Texto: Marco Salas
En Europa durante el medioevo, las beguinas fueron agrupaciones de mujeres que trabajaron con los enfermos pobres y víctimas de lepra, sin pedir limosna como acostumbraban otras organizaciones religiosas. Se les ha considerado las antecesoras de las enfermeras por ser el primer grupo organizado de mujeres al cuidado de otros en la historia.
En esa época la mujer gozaba de menos privilegios que el hombre. Se pensaba que su valor era inferior en la Iglesia. La palabra “ femenino ” venía del latín feminus : “fe”, de religión y “minus” de menos. Entonces se consideraba que ellas estaban por debajo ante clero por poseer “menos fe”.
Las beguinas se rebelaron, decidieron estar en contacto con Dios, servirle y rezarle fuera de las iglesias como los apóstoles, pero sobre todo trabajar lejos del hogar y de la crianza como se esperaba de ellas.
Algunas surgieron en Bélgica y Países Bajos durante el siglo XI, en un momento de sobrepoblación femenina a causa de las guerras y las matanzas de los soldados, la vida cambiaba: la clase burguesa ganaba fuerza y en Bélgica, lugares como Brujas se convertían en puntos mercantiles importantes.
Usaron hábito sin ser monjas y la parte superior de su vestimenta era color beige. Se ha dicho que su nombre viene de este color o también que viene del latín benignae , “buen fuego”; tal vez por ello eligieron el ave fénix como su símbolo.
Hábito de una beguina de Amberes. Foto: New York Public Library Digital Collections.
Cualquier mujer sin importar su clase social podía ser beguina y oponerse al clero: si ellos eran ricos y poderosos, ellas eran pobres y espirituales ; si ellos fomentaban la vida de lujo y dominio, ellas preferían la austeridad y vivir descubriendo el interior.
Por su noble labor la monarquía les ayudó a independizarse en beguinajes (declarados patrimonio cultural de la Humanidad por la Unesco en 1998), los cuales podían abandonar cuando quisieran, casarse y formar una familia o ingresar ya casadas, pues el voto que hacían era distinto al de las monjas, era con ellas mismas.
“Un rincón de Brujas” por García Calderón, publicado en EL UNIVERSAL ILUSTRADO del 30 de septiembre de 1920. En la página se lee: “las beguinas son mujeres serenas que se fatigan del mundo y viven en este rincón de paz. ¡Ah, si en México pudiéramos tener algo así para los hombres, donde podamos trabajar en silencio lejos de la lucha!”
Los beguinajes eran conjuntos de casas que se conectaban entre sí, sus patios eran pastizales con árboles abundantes y en algún lugar estaban los huertos que las beguinas ocupaban para sembrar su comida y mantenerse.
Su trabajo era escuchar la palabra de Dios, rezar , trabajar con los enfermos y con manualidades textiles como principal fuente de ingreso, pero hubo quienes fueron más allá.
Aspectos de los beguinajes de Brujas. La imagen antigua fue publicada en 1987 en EL UNIVERSAL, la fotografía del 2016 es de Marc Ryckaert (Wikimedia Commons).
En Francia y Alemania está otra parte del origen de las beguinas . En estos países se ha dicho que “beguina” viene del nombre de la cofia beige que utilizaban: béguin o del verbo alemán beginnen , “comenzar”. Lo cierto es que cuando ganaron relevancia, peregrinaron a las grandes ciudades francesas y alemanas y no hacia Roma como se acostumbraba.
En estos países se dedicaron a cultivar el intelecto y a compartilo con otros estratos sociales . Habrá que recordar que la educación estaba concentrada en la alta Iglesia y era de difícil acceso para el pueblo y más para las mujeres.
Esta diferencia data desde los años 300 con el libro anónimo Ambrosiaster , en el que se lee: “las mujeres deben cubrir sus cabezas porque no son la imagen de Dios. Ellas son sujeto de dominio del hombre y no tienen ninguna autoridad. No pueden enseñar, ni ser testigos ni ejercer su ciudadanía”.
Poco importó para las beguinas porque comenzaron a escribir en sus lenguas natales , rechazando el latín, que era el lenguaje de la Iglesia.
Por ejemplo: de 1150 a 1230 existieron los “trovadores de Dios”, poetas de la corte que tenían modos delicados y generosos para retratar el amor perfecto hacia la mujer amada . Las beguinas adoptaron el mismo lenguaje poético y expresaron, con la misma generosidad y entrega, un deseo por alcanzar un amor perfecto hacia Dios y no hacia el sexo contrario.
Imagen de una mujer beguina, impresa en Lübeck en 1489. Foto: Wikimedia Commons.
“La suma de todos estos elementos nos permiten considerarlas con justicia como las ‘trovadoras de Dios’”, escribió Ricardo Corleto Oar en “La mujer en la Edad Media: algunos aspectos.”
En resumen, se trata de un grupo de mujeres que se rebelaron ante todas las formas de pensamiento y de trabajo de su época, recibieron donativos por parte de los familiares de los enfermos que cuidaban y este esplendor fue el mismo que llamó la atención del clero.
La persecución
Igual que con la burguesía naciente, el dinero engrosaba otras causas distintas a los patrimonios de la Iglesia y eso representaba riesgo, por ello se inició una campaña de desprestigio hacia el modo de vida beguina , comenzó con insultos: “beguina” se volvió un término despectivo, pero después se les acusó de herejes y brujas.
Fue en 1312 cuando el Papa Clemente V decretó que ese estilo de vida tan independiente al clero se prohibía, a pesar de que ellas habían logrado consolidarse como grupo autónomo en 1220 con la autorización del Papa Honorio III.
Marguerite Porete
es el caso más conocido. Fue la escritora de El espejo de las almas simples , obra acerca de la libertad del espíritu. En su juicio se le acusó de propiciar ideales herejes , de no haber escrito en latín (lo hizo en francés) y de llevar el “alto conocimiento” a otros estratos sociales.
Ella, al negarse a retirar su libro, murió en la hoguera acusada de bruja en 1310.
Capítulo 35 de El espejo de las almas simples escrito por Marguerite Pourette hallado a principios del siglo XVI. Foto: Wikimedia Commons.
“En 1795 fue el golpe definitivo. Sus propiedades fueron confiscadas y aunque algunas cayeron en manos de nobles que se las devolvieron, el movimiento nunca recuperó su esplendor. La mayoría de los beguinatos cerró sus puertas. Las beguinas fueron expulsadas de las ciudades a lo largo del siglo XIX”, puede leerse en el artículo Beguinas, el fin de un mundo de la periodista española Beatriz Navarro.
Algunas beguinas regresaron a Bélgica con la condición de ser tuteladas por la Iglesia hasta que llegó la Revolución francesa, cuando el gran beguinaje de Gante fue confiscado por la presión del ayuntamiento liberal en 1874 y todas sus habitantes tuvieron que marcharse nuevamente.
A partir de este evento, el movimiento perdió lo que le quedaba de fuerza y se vio reducido conforme pasaron los años. Cuando Marcella Pattyn , la última de las beguinas, ingresó en 1941 al beguinato de Saint Elisabeth en Gante, éste era ocupado por sólo 206 mujeres más, acorde con Raquel Fernández Díez en su artículo ¿Por qué no sobrevivieron las Beguinas al siglo XXI?
Marcella nació en 1920 en Bélgica, tocaba el banjo, el órgano, el acordeón, escribía y pintaba. Era ciega de nacimiento y quería ser monja , pero la Iglesia no la aceptó por su condición y optó por ser beguina gracias al consejo de una tía.
“Pattyn llevó durante años rutinas heredadas del medievo: misa a las siete de la mañana, meditación, tiempo hasta la hora de comer para desempeñar un oficio… Y más rezos a la una, las tres y las cinco y después de la cena”, escribió la española Navarro.
En el mismo texto de la periodista se encuentra una pregunta que le hicieron a Marcella, ¿le daba pena que el legado de las beguinas muriera junto a ella? “Conviértanse ustedes en una, a ver si quieren”, contestó ella. Pattyn falleció mientras dormía a sus 92 años el 14 de abril de 2013.
“Una anciana beguina de Brujas”, publicada el 3 de octubre de 1920. Foto: Archivo EL UNIVERSAL.
Un brinco a la actualidad: la rebeldía sigue
“Si tenemos una Iglesia machista no es una cuestión dada por Dios, es una cuestión histórica”, dijo en entrevista Susana Salazar, licenciada en Historia por la UNAM y asesora de la Séptima Vicaría en CDMX, “y entonces podemos denunciar que no está bien como está.”
Desde su conocimiento como historiadora, Susana rescata que el cambio en las estructuras de la Iglesia se vienen dando desde la década de los 70 con la Teología de la liberación , la cual propone que antes de que cualquier persona se evangelice, debe liberarse de todas las ataduras que tenga.
Se trata de una libertad básica y humana que tiene por fin tratar a todas las personas por igual cuando ingresen a la religión. De acuerdo con la especialista, una propuesta así sólo funciona si se denuncian los tratos injustos “entonces sí se podrá proponer a Jesús como liberador, si no, no tiene coherencia”, dijo Susana.
Ella realiza trabajo de coordinación en la Séptima Vicaría en la Ciudad de México y propuso un espacio de reflexión y crítica entre los jóvenes que asesora para que ellos se cuestionen la estructura de la Iglesia y puedan denunciar e identificar actitudes machistas dentro de la misma.
“En la Vicaría el obispo me insistía en tener un coordinador varón conmigo, no le encantaba que yo asumiera todo el compromiso. Incluso una vez llevé a mi novio y el obispo comenzó a dirigirse únicamente a él cuando nada que ver”, agregó Susana.
Ante estos casos, las mujeres deben reafirmar su autoridad desde el lugar del compromiso con los demás, “porque los jóvenes confiaron en mí para coordinarlos”, continuó Susana, “así nosotras podremos asumir liderazgo sin sentirnos agobiadas por actitudes machistas. Todavía hay mujeres que no tocan la mano de un obispo porque ‘no son dignas’ y eso está mal”, mencionó.
“Hay que resistir, ocupar espacios y mantenerse firmes ante objeciones que pueda haber.”, dijo y dio el ejemplo de la agrupación Católicas por el derecho a decidir.
Se trata de mujeres religiosas que conjuntan el feminismo y el activismo y que abogan por la libre decisión sobre el cuerpo femenino y defienden los derechos humanos de las mujeres y jóvenes, sumándose al movimiento feminista de la actualidad.
Fotografía tomada del grupo de Facebook “Católicas México” (@CDDMexico). En la página también pueden consultarse tres cortometrajes de la campaña #NosVanAVerJuntas, publicados el pasado 6 de marzo.
No puede llamarse feministas a las beguinas con certeza, pero eso no cambia que fueron pioneras en desafiar los roles establecidos para obtener independencia y respeto. La lucha que iniciaron hace diez siglos continúa, han cambiado las formas, pero el objetivo es el mismo: ir en contra de los privilegios del hombre y construir equidad.
Nuestra foto principal es un dibujo de una beguina publicada en EL UNIVERSAL ILUSTRADO del 25 de diciembre de 1920. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
Fuentes:
- Segura, Cristina, “La violencia sobre las mujeres en la Edad Media. Estado de la cuestión”, 2008
- Corleto Oar, Ricardo, “La mujer en la Edad Media: algunos aspectos”, 2006
- Fernández Díez, Raquel, “¿Por qué no sobrevivieron las Beguinas al siglo XXI?”, 2014
- Navarro, Beatriz, “Beguinas, el fin de un mundo”, 2013
- Entrevista con Susana Salazar Chavarría, licenciada en Historia por la UNAM y asesora de la Pastoral Juvenil de la Séptima Vicaría