La planta baja de este hotel estaba tapizada por dentro con madera, estilo decorativo que perduró en algunos edificios hasta la década de los años setenta. Crédito: Revista Arquitectos de México/Colección Carlos Villasana.
Texto: Carlos Villasana S.
Si preguntáramos por el hotel más prominente de la zona a las personas que caminan por la avenida Juárez, seguro nos señalarían un edificio color crema de 24 pisos de una famosa cadena hotelera y que se distingue por una letra H gris.
Pero no siempre fue así. En los años sesenta la opción más popular estaba sobre avenida Juárez, justo enfrente del Hemiciclo a Juárez: el Hotel Alameda, que se conoció como el “hotel musical” de la ciudad de México.
De las zonas aledañas a la Alameda Central, esta es una en las que más se han visto cambios. Mientras algunos edificios como el ex convento del Corpus Christi o el Palacio de Bellas Artes permanecen en el paisaje desde hace siglos o décadas, otros inmuebles antiguos y famosos no han tenido la misma suerte.
En una de las casas a la izquierda del ex convento del Corpus Christi se instaló la antigua estación radiodifusora de EL UNIVERSAL, hace cerca de cien años. Colección Carlos Villasana.
Una foto de este terreno frente al Hemiciclo a Juárez muestra residencias afrancesadas junto al ex convento. Esto data de la época en que EL UNIVERSAL instaló la estación de radio “CYL” en una de esas casas.
La industria de la radio era tan joven que aún no comenzaban los tratados internacionales que dieron las siglas “XE” a la radio mexicana, según un artículo de este rotativo en 1965. Sin embargo, el Hotel Alameda se levantaría décadas más tarde, cuando ya no había ni viviendas ni radiodifusoras en ese lugar.
Terreno que originalmente sería para oficinas
Para saber más de este hotel, que en su momento fue todo un exponente del lujo para el hospedaje en el centro de la capital, entrevistamos a Daniel Gallardo, quien nos comenta que detrás del edificio de Corpus Christi, casi frente al Hemiciclo a Juárez, estaba la Plaza América, con un pasaje comercial sobre la avenida Juárez y abierto a la circulación de automóviles.
Este rincón de la ciudad era el primer tramo de la desaparecida calle José María Marroquín, que hoy sólo unos pocos defeños recuerdan. Al pasaje y edificios contiguos se les conocía como “Conjunto América”, aparentemente por el edificio de Seguros América, S.A. que ahí tenía su sede.
Sobre avenida Juárez, en dirección de la Torre Latinoamericana, justo después del Corpus Christi se encontraba el edificio de Seguros Americana, cuyo letrero se alcanza a leer en la imagen. University of Wisconsin – Milwaukee Libraries.
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A finales de los años cincuenta, don José Brockman Obregón convenció al Banco Nacional de México, institución propietaria de ese conjunto, para hacer un hotel de 400 habitaciones en uno de los tres edificios, por lo que se asoció con la cadena Western International Hotels de México, relata Gallardo.
Al formar parte del “Conjunto América" fue necesario desarrollar el proyecto en terrenos destinados originalmente a edificios de oficinas, por lo que tenía buenas proporciones para las plantas de cuartos, pero insuficiente y de poca profundidad para las áreas públicas y el piso de la azotea, profundiza nuestro entrevistado.
Dice que la construcción corrió a cargo de los arquitectos José Villagrán García y Ricardo Legorreta entre 1959 y 1961. Estaba ubicado a un costado del ex convento del Corpus Christi, originalmente en el número 42 de la avenida Juárez, pero Gallardo afirma que años más tarde se le asignó el número 50.
Como en muchos otros proyectos de construcción, los obreros trabajaron en condiciones de riesgo para la realización del Hotel Alameda. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
El edificio por sí solo fue noticia desde antes de su inauguración, pues el verano de 1961 un carpintero y un albañil perdieron la vida al caer de grandes alturas por las entonces pobres condiciones de seguridad en la construcción.
A la inauguración asistió el presidente López Mateos
Los accidentes fueron noticia por poco tiempo pues, medio año después, la noche inaugural de este hotel se anunció como un magno evento al que incluso estuvo invitado el entonces presidente de la República, Adolfo López Mateos.
Vista hacia la Alameda Central, 400 habitaciones en 16 pisos y una terraza con club nocturno y piscina, eran parte de la oferta del nuevo Hotel Alameda. Colección Carlos Villasana.
“Acontecimiento extraordinario será la inauguración del nuevo Hotel Alameda”, se leía a finales de noviembre en la columna Cuándo y dónde, de la sección de Sociales de EL UNIVERSAL.
A pesar de que en la misma fecha, 2 de diciembre de 1961, se programó un importante evento social de beneficencia en otro hotel de la capital, al que asistiría el primer mandatario, a la mañana siguiente las páginas de este diario confirmaron que acudió al del Hotel Alameda.
Este era el aspecto de los pasillos que recorrieron los asistentes de la inauguración del Hotel Alameda. Colección Carlos Villasana.
También se resaltó que, en contraste con los mil invitados previstos, los enviados de esta casa editorial estimaron “no menos de tres mil almas, de todos los sectores sociales del país y del extranjero”.
“Al frente (del Hotel Alameda), la Alameda; a la derecha, la ciudad antigua con los volcanes cerrando el Valle; y del lado izquierdo, la inmensidad de la moderna ciudad…”, era el escenario de la noche en que tuvo lugar la ceremonia de inauguración, según lo describió esta redacción.
Gran oferta de música, restaurantes y una alberca en la azotea
Desde su primera noche, el hotel dio acceso hasta su terraza ubicada en el piso 17, que presumía contar con una “soberbia alberca, allá arriba, cercana a las nubes”, en esta década fue de los pocos que la tenían en la azotea. Además de las zonas de terraza para los bañistas, había un bar y un club nocturno con pista de baile.
A diferencia del Hotel del Prado, el Alameda rodeaba el área de su alberca en la terraza del último piso con paredes altas. Colección Carlos Villasana.
El techo de la pista de baile se conformaba por “vidrios en tonos de topacio” que, además de contribuir con luces de color a la atmósfera de fiesta, lograba mantener equilibrio con la vista de la entonces menos contaminada ciudad de México.
El interior del Hotel Alameda destacaba en parte por su sofisticada iluminación, pero también por cuatro salones temáticos para eventos. El Salón Japonés, que tenía arreglos de plantas “perfectos”; el Inglés y el Francés, que compartían un estilo provenzal; y el Gran Salón Romano, más espacioso y con decoración en colores blanco y dorado.
Además de su “ambiente alegre”, la Cafetería La Brasserie daba servicio las 24 horas del día. Eloisa de Luna (Facebook: Hotel Alameda).
También había un restaurante en la planta baja, con una paleta de colores blanco y rojo, así como numerosas macetas con geranios, que en conjunto resultaba alegre a la vista, según la relación de EL UNIVERSAL.
La nota sobre este evento cerraba con expectativas muy favorables a largo plazo: “el hotel Alameda va a tener un éxito muy grande, que superará al de cualquier otro en la ciudad”. Lo cierto es que en los meses siguientes el Salón Romano tuvo reservaciones para grandes eventos sociales y empresariales.
El hotel “musical” de la Ciudad de México
No podemos evitar preguntarnos qué le dio su fama a este hotel, qué lo hizo destacar entre otros famosos de la época, a lo que Gallardo explica que era conocido como el “hotel musical de México“, en un momento de la historia en que todos los sitios en su tipo tenían grupos musicales.
Sin embargo, en algunos, como el Bar La Diligencia del Alameda, todas las noches del año había tres o cuatro agrupaciones musicales, al mismo tiempo. Por este lujo, era el favorito de los hombres de negocios de todo el país, resume el entrevistado.
Podría decirse que La Diligencia era la opción de bar para extranjeros y turistas en busca de ambiente típico mexicano. Eloisa de Luna (Facebook: Hotel Alameda).
Desde los meses previos a la inauguración, se publicaron incluso anuncios en que se buscaban propuestas de canciones originales que pudieran titularse “La Diligencia” para usarse como pieza distintiva de este bar.
Es así que podemos ver en los pintorescos folletos de publicidad del hotel varias imágenes impresas en llamativos colores con fotos de los espectáculos en vivo de los exitosos bares de Juárez número 50.
En la terraza del hotel, el bar Kalapa compartía espacio con la alberca al aire libre y el club nocturno con pista de baile. Eloisa de Luna (Facebook: Hotel Alameda).
Mientras La Diligencia se especializó en un ambiente típico mexicano, con mariachis, redova y conjunto jarocho, el Bar El Camichin presentaba música internacional alegre y de ritmos modernos.
Por otro lado, el Bar Internacional funcionaba como barra privada para banquetes y convenciones, también con la posibilidad de contratar músicos para amenizar, de modo que sólo el Bar Kalapa, de la terraza, no ofrecía música en vivo, quizá porque se compensaba con tener acceso a la pista de baile.
Con el sismo del 85 inició el ocaso del Hotel Alameda
A pesar de que en su inauguración se decía que podía competir con otros titanes del hospedaje, como el Hotel del Prado o el Hotel Regis, que en opinión de Gallardo la población local recuerda con mayor claridad, el Alameda no sólo no perduró, sino que pasó décadas en el olvido mucho antes de su eventual demolición.
El entrevistado relata que después de los sismos de septiembre de 1985, el Alameda quedó gravemente dañado, tanto en su estructura, como en su alberca, que se rompió y provocó que el agua corriera y dañara las habitaciones de los últimos pisos.
Aunque a simple vista pareciera que un poco de mantenimiento habría rejuvenecido al Hotel Alameda, en realidad el daño estructural impedía que retomara sus funciones. Archivo EL UNIVERSAL.
Señala que en general, los muros y columnas se cuartearon. Por fortuna, dice, los huéspedes y empleados pudieron evacuar sin problema hacia la Alameda Central.
Casi diez años después, en 1994, comenzaron unas primeras labores de demolición que sin embargo se vieron interrumpidas por la crisis económica de aquel año. En total, los edificios del Conjunto América, tanto hotel como restaurantes y plaza comercial, pasaron unos 16 años en el olvido.
Esta infografía de EL UNIVERSAL, realizada en 2001, señala la ubicación de los edificios que el GDF decidió demoler, entre ellos el Hotel Alameda. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Fue en 2001 que el gobierno del Distrito Federal puso en marcha un proyecto para recuperar inmuebles del Centro Histórico, conocido como Programa Rescate de la Alameda Central. Así, para abril de 2002 se había logrado con un mes de adelanto la demolición del Hotel Alameda y otras construcciones aledañas.
Sitios como el Museo Memoria y Tolerancia, la Plaza Juárez y el Tribunal Superior de Justicia, llegaron luego del derribo del hotel donde todas las noches sonaba gran variedad de música en vivo, en una época de cambios musicales, moda y esplendor del país.
- Fuentes:
- Revista Arquitectos de México, número 15. Junio 1962.
- Folletos del Hotel Alameda.
- Entrevista a Daniel Gallardo, escritor, investigador y editor de la Revista Regis. Ha participado en diversos proyectos para recuperar la historia del Hotel Regis de la CDMX y del Gran Hotel Ancira de Monterrey.