David Alfaro Siqueiros (sentado en el piso) y sus colegas del Taller Experimental de Nueva York, E.U, fotografiados en el año de 1936. Archivo EL UNIVERSAL.
Texto: Oscar Pérez Canjura
El famoso muralista David Alfaro Siqueiros colaboró por primera vez en EL UNIVERSAL ILUSTRADO en la etapa final de su primer periodo como dibujante, pintor y acuarelista. Todavía lo separaban del muralismo tres años, un viaje a Nueva York donde visitó a Orozco, y otro a Europa en el que conoció al también muralista Diego Rivera.
Las páginas de EL UNIVERSAL ILUSTRADO atesoran, de este primer período, tres portadas a la acuarela y cuatro dibujos, así como colaboraciones junto con Gabriel Fernández Ledesma, cuyo hermano, Enrique, era poeta, quien también participaba en El ILUSTRADO o “semanario artístico popular”, siendo Xavier Sorondo, director de dicha publicación.
David Alfaro Siqueiros contaba con poco más de 20 años al iniciar su carrera, pero antes del muralismo experimentó con el dibujo y la acuarela. Aquí con su abuelo. Archivo EL UNIVERSAL.
El primer período plástico de Siqueiros fue de 1911 a 1920, se trata de “un grupo de obras poco conocidas, constituido por óleos, pasteles, acuarelas y dibujos”, como ha dicho el historiador Xavier Moyssén en su ensayo “Siqueiros antes de Siqueiros”, publicado por la UNAM en 1976.
“Son los años formativos antes de que el artista alcanzara una expresión personal dentro del arte; no se quiere decir con esto, de manera alguna, que a Siqueiros le haya faltado personalidad dentro del período que aquí se presenta, lo que se ha querido señalar es que aún estaba ausente lo que habría de caracterizarle después: un arte con formas propias y con una finalidad conscientemente asumida…”, se lee en aquel ensayo.
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Las páginas de "El ILUSTRADO" de 1919 y los altos murales del Polyforum dan fe de la evolución y crecimiento de Siqueiros como artista. Hemeroteca y Archivo EL UNIVERSAL.
Según Moyssén, durante su primer período, Siqueiros pintaba sobre todo retratos. Se conoce el retrato de su Padre Cipriano; un autorretrato de 1915, y un autorretrato al pastel, de 1916, cuando Siqueiros tenía 20 años y acudía a la Escuela de Pintura al Aire Libre en Santa Anita, fundada por Ramos Martínez.
A los 11 años pintó una imitación del “cielo raso” de su casa de infancia, consistente en unas rosas y unos ángeles; una imitación a mayor escala de la Virgen de la Silla de Rafael. Siendo el pintor todavía adolescente, realizó un notable dibujo póstumo del actor Cardona. A los catorce años entró a Bellas Artes, en clases nocturnas; y siendo así de joven, en 1911 participó en la huelga por la renovación del plan de estudios de dicha institución. Del mismo año se conserva un cuadro de tema campesino.
Xavier Moyssén también escribió en 1976 que en torno a este primer periodo “se ha tendido una cortina de silencio, pretendiendo ignorar los valores que encierra; actitud asumida incluso, por parte del mismo artista, el cual tan proclive que era hablar de sí mismo, nada dijo respecto a las obras que aquí se presentan.”
Pero un año más tarde, en 1977, Siqueiros, en sus memorias editadas por Grijalbo y tituladas "Me llamaban el Coronelazo", habló de estas obras. Son bien conocidas las portadas que Siqueiros hizo sobre la bailarina Anna Pavlova en EL UNIVERSAL ILUSTRADO, como se publicó en el Mochilazo Las piernas rusas que enamoraron a México , escrito por Mauricio Mejía Casitllo, publicado en enero del 2018.
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Siqueiros recuerda en aquel libro que fueron, el de Pavlova y otra bailarina, sus primeros dibujos remunerados: “En ambos casos, mis esquetches sobre sus respectivas danzas fueron expuestos en los vestíbulos de los teatros. El de la Pavlova me lo entregó ella misma, en el estrado del teatro y consistió en una reluciente moneda de oro de cincuenta pesos… Creo que un poco más tarde, uno de mis dibujos de la Pavlova, de aquellos que merecieron el premio, fue publicado en la carátula de EL UNIVERSAL ILUSTRADO…”.
La icónica bailarina rusa, Ana Pavlova, le pagó 50 pesos de hace cien años a Siqueiros por la acuarela en que inmortalizó su figura y sus movimientos. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Siqueiros también recuerda que después pintó a otra bailarina, la Tórtola Valencia, y dice:
“¿Qué explicación, frente a mi obra pictórica posterior, podría dársele al hecho de que los primeros premios que se me otorgaron fueron por dibujos de danzarinas en acción? No cabe duda de que ese interés mío, independientemente de cualquier otra consideración sobre mi obra misma, implica ya una preocupación por la dinámica, por el juego activo de volúmenes activos en el espacio quinético. Una inconformidad subjetiva, aún imprecisa, pero real, el volumen estático en el espacio detenido. Los volúmenes en movimiento de danza me mostraban sin duda alguna, la necesidad de esas superposiciones.”
La portada del 7 de febrero de 1919, “Bailarina Oriental”, captura el instante del salto; el movimiento es crucial y tal como lo dice, “el volumen estático -aunque se sabe que se ha movido- en el espacio quinético.”
Las portadas de "EL UNIVERSAL ILUSTRADO" en los años 20 se distinguían por su arte a color, en este caso, del pincel de Siqueiros. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Este rasgo, que llegaría a ser tan distintivo y propio de Siqueiros, se nutrió positivamente en los años siguientes con la escuela metafísica de Giorgio Chirico y de los futuristas italianos, como Carlo Carrá. De Siqueiros llegaron a ser distintivas las curvas, las composiciones esféricas y los cuerpos redondeados, lo que supo complementar con las rectas punzantes.
En Siqueiros Vida y Obra la historiadora argentina Raquel Tibol escribió en 1973, para la colección Metropolitana, que la influencia italiana en Siqueiros le brindó “proposiciones teóricas: revaloración del plano pictórico, síntesis del tiempo y del lugar para incorporar el movimiento; expresar plásticamente el factor tiempo, revolucionar la estructura multiplicando los puntos de vista; utilizar para la composición las leyes de la perspectiva esférica y representar los conflictos y las relaciones humanas.”
La mancuerna Siqueiros - Ledesma
Siqueiros y Gabriel Ledesma ilustraron con 12 dibujos la edición especial del poemario de Enrique Ledesma, titulado Con la sed en los labios. Destaca entre ellos una estampa del rostro de Jesucristo, donde Siqueiros lo traza barbudo y flotando sobre un caldero -acaso un sahumerio, pues el incienso representa la oración-, para el poema "La oración del poeta".
El 3 de enero de 1919 Siqueiros presentó dos dibujos. En uno de ellos se observa al Kaiser presa del pavor, entre los cráneos de las víctimas. El otro dibujo es de lo más original; una alegoría sobre el año nuevo, del cual Moyssén nos dice que, el niño con el gorro frigio, sobre un extraño vehículo, llevado por un caracol, apela a la lentitud del tiempo; y el Cristo decapitado y la Iglesia destruida de fondo representan las pérdidas materiales y espirituales que la guerra trae consigo.
El dibujo del centro es la visión que tenía Siqueiros de Jesucristo, a la que dio forma para el poema "La Oración del poesta". Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Siqueiros estuvo en Guadalajara hasta 1917, como militar carrancista, allí interactuó en el círculo bohemio con Amado de la Cueva, Xavier Guerrero y José Guadalupe Zuno.
Siqueiros (el quinto de derecha a izquierda) y algunos oficiales de la División de Occidente, durante la época de la Revolución Mexicana. Archivo EL UNIVERSAL.
Al regresar a la Ciudad de México en 1918, Siqueiros “pintó -escribe Moyssén-, sobre todo retratos y se dio a conocer como artista gráfico, como dibujante de ilustraciones para libros y revistas, con una producción novedosa en relación con lo que había hecho hasta entonces.” De esta época datan las colaboraciones aquí presentadas.
Para 1919, Alfaro Siqueiros ya había sido militar constitucionalista y antes de acabar el año partió a Nueva York y de ahí a Paris, donde se encontró con el también reconocido muralista Diego Rivera.
David Alfaro Siqueiros conoció a su colega y compatriota Diego Rivera (en medio) fuera de México, durante el viaje que hizo a París. Archivo EL UNIVERSAL.
Su paso por EL ILUSTRADO
Para 1919, David Alfaro Siqueiros ya había sido militar revolucionario -comenzando con la leva de Huerta, para luego volverse carrancista-, llegando a oficial del estado mayor de General Diéguez, quien fuera Jefe de la División de Occidente y gobernador de Jalisco.
Así, lo que Siqueiros hizo después de pelear contra los villistas, y antes de lanzarse a los museos y las vanguardias europeas, fue colaborar gráficamente para el ILUSTRADO.
Por la época también ilustró narraciones del Abate Mendoza y poemas de Alfonso Carmín en la revista Álbum Salón. Ilustró también Revistas de Revistas, donde destaca su dibujo a tinta, La niña de los girasoles. También ilustró y puso viñetas al libro Bélgica en paz, de Francisco Orozco Muñoz.
A pesar de su labor como ilustrador, se suele restar carácter o identidad a esas obras. Pero, al contario, podrían demostrar la exacta transición del “engendro de pintor” -como Siqueiros se nombraba a sí mismo en su primera etapa-, al gran artista plástico que comenzaría a ser tras 1921, como lo demuestra no solo su actividad pictórica, sino teórica; pues desde París envió, el 9 de junio, un artículo para el ILUSTRADO, titulado “Diego Rivera. Pintor de América. Por el acuarelista David Alfaro Siqueiros”.
Allí hizo una cronología de la vida de Rivera, desde 1906 hasta 1921. De 1906 a 1910, dice Siqueiros, Rivera “perdió cuatro años en la Academia de Bellas Artes de México.” El artículo funcionó como el anuncio del regreso de Rivera a México, “que tendrá la importancia de una aclaración fundamental en nuestro opaco medio artístico,” aseguraba Alfaro Siqueiros.
En los dibujos que le publicó esta casa editorial, Siqueiros demostró el dominio de la estética de moda, el Art Nouveau. Archivo EL UNIVERSAL.
Las composiciones más interesantes dentro del ILUSTRADO las presentó Siqueiros el 15 de noviembre de 1918, cuando, bajo errata, se publicó:
“Los dibujos de Daniel Alfaro Siqueiros”.
Dicho artículo vaticinaba que Siqueiros, “muy joven aún, definiría rápidamente su personalidad. Hay en él la madera de un pintor y un dibujante diestro y fuerte.”
Se trata del dibujo El triunfo de la Gracia sobre la Fuerza, hecho en el horizonte de la naciente Gran Guerra, lo que explica el tema y la metáfora.
En la composición, la línea es decidida, impera, ya con maestría, la lógica muscular en el cuerpo del desmembrado; prueba es esta del provecho que Siqueiros obtuvo de las clases de desnudos, donde incluso él y sus compañeros posaban con tal de que hubiera más modelos.
Esta obra la veo como una frontera; si hubo un “Siqueiros antes de Siqueiros”, este dibujo sería el “Siqueiros encontrando a Siqueiros”. El cuerpo mutilado, impactante, crudo y extendido, es el verdadero Siqueiros; la dama, en Art Nouveau, representa -evitando con la mirada al decapitado, mas sujetando su cabeza como una actualizada hija de Herodes-, un gusto, una estética, una moda; un modernismo identificado más en la gráfica de Carlos Neve, Saturnino Herrán y Roberto Montenegro, que en Siqueiros.
"El triunfo de la Gracia sobre la Fuerza", dibujo que abre una ventana al "nacimiento" del estilo gráfico de Siqueiros. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
En la misma plana apareció el formidable dibujo Las calaveras de azúcar, donde los rasgos indígenas son ya distintivos de la plástica de Siqueiros, pues desde sus estudios tempranos en la Academia de San Carlos ya los buscaba más que a los caucásicos.
Vemos en esta obra cómo una joven sujeta la cuerda de saltar con la mano derecha; interrumpiendo su juego para comprar una calavera de azúcar a una comerciante, cuya forma está hecha una sola con su vestido. La vendedora mece a su bebé con los brazos cruzados en equis; su boca está abierta, como si lo arrullase.
"Calaveras de azúcar" es un dibujo de Siqueiros anterior a los años 20, que prueba su preferencia por los rostros de razgos indígenas. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Es curioso que el árbol del fondo tenga una valla, como para evitar torceduras. Junto con el detalle del fuerte abrazo de la madre, y el árbol protegido, se podría sugerir cierta defensa a las tradiciones, similar a las bellas cosas del pueblo, como las calaveras de azúcar.
En estos dos dibujos Siqueiros puso “lo real-nacional” frente a “lo burgués-importado”. El desmembrado expresionista frente a la dama art nouveau; a la vendedora indígena -casi vuelta una escultura, a través de la comprensión del genio del arte mexicano antiguo-, delante, nuevamente, de la niña modernista.
Estas obras presentan y encaran, por la mitad, exactamente, a uno y a otro Siqueiros; por esto, al presentarse los dos, se puede concluir que son el posible nacimiento de su estilo. Son obras muy significativas.
- Fuentes:
- Moyssén, Xavier. Siqueiros antes de Siqueiros, ensayo publicado por la UNAM, 1976.
- Alfaro Siqueiros, David. Me llamaban el Coronelazo. Editorial Grijalbo.
- Hemeroteca EL UNIVERSAL.