Para muchos, el tesoro más preciado de la humanidad son los niños. Aquellos delicados seres que resplandecen inocencia y prometedor futuro merecen los mejores cuidados y atenciones, algo que EL UNIVERSAL tuvo claro desde sus primeros meses de impresión.
Mucho tiempo antes de que surgiera la Semana Mundial de la Lactancia Materna –propuesta por la OMS y la UNICEF en 1992–, este diario organizó el Concurso de Niños Robustos, actividad que colocó a los bebés como protagonistas sociales y que también fue pieza clave para promover la lactancia a principios del siglo XX.
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Cientos de fotos desfilaron por esta redacción hace 107 años para seleccionar a los bebés más sanos de México, tiernos promotores de la leche materna como el “alimento fisiológico y verdaderamente perfecto para el recién nacido”.
Concurso de 1917, “sin precedentes en México”
Durante sus primeros meses de circulación, EL UNIVERSAL dedicó sus páginas a pormenores informativos de México y el mundo, pero también convocó a sus lectores a actividades, colaboraciones y diversos concursos de atractivo social.
Las competencias de creación literaria en 1918, los mejores aparadores de la capital en 1921 o el certamen para belleza femenina de 1917 atrajeron a miles de participantes, pero antes de todo eso, esta casa editorial comandó un concurso para “la perfección de la raza mexicana”.
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Niños Robustos fue un certamen que premió a los bebés más sanos entre 6 y 12 meses de edad, a fin de fomentar la buena alimentación y cuidado de las infancias. Este diario motivó a padres de familia a enviar la fotografía de sus retoños y servir de ejemplo para otros menores.
Los requisitos se publicaron el 4 de marzo de 1917, fue un concurso “sin precedente en México”. Los retratos debían ser sin ropa, para certificar el estado de salud del bebé, junto con nombre, domicilio, peso y si el menor recibía leche materna u otro tipo de alimentación.
Según este diario, la “perfección de la raza mexicana” surgía con bebés bien cuidados, quienes serían próximos representantes de la nación. Era obligación de sus padres tenerlos en áreas ventiladas, con luz natural, sin hábitos que afectaran su desarrollo y recibiendo leche materna.
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La lactancia era punto esencial en este concurso, denunciando a madres que –por motivos no clínicos–encargaron la alimentación de su bebé a nodrizas o a recursos artificiales. De acuerdo con este diario, el niño robusto sólo se fortalecía con lo que su madre le daba, nadie más.
Fueron ocho premios otorgados por EL UNIVERSAL; el primer lugar obtuvo una medalla de oro, el segundo ganó un cochecito de mano y tercero, una canasta de productos para cuidado infantil.
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Cuarto y quinto lugar tuvieron una silla para comer, y el sexto, séptimo y octavo recibieron tres frascos de Fosfatina Falières, un suplemento alimenticio para fortalecer huesos y ayudar al crecimiento, además del folleto Libro de la Infancia.
EL UNIVERSAL eligió como jurado a los especialistas en salud infantil, Rafael Carrillo y Gonzalo Septién, además del entonces jefe de Redacción de esta casa editorial, Luis Coyuca.
A fines de marzo de 1917 se anunció a los ganadores, con el pequeño Juanito Salcedo en primer lugar. Le siguieron Julián Hernández, Guadalupe T. Rico, Ricardo Concha, Estela del Carmen y Tomás García en segundo a sexto lugar, así como Horacio de Varona en octavo; nuestra investigación no detectó las características de cada bebé ganador ni al infante que obtuvo el séptimo premio.
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Para el 23 de mayo de 1917, esta casa editorial celebró el gran recibimiento que tuvo su concurso; “hemos rendido un homenaje al niño robusto, al que mañana armonizará el esplendor de su belleza física con las excelencias de su espíritu, para ser un hijo digno de la gran Patria futura de nuestros sueños”, declaró EL UNIVERSAL.
En 1918, las madres que no amamantaban a sus hijos fueron criticadas
El éxito visto en 1917 no podía ignorarse y mucho menos el objetivo de mejorar las generaciones venideras. Para el 8 de abril de 1918, esta casa editorial lanzó su segundo concurso de Niños Robustos, buscando a los prominentes hombres y mujeres del futuro.
La convocatoria abarcó del mes de abril al 9 de junio del mismo año, abierto a todos los bebés de la República Mexicana entre 6 y 12 meses de edad, pero en esta ocasión sólo podrían participar infantes amamantados por su madre, no los que recibían leche de nodriza o artificial.
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Otro cambio para este concurso fue el número de ganadores, con sólo cinco premios. El primero tuvo una medalla de oro, le siguió un cochecito de mano, un gorrito y saco de seda, un vestido con encajes y otro atuendo de seda para los siguientes victoriosos.
El concurso tuvo mucha más convocatoria que el anterior, con más candidatos de provincia. San Luis Potosí, Tabasco, Aguascalientes, Guanajuato y Puebla tuvieron numerosos participantes, equiparando al número de aspirantes del Área Metropolitana.
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Las mujeres que se negaron a amamantar recibieron peores críticas con el certamen de 1918. En su edición del 28 de mayo, EL UNIVERSAL cuestionó “¿qué delito cometen las madres cuando no amamantan a sus propios hijos? ¿No es repugnante el caso en que una madre, por vanidad o petulancia, entregue a pechos mercenarios el cuidado del hijo de sus amores?”
“He aquí lo que tratamos de evitar, estimulando a las madres para que cuiden de sus hijos. Entregar un pequeño a una nodriza y no preocuparse si el alimento es sano o no, es una de las principales causas para que los hijos surjan enfermos y llenos de vicios mentales que son, a la postre, un doloroso lastre para la civilización”, aseguró este diario en 1918.
Para el 9 de junio se contabilizaron 195 candidatos, siendo una labor complicada para los nuevos jurados seleccionar sólo a 5. EL UNIVERSAL eligió al doctor Jesús López Velarde y al especialista Rafael López, además del poeta y colaborador de esta casa editorial, Samuel Ruíz Cabañas, como encargados de seleccionar a los niños más robustos de México.
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La deliberación tomó más tiempo del esperado y algunos padres enviaron cartas de protesta a la redacción. También surgieron comentarios que cuestionaron la poca certeza que tendrían los jueces para deliberar qué bebé poseía buena salud a través de simples fotografías.
Según informó este diario, a finales de junio de 1918, algunos padres pidieron que el concurso fuera “en viva persona” y que los especialistas examinaran a cada bebé, algo que pronto se descartó, pues sería imposible para muchos concursantes de provincia ajustarse al cambio.
Fue hasta el 16 de julio de 1918 que EL UNIVERSAL anunció a los bebés más rozagantes, pero un error en la publicación ensombreció la victoria de los cinco infantes y la credibilidad del concurso.
Según este diario, el ganador del primer puesto fue Rafael Vasconcelos, un pequeño de Oaxaca con 8 kilogramos de peso. El error fue cuando se dijo que tenía 4 meses de nacido, algo que estaría contra las reglas.
Aunque este diario aclaró que tenía 6 meses al momento de participar, no se sabe si los demás padres lectores creyeron tal explicación.
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Los demás ganadores fueron Irma Barocio de Nuevo León, con 6 meses y 9 kilos; tercero, Pablo Ocampo de Veracruz, 8 meses y 9 kilogramos; cuarto, Fernando Alatorre del DF, 7 meses y 10 kilos; y quinto, Raúl Oliveros, también capitalino de 6 meses y 10 kilos.
La intención de EL UNIVERSAL era hacer de Niños Robustos un concurso permanente en su oferta editorial, pero la idea se canceló tras las protestas que enfrentó su segunda edición.
EL UNIVERSAL abrió su Galería de Niños Robustos
Esta casa editorial no organizó otra competencia para niños sanos, pero persistió su objetivo de “perfeccionar la raza” a través de lactancia materna y cuidados infantiles.
Para el 26 de enero de 1919, EL UNIVERSAL lanzó una nueva convocatoria, en esta ocasión para la Galería de Niños robustos, una sencilla publicación que mostró a saludables bebés de todo el país, pero sin competir por algún premio.
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Tal proyecto implicó la publicación diaria de pequeños lactantes, protegidos en el seno familiar y alimentados por sus madres, como ejemplo del mejoramiento de la raza mexicana.
Se recibieron sólo retratos de niños menores de 1 año, adjuntando nombre, peso del menor y confirmando que su alimentación consistía en leche materna. A pesar de las críticas que tuvo el concurso de 1918, muchos padres enviaron fotografías a esta galería y vieron a sus bebés como representantes del esplendor infantil.
Durante las primeras semanas de febrero, las páginas de EL UNIVERSAL se engalanaron con carismáticos bebés, pero la información de México y el mundo no siempre dio espacio para las fotografías. A partir el día 20 de ese mes, la galería se trasladó al suplemento dominical.
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Más de 50 niños desfilaron por estas páginas en 1919, pero muchos más quedaron sin la oportunidad, pues para el 11 de marzo, EL UNIVERSAL canceló su proyecto Niños Robustos.
En esa última edición, esta casa editorial instó a padres de familia a nunca descuidar su descendencia, pues “una infancia que se desarrolla en condiciones de buena salud es prometedora de una juventud fuerte y que una juventud así no puede menos que garantizar una edad madura exenta de lacras y propicia a todas las actividades fecundas”.
Los ejercicios de EL UNIVERSAL inspiraron más actividades, como el concurso de 1923 del Departamento de Salubridad para “bellos ejemplares de hombres fuertes y madres sanas del mañana”, o los importantes Congresos Mexicanos del Niño, que ocurrieron un par de años después con patrocinio de esta casa editorial, siempre en pro de las infancias.
- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Alarcón, A. (s.f.). La aportación de los médicos mexicanos a la Pediatría. En Gaceta Médica de México.