Corría la década de 1970 y era cada vez más usual que el cine y los escenarios en vivo dieran paso a las famosas vedettes. Aunque era rentable, sectores del público como niñas y niños mexicanos quedaron atrás.
Para el momento en que Los tres reyes magos, primer filme animado de México, se estrenó en 1976, las demostraciones explícitas de sensualidad y erotismo dominaban el entretenimiento nacional, debido a la inminente consolidación del cine de ficheras.
Los contenidos para adolescentes y adultos alejaron a las historias infantiles de salas cinematográficas, y no fue prioridad para los estudios nacionales incursionar en la animación, entonces considerada como una “técnica para niños”.
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Esta entrega de Mochilazo en el Tiempo recuerda desde las alegres funciones de esta cinta hasta su producción, que fue un proyecto parteaguas para el mercado cinematográfico en América Latina.
Fue la primera cinta animada en México y toda Latinoamérica
Los tres reyes magos generó grandes expectativas desde que se supo de su producción. Con financiamiento público a través del ahora extinto Consejo Nacional de Cinematografía (CONACINE), la cinta de Adolfo Torres Portillo comenzó su realización a mediados de 1974.
La premisa fue obra de la escritora y poeta mexicana, Rosario Castellanos, quien elaboró su versión sobre la travesía que surcaron los tres Reyes de Oriente para conocer al mesías en Belén. Su crédito no apareció en la cinta, pero EL UNIVERSAL y otros medios confirmaron su autoría.
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Emilio Carballido –reconocido dramaturgo veracruzano– y el mismo Torres Portillo escribieron el guion, con toques de comedia sencilla para entretener a los niños. En el equipo de producción también estuvo Fernando Ruíz, encargado de la animación y considerado co-director de la película.
La historia sigue a los reyes Melchor, Gaspar y Baltazar, quienes emprenden solos el camino para adorar al “rey de reyes”. Siendo una adaptación del mito religioso, el filme aprovecha a personajes como el Diablo y uno de sus demonios para entorpecer la misión de los Magos de Oriente.
Los tres reyes magos tiene varias intervenciones musicales –como buena película mexicana–, sobre todo para contar las desavenencias que sufren María y José al llegar a Belén. Una de las características del filme fue la adaptación de espacios y personajes al estilo mexicano, pues se ven nopales como vegetación y algunos pobladores usan trajes típicos de nuestro país.
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De acuerdo con algunas entrevistas que Fernando Ruíz dio a esta casa editorial, el primer proyecto animado nacional requirió de 200 artistas plásticos y 70 dibujantes para su realización; entre ellos estuvieron Daniel Martínez y Moisés Velasco, colaboradores de Hanna-Barbera y creadores visuales para posteriores programas como Odisea Burbujas.
La animación de la cinta se inspiró en artesanías de Metepec, coloridas y muy estilizadas, aunque también tiene rasgos parecidos a trabajos de Disney, estudio hollywoodense que desde esa época dominaba el mercado infantil.
Según declaró Ruíz, Los tres reyes magos usó más de 108 mil dibujos para una duración de hora y 25 minutos. La producción costó 6 millones de pesos, tardando más de dos años en completarse. Se pensó que quedaría lista para mediados de 1975, pero el 21 de febrero de ese año, EL UNIVERSAL informó que el proceso de dibujado, coloreado y animado fue más largo de lo esperado.
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Entre los actores de doblaje para Los tres reyes magos estuvieron Alberto Gavira, Armando Coria, Manuel de la Llata, Víctor Alcocer, Guillermo Portillo Acosta, Azucena Rodríguez, Jorge Sánchez Fogarty y el mismo Fernando Ruíz, quien dobló al diablillo Murcio.
Para dar un estilo más mexicano, el departamento de música incluyó las famosas letanías que se cantan en fiestas decembrinas, adaptadas a ritmos como el veracruzano, tamaulipeco y norteño.
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Meses antes de su estreno, el filme de Adolfo Torres Portillo abrió paso a la animación mexicana, al grado de que el ahora extinto Banco Nacional Cinematográfico (BNC) prometió impulsar más proyectos animados gracias al “éxito” que tendría Los tres reyes magos.
“¡Por fin hacemos cine infantil!”
La película sobre los Reyes de Oriente estrenó el primero de julio de 1976, en salas del Cine Continental, apodado “La Casa de Disney” por su predilecta exhibición de esas cintas. También estuvo en los complejos Dolores del Río, Galaxia y Plaza Satélite, entre otros.
Su presentación original era el 5 de enero de ese año, para conmemorar la tradicional llegada de los reyes magos a casas mexicanas, pero se retrasó debido a problemas desconocidos. EL UNIVERSAL consideró que la producción “tuvo infinidad de errores técnicos, que alargaron su realización. […] Careció de orden lógico y los personajes se crearon conforme se elaboraba la película”.
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Haciendo caso omiso a los malos augurios, Fernando Ruíz comentó a esta casa editorial que los realizadores mexicanos “¡por fin hacemos cine infantil!”. “El cine mexicano comienza a cumplir una deuda con el público infantil y es la respuesta al cine sexista; aquí hay artistas que pueden realizar un cine limpio”, sostuvo el director de animación del filme.
Como parte de la promoción se lanzó un disco LP con la música original de Los tres reyes magos, que incluyó 13 pistas con canciones, además de un cuento dramatizado y narrado por los actores que realizaron el doblaje.
Su desempeño en la taquilla fue bueno, pues recuperó sus 6 millones de inversión a pesar de durar poco tiempo en salas capitalinas.
Sobre su calidad, el mérito de ser la primera cinta animada del país no la salvó de malas críticas. En la columna Cine Guía de Tomás Perez Turren, se dijo que México no tenía cine infantil adecuado y profesional y denominó al filme de Adolfo Torres Portillo como “torpe”.
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“Su técnica subwaltdisneyana se ve agravada por un contenido de una rara estupidez, por lo ñoño y reaccionario, porque propone una especie de nacionalismo blandengue y caduco que ya había sido superado posiblemente desde la época de la conquista”, describió Perez Turren para EL UNIVERSAL.
De la escuela al cine para ver a los reyes
Entre el joven público de Los tres reyes magos aquel verano del 76 se encontraba también el cronista y colaborador de EL UNIVERSAL, Carlos Villasana. “Lo que recuerdo es si fui al cine Continental en Xola o al Manacar”, nos cuenta en entrevista.
En su caso, podría decirse que fue una ocasión con “premio doble”, pues además de disfrutar la proyección el boleto le llegó sin costo a él y sus compañeros de primaria, en la “escuela de monjas” a la que asistía, el Colegio Tenochtitlan.
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Aunque desconoce el motivo de semejante regalo, apunta que no está de más sospechar que fuera parte de la ola publicitaria que se orquestó alrededor de esta cinta pionera en la animación mexicana.
Tanto es así, que afirma que “no había niño que no fuera, le hicieron mucha propaganda, porque era el primer largometraje animado mexicano”, y agrega que “fuimos toda la escuela, fue todo un evento; no recuerdo si en fin de semana o una matinée”.
Como es de esperarse de una producción millonaria, la obra no pasó desapercibida y dejó reacciones que el también coleccionista de fotografías históricas de la Ciudad de México compartió.
Lo primero que recuerda es justo el arte, pues expresa “yo estaba acostumbrado a los dibujos japoneses o de Hanna-Barbera, y cuando llega esta peli se me hizo demasiado familiar, como mexicanos, como indígenas guapos, como belleza mexicana muy estilizada”.
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Al igual que la apariencia de María, alejada de los diseños europeos de mujer caucásica, Carlos menciona el look de José, que incluso le recuerda a las imágenes de Juan Diego en el Tepeyac.
El público actual, en especial las audiencias más jóvenes, quizá den por sentado detalles como animales de colores y hasta criaturas fantasiosas, pero Villasana asegura haberse sorprendido con la magnitud que alcanzaban las canciones y la variedad de colores en Los tres reyes magos.
Describe que “hasta los animales eran de colores: había un caballo azul y el camello tenía como labial”, pero hoy lo valora porque le dejó la sensación de que esta adaptación del relato bíblico “era una versión muy abierta, muy libre”.
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No es sorpresa, entonces, que el elemento más pintoresco de una película tan peculiar fuera lo más memorable para nuestro colaborador: “el que más me gustó era el malo, a mí se me hacía más chido él que los buenos. Hasta salías hablando más del malo y su ayudante alado”.
El Cine Lindavista, como ver a los Reyes en Disneylandia
Se sabe que en la época de este estreno la industria del cine no priorizaba al sector infantil, pero cabe especular si el gran éxito de esta cinta se debió en efecto a la escasez de películas para niños.
Es una posibilidad si se considera que hubo al menos dos cines que vieron una oportunidad en ello y forjaron su reputación en torno a vender la experiencia de entrar a un reino de fantasía: los cines Lindavista y Continental, ambos recordados como centros cinematográficos infantiles.
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Mientras la norma en cines capitalinos era una fachada moderna, el Continental y el Lindavista optaron por hacer honor a su apodo común con estructuras de castillo como las de cualquier parque temático de Disney.
Mención aparte, continúa Carlos, “a mí no me quedaba cerca el Cine Lindavista, pero para mí era el más bonito”. Explica que entonces ambas salas se especializaron en películas, para niños y “hacían doblemente grata la experiencia, con la sensación de visitar un castillo, te sentías en Disneylandia”.
La segunda mitad de los años setenta vio el brillo de las salas de cine pensadas para niñas y niños, que sin duda explotaron su mayor potencial gracias a la producción nacional de cintas también adecuadas al público infantil.
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A largo plazo, puede decirse que el cambio que esto generó en la industria del espectáculo mexicana fue que por fin México contó con material propio para entretener a sus propios menores.
Primera parte del filme de 1974, con una vista corta de las artesanías de Metepec que inspiraron la estética de “Los tres reyes magos”. Fuente: YouTube.
- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Entrevista con Carlos Villasana, miembro del Colegio de Cronistas de la Ciudad de México, investigador y columnista de Mochilazo en el Tiempo para EL UNIVERSAL
- Internet Movie Database – IMDb