Esta imagen nos impresiona con el tamaño que en los machos de la especie de Keiko llega a los ocho metros de largo, pero también nos recuerda que en cautiverio la orca vivió debajo del peso idóneo para su edad. ESPECIAL.
Texto: Raúl J. Fontecilla.
Visitar el parque de diversiones Six Flags, al sur de la Ciudad de México, es la mejor oportunidad en la capital para vivir la emoción de atracciones tanto para los más pequeños de la familia como para los adultos que buscan adrenalina.
Hace décadas, una de las actividades favoritas de todo el público era el espectáculo con Keiko , una “ballena no asesina” que pese a su éxito, hasta en el cine norteamericano, tuvo un final desafortunado.
Este Día Mundial de los Delfines y las Ballenas es buena ocasión para recordar la historia del que, más que una criatura entrenada, fue todo un personaje del espectáculo en México.
En los años ochenta, la redacción de este diario acompañó esta imagen con las palabras "El impresionante animal y... ¡todo el equipo humano de Keiko! Vivimos horas muy bonitas...". Archivo EL UNIVERSAL.
Un cuidadoso viaje desde Canadá y una cálida bienvenida
El viaje del mamífero marino, originario de las aguas del océano Atlántico Norte, inició en febrero de 1985. Por supuesto, tan sólo el transporte del joven depredador de los mares era ya todo un proyecto, pues fue necesario un espacio acondicionado para su traslado adecuado y en paz, así como un equipo de especialistas que velara por su seguridad.
Se sabe que en el parque acuático de Canadá, donde empezó su entrenamiento tiempo atrás, el trayecto inició en un tráiler adecuado a sus necesidades. Después, viajó desde Canadá hasta México en un avión fletado.
Keiko inició su viaje en febrero de 1985, según nuestras páginas, en medio de la admiración de los presentes. Entonces se creyó que el parque de diversiones mexicano sería su último hogar. Archivo EL UNIVERSAL.
Como parte del complicado dispositivo que se planeó para el viaje, el joven depredador se encontraba narcotizado y cubierto con una sustancia especial para proteger su piel.
A inicios de abril de 1985, el parque de diversiones Reino Aventura , que los más jóvenes conocen ahora como Six Flags México, ya tenía éxito entre el público del momento. Era su tercer aniversario y la familia Rivera Torres, que gestionaba el parque, adquirió un nuevo gran atractivo: una orca para sus espectáculos acuáticos.
El parque ya contaba con un delfinario en el que se presentaban espectáculos coordinados entre delfines y entrenadores. Acrobacias y rutinas de interacción con la fauna marina eran una gran sensación para los asistentes, pero para todos quedaba claro que sería diferente y novedoso darle un “plus” al grupo de delfines, por lo general amigables, con un intrépido depredador del mar.
El descenso de Keiko desde el avión fletado en que llegó requirió extremar precauciones, además de equipo y personal preparados. Archivo EL UNIVERSAL.
De acuerdo con la nota de EL UNIVERSAL, 5 mil “selectos” invitados se dieron cita al evento convocado por los Rivera Torres y sus socios comerciales. Además de un “cóctel buffet” en que se sirvieron platillos mexicanos y que se ambientó con música de banda y mariachi, los invitados abarrotaron el delfinario para la presentación del imponente pero tierno animal marino.
Entonces se afirmó que el espécimen de orca tenía unos 3 años de edad (más tarde se le calcularon años extra), que era macho y que sería presentado por el famoso conductor de televisión, Raúl Velasco. La “ballena no asesina” recibió el nombre de “ Keiko ” que en japonés significa “afortunado”.
Aunque Keiko llevaba poco tiempo en el país, la audiencia se llenó de emoción desde el primer momento en que vio a la hábil criatura recorrer la piscina y dar saltos, bajo la dirección de su entrenador, Heinz Hugentobler, cuya nacionalidad no se especificó pero podría haber sido islandés, por la zona de captura de la orca.
Keiko, el gran estrella del parque
Es posible ver videos del espectáculo original en redes como YouTube, para quienes no tuvieron la oportunidad de visitar Reino Aventura en la época de Keiko, o para los que sí lo recuerdan y desean refrescar esas memorias.
La ballena Keiko saluda a sus espectadores durante uno de sus shows. Al borde del tanque se ve la advertencia de no arrojar comestibles, "sólo mi entrenador sabe qué podemos comer". Especial.
Se puede ver a la orca recorrer la pequeña piscina de concreto en que vivió más de una década. Por supuesto, el espacio limitado nunca le dio mucha libertad de movimiento ni la oportunidad de moverse tan rápido como las orcas libres en momentos como la caza de alimento en mar abierto.
Keiko se desplazaba, se sumergía y emergía del agua según lo habría ensayado con sus entrenadores, que con los años para nada se limitaron al extranjero con quien llegó.
Como es de imaginarse, no faltaban momentos en que la orca hiciera “trucos” como manipular pelotas de playa, nadar de lado con una entrenadora de pie sobre su costado, o incluso “saludar” a afortunados miembros del público que eran elegidos al azar para acercarse al borde del tanque y recibían la ayuda del personal para inclinarse, de modo que Keiko emergiera, amistoso como siempre, hasta casi tocar el rostro del humano en cuestión.
Keiko era el único de su especie en el mundo que tenía tres lunares en la quijada inferior, pero sobresalía su nobleza, tomando en cuenta que las orcas son conocidas como "ballenas asesinas". Si tiene una dieta adecuada, es inofensivo. Archivo EL UNIVERSAL.
Tampoco era extraño que en medio del show aparecieran payasos para animar la ocasión, con la misma naturalidad con la que los entrenadores arrojaban pescado congelado, entero, a la boca del cetáceo.
Algunos seguro recordarán que había ocasiones en que alguno(a) de los cuatro entrenadores sacaba un enorme tubo de una conocida marca de pasta dental, para cepillar ante el público los puntiagudos colmillos de Keiko y así recomendar a los niños lavarse los dientes.
Un gran cepillo y un enorme tubo de pasta de dientes servían para una dramatización de Keiko dejando que cepillaran sus colmillos. El parque no dejaba pasar la oportunidad de recordar hacer lo propio a los infantes. Archivo EL UNIVERSAL.
En su primer año en el parque, Keiko cerró con broche de oro gracias a la asistencia continua del público y a eventos privados que buscaron incluir en su organización el acto de la orca, como el 50 aniversario de General Motors Company.
Del pequeño delfinario a Hollywood
Con toda seguridad, la participación de Keiko más conocida dentro y fuera del país es en la película de 1993 donde apareció con un papel estelar, la cinta familiar “ Liberen a Willy ”, en la que un niño de doce años (Jason James Ritcher) se hace amigo de la orca de un parque acuático. Al final, el menor salva la vida de la orca ante los crueles planes del dueño del establecimiento.
Al igual que los asistentes de Reino Aventura, la audiencia internacional del filme disfrutó con emoción la actuación de Keiko, al grado de que el Rey del Pop, Michael Jackson figuró en el soundtrack con su sencillo “Will you be there” (“¿Estarás ahí?”).
La escéna del clímax de "Liberen a Willy" se volvió icónica al punto de ser parodiada por algunas series de televisión. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
La popularidad de la orca era tal para ese momento que en 1994 este diario afirmó que el principal atractivo del parque de diversiones en las faldas del Ajusco no era otro, sino el simpático Keiko .
Las ventas en taquillas de cine permitieron la realización de una segunda película en 1995, que más tarde causó que, con tanta atención mediática, el público comenzara a preguntarse en qué condiciones vivía la orca. Años después la tercera entrega de estas películas dejó de grabar con orcas en el set, al optar por animación 3D en su lugar.
Keiko dice adiós a México
En enero de 1996 por fin se dio a conocer la noticia de que el famoso Keiko se despediría de México para encontrar condiciones de vida más favorables y hasta la oportunidad de aparearse para obtener descendencia.
Su último espectáculo tuvo lugar el Día de Reyes de aquel año, y esa misma noche comenzó el traslado de Keiko, por segunda vez en avión, esta vez un “Hércules C-130” de la Fuerza Aérea Mexicana. Por ser una aeronave militar de carga, facilitaría el trato adecuado del animal marino, que para entonces ya había crecido en tamaño y peso.
Así lucían los anuncios del espectáculo de Keiko previo al último día del niño en que se presentó en el delfinario de Reino Aventura. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Del mismo modo, el gobierno del entonces Distrito Federal implementó un dispositivo, durante la madrugada, con agentes motorizados para garantizar la seguridad del trayecto entre el parque de diversiones y el Aeropuerto de la capital.
Tras casi once años en cautiverio, Keiko fue llevado en un viaje con dos escalas hasta su destino temporal en el Acuario de la Costa de Oregon, al norte de California, en las aguas del océano Pacífico.
Desde su llegada a Reino Aventura, la orca no había habitado aguas saladas naturales, pues la sal de su piscina se agregaba de forma artificial.
Después de dos intentos, veterinarios y encargados de las operaciones de traslado pudieron retener a Keiko para el cambio de su estanque al contenedor. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
El veterinario de Keiko, José Luis Solórzano, indicó que el traslado no se hacía por razones de salud, sino más que nada porque como animal marino requería de espacios mucho más amplios y de la compañía de sus congéneres.
Respecto a dudas, que ya entonces eran comentarios habituales entre el público que se preocupaba por la salud del mamífero acuático,
Solórzano explicó que la inclinación de la aleta dorsal de la orca se debía a que dicha parte de sus cuerpos crece hasta dos metros en los machos, y que para los especímenes en cautiverio es normal que el peso del cartílago caiga sobre sí mismo, en vista del menor uso que se le da fuera de su hábitat natural.
Solórzano destacó que no sería posible traer otra orca al parque, debido a que ya había legislación en contra para capturar un sustituto de Keiko.
Como una especie de despedida informal, se incluyó una huella de la aleta trasera de Keiko en el “Paseo de las Luminarias” en la Plaza de las Estrellas, de la colonia Verónica Anzures. Dicho sitio es una versión latinoamericana del Paseo de la Fama de Hollywood, en el que numerosas personalidades del arte y el entretenimiento de México y el resto de América Latina han plasmado sus huellas.
Según relató el personal, tomar la huella de la aleta de Keiko fue una tarea titánica. Gloria Funtanet, fundadora del Paseo de las Luminarias, consideró que él contaba con todas las razones para dejar también su huella. Especial.
No todo el mundo era tan amable: Islandia se opuso al ingreso de Keiko en sus aguas nacionales, con el argumento de proteger la salud de sus manadas locales de orcas.
La difícil vida en libertad de una peculiar estrella
De acuerdo con datos de la época, en los años 90 llegó a haber 32 ballenas en cautiverio, de las cuales 26 estaban en Estados Unidos y una en México. Por su parte, Keiko en 1985 pesaba una tonelada y medía con casi cuatro metros de largo, mientras que al irse del país pesó cuatro toneladas y su tamaño era de seis metros y medio.
Los especialistas señalaron que para tratarse de una orca macho de más de 15 años de edad, se encontraba por debajo de su peso y carecía de habilidades o hábitos importantes para su vida en mar abierto.
Un ejemplo claro es su alimentación: al llegar a Oregon le tomó tiempo acostumbrarse a comer peces vivos en lugar del pescado congelado que le habían dado por años en cautiverio.
Al haber pasado la mayor parte de su vida en cautiverio, Keiko se acostumbró a comer sin necesidad de cazar, pese a ser un depredador nato. Especial.
Por otro lado, la adquisición de esta orca costó en su momento 350 mil dólares, un costo que a pesar de ser elevado se queda corto comparado con los 3 millones que se emplearon en financiar el viaje de Keiko hacia la libertad.
En los meses siguientes, incluso para los medios de Estados Unidos, era controversial si la orca se readaptaría a la vida salvaje, a causa de la forma en que se le “humanizó”.
Según afirmó nuestra columnista Sara Sefchovich en octubre del año 2000, el maltrato a este ser inició desde su captura en aguas islandesas, por parte de un barco ballenero el año de 1979, para ser puesto en cautiverio en Canadá. Como es de esperarse, las condiciones en que la orca vivió por años también dieron de qué hablar.
Por maravilloso que sea el actuar amaestrado de Keiko, no hay que olvidar que dicha conducta corresponde más a los intereses humanos que a su naturaleza salvaje. Archivo EL UNIVERSAL.
Tal es el caso de la temperatura del agua, que bajo el sol mexicano podía alcanzar calores encima de aquellos en sus natales aguas de Islandia.
La calidad del agua, además, parecía haberle causado afecciones en la piel.
Luego de un año en Oregon, Keiko subió 900 kilos de peso, mejoró su condición física y también el estado se su piel. Pero nada de eso fue suficiente, pues tardó meses y meses en animarse a nadar con otros miembros de su especie e incluso se pensó descartarlo para apareamiento, al ver que carecía del comportamiento dominante que las orcas hembras buscan en sus parejas.
Uno de los objetivos de la estancia de Keiko en el Oregon Coast Aquarium era que se acostumbrara al agua salada fría, similar a la de su hábitat natural. Hemeroteca EL UNIVERSAL/AP.
Tampoco le resultaba fácil sumergirse a profundidades significativas, no sabía comunicarse en el lenguaje de su especie, no nadaba rápido y tampoco lograba contener la respiración bajo el agua por tanto tiempo como las otras orcas.
El panorama no era favorable para Keiko, y sin embargo meses más tarde llegó el momento de su liberación en el océano Atlántico.
Una vez en el mar, la tendencia de Keiko por buscar humanos hizo que en Noruega se creara un amplio cerco en el mar para que habitara en un área donde podría ser monitoreado con mayor facilidad.
En la época de su muerte, aún había esperanzas de lograr conducir a Keiko a aguas profundas "para reajustarle a la vida salvaje". Hemeroteca EL UNIVERSAL.
En 2003, siendo aún algo joven para su especie, que llega a vivir hasta 35 años, Keiko falleció a los 27 por neumonía en Taknes Bay, al oeste de Noruega.
Tuvo un “funeral” sencillo y privado al que sólo asistieron tres cuidadores y seis locales que apoyaron. Como un caso excepcional, fue enterrada en una tumba de diez metros de largo y cinco de profundidad, a pesar de que lo usual sería remolcar estos depredadores hasta altamar.
Así terminó su historia, no sin numerosas críticas mundiales a este tipo de prácticas con los animales en cautiverio. Es difícil diferir, puesto que el ser bautizado como “afortunado” tuvo una vida sin las libertades de su especie, que tampoco logró mejorar las condiciones de su cautiverio pese a la fama que alcanzó.