Uno de los líderes más relevantes en la historia mundial fue Vladimir Ilich Ulianov, conocido bajo su seudónimo Lenin, principal impulsor del bolchevismo en el ideal comunista ruso.
El líder ideológico de la Revolución de Octubre sufrió severos episodios de estrés y ansiedad durante su activa participación para formar la Unión Soviética, sin mencionar el intento de homicidio que enfrentó en 1918 y que le dejó balas alojadas en cuello y torso.
Lenin padeció de insomnio, mareos, prolongados dolores de cabeza y desvanecimientos, los cuales se agravaron a inicios de 1920 y se le recetó alejarse de la política para mejorar su condición. En sus últimos meses de vida sufrió algunos infartos cerebrales, perdiendo habilidades motrices, como escribir y hablar con normalidad.
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El gobierno soviético cuidó encarecidamente del líder bolchevique y lo trasladó al poblado de Gorki, a pocos kilómetros de Moscú, donde pareció prosperar con un diagnóstico alentador, por lo que su muerte el 21 de enero de 1924 –hace 100 años– tomó por sorpresa a muchos.
Pesar por la partida del líder soviético
Conocido en EL UNIVERSAL como “Nicolás Lenine”, esta casa editorial informó sobre la muerte del máximo líder de la naciente URSS en su edición del 23 de enero de 1924. Según el reporte, sus vasos sanguíneos se “congestionaron” y presentaron rupturas mortales.
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El escritor Alekséi Maksímovich, quien usó el seudónimo Máximo Gorki, lamentó la muerte del ídolo soviético. “Si las nubes del odio, las nubes de la mentira y de la calumnia oscurecieran su nombre, no importaría. Ningún poder temporal podría apagar la luz de la antorcha que Lenin levantó en las tinieblas de este mundo”, comentó el autor ruso.
La información sobre su fallecimiento tardó algunas horas en hacerse pública. El entonces presidente del Congreso de los Soviets, Mijaíl Kalinin, expresó frente a los delegados que su único propósito ahora debía ser el “conservar las conquistas que creó Lenin”.
Esta casa editorial informó que el cadáver de “Lenine” estuvo varios días en la capilla ardiente de los Soviets para que los habitantes despidieran al líder de su revolución.
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Cerca de 500 mil personas visitaron el reposo fúnebre del político soviético durante poco más de una semana; algunas experimentaron ataques de histeria, desmayos y llantos incontrolables frente al cuerpo.
Para el domingo 27 de enero se realizó un paro de labores nacional que duró cinco minutos, mientras los transmisores de radio emitían la frase “Lenin ha muerto, pero su obra continúa”, como un homenaje a su memoria.
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De acuerdo con la información de EL UNIVERSAL, en sus páginas del 2 de febrero del 24, el entonces mandatario mexicano, Álvaro Obregón, se convirtió en el primer presidente en expresar su pésame al pueblo soviético tras la muerte del bolchevique.
“Estamos apesadumbrados [en México] por la muerte de Lenin, el líder de los movimientos laboristas internacionales”, fue el mensaje que Obregón envió al Congreso de los Soviets. Esta casa editorial afirmó que las palabras del general Obregón fueron las primeras en provenir de un gobierno oficial para lamentar la partida de Vladimir Ilich Ulianov.
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Aunque el mismo líder bolchevique pidió ser enterrado junto a su madre, el entonces secretario general del Partido Comunista, Iósif Stalin, ordenó embalsamar su cuerpo y construirle un mausoleo a las afueras del Kremlin, donde todavía permanece para recibir las miradas de miles de curiosos.
El cerebro de Lenin, "casi" idéntico al de los demás
“El primer hombre célebre cuyo cerebro ha sido examinado microscópicamente a base de principios modernos es el de Lenin”, palabras de EL UNIVERSAL en su edición del 24 de febrero de 1929, cinco años después de la muerte del revolucionario comunista.
Luego del fallecimiento, especialistas soviéticos extrajeron el cerebro de Lenin para ejecutar una autopsia a profundidad, pero también para identificar lo “especial” de su materia gris, esperando que el órgano tuviera alguna diferencia que confirmara su genialidad.
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De acuerdo con las primeras observaciones, el revolucionario tuvo ateroesclerosis –bloqueo o endurecimiento de arterias–, lo que provocó daño en vasos sanguíneos y hemorragias cerebrales, todo a causa de una “actividad mental exagerada”, según recuperó EL UNIVERSAL.
A pesar del diagnóstico, no faltaron los rumores sobre la muerte del líder soviético, como la posibilidad de que padeciera sífilis, dada su parálisis, pérdida de habilidades y tratamiento que los médicos le recetaron –arsénico y yoduro de potasio–, utilizado contra enfermedades venéreas. Otros dicen que se suicidó o que lo envenenaron, pero no hay pruebas concluyentes.
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Para contar con un estudio más elaborado sobre su cerebro, el gobierno soviético contrató al neurocientífico alemán, Oskar Vogt, para analizar la materia gris del revolucionario y se construyó todo un instituto de investigación cerebral para albergar sus prácticas.
Como todo buen secreto soviético, escasea la información detallada del estudio neurológico de Lenin, pero Vogt aseguró que el órgano encéfalo del líder bolchevique tenía neuronas piramidales más grandes y en mayor cantidad que el promedio.
Aunque las funciones de esas células varían según el sitio donde se localicen, el especialista en neurología lo relacionó con la habilidad de Lenin para pensar rápido y con su gran capacidad intelectual, pero hoy en día tales conclusiones son muy debatibles.
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A un siglo de la muerte de Lenin, su legado e influencia en la política moderna lo mantiene vivo y como uno de los personajes más importantes en la historia, aunque su cerebro fuera –casi– idéntico al de todos los demás.
Recuento de la vida y muerte de Vladimir Ilich Ulianov. Existió la declaración no confirmada que, durante su estadía en Gorki, Lenin pidió pastillas de cianuro para terminar con su dolor, pero los doctores insistieron en aminorar sus síntomas hasta su muerte. Fuente: YouTube.
- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Bentivoglio M. (1 de noviembre 1998). Cortical structure and mental skills: Oskar Vogt and the legacy of Lenin's brain. En Brain Res Bull.