Señor elegante en bicicleta la esquina de las avenidas San Juan de Letrán y Juárez a inicios del siglo XX. Colección Carlos Villasana.
Texto: Ruth Gómez y Carlos Villasana
Las bicicletas rodaron por primera vez en México en 1869, cuando arribaron desde Boston, Estados Unidos, pero al principio no eran tan populares. Según información del Archivo General de la Nación (AGN), su diseño era difícil de manejar y, además, el país estaba envuelto en una complicada situación política que terminó en pocos meses con el furor que había causado aquella invención.
El AGN detalla que a finales del siglo XIX este aparato llegó al país con otro diseño en el que resaltaba una enorme rueda delantera que se popularizó con rapidez, en especial en las ciudades. Incluso José Guadalupe Posada realizó grabados donde personajes de la época andan en bicicleta, acompañados de textos que hacen referencia a aquellos tiempos.
Grabados de José Guadalupe Posada publicados en “José Guadalupe Posada: ilustrador de la vida mexicana” en 1963, en uno de ellos se puede leer “Hay te va la Bicicleta, todos dicen por la calle, a andar como en carretela, vamos a hacer un ensaye. Aunque me rompa una pierna, un papelero que es poeta, conquistó mi corazón, montado en su bicicleta, salió de la redacción dando vueltas cual ruleta”. Cortesía Rogelio García-Mora Pinto.
En 1896 una polka llamada Las bicicletas del autor Salvador Morlet contaba la novedad que circulaba por las calles mexicanas :
“De las modas que nos llegan de París y Nueva York, / hay una sin igual que nos llama la atención. / Son las bicicletas que transitan de Plateros a Colón, / y por ellas han olvidado la sombrilla y el bastón […] / Las bicicletas, niña hermosa, son las que andan por ahí, / ellas corren muy veloz igual que el ferrocarril. / Vámonos a la Alameda a pasearnos por ahí, / y ahí compartiremos con muchísimo placer”.
En entrevista, el investigador Rogelio García-Mora Pinto explica que esta composición es de las pocas que narran las primeras andanzas de este aparato, también hay menciones en los diarios de la época y en las crónicas de Ángel de Campo, mejor conocido como Micrós, “son pocas las fotografías en este período en general de la historia mexicana”.
Según el arquitecto y coleccionista de bicicletas llegaron por barco o por tren a mediados del siglo XIX , como propiedad de personas de alto poder adquisitivo que podían viajar y las trasladaban desde Estados Unidos o Europa.
Un ciclista en Montreal, Canadá, en 1885 y otro que recorre las calles de la CDMX más de un siglo después. Fotos: Wikimedia Commons y Archivo EL UNIVERSAL. Diseño web: Alejandro Sandoval.
Al poco tiempo, las bicicletas eran competencia directa de las calandrias, caballos , mulas y burros , pues los automóviles aún no eran parte de la vida capitalina. En 1918 este diario informaba que los gendarmes de la ciudad ya se adiestraban en el uso de bicicletas y motocicletas para mejorar el servicio de vigilancia en la ciudad.
Debido al caos que se generaba con todos los transportes en ciertas partes del centro de la capital, las autoridades locales empezaron a regular el tránsito en las calles, incluyendo a las bicicletas.
Bicicleta entre varios transportes en Cinco de Mayo, años veinte. Colección Carlos Villasana.
En 1921 se anunciaron en las páginas de EL UNIVERSAL las infracciones que vendrían con la reorganización del tráfico de la ciudad : las bicicletas tendrían que pagar entre 1 y 10 pesos si extraviaban sus sellos y placas de registro, desobedecían señales de tránsito, faltaban a los policías o no portaban luces.
Para esta época se frenaba con la llanta delantera, Rogelio describe que el freno era una especie de puño de goma que bajaba del manubrio hacia la parte superior de la llanta delantera, se accionaba con una palanca ubicada en el manubrio, después llegaron los frenos de varilla.
De acuerdo con el especialista, ya entrado el siglo XX varias empresas, principalmente estadounidenses e inglesas, empezaron a mandar cargamentos de bicicletas a la ciudad para posicionarlas en tiendas de importaciones junto con productos de la Revolución Industrial que prometían hacer más “eficiente” el trabajo, como las máquinas de escribir o de coser.
Las bicicletas se ofrecían para hacer servicios de mensajería (como el correo o telégrafo), a despachos de abogados o vendedores de productos en específico que las ocupaban para transportar o repartir sus artículos.
Rogelio narra: “en general, la compra de bicicletas durante toda la primera mitad del siglo XX incluyó la compra de particulares que las usaban para pasear (...) Se hicieron clubes de ciclismo, principalmente extranjeros, como el club alemán o el club español, estos tenían sus uniformes y logotipos, se reunían a rodar por la ciudad o en competencias internas en los hipódromos”.
Los primeros grupos ciclistas estaban conformados por comunidades de extranjeros en México ; sin embargo, años previos al Porfiriato existió el " Union Cycle Club " que agrupó a la diversidad de ciclistas que existían en la capital.
El especialista comenta que en esa época se hicieron grupos ciclistas de diversos oficios para competencias y también de amistad, como carteros, voceadores, telegrafistas, panaderos, entre otros, que portaban uniformes en varios eventos.
A su vez, se hicieron grupos deportivos que se juntaban en los hipódromos para “echar carreritas”, destacaba el Club Ciclista "Centenario" hacia 1910. Para la década de 1950, ya había un interés generalizado por el ciclismo:
“Hacia mediados del siglo XX se hizo una verdadera revolución ciclista con el periódico ESTO, que bajo el interés del Coronel García Valseca, fomentó el ciclismo deportivo creando hasta las famosas clínicas de ciclismo en ciudades grandes, chicas y hasta pueblitos, ahí hubo gran cantidad de clubs ciclistas que hicieron historia como ‘Pedal’ y ‘Fibra’ y las famosas ‘Vuelta a México’ que trajo grandes ciclistas internacionales”, cuenta Rogelio.
Crónicas del diario “Esto” acerca de diversos grupos de ciclistas a lo largo de los años 30 y 50 del siglo pasado. Cortesía Rogelio García-Mora.
Los primeros videos que Rogelio recuerda haber visto de una bicicleta en la ciudad corresponden a pequeños fragmentos de registros de la vida en el centro. Sin embargo, la presencia de este medio de transporte en el cine nacional empezó a ser muy común a mediados del siglo XX.
Germán Valdés paseando en una bicicleta con Ana Martín en la película “El Ángel y yo”.
Tin Tan interpretando la canción “panadero con el pan” en una bicicleta que conoce como “bici de panadero”.
Personajes que interpretaron Tin Tan o Cantinflas usaban la bicicleta como parte de sus oficios o trabajos: en "El bombero atómico" (1950), con Cantinflas, en una escena un voceador lee y fuma a bordo de su bicicleta por el Ángel de Avenida Reforma.
En "¡Ay amor, cómo me has puesto!" (1951), Tin Tan interpretó la icónica canción del "panadero con el pan"; en "El campeón ciclista" (1956) Germán Valdés pasa de repartidor de periódico a deportista en el viejo velódromo; en "El Ángel y Yo" (1966) se puede ver la Ciudad recorrida en bicicleta en donde estaba la Diana Cazadora y ahora está la Estela de Luz, entre otras colonias de la ciudad.
Tarjeta de circulación de la marca Gloria de la propiedad de Ricardo Felipe Campos, quien vivía en San Juan Nicolás y Acueducto. Cortesía Rogelio García-Mora Pinto.
Diversas placas que debían portar las bicicletas en el siglo pasado. Cortesía Rogelio García-Mora Pinto.
En la primera mitad del siglo XX aparecieron las "agencias de bicicletas" que distribuían marcas en específico y algunas contaban con un taller de compostura o adaptaciones. En ocasiones también ofrecían las bicicletas en préstamo.
A diferencia de lo que es visible hoy en día, en las primeras décadas de este transporte en México, los diseños de las bicicletas particulares y las del servicio público eran muy parecidas y, en su mayoría, eran de 26 o 28 pulgadas de diámetro.
Entre las variaciones más evidentes estaba que las bicicletas para mujeres tenían una modificación que permitía a la usuaria portar una falda, mientras que las diferencias más claras entre las bicicletas dedicadas a un oficio y las particulares era la calidad de los materiales de los accesorios, la pintura y cantidad de velocidades, así como las formas de los manubrios o los frenos de contrapedal.
Un hombre y una mujer pasean en bicicletas en esta imagen de 1887. Foto: Wikimedia Commons.
El especialista afirma que hoy es más fácil encontrar bicicletas antiguas de mujer que de hombres, ya que las mujeres tenían poca libertad de salir a rodar en sus bicis y “en algunos casos se encuentran hasta con llantas nuevas”.
En cuanto a las bicicletas para niños y niñas eran una copia de las grandes a pequeña escala, pero ya en la segunda mitad del siglo XX, los diseños para infantes fueron más atrevidos en formas o colores.
Rogelio comenta que, de hecho, entre los 60 y los 80, los días de Reyes eran especiales para las bicicletas ya que se vendían en la Alameda y en varias tiendas de juguetes en el Centro Histórico:
“Se veían colgadas bicicletas y triciclos por todas partes, había una tienda de bicicletas sobre Eje Central y Viaducto (...), hacia el sur de la ciudad había otra en Insurgentes, casi con Río Magdalena que igual que las otras se iluminaban con sus bicicletas y triciclos afuera, todo lo anterior duraba hasta la medianoche donde de últimas los ´Reyes´ pasaban a comprar”.
Agencia “El Mago”, anuncio del 15 de junio de 1933. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.
30 de marzo de 1933. Bicicletas de alquiler de turismo, carrera y para señoritas. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.
Rogelio comenta que a pesar de que la capital se adaptó al uso del automóvil, desde su llegada en el siglo XX, en los últimos 15 años los grupos de ciclistas han demandado y logrado que se avance en la seguridad vial tanto para los ciclistas como para los peatones.
Para Rogelio, las mejores y más resistentes bicicletas del siglo pasado fueron las "Turismo" de rodada 28” con doble tubo, que comúnmente son llamadas “ de panadero ”:
“Desde mi punto de vista fueron las que impulsaron el ciclismo y la economía local de todo nuestro país, estas eran las de oficio, de peregrinos, las que más adaptaciones tuvieron y hasta placas y tarjetas de circulación, porque fueron reguladas por la primera dirección de tránsito del DDF en los años 30”.
Bicicleta del siglo XX que tenía un faro de luz y su clásica corneta. Cortesía Rogelio García-Mora Pinto.
En 1935, en una plana de “inventos y curiosidades” del diario, se anunciaba que “cualquier bicicleta puede ser convertida en aparato gimnástico para ejercitar los músculos de las piernas, con sólo adaptarse un soporte a la rueda posterior”. EL UNIVERSAL ILUSTRADO.