Entre los olvidados géneros musicales de antaño se encuentra el cuplé, un tipo de canción española que hoy sonará anticuada, pero que hace más de un siglo dio grandes tumbos hacia el erotismo y sátira teatral.
No sólo recurrió a ligeras metáforas sexuales y de doble sentido, sino que también gozó del privilegio de que puras mujeres lo interpretaran. El cuplé fue dominado por carismáticas artistas que se expusieron al morbo y prejuicio de la España de los años 20; incluso algunas aprovecharon la oportunidad y dejaron su granito de arena por una reivindicación feminista.
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Ya sea que nos topemos con él gracias a algún artículo cultural o que se encuentre escondido entre los discos de nuestros padres, el cuplé merece su tiempo y mención, pues sus letras y exponentes todavía resisten el paso del tiempo.
Canción “La Regadera”, de la obra de revista “La alegre trompetería”, interpretada por Antonia Sánchez Giménez y grabada en gramófono en 1908; años después se extrajo de la obra para cantarla como canción independiente. Este cuplé era de la fase sicalíptica, con un doble sentido sexual, haciendo alusión a la masturbación femenina. Fuente: YouTube.
Los cuplés, canciones de doble sentido y comedia
De acuerdo con el compositor chileno y entonces colaborador de EL UNIVERSAL, Juan S. Garrido, el cuplé español es “canción corta y ligera que se canta en teatro y otros espectáculos, [siendo] poesía callejera de la luz artificial”.
El autor de Un Gran Amor escribió en su columna Buenos Días, Mis Amigos, del 2 de enero de 1974, que aquel jocoso género musical tuvo sus raíces en Francia durante el siglo XIX, siendo una cancioncilla con temas de actualidad o menesteres políticos, rasgo que también se aplicó a su adaptación española, pero con más comedia y cotidianeidad.
Según aseguró Juan Bautista Varela de Vega para la Biblioteca Miguel de Cervantes, otro origen del cuplé proviene de las tonadillas, breves comedias líricas y musicales españolas del siglo XVII, así como de la zarzuela, género teatral de los 1700 que intercaló momentos hablados con canciones.
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En palabras de Carlos Portolés, del sitio AS México, el cuplé es una “canción corta que utiliza una lírica ágil y rápida para desenvolver una sucesión de dobles sentidos y anotaciones cómicas”. Era un polémico espectáculo con temas sexuales, sátiras políticas o sociales y mucho humor.
Pepa Anastasio, en su texto ¿Género ínfimo? El cuplé y la cupletista como desafío, ubicó a La Pulga como el primer cuplé de la historia, cantado por la cantante alemana, Augusta Berges, en el Teatro Barbieri de Madrid, en 1893. Desde ese momento, sólo las mujeres desempeñaron este espectáculo.
A inicios de siglo, no era común que se grabaran las populares canciones de los teatros, así que los mayores éxitos del cuplé se compartían de boca en boca entre pobladores y fanáticos.
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Según lo describió el diario La Opinión, en su edición del 19 de diciembre de 1932, el cuplé “posee gracia, finura, flexibilidad y buen gusto. […] El cuplé bien escrito arrebata a las multitudes porque a unos les brinda motivos para estar de buen humor y a otros les hace recordar penillas muy hondas”.
“En esa canción popular vive el alma del pueblo, la idiosincrasia atormentada por tantas ilusiones rotas. Y el pueblo es agradecido, ama la canción breve, asequible, unas veces frívola y otras sentimental, porque en ella palpitan sus amores e ilusiones”, concluyó el diario estadounidense.
El cuplé no tiene características rítmicas predominantes, sólo el uso de orquesta y una duración entre 2 a 5 minutos. Este género español se consideró bohemio, con curiosas letras poéticas y cotidianas a manera de balada.
Dentro del mismo cuplé se consideraron variaciones; el más conocido y controversial fue el sicalíptico –combinación gramatical entre sífilis y epilepsia–, por fomentar “bamboleos salvajes, casi epilépticos” y depravación sexual sobre el escenario, según recuperó EL PAÍS en 2022. Este tipo de espectáculo duró poco tiempo, entre 1900 y 1911, pero es el más recordado.
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De acuerdo con el medio español, en su nota del 26 de marzo del 2022, el cuplé sicalíptico sería “el reguetón de nuestros abuelos”, por sus temas “picantes” y atrevidos vestuarios de sus cantantes, mostrando desnudos parciales o totales y una actitud desinhibida.
Un artículo de CaninoMag sobre el cuplé sicalíptico lo emparejó con el llamado “género ínfimo”, una corriente teatral española con la “sucesión de varias canciones sin conexión entre ellas” y una explícita temática erótica. Era el movimiento más inmoral y atrevido del espectáculo ibérico.
Las presentaciones sicalípticas eran ideales para hombres de clase media, con doble sentido y erotismo; sus funciones tenían sólo audiencia masculina y cada que llegaban a teatros locales, las miradas más prejuiciosas devoraban a las cantantes, pero también tenían sold out.
Pero, según se recuperó de CaninoMag, los encargados de teatros buscaron atraer más audiencia, incluidas señoritas y esposas, y decidieron bajarle dos rayitas a la carga sexual y picardía del sicalíptico para abocarse más a la anécdota, al monólogo carismático y chusco de las cantantes.
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Así comenzó el periodo más famoso para los cuplés, entre los años 20 y 30, con grandes exponentes y grabaciones en gramófono para la posteridad. Todavía eran polémicos, sexuales y sarcásticos, pero en dosis más controladas.
Canción “El sexo fuerte”, cantada por Carmen Flores y grabada entre 1917 y 1921. “Y cuando se enfada y me da una torta [golpe], me aguanto y me callo, que a nadie le importa”. El cuplé hace referencia al carácter abusivo de un hombre que se aprovecha del dinero de su pareja y, además, la agrede físicamente, aunque ella no quiere dejarlo porque “luego me da coba”. Fuente: YouTube.
En voz de las mujeres, canciones picaronas y cotidianas
En su edición del 5 de marzo de 1922, EL UNIVERSAL describió a las cantantes de cuplé como “apacibles jóvenes honestamente enamoradas de su arte”, aunque también debían aguantar severas críticas morales por mantener un entretenimiento “pecaminoso”.
De acuerdo con este diario, las llamadas cupletistas quedaban a merced de los organizadores de espectáculos, quienes decidían qué repertorio se interpretaba o qué canción debía modificarse para no afectar a nadie, sin libertad artística en sus primeras etapas.
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Las cupletistas no tenían la mejor voz ni eran las más agraciadas de la industria teatral. Juan S. Garrido incluso consideró que la voz “no era necesaria” para ser intérprete de este género musical, pues bastaba tener un gran carisma y personalidad para hipnotizar a la audiencia, cautivando con su forma de narrar las circunstancias románticas o cómicas del momento.
Las presentaciones de cuplé competían con tonadilleras, tiples –cantantes con rango vocal parecido a una soprano, capaces de alcanzar notas altas– y contra las precursoras de rumberas. A pesar de esa competencia, todos los considerados espectáculos “frívolos” tenían gran éxito en teatros españoles, gracias a su breve duración y al carisma de sus artistas.
Entre las cupletistas más relevantes estuvieron Patricia Mena, Pastora Imperio, Carmen Flores, María Conesa “Reina de zarzuela y cuplé”, Consuelo Vello “Fornarina” y Encarnación López “La Argentinita”. Más adelante, Sarita Montiel revitalizó el género y acaparó elogios, pero le siguieron de cerca Lilian de Celis, Olga Ramos y Marujita Díaz.
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Una de las cupletistas que tuvo más presencia en México fue Encarnación López “La argentinita”, con varias presentaciones en teatros nacionales entre los años 20 y 40, llegando a tener exitosas funciones en el Palacio de Bellas Artes con su repertorio de danza y canto.
EL UNIVERSAL ILUSTRADO tuvo la oportunidad de entrevistarla en una de sus visitas a México, en noviembre de 1921. En esa ocasión, la joven artista confesó que su interés por el arte comenzó desde los 8 años, debutando en salones de beneficio español; apenas pocos años después comenzó con los cuplés, que le dieron fama internacional.
Quien también habló con esta casa editorial fue Carmen Flores, el 27 de octubre de 1921. En una breve charla, la talentosa y carismática cupletista aseguró que interpretar ese tipo de canciones era “muy difícil labor”, pues no cualquier jovencita podría triunfar en ese género musical.
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Aunque había importantes exponentes del cuplé para ese momento, Flores aseguró que no tenían una relación cercana o amable entre ellas. La entonces cantante de 26 años comenzó su carrera apenas 8 años antes, gracias al doctor de su pueblo, quien le dijo que tenía gran voz.
Nombres como Pastora Imperio o Consuelo Vello “La Fornarina”, importantes figuras en España, también engalanaron las páginas de EL UNIVERSAL, pero sólo con breves menciones a sus espectáculos en recintos mexicanos o a su faceta como bailarinas, no como cupletistas.
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Con el comienzo de la Guerra Civil Española y la subsecuente dictadura de Francisco Franco, el cuplé quedó prohibido. Fue hasta finales de los años 50 que una cinta pudo revitalizar el género, con un tono más familiar y recatado: El Último Cuplé con Sarita Montiel.
La cinta de 1957 y dirigida por Juan de Ordóñez –un creativo cinematográfico que era perseguido por su homosexualidad–, regresó el cuplé a la boca de todos, gracias al carisma y belleza de la talentosa actriz española y a su historia controversial, pero moralina.
Montiel interpretó a María Luján, una famosa cupletista que se embarca en tormentosas relaciones y queda en ruina por sus excesos. Después de sus años de gloria, algunos amigos intentan regresarla a los mejores escenarios, pero su acelerada vida sólo le permite cantar un último cuplé.
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Su estreno en México fue el primero de agosto de 1957 y EL UNIVERSAL sólo le dedicó elogios a la dirección de Ordóñez y a la “deliciosa” interpretación de Sarita Montiel, quien también se encargó de cantar los temas para la cinta, algo que casi no pasaba en las producciones del momento.
Sarita Montiel como María Luján en “El último cuplé”, cantando “Nena”. Fuente: YouTube.
Semanas después, el 26 de septiembre, este diario sostuvo que al desaparecido género del cuplé sólo pudo salvarlo el cine, pues algunos pequeños teatros metropolitanos en España “pretendieron resucitarlo sin éxito”. La cinta de Juan de Ordóñez lo logró, gracias a la música “que entusiasma cuando se escucha en la pantalla”.
Tras el abrumador éxito de El Último Cuplé, artistas como Lilian de Celis y Olga Ramos tuvieron sus propias victorias en el nostálgico género español. Ya no era tan atrevido y erótico como antes, pero mantuvo su carácter anecdótico y carismático.
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Aunque el cuplé tuvo un nuevo respiro, éste le duró poco y pasó a la posteridad en silencio.
Fragmento de “Aquellos tiempos del cuplé”, con la interpretación de “Amor de muñecos”, en voz de Lilian de Celis. Las cintas de los años 50 pudieron rescatar el olvidado género español, con historias de amor y actos musicales entrelazados en la trama. Fuente: YouTube.
¿Fue una liberación femenina o una reafirmación machista del espectáculo?
Al igual que Juan S. Garrido, la profesora e investigadora cultural, Pepa Anastasio, aseguró que "la gracia del cuplé no residía en la voz de la cupletista, generalmente deficiente, sino en la picardía con la que interpretaba la canción".
El atrevido espectáculo de principios de siglo expuso a sus cantantes al aplauso y deseo de cientos de espectadores. Según recuperó Anastasio en su texto ¿Género Ínfimo?, algunos académicos consideraron que “la posición de la mujer en las tablas refleja y enfatiza el estatuto histórico de la mujer como instrumento del placer masculino”.
En el caso del cuplé, el hecho de que sólo las mujeres interpretaran este característico género musical perpetuó una doble moral, pues sus espectadores podían fantasear y quedar satisfechos en su deseo erótico sin desestabilizar el orden social: eran unas prestadoras de servicios, nada más.
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Pero, a consideración de Pepa Anastasio, la mera presencia de una mujer en un escenario público “ya suponía una amenaza”, pues la frivolidad que había en tales espectáculos dio la oportunidad a que ciertos comentarios feministas se articularan sin represalias, rodeados de gracia y humor.
“Yo adoro el batir rancio del ayer. Soy una infeliz, pero soy mujer”, cuplé de los años 30, de Encarnación López “La Argentinita”, con una directa crítica y representación de los roles que se esperaba cumplieran las mujeres del momento, aunque eso las hiciera infelices. Fuente: YouTube.
Otra de nuestras fuentes, un artículo de Isabel Nieto para The Objetive, visualizó a las cupletistas de comienzos de siglo como mujeres ajenas al rol femenino tradicional, pues no actuaban como madres o esposas que requería la sociedad, sino como desahogos teatrales que divertían al groso masculino.
En ese mismo texto, Nieto recuperó el punto de vista de Gloria G. Durán, doctora en Bellas Artes y experta en “cultura subterránea”, quien consideró al cuplé más como un empoderamiento femenino que como una cadena de machismo, pues su intérpretes “rompían códigos de género y se comportaban de un modo sorprendente y sorpresivo; ahí es donde está la subversión”.
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Aunque los espectáculos del género ínfimo eran para audiencia masculina, el cuplé permitió a algunas mujeres exponerse con una personalidad transgresora y atrevida, además de dar independencia económica y empresarial a algunas de sus intérpretes.
En las presentaciones ínfimas también se habló de temas sociales delicados, en un tiempo donde todavía existían bloqueos legales para la equidad de género.
“Todo al revés”, de Encarnación López. “Aunque a algunos les parezca que soy una exagerá, con el femi-feminismo, todo eso llegará”, recita la cantante; “él irá mirando al suelo, ella irá como un mastín”, haciendo alusión a la sumisión que vivían las españolas de los años 20. En su canción, ahora sufrirán los hombres. Fuente: YouTube.
Y por curioso que parezca, había cuplés feministas, en pleno inicio del siglo XX. Encarnación López, “La Argentinita”, cantó algunas de las canciones más progresistas del momento, como La Vida de una Mujer, con evidentes guiños a la formación machista en España, como educarse para ser esposa y convertirse en un mero soporte moral del hogar.
Otra demostración feminista dentro del cuplé fue Todo al revés, de 1922 y también del repertorio de “La Argentinita”, con una explícita letra: “siguiendo así las cosas, lo mismo que ahora van, muy pronto las mujeres al hombre sufrirán […] y cambiados los papeles, será el hombre la mujer”.
A más de 100 años de su surgimiento, el cuplé permanecerá con una dualidad machista-feminista, pues sí aprovechó el morbo y erotismo de varias cantantes para divertir a sus ávidos espectadores, pero también dio paso a mensajes que pudieron inspirar a alguna esposa o hija a no ser tan devota de sus roles sociales y aventurarse sobre un escenario.
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Pocos géneros tienen la característica de ser entonados sólo por mujeres y todavía menos alguno tan polémico como el cuplé. Hoy ya estamos lejos de los escándalos y prejuicios por las canciones con doble sentido que cantaban las cupletistas, pero sería bueno escucharlas de nuevo, tal vez nos diviertan tanto como lo hicieron hace un siglo.
- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Anastasio, P. (2007). ¿Género ínfimo? El cuplé y la cupletista como desafío. En Journal of Iberian and Latin American Studies.
- Anastasio, P. (2009). Pisa con Garbo: El cuplé como performance. En Trans, Revista Transcultural de Música.
- Barreiro, J. (22 de julio 2011). Los contextos del cuplé inicial, canción sicalipsis y modernidad. En Javier Barreiro (blog).
- Hernando, S. (26 de marzo 2022). El cuplé sicalíptico fue el reguetón de nuestros abuelos. En EL PAÍS.
- Morales, G. (20 de agosto 2018). El cuplé, historias de la frivolidad. En El Salto.
- Nieto, I. (31 de octubre 2018). Cupletistas, música, erotismo y subersión femenina. En The Objective.
- Portolés, C. (16 de febrero 2023). Qué es un cuplé, cuál es su origen y significado y quiénes lo cantan. En AS.
- s.a. (12 de diciembre 2023). ¿Qué es el cuplé, género musical español?. En El Imparcial.
- s.a. (23 de septiembre 2021). El cuplé, música popular en España a principios del S. XX. En Camino de música.
- s.a. (13 de abril 2017). El género ínfimo, destape en el siglo XIX. En CaninoMag.
- s.a. (16 de mayo 2019). Las reinas del cuplé en los años 20. En Escuela de Ateneas (blog).
- Velasco, A. (30 de marzo 2019). El último cuplé (1957): un desafío femenino en el cine del franquismo. En Revista Historia Autónoma.