Los hechos registrados en la estación Tacubaya del Metro, donde cuatro personas resultaron apuñaladas nos recuerda otro caso similar, el de septiembre de 2009, cuando otro hombre disparó contra varios usuarios de la estación Balderas causando la muerte de un policía y un civil que intentó desarmarlo.
Aquel 2009 la policía capitalina anunció que reforzaría la vigilancia en todas las estaciones del Metro y haría revisiones aleatorias con detectores de metales a los usuarios.
Sin embargo, a 15 años de la tragedia se han dejado de realizar revisiones para evitar introducir armas a este transporte, tampoco hay suficiente vigilancia en los andenes y nuevamente la policía capitalina fue sorprendida por un sujeto desequilibrado.
Hasta el momento el Sistema del Transporte Colectivo Metro (STCM) no ha presentado imágenes de las cámaras de vigilancia de la estación Tacubaya, mismas que deberían estar en funcionamiento para detectar y actuar contra actos como el del martes pasado.
El 19 de septiembre del 2009, los reporteros de EL UNIVERSAL, Alberto Cuenca y Alberto Morales, escribieron en su nota que el día anterior, a las 5 de la tarde con 14 minutos, un hombre ingresó al andén de la estación Balderas de la línea 3 del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STCM) para realizar pintas en los muros.
Al verlo, el policía de la Bancaria Industrial, Víctor Manuel Miranda, le gritó: “Tranquilo, ¿qué te pasa?”; sin embargo, Luis Felipe Hernández, de 38 años y originario de Jalisco, no hizo caso, por lo que el uniformado intentó someterlo sin éxito, pues de inmediato el agresor sacó un un revólver .38 de entre su ropa y tras un breve forcejeo disparó al vigilante en varias ocasiones cayendo muerto en medio del andén.
Al escuchar los disparos y ver lo ocurrido, la gente comenzó a correr y se metió dentro de los vagones del tren que permanecía parado con las puertas abiertas; otros lograron correr hacia la salida.
Las cámaras del Metro captaron cuando de inmediato el señor Esteban Cervantes Barrera, de oficio albañil, salió corriendo de un vagón del tren para intentar desarmar en varias ocasiones, y aun herido, a Luis Felipe, pero tampoco tuvo éxito y también perdió la vida en el andén luego de recibir varios disparos.
El hombre armado corrió dentro de uno de los vagones desde donde gritaba “arengas desarticuladas y proclamas incoherentes”.
Gracias a que el sistema de cámaras de videovigilancia de la estación Balderas funcionaba correctamente, elementos de la policía judicial lograron articular el operativo para someter al agresor hiriéndolo en un hombro y derribándolo.
Más tarde lo trasladaron al hospital Rubén Leñero y horas más tarde a la Agencia Central del MP para su declaración.
En aquella ocasión, siete personas resultaron heridas, cuatro de bala, entre ellas el jefe de la estación, y tres por golpes y fracturas, ese fue el caso de una niña de 12 años y del policía judicial que logró desarmarlo pero que resultó herido al caer durante el forcejeo.
Los afectados fueron trasladados a los hospitales de Balbuena, Durango, 1 de octubre, Dalinde y la Cruz Roja de Polanco. La línea 3 del STCM interrumpió durante tres horas el servicio en las estaciones Juárez, Balderas, Niños Héroes y Hospital General.
Autoridades anunciaron revisiones aleatorias con detectores de metal
Al día siguiente, en conferencia de prensa, el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, informó que se incrementaría la vigilancia del STCM con mil 50 policías, cifra que al final se incrementó a mil 600 elementos armados que permanecerían en los torniquetes y en los alrededores de las estaciones del Metro.
Para garantizar la seguridad se anunciaron revisiones aleatorias a los pasajeros con equipos detectores de metal, sobre todo, a los que llevaran mochilas como se hace, dijo, en los metros de Londres, Nueva York y Tokio, por lo que también pidió comprensión a los usuarios.
La familia del policía caído, Víctor Manuel Miranda Martínez, recibió un millón de pesos de indemnización, además de pensión vitalicia, así como el pago de los gastos funerarios.
Al día siguiente fue despedido con una ceremonia en la explanada del Monumento a la Revolución, donde acudió el jefe de gobierno capitalino; mientras que el albañil Esteban Cervantes Barrera, quien también perdió la vida, fue calificado por muchos como un héroe y despedido en Chalco. Según la información siempre combatió las injusticias.
En el interrogatorio de las autoridades, el agresor de Jalisco se dijo asiduo lector de la Biblia y declaró haber encontrado en ella peligros para la población capitalina, por lo cual se asumió como mensajero y encargado de viajar a la CDMX para advertir a sus habitantes. Aún así, no hubo una constancia de que padeciera alguna enfermedad mental, por lo que fue recluido por homicidio calificado.
De hecho, estos dos casos no son los únicos dentro del Metro. En 2007, el 1 de febrero, al interior de la estación Panteones se registró una balacera luego de que dos sujetos intentaron robar a un agente federal quien, de inmediato, respondió disparando contra los hampones; uno resultó herido en la entrepierna y el otro en el abdomen.
En 1995, el 28 de septiembre, un policía judicial de nombre Ernesto Cruz Jiménez, disparó contra siete personas dentro de un vagón del tren en la estación La Raza, dos murieron y cinco resultaron con heridas graves.
Han sido varias las experiencias de agresiones dentro del Metro capitalino con arma de fuego o blanca; sin embargo, los operativos de seguridad que se han implementado luego de estas tragedias han sido por corto tiempo, dejando a su suerte a los más de 3 millones de pasajeros que diario utiliza esta red de transporte.
El deterioro y mal funcionamiento de las cámaras del STCM son solo una prueba más del descuido general en que se ha sumergido este emblemático transporte que cada vez luce más instalaciones deterioradas, con goteras, escaleras eléctricas descompuestas, retardos prolongados en el servicio.
Ante este panorama pronto habrá que viajar en el Metro con chaleco antibalas, casco y botas de plástico.