Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Fotografía actual:
Ruth Gómez
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
Durante el gobierno de Porfirio Díaz se buscaba posicionar a México dentro del mapa de los países progresistas, destacando la industrialización, la conectividad de diferentes regiones y la construcción de edificaciones monumentales como el Palacio Postal, el Palacio de Bellas Artes o lo que hoy conocemos como Monumento a la Revolución.
Tras una licitación fallida y un encargo con el que el proyecto no avanzó, el plan que contemplaba a la estructura que hoy conocemos nació a finales del siglo XIX, teniendo a la cabeza al arquitecto francés Émile Bénard , que para ese entonces ya gozaba de reconocimiento a nivel mundial.
De acuerdo con la información que fue otorgada a esta casa editorial por el Museo Nacional de la Revolución , el Palacio Legislativo de la Ciudad de México, que integraría las cámaras de senadores y diputados, "sería el más grande del mundo después del Parlamento de Budapest en Hungría, aún mayor que el Capitolio de Estados Unidos", motivo por el cual fue fuertemente criticado.
“El proyecto de Émile Bénard para el Palacio Legislativo se caracterizó, como toda su obra de esa época, por un estilo ecléctico –renacentista y una asimetría casi absoluta, pero con soluciones propias y audaces. Propuso una planta casi cuadrangular, en torno a dos cuerpos centrales que formaban una cruz conformando así cuatro cuadrantes cada uno con un patio para iluminar y ventilar todos los espacios.”
“Quienes recorrieron los alrededores de la Plaza de la República durante las décadas pasadas notaron su considerable degradación. No era un paseo agradable: las banquetas casi rotas flanqueadas por espacios abandonados (utilizados como estacionamientos); fachadas mediocres de edificios, y el uso excluyente de una zona roja que por la noche predominó, materializada por la acumulación de hoteles de paso a su alrededor. Entre los fuertes polos urbanísticos como la avenida Insurgentes, el cercano Paseo de la Reforma, el camino a la Alameda y su Hemiciclo a Juárez, hasta llegar al corazón político de México, el Zócalo, se generó casi un vacío, donde circulaban los vientos, pero no los espíritus republicanos, ni revolucionarios.”
Detalle del elevador que incluyó la remodelación del Monumento a la Revolución en el 2010. Foto: Ruth Gómez.
En la actualidad, la Plaza de la República es uno de los sitios donde convive la diversidad de la Ciudad de México: familias y jóvenes la disfrutan por igual ya sea para platicar, comer, bailar, jugar entre las fuentes bailarinas, escuchar música o ver proyecciones audiovisuales al aire libre, teniendo como fondo el Monumento a la Revolución.
Niños se refrescan en las fuentes que rodean el Monumento a la Revolución. Foto CUARTOSCURO.COM
Es común que en el Monumento a la Revolución sucedan eventos y conciertos organizados por el gobierno de la Ciudad de México y por la Sociedad Civil. Archivo de EL UNIVERSAL.
Nuestra fotografía principal ilustra la Plaza de la República y el Monumento a la Revolución en la década de los setenta, cuando la explanada estaba abierta al tránsito vehicular y era utilizada como estacionamiento. Crédito: Libro “Ciudad de México" / Colección Villasana - Torres.
La fotografía comparativa antigua muestra este sitio en los años cuarenta. Colección Villasana - Torres.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres.
Fuentes:
Museo Nacional de la Revolución. Artículo “La revitalización necesaria del Monumento a la Revolución” de Peter Krieger, Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.