierno de la CDMX. “Una esquina con historia” de Eduardo Matos Moctezuma, Revista Arqueología Mexicana , núm. 155 (enero - febrero 2019), pp. 90-91. Francisco José Ibarlucea Bozal, anfitrión de la Ciudad de México y conductor de recorridos culturales para diversas fundaciones y dependencias gubernamentales. Arqueóloga Ana Isabel Peláez, antigua colaboradora del Museo del Templo Mayor en el área de Gestión Cultural.