Texto: Marco Salas
Al día siguiente que falleció el general Lázaro Cárdenas del Río, el 20 de octubre de 1970, se leyó en este diario: “Jamás en México se había presenciado un acontecimiento de tal magnitud, escenificado precisamente por el pueblo. De todos los niveles sociales y económicos, y hasta políticos, hubo una afirmación de pena y reconocimiento a la obra de Cárdenas”.
Y es que desde mayo de aquel año, los diarios publicaban que el ex presidente Cárdenas había enfermado gravemente. Nació en Michoacán, en Jiquilpan de Juárez, el 21 de mayo de 1895 y a sus 39 años se convirtió en el presidente de México para gobernarlo de 1934 a 1940.
Durante su mandato nacionalizó los ferrocarriles, fundó instituciones como el Museo Nacional de Historia, la Escuela Nacional de Antropología e Historia y el Instituto Politécnico Nacional, implementó el Plan Sexenal que, además de transformar el tiempo de presidencia a seis años, brindó apoyo a los sindicatos de trabajadores, a la producción agrícola y al crecimiento urbano.
El entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río comparte el almuerzo con campesinos sentado en el suelo, una de las 276 fotografías con las que el Museo Regional de Guadalajara festejó el Centenario de la Revolución Mexicana. Foto: Agencia EL UNIVERSAL/Especial.
Además, pasó a la historia como un luchador contra el imperialismo norteamericano debido a la expropiación petrolera, llevada a cabo en un contexto en el que los trabajadores mexicanos de las empresas petroleras extranjeras no encontraban un pago justo, por lo que Cárdenas decidió expropiar la industria petrolera y dejarla en manos de la nación mexicana.
Meses después de que se conocieran las primeras noticias sobre su enfermedad, se dio el desenlace y la tarde del 19 de octubre de 1970, se informó del fallecimiento del general michoacano.
Así publicó esta casa editorial en su primera plana el anuncio del presidente Lázaro Cárdenas referente a la nacionalización de la industria petrolera, en marzo de 1938. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
Después de dos semanas internado en el hospital había regresado a su casa donde fue trasladado pensando que la crisis que padecía había pasado, llevaba ahí cuatro días, pero la mañana del 18 de octubre entró en coma y falleció al día siguiente a las 17.15 horas, a la edad de 75 años.
Algunos periódicos de la época publicaron que la muerte del general fue por un malestar hepático o debido a cáncer en la sangre.
Por otro lado, en el libro México Contemporáneo (1867-1940). Cárdenas en su historia, --editado por el Instituto Politécnico Nacional, institución educativa que él mismo Cárdenas fundó en 1936, escrito por el investigador y profesor Agustín Rodríguez Ochoa- se menciona que la enfermedad de Cárdenas comenzó por un lunar cerca de la boca que se convirtió en melanoma.
Foto de la familia Cárdenas Solórzano en la década de los sesenta. De izquierda a derecha, Cuauhtémoc Cárdenas, Amalia Solórzano y el general Cárdenas del Río. Archivo EL UNIVERSAL.
Antes del suceso, Cárdenas pidió hablar con su esposa, Amalia Solórzano, su hijo, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, -quien sería el primer Jefe de Gobierno del Distrito Federal en 1997- y con su hija, Alicia Cárdenas Solórzano.
Como nunca se quejaba, les sorprendió que les dijera “me siento muy mal. Creo que ahora sí es la última…”, según se lee en las notas de EL UNIVERSAL. Su esposa sostuvo su mano hasta que falleció. Una hora más tarde fue llevado a la funeraria.
Según la crónica publicada por este diario, cerca de la una de la madrugada, cuando el cortejo fúnebre regresó con el cuerpo del exmandatario al número 605 de la calle de Andes en la colonia Lomas-Virreyes de la III sección de Chapultepec, donde se encontraba el domicilio del expresidente, en la entonces delegación Miguel Hidalgo, la vía estaba repleta de gente.
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El cuerpo del expresidente Lázaro Cárdenas del Rio descansa en uno de los pilares del Monumento a la Revolución. Sus restos fueron depositados el día 20 de octubre de 1970. En la imagen actual vemos los cambios que ha tenido en la época reciente esta construcción. Ambas fotos son de EL UNIVERSAL.
“Era impresionante ver cómo la gente respondió a la noticia de la muerte del general Cárdenas. De todos los rumbos de la ciudad llegaban personas y esta aglomeración se prolongaría durante toda la noche. En las primeras horas del sepelio se organizó un desfile de dolientes que pasaban brevemente frente al féretro para rendir su último homenaje. El olor a flores de tantas ofrendas abrumaba y mareaba”, se lee en la crónica del redactor Antonio Lara Barragán.
La primera guardia la montaron los entonces licenciados Miguel Alemán Valdés e Ignacio García Tellez, quien fue secretario de Educación Pública durante el mandato de Cárdenas, junto con otros personajes de la política mexicana.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (izq.) hace guardia durante el funeral de su padre. Del otro lado están los ex presidentes Emilio Portes Gil y Miguel Alemán Valdés. Archivo EL UNIVERSAL.
Los expresidentes Miguel Alemán y Emilio Portes Gil también expresaron su pésame en los diarios, así como universidades públicas, entidades federativas, partidos políticos e incluso se decretó que el día del entierro, en todos los edificios de la ciudad, las banderas se izaran a media asta, en señal de duelo. De igual forma, el sector obrero acordó pasar ocho días de luto.
Militar disciplinado desde muy joven
Desde que tenía 16 años, Lázaro Cárdenas ya tenía una idea de su trayectoria por el país. En julio de 1913, a sus 18 años, se incorporó a las Fuerzas Armadas en contra del tirano Victoriano Huerta. En 1915, ascendió al grado de teniente al incorporarse al ejército constitucionalista.
Durante la década de 1920 ocupó diversos cargos militares hasta alcanzar el de general de división en 1927. Un año después, se convirtió en gobernador de Michoacán e impulsó la Reforma Agraria en aquel estado.
El Paseo de la Reforma durante el traslado de los restos en el año de 1970. Archivo EL UNIVERSAL.
Según notas de EL UNIVERSAL del 20 de octubre de 1970, con tan sólo 20 años de edad, sometía sus actos a un estricto control y probaba la austeridad de su espíritu al conducir admirablemente sus tropas, pero, sobre todo, al realizar pacificaciones en las zonas que se le asignaban con un elevado sentido revolucionario, que compenetraba en las necesidades de los pueblos, para así satisfacerlas en la medida de lo posible,
El general también fue querido por el sector campesino debido a su participación en la Reforma Agraria, que si bien no fue iniciada por él, ni alcanzó su máxima expresión durante su sexenio, sí contribuyó de forma notable, según hacía referencia este medio en diciembre de 1970.
Por la mañana del día 20, al día siguiente de su muerte, el ataúd en que descansan los restos del expresidente fue llevado en hombros hasta la carroza fúnebre, la cual seguirían los familiares del fallecido, y en segunda hilera vehicular, algunos funcionarios de Estado y amistades de Cárdenas.
Sus restos fueron homenajeados en la Confederación Nacional Campesina (CNC), que él mismo fundó. Tras la ceremonia, la caravana se puso en marcha para llevar el cuerpo de Cárdenas a la Cámara de Diputados, entonces todavía ubicada en la calle de Donceles. La Gran Comisión de la Cámara acordó suspender la sesión del día 20 de octubre para montar una guardia colectiva ante el féretro de Cárdenas.
La entrada de la Cámara de diputados –todavía en la calle de Donceles, en el centro histórico de la Ciudad de México- durante la ceremonia fúnebre del general Cárdenas. Archivo EL UNIVERSAL.
Allí, durante el homenaje, el presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz, dijo:
“Durante su sexenio puso a su obra de gobierno el sello de su recia personalidad, de su profundo patriotismo, de su emoción revolucionaria. Con su muerte, perdemos a un hombre importante, pero no todo es pérdida. Queda su huella imborrable en la historia de nuestra patria”.
Era cerca de la una de la tarde cuando, en medio de un respetuoso silencio, el cortejo fúnebre caminó a través de la valla de integrantes de Guardias Presidenciales y paracaidistas del Ejército Mexicano que se formó desde la esquina de la Avenida Insurgentes Norte y Gómez Farías, hasta el centro del Monumento a la Revolución. Allí se encontraban ya Díaz Ordaz y Echeverría.
Minutos después llegaron los representantes del Senado de la República, seguidos de funcionarios, políticos y gente en general, que desde lo alto de edificios y casas que rodean el Monumento observaban con curiosidad la ceremonia. Se escucharon los honores al Jefe del Ejecutivo Federal y, enseguida, las exclamaciones en homenaje a Cárdenas del Río.
La plaza de la República al momento de la llegada de los restos de Lázaro Cárdenas. La gente salió a las ventanas y azoteas a ver la ceremonia. Cortesía.
El Monumento a la Revolución vio llegar el ataúd a las 13.20 horas llevado por numerosas personas. El único que ofreció un discurso durante la inhumación fue el licenciado Ignacio García Téllez, pero también se escucharon algunos vivas y porras de espontáneos en homenaje al expresidente.
En la crónica de este diario se lee que la señora Solórzano sostuvo un clavel en todo momento mientras duró el traslado del féretro al monumento revolucionario. Su hijo, Cuauhtémoc Cárdenas, así como el presidente Díaz Ordaz, en representación de los Poderes de la Unión, presenciaron el descenso del féretro hacia la fosa de aquel lugar.
La señora Amalia Solórzano sostuvo un clavel banco durante los funerales de su esposo. Archivo EL UNIVERSAL.
Cuando la caja mortuoria entraba al estrecho recinto de cuatro por cuatro metros, una voz varonil, pero ahogada por la emoción, dejó oír un: “¡Adiós, Tata Lázaro! Te vas físicamente, pero espiritualmente vivirás toda una eternidad en el corazón de nosotros los campesinos.”
Después, se hizo un silencio, una quietud tensa con miles de miradas clavadas en aquella columna del Monumento a la Revolución. Las otras tres albergan los restos de los expresidentes Francisco I. Madero y Plutarco Elías Calles, así como del primer jefe de ejército constitucionalista, don Venustiano Carranza, personajes emblemáticos de la Revolución Mexicana.
Ingreso del féretro en la cripta del Monumento a la Revolución. Archivo EL UNIVERSAL.
Al final de la ceremonia una banda de músicos campesinos interpretó “Las Golondrinas”.
Ese día a las 16.30 horas aún se veía una larga fila de personas, en su mayoría campesinos, que cargaban coronas y ofrendas florales, para depositarlas junto al hombre que consideraron su guía.
Reconocimiento internacional
Dos días después del fallecimiento, la Secretaría de Relaciones Exteriores recibió telegramas del expresidente norteamericano, Richard Nixon, quien envió sus condolencias al presidente Díaz Ordaz y a todos los mexicanos.
También llegó el telegrama del entonces secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), U Thant, así como de los ministros de Relaciones Exteriores de las naciones de Argentina, El Salvador, Venezuela, República Dominicana, Brasil, Perú y Colombia.
Algunas de las palabras que describieron al general, según los extractos de los telegramas publicados aquel día en este diario el 22 de octubre de 1970 fueron:
“Honrado, sobrio, idealista. Amigo de los campesinos, representante de la aspiración de los pueblos de América Latina a tener un papel de comunidad autónoma, líder del nacionalismo que luchó contra el subdesarrollo. Su paso por la Presidencia, en una época de grandes riesgos para México, fue el comienzo de una era de tranquilidad política para el país”.
El embajador de la URSS, Igor K. Kolosovsky, acompañado del agregado militar y otro funcionario, concurrió a la ceremonia fúnebre. Archivo EL UNIVERSAL.
Cárdenas también fue apreciado por la Iglesia porque fue quien puso fin definitivo al conflicto entre los cristeros y el gobierno registrado entre 1926 y 1929.
Cuando asumió la Presidencia de la República, en 1934, dijo que al pueblo no podía arrebatársele su religión a balazos y ordenó inmediatamente se abrieran todos los templos y se reanudaran los cultos, de acuerdo con información publicada por este medio el 25 de octubre de 1970.
Gracias al general, miles de republicanos españoles encontraron refugio en México cuando huían de la guerra civil de su país, entre 1936 y 1939. Por esa razón, un grupo de españoles, varios de ellos adultos que habían sido recibidos siendo niños, lo esperaba con coronas de flores y homenajes al pie del Monumento a la Revolución.
Un grupo de republicanos españoles rindió homenaje al ex presidente Cárdenas durante el traslado de sus restos al Monumento de la Revolución. Cortesía.
Una foto de los Niños de Morelia, quienes llegaron a México en junio de 1937 huyendo de la Guerra Civil Española, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas. Cortesía.
- Fuentes:
- Hemeroteca de EL UNIVERSAL
- Murillo-Godinez G. Las enfermedades mortales de los presidentes de México. Med Int Méx. 2019 mayo-junio;55(3):406-424. (https://doi.org/10.24245/mim. v35i3.2372)