Los eventos posteriores al golpe de Estado en Chile, hace 50 años, tienen momentos perdidos. Miles de desaparecidos, jóvenes y ancianos fueron presas de un remolino militar que intentó erradicar cualquier rasgo comunista en el país sudamericano.
Entre los torturados resaltó un nombre, una voz que fue estandarte para obreros y políticos. El compañero Víctor Jara, cantautor y profesor de 40 años, sufrió golpes y agresiones durante varios días en el entonces Estadio Chile; su calvario no es desconocido para su país ni para el mundo, pero 50 años después de aquel momento, todavía hay datos que merecen recordarse.
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“Manifiesto”, de Víctor Jara. “Guitarra trabajadora, con olor a primavera, que no es guitarra de ricos, ni cosa que se parezca”, se escucha en la lírica del también activista chileno. Fuente: YouTube.
Víctor Jara murió en el Estadio Chile, junto a decenas de detenidos
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se presentó en Chile semanas después del derrocamiento de Salvador Allende, según indicó su reporte de octubre de 1974. Quejas y denuncias internacionales sobre posibles crímenes contra la humanidad alertaron a la organización, por lo que solicitó al recién establecido régimen militar la entrada al país.
El 13 de octubre del 73 se realizó la primera reunión entre el Secretario Ejecutivo de la CIDH, Luis Reque, con el Ministro del Interior chileno, General Oscar Bonilla, comenzando con la forzada justificación de las Fuerzas Armadas, quienes afirmaron que el golpe de Estado fue la única vía para evitar una guerra civil.
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Bonilla confirmó la detención de 6 mil personas tras el 11 de septiembre de 1973; su espacio de reclusión fue el entonces Estadio Nacional –un recinto más grande que el Estadio Chile–. “Todos los detenidos eran tratados humanamente; las torturas a que se refería la prensa internacional no se ajustaban a la verdad de los hechos”, comentó el general para el informe de la CIDH.
Para el momento de la visita de Luis Reque, al menos 4 mil de los detenidos ya estaban en libertad, pero casi nada se supo sobre el trato que tuvieron las Fuerzas Armadas contra los sospechosos. Ante tal secretismo, los intentos de la dictadura por ocultar sus actos de criminalidad no dieron resultado.
De acuerdo con EL UNIVERSAL, en su edición del 5 de diciembre de 1974, el informe de la CIDH presentó irregularidades. Una de las más importantes fue sobre Víctor Jara, figura pública chilena.
Según expresó una primera parte del reporte, el artista se entregó voluntariamente a las autoridades militares, quienes lo sometieron a fuertes golpes y torturas hasta fracturarle manos y otras partes del cuerpo. Se aseguró que su ejecución fue directa e individual, a manos de las Fuerzas Armadas.
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La inconsistencia apareció más adelante, cuando la CIDH sostuvo que Jara murió junto a otros detenidos y por una ola de disparos indiscriminada. Según ese nuevo argumento, los francotiradores dispararon en el Estado Chile contra una multitud, sin importar su actividad o afiliación política.
Varios de los datos sobre este asesinato quedaron sin confirmación o certeza por muchos años y ya ni hablar de los cientos de desaparecidos que nunca tendrán un entierro digno.
Canción “El Derecho de Vivir en Paz”, de Víctor Jara. “Fue lógico encontrar el cuerpo de Víctor ahí [en la morgue], creo que a él le hubiese gustado morir de la misma forma en que murieron los estudiantes y trabajadores que estaban a su lado”, mencionó Joan Turner en un testimonio del documental Víctor Jara N°2547. Fuente: YouTube.
Trabajadores del Registro Civil encontraron el cuerpo del cantante
Héctor Herrera, de entonces 23 años, era empleado del Registro Civil de Santiago, en el área de Dactiloscopia. Días después del golpe de Estado, se le exigió apoyar al Servicio Médico Legal con la recopilación de datos de cientos de cadáveres depositados en la morgue de la capital chilena.
“[Los camiones de las Fuerzas Armadas] los botaban como sacos. […] Al lado mío tiraban jóvenes, viejos, niños, y los funcionarios de la morgue los tomaban y era lo más humano que yo vi. Los iban poniendo uno al lado de otro, pero de una manera casi tierna”, comentó Herrera para el documental Víctor Jara N° 2547, de Elvira Díaz.
Eran cientos de muertos, “todos estaban con los ojos abiertos”, declaró el chileno. Su labor consistió en capturar número de ficha, altura, color de piel, edad estimada y huellas dactilares de ambas manos. Fueron varios días y los cuerpos seguían llegando.
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Herrera, según declaró para el documental sobre la muerte de Víctor Jara, tuvo severos problemas para recopilar huellas en varios de los cadáveres, pues tenían las manos rígidas y cerradas u otros ni siquiera tenían epidermis suficiente para su identificación.
Aquellos cuerpos que no se reconocieron, el gobierno golpista los enterró en el Cementerio General de Chile, bajo el título de “Nombre Desconocido”. La gran mayoría murió por heridas graves, como impactos de bala en cabeza y torso.
El tercer día de trabajo, Héctor Herrera y “Kiko”, un compañero del Registro Civil, encontraron a Víctor Jara muerto en aquella morgue. “Tenía los pómulos hinchados, bastante moreteado. Al parecer, llevaba cuatro o cinco días muerto”, declaró Herrera para Víctor Jara N° 2547.
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Dada la importancia del cantante, ambos trabajadores copiaron su información para confirmar la identidad, avisar a los familiares y salvarlo de la fosa común. Tal decisión venía con un elevado riesgo, pues –al tratarse de muertos por las Fuerzas Armadas– podrían ser descubiertos por los militares.
Por debajo del agua, Héctor Herrera comparó las huellas que recuperó de aquel destrozado cuerpo con las del archivo del Registro Civil y ya no había duda de que era Víctor Jara, embajador cultural de Chile y voz del pueblo.
Con trámites clandestinos lograron enterrar el cadáver de Jara
En la mañana del 18 de septiembre de 1973 y corriendo el riesgo de su vida, Héctor Herrera acudió al domicilio de Víctor Jara para informar a la bailarina británica Joan Turner, ahora viuda del cantante, sobre el paradero de su esposo.
Tratándose de una víctima de tortura, el cuerpo de Víctor Jara fue difícil de recuperar. Herrera le indicó a la viuda que irían al Servicio Médico Legal de Santiago como trabajadores del Registro Civil y que no podría expresar alguna emoción o interés en los cuerpos, para evitar sospechas.
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“Llegamos a la morgue de Santiago, allí vi cientos de cuerpos de trabajadores y estudiantes chilenos. Jóvenes y viejos. Algunos aún tenían las manos atadas en la espalda y en el medio encontré el cuerpo de Víctor. Un cuerpo maltratado y sangriento”, testimonio de Joan Turner, recuperado en el documental sobre el cantante chileno.
Canción “Vientos del Pueblo”, con el mensaje de protesta contra las vejaciones hacia el pueblo chileno. Con sus letras, el cantante y embajador cultural se ganó el respeto de trabajadores y obreros, pero también se convirtió en objetivo del régimen golpista. Fuente: YouTube.
Una de las empleadas del Servicio Médico Legal accedió a realizar el trámite de forma clandestina, por tratarse de tal figura pública. Todo se ejecutó de inmediato, ese mismo día, pues existía el riesgo de que los militares identificaran el cuerpo y lo desaparecieran para ocultar la evidencia de tortura contra el embajador cultural.
Después de muchos trámites y peligros, Héctor Herrera y Joan Turner realizaron el sepelio de Víctor Jara esa misma tarde. Entre ellos y otros dos acompañantes, sacaron el féretro del cantautor en un endeble carrito funerario, atravesaron una desolada avenida y llegaron al Cementerio General.
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A Víctor Jara, voz de las masas oprimidas de Chile y Latinoamérica, sólo lo acompañaron cuatro personas, sin flores, sin amigos y familia, con numerosas heridas de bala y un peligroso legado comunista en tiempos del mandato pinochetista.
Después del funeral tan apresurado, Héctor Herrera le pidió a Joan Turner jamás revelar su identidad, para evitar problemas con el nuevo régimen militar.
De acuerdo con el texto Héctor y la odisea del cadáver de Víctor Jara, de Manuela Beltrán, para el 3 de diciembre de 2009 se organizó un verdadero homenaje y entierro, digno del embajador cultural chileno. Se organizó por la Fundación Víctor Jara, patrocinado por el gobierno de Michelle Bachelet.
“Durante 36 años hubo una deuda pendiente con la memoria de Víctor Jara y el pueblo chileno se desquitó de no haber podido despedirse materialmente”, escribió Beltrán. Los restos del cantante permanecieron en el mismo ataúd que Héctor y Joan consiguieron aquel 18 de septiembre.
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Al día de hoy, al menos siete militares retirados recibieron condena como responsables del asesinato del cantante. Uno de ellos, Pedro Barrientos, fue extraditado de Estados Unidos a Chile en diciembre de 2023 para cumplir su pena en prisón, pero todavía quedan personas y acciones que es poco probable tengan su castigo.
Documental Víctor Jara N° 2547, de Elvira Díaz, 2013. Producción entre Chile y Francia.
Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Beltrán, M. (septiembre 2010). Héctor y la odisea del cadáver de Víctor Jara. Chile: Universidad de Chile.
- Cuevas, J. (26 de mayo 2009). Los estremecedores testimonios de cómo y quiénes asesinaron a Víctor Jara. En Ciper.
- Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Chile - CIDH