Texto: Ruth Gómez y Carlos Villasana
Las haciendas fueron una de las edificaciones más comunes a lo largo del país en el periodo colonial . Algunas de ellas se construyeron sobre terrenos que habían sido de diversos pueblos prehispánicos y las tierras que les rodeaban, con lo cual resultaron propiedades de gran tamaño.
Ese fue el caso de la Hacienda San Nicolás Buenavista , fundada en 1580, en la actual alcaldía de Iztapalapa; en entrevista con EL UNIVERSAL, el cronista de la zona Luis Nazario explica que en el Archivo Histórico Agrario hay documentos donde se informa que la Hacienda San Nicolás Buenavista se fue expandiendo hasta alcanzar la cantidad aproximada de 5 mil hectáreas.
Su primer propietario fue Pedro Ortiz y a pesar de que su nombre oficial era “Hacienda San Nicolás Buenavista”, con el paso del tiempo se le conoció como “Hacienda de San Nicolás Tolentino”, por el santo de advocación de la Hacienda.
La Hacienda se encuentra sobre Avenida Tláhuac, a unos metros de la estación Tezonco de la Línea 12 del Metro, rodeada en su mayoría por el panteón, tiendas de flores a la entrada del mismo, a un costado hoy vemos un cine y un supermercado.
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Postal interior de la Hacienda de San Nicolás Buenavista en 1932. Crédito INAH.
En la primera imagen se señala en un círculo rojo la ubicación actual de la Hacienda, en la segunda se muestra en una imagen en 3D, parte de la estructura arquitectónica que permanece en la actualidad. Imágenes tomadas de Google Maps.
Al interior de la Hacienda trabajaban como peones los habitantes del San Lorenzo Tezonco prehispánico, quienes nunca estuvieron de acuerdo en que sus tierras pasaran a ser de españoles y que se amotinaron en varias ocasiones por la explotación que experimentaban. Entre los principales productos que se tenían de la hacienda estaban la alfalfa y la avena; así como el ganado vacuno y sus productos derivados.
De acuerdo con información del Catálogo del Patrimonio Tangible e Intangible de la Ciudad de México, en octubre de 1908 la Hacienda se constituyó como una Sociedad Anónima denominada “ Compañía Agrícola de San Nicolás S.A.” para fraccionar la tierra: “hasta la segunda década del siglo XX hubo litigios entre la Compañía y los pobladores de San Lorenzo Tezonco por la restitución y dotación de tierras“.
Con la llegada de la Revolución, las tierras se restauraron al pueblo de San Lorenzo Tezonco y en 1970 se expropiaron a favor del Gobierno del Distrito Federal las últimas hectáreas que quedaban para la creación de un panteón, con el casco de la hacienda como crematorio y la troje como bodega de ataúdes.
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Exterior de la Casa Grande de la Hacienda de San Nicolás Buenavista, en 1976. Fotos: INAH y cortesía de Beatriz Ramírez. Diseño web: Rodrigo Romano.
La memoria histórica de San Lorenzo Tezonco
La familia de Luis, el cronista, es originaria de San Lorenzo Tezonco y comparte que hoy en día existen diversas opiniones sobre lo que la Hacienda significó en la vida de este lugar, desde las leyendas hasta las anécdotas de quienes laboraron ahí:
“La importancia que tiene en nuestra historia , es de suma relevancia, por eso se ha realizado un proyecto de rescate arquitectónico . Existen otras dos haciendas en el sur de la ciudad, una es la Hacienda de San Antonio Coapa, que ahora es privada y que en sus terrenos se hizo la ENP 5 y sus trojes (graneros) se convirtieron en condominios. La otra es la famosa hacienda de Xico, propiedad de Iñigo Noriega, yerno de Porfirio Díaz y, al parecer, está siendo restaurada”, afirma Luis.
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Agapito Hernández y un amigo sobre la avenida Tláhuac en 1965, a la altura de la salida del Panteón Civil. Se observa el transporte de la época y parte del Cerro del Molcajete. Crédito: F.P. de Pascual Fuertes. Cortesía de Fernando Nazario Cruz.
Los habitantes quisieran que lo que queda de la hacienda se convierta en un centro cultural ya que el inmueble está en condiciones lastimeras: la casa grande está a punto del colapso y aún con las deterioradas condiciones, su estilo arquitectónico sigue siendo visible.
La troje, la construcción más antigua y donde se guardaban las cosechas de la Hacienda, hoy luce aterradora ya que es una bodega de ataúdes del Panteón Civil y una parte de sus contrafuertes se derrumbó por falta de mantenimiento.
Vista parcial de la troje de la Hacienda de San Nicolás en 1964. Crédito: F.P. de Pascual Fuertes. Cortesía de Fernando Nazario Cruz.
En el 2004 se iniciaron trabajos de investigación acerca de la memoria histórica del pueblo de San Lorenzo ; entre los resultados están historias, leyendas, fotografías invaluables y documentos que se muestran en una exposición anual para que las jóvenes generaciones conozcan la historia del pueblo de San Lorenzo Tezonco.
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Una de las leyendas más famosas es la de “La Llorona” de Iztapalapa publicada en Crónicas y Leyendas Mexicanas A.C. :
“Cuando Manuel Ávila Camacho llegó la presidencia del país, doña Sara tenía dos años de haber enviudado, siendo una mujer bastante joven: veintitrés años, con cuatro hijos y la hacienda de San Nicolás a su cargo, sin más ayuda que sus propias fuerzas y lo poco que sabía del funcionamiento de ésta (...) que contaba con más de un ciento de cabezas de ganado vacuno, otro tanto de ganado lanar y porcino, y un pequeño ferrocarril que se encargaba de transportar el trigo y el maíz a la estación del Peñón”.
Se dice que Sarita se hizo cargo de trabajos que eran considerados “para hombres” para que los cultivos de la hacienda continuaran floreciendo. Una noche de tormenta, Sarita y dos acompañantes escucharon el grito de una mujer que decía “¡ay, mis hijos!” ataviada con un traje blanco, cuyos cabellos volaban en el aire.
“La desgracia para la hacienda de San Nicolás y para doña Sara empezaba esa noche. La noticia de lo ocurrido se divulgó entre la gente de la hacienda y a los pocos días se hablaba de apariciones de La Llorona en varias zonas de Iztapalapa y sus alrededores. La señora Sara presentía que la terrorífica aparición sólo presagiaba males… Y no se equivocaba, porque uno de los siguientes días, por la mañana y al salir de escuchar misa en la parroquia de San Lucas Evangelista, se topó con un hombre que se regodeaba de sí mismo con aire de petulancia”.
La leyenda narra que el señor era Maximino Ávila Camacho , hermano del presidente, quien le insistió un par de veces que saliera con él, ante la negativa, Sara fue expulsada de la hacienda con sus hijos y una noche antes de partir, se le volvió a aparecer La Llorona, para quienes escuchaban su grito era un mal presagio.
Registro fotográfico de la Hacienda de San Nicolás en abril de 2020. Cortesía Beatriz Ramírez.
Desde el 2008 habitantes de la zona iniciaron los trámites ante el gobierno capitalino para que pudieran rescatar la Hacienda : “nos canalizaron con la DGPI ( Dirección General de Patrimonio Inmobiliario ) encargada de este tipo de trámites. Nos han pedido levantamientos arquitectónicos, justificaciones históricas, impacto social, etc. Es un trámite muy largo, pero continuaremos hasta el final”, explica Luis.
Por el momento no es posible que la gente ajena al pueblo realice una visita a la Hacienda, pero se está trabajando un proyecto para establecer una ruta turística en el pueblo de San Lorenzo Tezonco :
“Iztapalapa tiene mala fama, pero no todo es malo. Hay cosas que no se conocen. En San Lorenzo Tezonco tenemos un puente de piedra del siglo XIX que se encuentra abandonado. Tenemos una hermosa Capilla del Siglo XVI, y un Cristo milagroso llamado el Señor de la Salud que cuenta la historia que salvó al pueblo de la epidemia de cólera morbus o cocoliztli en lengua náhuatl”, finalizó.
La fotografía principal muestra la troje de la Hacienda de San Nicolás en 1976. Crédito INAH.
Fuentes :
● Lic. Luis Fernando Nazario Cruz, Cronista de San Lorenzo Tezonco.
● Crónicas y Leyendas Mexicanas A.C.