Texto: Elisa Villa Román

Faja de Oro y Potrero del Llano son los nombres de dos buques petroleros mexicanos que en 1942 fueron atacados a causa de la Segunda Guerra Mundial. Pero mucho antes de eso, estos nombres estuvieron relacionados con una de las mejores épocas de riqueza en la historia del petróleo mexicano.

Weetman Pearson (después conocido como Lord Cowdray) fue un contratista inglés que llegó en 1889 con la intención de amasar una fortuna en la región al oeste de Tuxpan, Veracruz, conocida como la Faja de Oro por la abundancia de petróleo crudo.

La abundancia petrolera “vino y se fue” en noches de diciembre
La abundancia petrolera “vino y se fue” en noches de diciembre

Trabajadores posan cerca del pozo Potrero del Llano número 4. Foto: DeGoyler Library/SMU Libraries. Acceso al recurso: http://digitalcollections.smu.edu/cdm/ref/collection/mex/id/1492

Un día, sus analistas le comentaron que el pesado crudo mexicano de su compañía no podía competir con el estadounidense, más ligero, y que para salir adelante necesitaban un gran descubrimiento de crudo o de lo contrario seguirían importando petróleo texano.

Para lograrlo, en 1910 trajeron a un alumno destacado de la Universidad de Oklahoma. Everette Lee DeGoyler, joven estudiante de geología, llegó en tren hasta Tampico. De acuerdo con el libro Petróleo y revolución en México , de Jonathan Charles Brow, el joven no necesitó visa ni pasaporte para entrar a México, sólo le preguntaron si era anarquista.

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Mapa que ubica la Faja de Oro y los pozos dentro de la zona en 1911. Imagen tomada del libro de Jonathan Charles Brow. Se resaltaron los nombres en rojo y amarillo.

DeGoyler se unió a la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila para la cual localizó un pozo en Temapache, Tuxpan, Veracruz. Los trabajos de perforación iniciaron en abril de 1910 y se detuvieron en junio del mismo año a una profundidad de 619 metros en espera de maquinaria para continuar más adelante.

Los últimos días de ese año trabajaron hasta tarde y perforaron 18 metros más. Las brocas estaban a punto de dar con el petróleo pero no hubo emisión de gas que diera indicios del hallazgo y se fueron a dormir la noche del 26 de diciembre.

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A Lord Cowdray lo conocían en Inglaterra como "el miembro por México" debido a sus éxito en este país, el principal de ellos fue la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila. Foto tomada de .

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Camión de la compañía El Águila en 1938. Foto: Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.

No era la primera vez que cavaban un pozo en la región. En febrero de ese año El Águila completó el Potrero del Llano número 1 y en mayo el número 2. Ambos eran capaces de producir 500 barriles. Después perforaron otros, pero el hallazgo que pasaría a la historia se dio unas horas más tarde.

A las dos de la mañana del 27 de diciembre un penacho negro de petróleo crudo brotó a 80 metros de altura con un estruendo ensordecedor. Cubrió todo a su alrededor. Plantas, animales, trabajadores de la empresa, el río que corría por ahí, todos se empaparon del líquido negro.

El jefe de los perforadores se arrastró entre la maleza para apagar las calderas. De estar encendidas habrían provocado una explosión. Así nació el pozo que llamó la atención del mundo entero: el Potrero del Llano número 4.

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El pozo Potrero del Llano número 4 antes de ser contenido. Foto: DeGoyler Library/SMU Libraries. Acceso al recurso: http://digitalcollections.smu.edu/cdm/ref/collection/mex/id/1458

Del nuevo pozo brotaban descontroladamente 100 mil barriles al día. El río Buena Vista se cubrió con una espesa capa negra que fluyó hacia el río Tuxpan y luego al mar. La mancha de petróleo llegó 320 kilómetros al norte, en las playas de Tampico.

Los gobernantes de las comunidades afectadas ordenaron la construcción urgente de depósitos de barro para recoger y almacenar el fluido.

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Trabajadores de un pozo petrolero en 1929. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.

Las mujeres también participaron . Colocaron cocinas comunitarias con techos de lona que al poco tiempo se mancharon de petróleo. Para las poblaciones de agricultores y ganaderos aquello era algo que no habían vivido con los anteriores pozos y la mayoría abandonaba la faena luego de cobrar su primera raya, según las investigaciones de Charles Brow.

Los industriales exigieron que las autoridades aplicaran medidas para hacer que la gente se quedara. El joven DeGoyler regresó al pueblo una semana después del hallazgo, luego de unos días de festejos en la Ciudad de México.

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Petróleo crudo procedente del pozo, quemándose y dañando la vegetación. Foto: DeGoyler Library/SMU Libraries. Acceso al recurso: http://digitalcollections.smu.edu/cdm/ref/collection/mex/id/1509

En los siguientes días las tareas se dividieron entre el cuidado de las cosechas bañadas en petróleo y la creación de una tecnología para controlar el desbocado pozo. Se les ocurrió prenderle fuego al petróleo del río pero sólo consiguieron oleadas de humo negro.

También construyeron canales de madera para desviar el fluido y evitar que contaminara la tierra de cultivo. El penacho seguía brotando. Los ingenieros de la compañía diseñaron una válvula para la boca del pozo. Para los obreros fue difícil colocarla porque el gas les quemaba los ojos, pero resolvieron poniéndose rebanadas de papa sobre los párpados. Había pasado un mes desde el primer brote.

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Everette Lee DeGoyler (sentado) con su compañero el geólogo Leon Russ en Potrero del Llano. Foto: DeGoyler Library/SMU Libraries. Acceso al recurso: http://digitalcollections.smu.edu/cdm/ref/collection/dgl/id/406

Los trabajos continuaron hasta el 31 de marzo de 1911 mientras desarrollaban tecnología para controlar el flujo de petróleo. Incluso para los ingenieros experimentados traídos desde Reino Unido y Estados Unidos significó un reto.

Los pozos de la Faja de Oro eran abundantes y El Águila no volvió a importar crudo de Texas. Años más tarde la compañía distribuyó petróleo mexicano en Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, entre otros.

Esto llevó a que México pasara de 3.6 millones de barriles en 1910 a 12.6 millones en 1911. Eso sí, con el apoyo de Porfirio Díaz . Pero la abundancia no fue para todos. Los petroleros, dueños de tierras y comerciantes se hacían cada vez más ricos mientras la población rural era analfabeta y discriminada por cuestiones de raza y clase.

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Artículos producidos por El Águila. Foto: Fuentes para la historia del Petróleo en México.

Crisóforo Peralta fue uno de los beneficiados. Él era el dueño del predio conocido como Potrero del Llano y firmó un contrato con la compañía El Águila para arrendar el subsuelo de la zona.

Peralta ganó tanto dinero que abrió su propia planta de energía eléctrica en Tuxpan y realizaba sus operaciones desde la Ciudad de México y Nueva York. Lo apodaban “el Rey del Petróleo de México”, según una entrevista para este diario realizada en 1921.

La abundancia petrolera “vino y se fue” en noches de diciembre
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Un mexicano que se hizo rico del petróleo. Historia publicada en EL UNIVERSAL ILUSTRADO, 1921.

La abundancia se fue tal como llegó, una madrugada de diciembre de 1918. Según las memorias de DeGoyler, la tarde del día 3 el pozo seguía funcionando como de costumbre, pero en las primeras horas del día siguiente le salió agua salada mezclada con aceite.

La emulsión era tal que no se podía separar y el pozo fue abandonado. "En una sola noche terminó la historia del pozo de petróleo más grande que ha existido en el mundo, situado en una granja que se había vendido por 600 pesos antes de que la compañía británica de Lord Cowdray adquiriera los derechos mineros y empezara las perforaciones", dice una nota publicada en esta casa editorial en 1920 .

La abundancia petrolera “vino y se fue” en noches de diciembre
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El pozo Potrero, que en 1911 convirtió a México en un exportador mundial de petróleo. La vegetación circundante se había marchitado bajo una espesa capa de petróleo crudo. Foto tomada del libro de Jonathan Charles Brow.

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Lo que quedó del pozo Potrero del Llano número 4, en 1929. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.

Se perforaron muchos más pozos en la región de la Faja de Oro. Para hacerse una idea, en septiembre de 1923 ya iban en el Potrero del Llano número 14.

Según la publicación "The Oil Weekly" de julio de 1933, cuatro pozos mexicanos encabezaban las listas de producción a nivel mundial. El principal era Potrero del Llano número 4 , con 115 millones de barriles producidos en ocho años de explotación.

Llegó el ocaso de la Faja de Oro. En 1921 sus campos produjeron 150 millones de barriles pero en 1937, habían disminuido a sólo siete millones y medio. El oro se convirtió en sal.

Así especulaban sobre el futuro del petróleo luego de la decadencia del Potrero del Llano 4.

Fuentes:

Libro Petróleo y revolución en México, de Jonathan Charles Brow. Acceso: shorturl.at/LMTV4

Artículo Historia de la exploración de petróleo en México antes de la expropiación, 1938, de E. DeGoyler. Acceso: shorturl.at/agqI4

Hemeroteca El Universal

Fototeca SMU Libraries

Compilatorio “Fuentes para la historia del Petróleo en México”. Acceso: shorturl.at/kqvxT

Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

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