No cabe duda de que la historia de la Ciudad de México está distribuida en cada recoveco de la capital; a unos pasos del Zócalo y la Catedral Metropolitana, se encuentra un edificio cuyo terreno atestiguó la noche en la que el emperador azteca Moctezuma y Hernán Cortés se vieron frente a frente y compartieron morada, un 8 de noviembre de 1519.
Fotografía actual: Dario Campos Cervera.
Diseño web: Miguel Ángel Garnica.
El cronista Bernal Díaz del Castillo, miembro de la comitiva que se hospedó en el Palacio de Axayácatl, escribió que el aspecto del interior era tan admirable que no podían creer que fuera verdad: “nos llevaron (a) aposentar a unas grandes casas donde había aposentos para todos nosotros, que habían sido de su padre del Gran Moctezuma, que se decía, Axayácatl, a donde en aquella sazón tenía Montezuma sus grandes adoratorios de ídolos y una recámara muy secreta de piezas y joyas de oro, que eran como tesoro de lo que había heredado de su padre Axayácatl, que no tocaban”.
De acuerdo con el cronista español, Moctezuma le comentó a Malinche: ”en vuestra casa estáis vos y vuestros hermanos; descansa”.
El sacerdote Francisco Clavijero narró en uno de sus textos que, una vez retirado el emperador, Hernán Cortés mandó a examinar el Palacio de Axayácatl y determinó dónde se alojarían los miembros de su comitiva (entre españoles y aliados), que sumaban alrededor de siete mil:
“Reinaba por doquiera un aseo exquisito: casi todas las piezas tenían camas de esferas de junco y palma, según el uso de aquellos países, con rollos de lo mismo para servir almohadas; cortinas de algodón y bancos hechos de una sola pieza. Algunas tenían el piso esterado y los muros cubiertos de tapetes de algodón de varios colores.”
Acuarela ilustrativa del Palacio de Axayácatl. Libro “Las casas viejas de Moctezuma, la historia de una institución” del Banco Nacional Monte de Piedad. Colección Villasana - Torres.
Nuestro compañero de El Gran Diario de México y cronista de la ciudad, Héctor de Mauleón, escribió para el libro “Centro Histórico: 200 lugares imprescindibles” que aquella noche “uno de los españoles advirtió que en un muro del palacio había una puerta recién tapiada. Cortés le ordenó abrirla. Adentro había «un inmenso tesoro»: «todo lo que debajo del cielo hay».
Los hombres de Cortés recibieron la instrucción de tapiar la puerta nuevamente y guardar silencio sobre lo que habían visto. En esa habitación se concentraban los tesoros de los tlatoanis anteriores, entre ellos el de Axayácatl, padre de Moctezuma. Ahí estaba el oro que los españoles convirtieron en barras antes de hundirse en la Noche Triste”.
Placa conmemorativa sobre la fachada del Monte de Piedad, a un costado de la Catedral Metropolitana. Crédito: Sitio oficial “Centro Histórico: 200 lugares imprescindibles”.
Una vez consumada la Conquista...
Al caer el imperio de la Gran Tenochtitlán, Hernán Cortés tomó como propio el Palacio de Axayácatl y mandó a erigir lo que se decía que “era una ciudad en sí misma” -cuyos límites eran las actuales Isabel la Católica, Tacuba, Madero y Monte de Piedad-, encomendado la tarea al arquitecto Juan Rodríguez.
Bernal Díaz del Castillo tomó nota sobre los materiales ocupados en la construcción: “se usó mortero hecho con 10,000 huevos de galli-pollo, arena de Atlacuihuallan (tacubaya), cal de Cuaunahuac (Cuernavaca) y sillería de Huixquilucan”, en tanto que para la fachada, se usó “un pegote de mortero de 5,000 huevos de galli-pavo y arena fina de Río Atoyac. Haciendo muchos adornos de ajaracas, finos como el dulce de alfeñique, con cantera y mármoles de Tepeacan”, nos dice el cronista Bernal Díaz del Castillo.
En el libro “Las casas viejas de Moctezuma, la historia de una institución” del Banco Nacional Monte de Piedad, se describe que la fachada contaba con detalles arquitectónicos que le daban identidad: bastiones, arcos, columnas, escudos de armas y torreones en cada esquina, que tiempo después fueron reemplazados por miradores de tezontle; siendo el único que sobrevivió hasta la actualidad en la esquina de Tacuba e Isabel la Católica.
El imponente Palacio contaba con un amplio jardín y con pasajes específicos para los gremios artesanales más importantes para el comercio y funcionalidad de la ciudad: mecateros, platerios, alfareros y la alcaicería. En su interior - y siguiendo parte del uso que le daba el emperador Moctezuma- se asentaron las dos primeras Audiencias y se instalaron los dos primeros Virreyes: Antonio de Mendoza y Luis de Velasco.
Dentro del mismo libro, se dice que: “en una de las torres del palacio, probablemente la que se encontraba en la esquina que hoy forman las calles Monte de Piedad y Tacuba, estuvo colocado el primer reloj que existió en el continente (…) Estaba ubicado ahí estratégicamente para que los oidores pudieran escuchar la hora (…) Cuando la Santa Inquisición se trasladó al Palacio que ocuparía años después la Facultad de Medicina”.
Héctor de Mauleón comenta que los descendientes de Cortés no pudieron costear los gastos que genera una construcción de ese tamaño y decidieron fraccionarla en el siglo XVII: “muchos años después (25 de febrero de 1775), Pedro Romero de Terreros, conde de Regla, fundó el Sacro y Real Monte de Piedad y Ánimas, «para proporcionar alivio a la población menesterosa» (...)
En 1836, el Monte instaló su sede en el sitio donde alguna vez estuvo el palacio de Axayácatl: donde alguna vez brilló «todo lo que debajo del cielo hay». La historia, de algún modo, había dado una vuelta perfecta”.
Y así, el terreno que alguna vez guardó los tesoros del padre de Moctezuma, ahora intercambia, conserva o vende bienes cargados de historias de cientos de personas descendientes del encuentro, que hace quinientos años, tuvieron los representantes de dos mundos y que dio como resultado a la sociedad mexicana.
El Monte de Piedad, ubicado a unos pasos del Zócalo, en una toma de los años cuarenta. Colección Villasana - Torres.
“Dónde están las casas de esmeraldas,
dónde están las casas de quetzal,
es allí donde se tiñen los dardos,
es allí donde se tiñen los escudos,
Es Tenochtitlán donde están las flores preciosas
Maravillosamente están colocados en Culhuacán mosaicos turquesa.
Es donde reinas tú Moctezuma
grande es tu gloria: grande es tu fama
sólo tú la conquistaste y tu renombre queda.”
Fragmentos del poema:”Tenochtitlan, sede del culto solar”, de 1528.
La fotografía principal es el Monte de Piedad a finales del siglo XIX, en 1890; esta institución fue fundada el 25 de febrero de 1775 por Pedro Romero de Terreros, y continúa en funciones hasta la actualidad. Colección Villasana - Torres.
La fotografía comparativa antigua es el Monte de Piedad, ubicado a unos pasos del Zócalo, en una toma de los años setenta. A la derecha está el Monumento Hipsográfico. Colección Villasana - Torres.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres.
Fuentes:
Libro “Centro Histórico: 200 lugares imprescindibles” de Rafael Pérez Gay y Héctor de Mauleón, 2018. Libro “Las casas viejas de Moctezuma, la historia de una institución” del Banco Nacional Monte de Piedad, 1969.