Caminar del Eje Central a Paseo de la Reforma desde el Palacio de Bellas Artes da la oportunidad de pasearse unos minutos por la Alameda Central y recorrer sitios como la Plaza de la Solidaridad, que para muchos es poco o nada conocida.
En el área que ocupa esta plaza lució por varias décadas el famoso Hotel Regis y la tienda Salinas y Rocha, entre otros famosos comercios del Centro y que sólo el terremoto de 1985 pudo derrumbar. Aquí, en 2021, luego de 36 años de aquella tragedia, se realizó una excavación arqueológica para conocer sus adentros.
Ubicada frente a un hotel de una famosa cadena, sobre avenida Juárez, en esta plaza vecina de la Alameda Central se levantó un monumento a las víctimas de aquel sismo, a los primeros bomberos rescatistas y, en general, a las personas que con esfuerzos incansables salvaron muchas vidas.
En entrevista para Mochilazo en el Tiempo, los arqueólogos Areli Recoba Guarneros y Hussein Amador Palacios, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), cuentan su experiencia y hallazgos en el subsuelo de la Ciudad de México.
La memoria del desastre bajo nuestros pies
La Plaza de la Solidaridad, nos narran, se construyó en 1986 como un memorial a nivel nacional para las víctimas del sismo. Desde entonces se conmemora el siniestro con una ceremonia anual, y en 1997 se colocó un monumento donde se aprecian varias manos sosteniendo un asta bandera, que simboliza la unidad social y la solidaridad del pueblo mexicano (y de ahí su nombre).
Dada la magnitud de la tragedia que vivió el país con el sismo de 1985 la mentalidad del pueblo cambió, al grado que año tras año se continúa recordando la pérdida de personas y al mismo tiempo la solidaridad del pueblo mexicano.
Durante la temporada de excavación, afirman, observaron la entrevista que un medio de comunicación realizó al grupo de rescatistas llamados “Topos”, ahora de fama internacional, puesto que el grupo surgió en aquel año.
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Contraste de la esquina de Juárez y Dr. Mora alrededor de 1950, con el Hotel Regis a la derecha, y la Plaza de la Solidaridad, en septiembre 2013. Fotos: Colección Villasana/Yadin Xolalpa/EL UNIVERSAL.
Por otra parte, señalan que el 19 de septiembre de 2021 se reunió un grupo de civiles entre los cuales había familiares de víctimas para colocar una corona floral en el monumento.
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Desde luego, señalan que la plaza también funge como espacio recreativo el resto del año, y de esto no cabe duda pues es usual ver puestos que venden desde artesanías hasta esquites, hot cakes y demás variedad de botanas o antojitos. De hecho por un tiempo fue sitio de reunión de jugadores de ajedrez.
Para el “Proyecto de Salvamento Arqueológico Plazas Solidaridad y José Martí”, se hicieron excavaciones de hasta dos metros de profundidad, límite que fue necesario respetar por la presencia de elementos arquitectónicos del Hotel Regis, como sus trabes de concreto, imposibles de remover por sus dimensiones, según explican.
Sin embargo, ellos afirman que quizá lo más llamativo de los eventuales hallazgos fue el material arqueológico, característico de la década de los años ochenta, como un frasco de ungüento “Vick Vaporub”, un sobre de uso individual de shampoo “Vanart”, o una tapa de perfume “CIE”.
La mayoría de los capitalinos seguro encontramos difícil evitar imaginarnos algo más, preguntarnos por ejemplo si pertenecieron a alguien como nosotros. ¿Acaso ese sobre de shampoo llegó a la zona en el equipaje de alguna viajera? O también, ¿sería posible que algún empleado enfermo llevara consigo el frasco de ungüento la mañana del temblor?
Por otro lado, a partir de fotografías y mapas ubicaron lo que fue la farmacia Regis; y ahí registraron materiales como “un disco de vinil de la disquera ‘RCA’, una cartera para reservar mesas ‘Domecq”’ y un tenedor de metal para fruta, que posiblemente corresponden al centro nocturno Capri, puesto que éste se ubicaba sobre la farmacia”, consideran.
En distintas partes de la plaza recolectaron fragmentos de azulejo con diferentes diseños y colores que formaron parte de los baños y habitaciones del hotel. De igual forma, dieron con una contra trabe al este de la plaza y que perteneció a la tienda departamental Salinas y Rocha, misma que se encontraba junto al hotel y que también se desplomó.
Recoba y Amador no pierden la oportunidad para recordar que derrumbes como el del Regis y Salinas y Rocha son la razón por la cual se restablecieron las normas constructivas en todo el país, para evitar futuras catástrofes por eventos similares.
En este punto, sin duda nos da curiosidad cómo es que en una excavación arqueológica de la ciudad de México no se hable de vestigios más antiguos que los años ochenta.
Al respecto, confirman que se esperaba obtener información sobre la ocupación del convento de San Diego que corresponde al siglo XVI, del cual aún se conserva la iglesia que actualmente es la Pinacoteca Virreinal, también en la zona.
La explicación de no encontrar restos del convento, según afirman, es que “en el espacio que ocupa la Plaza de la Solidaridad se ubicaría el atrio de este convento; sin embargo, el espacio se vendió por lotes en los que se construyeron diferentes inmuebles que con el tiempo formarían parte del Hotel Regis y la tienda Salinas y Rocha”.
Pero si el suelo se guardó algunos secretos del pasado de la capital, los vecinos y comerciantes de la zona salvaron el día. Tal y como recuerdan Recoba y Amador, la gente se acercaba a preguntar por el trabajo que se estaba realizando: “al saber que era una excavación arqueológica externaban sus recuerdos sobre el lugar”.
De aquellas historias y narraciones recuerdan en especial una “en la que nos hablaron de la ubicación de las calderas en el sótano del Regis, nos explicaron que el acceso a ellas era a partir de pasillos y por el acceso limitado los bomberos no pudieron apagar el incendio que duró días a raíz del sismo”.
Al final, el peso de la imagen del hotel caído gana su lugar a pulso, pues aseguran “observamos la persistencia en el imaginario colectivo del recuerdo y la idea de la bóveda del Regis, en la que dicen se encontraban pertenencias de valor de los huéspedes y dueños del hotel”.
Hay más trabajo que visibilidad para los arqueólogos
Amador y Recoba comentan que todo inició cuando la Dirección General de Obras de Infraestructura Vial de CDMX gestionó los permisos de obra para rehabilitar los espacios públicos de dos plazas en esta zona: la de la Solidaridad y la llamada “José Martí”.
La idea del gobierno de la Ciudad de México, según nos explican, era el cambio de baldosas, retiro de bancas y colocación de jardineras, es decir, una mejora visual y una modificación de los espacios para el transeúnte.
Al ser parte del Centro Histórico era obligatoria la supervisión del INAH, de modo que la Dirección de Salvamento Arqueológico designó a Recoba como directora de este proyecto.
Las dos plazas de la excavación tienen en común que se encuentran en la misma manzana de la colonia Centro, “encerradas” entre las avenidas Hidalgo y Juárez (norte y sur) y las vías Balderas y Dr. Mora a cada lado, si bien las separan algunos edificios.
Las actividades de los también egresados de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, del 15 de agosto al 15 de diciembre de 2021, se dividieron en dos meses de supervisión de la obra y excavaciones; y dos meses más para el trabajo “de gabinete”, que Recoba y Amador usaron para analizar los materiales rescatados y preparar un informe.
Hablar de los documentos que prepararon para el Consejo de Arqueología del INAH nos llevó a preguntarles la importancia de su profesión. En general, dicen, la investigación arqueológica es importante “porque se analizan contextos de eventos sociales, mismos que corresponden a diferentes espacios y temporalidades”.
Tal y como demuestra el caso del Regis, no siempre son prehispánicos, muchas veces se localizan contextos históricos, industriales y modernos de acontecimientos recientes.
Con estos contextos, agregan, “se puede entender el pasado que nos ha construido como sociedad actual”, sin mencionar que también los ven como un incentivo para generar soluciones a las problemáticas sociales en el futuro.
Por lo que respecta a las obras de las plazas, los entrevistados vieron que sí se modificaron los espacios y la vegetación de la plaza, así como las baldosas, aunque “los trabajos realizados no se llevaron a cabo de la manera correcta, porque al final de la obra varias de las baldosas ya se encontraban rotas o despegadas”.
Hoy, al caminar por esta zona, la mayor parte de este sitio luce ocupado por comerciantes de comida y artesanías y los fines de semana se organizan bailes populares, en tanto que el monumento a la solidaridad pasa desapercibido por la mayoría de las personas, incluso varias piensan que esta plaza es parte de la Alameda Central.
• Fuente:
• Entrevista con los arqueólogos Areli Recoba Guarneros y Hussein Amador Palacios.
• Areli Recoba Guarneros estudió la licenciatura en arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y ha colaborado en proyectos arqueológicos en sitios de Tula, Xochimilco y en el Centro Histórico: López 13 y Juárez 56, entre otros. Dirigió el Proyecto de Salvamento Arqueológico Solidaridad en 2021.
• Hussein Amador Palacios cursó la carrera de arqueología en la ENAH, ha participado en múltiples proyectos arqueológicos en Xochimilco, Guerrero, Tepeji del Río, Ciudad de México entre otros, y dirigió el Proyecto de Salvamento Arqueológico Plaza Empedradillo en 2021, participó en el Proyecto de Salvamento Arqueológico Solidaridad.