Una fotografía de la Monumental Plaza de Toros México y sus alrededores a inicios de los años cincuenta. Pese a que destacan los automóviles antiguos, uno con neumáticos de cara blanca, también se aprecia la multitud en espera de ingresar al recinto. Foto: Jorge Rocafort.
Corrían los años 40 y en medio de un contexto desolador y completamente devastado a nivel internacional, México, lejos de estar en decadencia por la Segunda Guerra Mundial, parecía que aprovechaba la situación para vivir su mayor época de esplendor.
Con el inicio del llamado Milagro Mexicano se consolidaba el sector económico nacional y con ello la calidad de vida de los habitantes. A su vez se abría la puerta al desenvolvimiento de actividades como la recreación y el deporte privilegios que, al parecer, no estaban permitidos en ese momento para el resto de naciones en el mundo, que aún atravesaban las secuelas de la guerra.
En el argot de la tauromaquia, se le llama "coso" a las plazas destinadas a las corridas de toros. El lleno total de la imagen es de la presentación del español José Tomás en 2016. EFE/Mario Guzmán.
En entrevista con Mochilazo en el Tiempo, la arquitecta Vanesa Sánchez de la Rosa, menciona que en aquellos años eran muchas las oportunidades para que nuestro país destacara en los titulares por varios años, siendo una de esas ocasiones la inauguración de la Monumental Plaza de Toros México en 1945 y, un año después, a un costado de ella, la apertura de un estadio de fútbol.
Ambos proyectos fueron parte de la nueva Ciudad de los Deportes, en la colonia que hoy lleva el mismo nombre, logrando así crear un nuevo complejo deportivo de los primeros en su tipo en toda Latinoamérica.
El objetivo fue acercar el deporte a los capitalinos
La Ciudad de los Deportes fue impulsada por el empresario Neguib Simón Jalife y diseñada por el ingeniero Modesto C. Rolland quienes, en conjunto con ingenieros y arquitectos, fueron los responsables de este proyecto.
El trazado de esta colonia se planeó con al menos 20 años de antelación. Dicho tiempo contempló desde la compra de los terrenos, hasta el desarrollo del proyecto y la planificación de cómo serían construidos sus inmuebles distintivos, lo cual no era tarea fácil por las dimensiones, las herramientas, el material, tecnologías y los procesos constructivos con los que se contaba en aquella época.
Vista aérea del Estadio Olímpico de la Ciudad de los Deportes y sus alrededores durante un evento en marzo de 1960. A la derecha se aprecia la Plaza de Toros México, del lado izquierdo está la Avenida de los Insurgentes, y al fondo, el Parque Hundido. Colección Carlos Villasana.
Este moderno complejo se ubicó entre las actuales colonias Noche Buena, Ciudad de los Deportes y San José Insurgentes en la CDMX. Debido a que en su momento era el único predio que contaba con las dimensiones que el empresario Neguib Simón Jalife buscaba para poder llevar a cabo su gran idea, con el paso del tiempo y la eventual falta de presupuesto para poder desarrollarla como la había imaginado inicialmente, decidió ocupar sólo una parte de los terrenos y el resto venderlo para edificar casas-habitación y comercios alrededor.
El objetivo inicial era ofrecer a los capitalinos un espacio integral para diversos deportes, pues al inicio ofertaba un gran estadio, la monumental plaza de toros, así como canchas de tenis, frontón, pista de atletismo e instalaciones para otras disciplinas.
Una toma aérea de la Monumental Plaza de Toros México, también conocida como "El Coso de Insurgentes" en los años sesenta. Colección Carlos Villasana.
Al mismo tiempo, y por primera vez, se brindó al público un lugar donde pudiera practicar deporte y apreciar los mejores eventos futbolísticos y de tauromaquia, que en su mayoría eran presenciados y protagonizados por la crema y nata del momento.
Sin lugar a dudas esta construcción fue histórica, pues no solo representó un gran espacio para el entretenimiento, sino que además era un homenaje a la ingeniería y arquitectura mexicanas, que para aquellos años ya contaban con múltiples avances tecnológicos que permitieron la construcción de este tipo de edificaciones.
El esfuerzo representó desde coordinar la compra y uso de materiales, un complejo trabajo de cimentación y estructura, así como la colocación y elaboración artesanal de cada una de las gradas, así como decoraciones afines a los eventos y el llamado de cerca de seis mil trabajadores para construir en tiempo récord. Considerando las magnitudes del proyecto, estas labores significaban mucho dentro y fuera del país.
Una imagen de la Plaza de Toros México, impresa con la técnica gelatina de plata, forma parte del número 48 de la revista “Alquimia”, titulado “Nuevos alquimistas”, el cual fue presentado en la Feria Internacional del Libro (FIL) del Palacio de Minería. Foto: INAH-Conaculta/ RML.
Así se percibía en el mundo entero, que miraba con recelo y al mismo tiempo con esperanza este tipo de obras, en las que veía un nuevo y prometedor comienzo para la historia de la humanidad, pues más allá de ser una de las construcciones más importantes en su momento, también ha pasado a la historia por la forma en que, como complejo deportivo, ha resistido manteniéndose en pie a pesar de sismos, desgaste y múltiples magno-eventos a sus casi 77 años de vida.
La inauguración de la monumental Plaza de Toros, en definitiva, fue un suceso que marcó un antes y un después en la magnitud y presentación de los eventos deportivos. Dicho recinto inicialmente podía albergar hasta 45 mil aficionados, cantidad de espectadores nunca antes vista y que en su momento causó inseguridad en cientos de ciudadanos, a pesar del furor de visitar este espacio apenas fuera abierto al público.
Programa de la Corrida Inaugural de la Plaza de Toros, que tuvo lugar el 5 de febrero de 1946, como celebración del XXIX aniversario de la Constitución Mexicana. Los precios iban desde 3.50 pesos por una entrada general, hasta más de 400 pesos por un palco para nueve personas. Colección Carlos Villasana.
Sobre todo, se dudaba que resistiera ante una gran afición que efusiva llenaría cada una de las gradas de este recinto. Incluso se hizo una prueba de resistencia con costales de arena, en la que los mismos trabajadores cubrieron hasta tres veces el peso de las personas que ocuparían el espacio, para dar certeza a quienes se rehusaban a creer en la solidez de la construcción.
Esta capacidad inicial se ha reducido con el paso del tiempo, albergando ahora tan solo 36 mil 681 espectadores. Pero en sus comienzos y por muchos años, este recinto tuvo sold out en todos y cada uno de los eventos que ahí se presentaron, es decir que siempre agotaba sus boletos.
El colosal ruedo de la Plaza de Toros al momento de comenzar “El Paseíllo”. Colección Carlos Villasana.
El éxito del Estadio Azul
A escasos metros de la imponente plaza de toros se construyó, en 1944, el gran Estadio de la Ciudad de los Deportes. El estadio abrió sus puertas el 6 de octubre de 1946 con un encuentro de futbol americano entre los Pumas de la UNAM y los Aguiluchos del H. Colegio Militar, en el cual ganaron los universitarios por 45-0, como testigo queda una placa dentro del recinto en el acceso principal.
El diseño del “Estadio Olímpico de la Ciudad de los Deportes”, como se le conoció al inicio, fue obra de Modesto Rolland y tenía capacidad para 45 mil aficionados.
Aspecto de las obras para la construcción del Estadio La Ciudad de los Deportes, inaugurado en 1946. Foto: Tomado del sitio web Atlante Fútbol.
Antes que llegara el fútbol soccer, el fútbol americano llegó al Estadio Azul en octubre de 1946 con un partido entre los Pumas de la UNAM y los Aguiluchos del H. Colegio Militar.
El primer evento de soccer se presentó en 1947 con un partido entre el Racing Club de Avellaneda y el Veracruz, con el triunfo de los jarochos por 2-1. El juego significó un lleno total y el puntapié inicial fue presentado por el entonces presidente de la nación Miguel Alemán Valdés. Tuvo lugar el comienzo de una nueva etapa en la manera en cómo la sociedad se relacionaría con estos espacios, formando un vínculo que aún sobrevive hasta nuestros días.
El Estadio de la Ciudad de los Deportes durante un partido de fútbol americano a inicios de los años cincuenta; en la cancha se encuentran las porristas, probablemente invitadas de un equipo universitario norteamericano. Desde 1996 es conocido como Estadio Azul, por ser la sede del equipo Cruz Azul. Cortesía: Jorge Rocafort.
Los precios de las entradas iban desde los 25 centavos hasta los 33 pesos para los palcos de seis asientos. La taquilla de ese partido fue de 139 mil 662.50 pesos, un récord histórico para la época. En nuestros días sin duda serían costos muy accesibles, pero para el bolsillo de los mexicanos en aquellas épocas fueron muy significativos.
Sin embargo, para muchas personas, esto nunca fue impedimento para asistir al menos una vez en la vida a este tipo de eventos masivos, ya fuera por la pasión que conllevaba presenciar un partido de fútbol, o bien, para poder conocer a todo color las obras arquitectónicas que habían sido subestimadas por muchos años por ingenieros y arquitectos que no daban crédito a una obra de tal magnitud.
Toma aérea del "Estadio de los Insurgentes" en la década de los ochenta. El 30 de junio de 1983 los potros de hierro administrados por el Instituto Mexicano del Seguro Social, regresaban al “estadio de los insurgentes” rebautizado como Azulgrana. El equipo se mantuvo como local hasta 1996. Foto: Tomado del sitio web Atlante Fútbol.
Han despertado nostalgia y polémica
En los años 50, y como resultado de la fama que había tomado este complejo arquitectónico, Moisés Cosío compraría este espacio para ser la casa del Atlante de 1950 a 1958. Luego se presentaron actividades deportivas de forma esporádica y la mayor parte del tiempo se rentaba para mítines políticos hasta que resurgieron los encuentros de fútbol.
Fotografía del equipo Atlante en el Estadio de La Ciudad de Los Deportes. Foto: Tomado del sitio web Atlante Fútbol.
Según información de la página del equipo de futbol Atlante, el estadio se convirtió en sede del futbol capitalino desde 1950 hasta 1956, año en que algunos clubes se mudaron a Ciudad Universitaria.
Ante el inicio de los Juegos Olímpicos en México en 1968, el equipo Pumas de la UNAM lo tomó como sede y el Atlante jugó algunos partidos ahí en el Mundial México 70.
En el mismo sitio se lee que “el 30 de junio de 1983 los Potros de Hierro administrados por el Instituto Mexicano del Seguro Social, regresaban al “estadio de los insurgentes” rebautizado como Azulgrana”. Así el Cruz Azul jugó como escuadra local de 1996 al 2018 y lo compartió con los Potros de Hierro del Atlante de mediados del 2000 a abril del 2002.
Conferencia de prensa en el Estadio Azul de la ciudad de México para anunciar el arranque de la temporada 2018. Foto: Alejandro Acosta EL UNIVERSAL.
Albergó a Rockotitlan, foro del rock en español
Al hablar de la colonia Ciudad de los Deportes no podemos olvidar uno de los espacios más emblemáticos de la zona y catapulta de varias bandas de jóvenes amantes del rock: Rockotitlan.
En el sitio "rockosónico.com" se explicaba que este lugar abrió sus puertas el 16 de septiembre de 1985 con el impulso de Fernando y Sergio Arau, además de Alex Lora del "Tri", como “padrino de múltiples aniversarios”.
En su primera etapa se ubicó sobre avenida Insurgentes y fue sitio fundamental en la historia del rock en México; "semillero de grupos de música original más grande en la historia de nuestro país y del mundo de habla hispana, presentando siempre rock en vivo" por 15 años consecutivos.
Rockotitlán tuvo su época de esplendor en los años 90 y catapultó a la fama a más de un grupo de rock en español. Colección Carlos Villasana.
En los años 90 registró su mejor momento “cuando desarrolla y produce una gran cantidad de concursos como los famosos "Rock en tu Idioma", "La Batalla de las Bandas" o "Metalaria".
Ahí se dieron cita bandas como: Caifanes, Maldita Vecindad, Fobia, Neón, Amantes De Lola, Botellita De Jerez, Kerigma, Molotov, Santa Sabina, La Castañeda, Las Victimas Del Dr. Cerebro, Micro Chips, La Lupita, Café Tacuba, Coda, Aleks Syntek, El Tri, La Cuca, Resorte, Zurdok, Real De 14, Tex Tex, Jaguares, La Barranca, Big Bang y Mana, además de agrupaciones internacionales. Sin embargo, por problemas económicos cerró en 2004.
Gerardo Montagno fue un pionero en la propuesta de encontrar puntos de convergencia entre el muralismo y la música rock. 1990. Cortesía Gerardo Montagno / Lourdes Valdez.
La entrevistada concluye que pocos son los que conocen la historia detrás del estadio y la plaza de toros, edificaciones emblemáticas de esta colonia capitalina, cómo han ido cambiando para sortear el paso del tiempo y convertirse en parte de la memoria urbana, o bien, los debates y polémicas en los que se han visto envueltos.
Lo que es indiscutible, afirma Vanesa, es que representan el ingenio, la estrategia y el conocimiento de la ingeniería y mano de obra mexicana, dice Vanesa.
- Fuentes:
- Entrevista con la arquitecta Vanesa Sánchez de la Rosa
- Ingeniera arquitecta, egresada del Instituto Politécnico Nacional. Es colaboradora del perfil de Instagram @lacdmxenletiempo en donde realiza diferentes cápsulas relacionadas con temas diversos apegados a la publicidad a través de los años. En Instagram y en Tik Tok como @vane.delarosa y @by_vanedelarosa habla sobre temas de interés para quienes aún se están adentrando en el tema del arte, la cultura, la arquitectura, entre otros temas.
- Frontón México, “Vive la Plaza México”:
- https://frontonmexico.com.mx/vive-la-plaza-mexico/
- Monumental Plaza México:
- https://www.monumentalmexico.com/historia.php
- "Ciudad de los Deportes" - Plaza México 75 Aniversario: https://www.youtube.com/watch?v=NG4SBslY5nM
- Estadio Ciudad de los Deportes
- https://www.atlantefutbol.com/club/estadio