Mochilazo en el tiempo

Así llegaron las aguas negras a Chalco, parte 1

Con esta primera entrega sobre las crisis en el sureste mexiquense, veremos cómo el proyecto para desecar el antiguo lago de Chalco transformó para mal todo un territorio y a sus pobladores. Texto: Liza Luna

Inundación en Valle de Chalco en junio del 2000, tras la ruptura en el Canal de la Compañía. De acuerdo con el libro México Pintoresco, para finales del siglo XIX, los alrededores del Lago de Chalco albergaron a 2 mil 500 pobladores, siendo entonces la región más poblada del estado. Foto: Guillermo González/Archivo EL UNIVERSAL.
08/09/2024 |05:21
Liza Luna
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“En un abrir y cerrar de ojos, las aguas negras estaban ya instaladas dentro de sus viviendas”, palabras que EL UNIVERSAL usa constantemente para describir la situación de miles de familias al sureste del Estado de México.

En repetidas ocasiones, habitantes de Chalco, Valle de Chalco e Ixtapaluca se convirtieron en penitentes de desgracia e impotencia, pues la zona donde viven padece una severa crisis por inundaciones que parece infinita.

Siglos atrás, tal espacio ni siquiera era suelo firme, sino el Lago de Chalco que desde la época prehispánica dio trabajo y comida a comunidades aledañas.

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Durante su desecación a finales del siglo XIX, el antes territorio lacustre experimentó varias modificaciones y hoy en día todavía sufre las consecuencias por decisiones mal planificadas de hace más de 100 años.

Esta primera de dos partes sobre las crisis del sureste mexiquense no ofrece una solución a lo que cientos de habitantes en Chalco, Valle de Chalco o Ixtapaluca viven casi cada año, sino un valioso recuento histórico para ubicar ciertos factores que tanto vulneran la tranquilidad en la región.

Labores para reparar una fractura en el Canal de la Compañía, 2010. En el siglo XIX, la zona alrededor del Lago de Chalco tenía varias vías de transporte, con canoas o embarcaciones a vapor traídas por los hermanos Noriega, así como una línea de ferrocarril que corría desde Amecameca. Foto: ESPECIAL.

Varias veces se pensó desecar el Lago de Chalco

A finales del siglo XX, algunos municipios del Estado de México fueron emblema de desarrollo poblacional, gracias a proyectos como de Salinas de Gortari, que apostaron por el progreso y urbanización de aquellas localidades que todavía contaban con cultivos y ejidos.

El principal ejemplo de esa transformación fue Chalco y sus alrededores. De acuerdo con datos del INEGI, este municipio pasó de apenas 78 mil habitantes en 1980 a 217 mil ciudadanos para el nuevo milenio; Ixtapaluca registró 77 mil pobladores en los 80 y saltó a 298 mil en el 2000.

Y ni hablar del impacto poblacional en la recién formada localidad de Valle de Chalco, legalizada en 1994 y que ya tenía 323 mil habitantes para el 2000.

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Pero, ¿qué había antes de la urbanización e intentos gubernamentales por convertir a la zona sureste del Estado de México en un ejemplo de progreso? Agua, bastante agua.

De acuerdo con Jorge Legorreta y su libro, El Agua y la Ciudad de México, en la época prehispánica, la zona centro del país contó con cinco grandes cuerpos de agua y 48 ríos. Los lagos eran Texcoco, San Cristóbal-Xaltocan, Zumpango, Xochimilco y Chalco. Foto: Mediateca INAH.

El Lago de Chalco se ubicó al sur del Valle de México, con dimensión de 3 mil kilómetros cuadrados y profundidad entre 1.30 a 2 metros. Su superficie no era un “espejo de agua”, pues se componía por canales y varias plantas de tule cubrían sus orillas, al grado de parecer pantano.

Para darnos una idea más actual de sus dimensiones, platicamos con el historiador y habitante de Chalco, Emmanuel Hernández Calderón, quien comentó que el antiguo lago se ubicaría desde la llamada Casa Colorada, en la colonia Centro de Chalco y cerca de Jacalones, en dirección a Tláhuac, en la Ciudad de México.

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Según indicó el texto de 1844, Historia Antigua de México y de su Conquista, de Francisco Javier Clavijero, el Lago de Chalco recibía agua de los ríos Acuautla, Tlalmanalco –también conocido como Río de la Compañía– y Tenango, además de otros canales.

Mapa horizontal del Lago de Chalco, de 1767, con algunos de los pueblos que se asentaron a su alrededor. El lago no tenía buena visibilidad ni era fácil de navegar, por toda la vegetación que había en su superficie; pero eso no impidió que Chalco fuera el depósito principal para el comercio con Guerrero y Michoacán. Foto: Mediateca INAH.

“El Lago de Chalco reunía todas las aguas de montañas vecinas; así que, cuando sobrevenían lluvias extraordinarias, el agua, saliendo del lecho del lago, inundaba la Ciudad de México”, aseveró Francisco Javier Clavijero.

Las severas inundaciones que ocurrieron en el Valle de México durante la época prehispánica y virreinal derivaron en propuestas para desecar los grandes cuerpos de agua, en especial Texcoco y Chalco, pues tenían mayor índice de desbordamiento.

En su investigación Breve Historia de la Desecación de los lagos del Valle de México, Francisco Gallardo Negrete recuperó observaciones que los científicos e investigadores Alexander von Humbolt y Enrico Martínez hicieron sobre el Lago de Chalco en el siglo XVI.

Según sus testimonios, el gobierno virreinal optó por no desecar este lago, sino que deforestó sus alrededores y colocó algunos diques para limitar su caudal, lo que provocó una evaporación gradual y disminuyó la carga de agua en mínimas dosis.

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Así se mantuvo el Lago de Chalco por otros dos siglos. El libro de 1880, México Pintoresco de Manuel Rivera Cambas, aseguró que los habitantes de la antigua provincia de Chalco se enfocaron en la economía lacustre, con cultivos de maíz y legumbres a base de chinampas, generando “bastante movimiento mercantil”.

Lago de Chalco, visto parcialmente desde Ayotla, siglo XIX. Al oriente del lago se estableció el tianguis de Chalco, el centro de comercio que marcó precios de venta para productos como maíz y legumbres; se realizó cada viernes con compradores de varias partes del país. Foto: Views of Mexico/Wikimedia Commons.

De acuerdo con Rivera Cambas, el Lago de Chalco sirvió para transporte, pesca y, sobre todo, comercio. En sus alrededores se establecieron 46 haciendas, pueblos indígenas y un tianguis de gran alcance comercial, lo que convirtió a esta región en uno de los principales puntos de abastecimiento para el centro de México.

Los proyectos para desecar cuerpos de agua como el de Chalco se retomaron a mediados del siglo XIX, tras varias inundaciones que afectaron haciendas y cultivos.

Uno de esos episodios fue la inundación de 1866, luego de que corrientes de ríos secundarios y la temporada de lluvias saturaron al Lago de Chalco y descargó su caudal fuera de sus límites, afectando a varias poblaciones que tenía cerca.

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El gobierno retomó los planes para secar este cuerpo de agua en la década de 1870, con la formación de canales para redirigir todo su afluente, pero debido a problemas políticos y de presupuesto se retrasaron y quedaron en manos de privados.

Maniobras para detener la fuga de aguas negras del Canal de la Compañía, en Chalco, 2000. De acuerdo con Trinidad Beltrán, para 1895, el Lago de Chalco tenía casi 35 millones de metros cúbicos de agua. Foto: Jorge González/Archivo EL UNIVERSAL.

Propiedad privada sobre el Lago de Chalco y la oportunidad de desecarlo

“La Suprema Corte [de México] hace todo lo que yo le digo”, son palabras del empresario español, Iñigo Noriega Laso, recuperadas por EL UNIVERSAL ILUSTRADO en 1934. El protegido y aliado inseparable de Porfirio Díaz gozó de poder e influencia, al grado de ser responsable de la modificación territorial más importante del sureste mexiquense.

Múltiples fuentes en nuestra investigación arrojaron a Iñigo Noriega y su hermano Remigio como únicos autores de la desecación del Lago de Chalco, pero la doctora en Historia y amplia conocedora de la región, Sofía Torres Jiménez, nos ayudó a visibilizar un dato previo de gran relevancia.

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En entrevista con Mochilazo en el Tiempo, Torres Jiménez indicó que el proyecto para desaparecer este cuerpo de agua inició gracias a Carlos Rivas Gómez, propietario del Rancho de Xico en los años 80 del siglo XIX y entonces secretario personal del presidente Manuel González.

Ilustración del Lago de Chalco, 1887. Tras su desecación, se establecieron algunos cultivos en el terreno libre; en donde ahora se presenta el mayor índice de inundaciones y hundimiento se cultivó alfalfa. Foto: Wikimedia Commons.

Este importante rancho se ubicó en la Isla de Xico, un territorio rodeado por el Lago de Chalco. Gracias a sus conexiones y conocimientos, Rivas Gómez ingresó una petición a la Secretaría de Fomento en 1884, entonces dirigida por Carlos Pacheco, para que el enorme cuerpo de agua se considerara como parte de su propiedad.

Según afirmó nuestra entrevistada, la dependencia aprobó los derechos privados sobre el Lago de Chalco en 1890, cuando Porfirio Díaz era presidente y con Carlos Pacheco todavía al frente de la secretaría. A partir de esa resolución, toda la extensión del lago perteneció a Carlos Rivas Gómez, sólo por ser dueño del Rancho de Xico.

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Pero, de acuerdo con la doctora Jiménez Torres, apenas tres meses después de la aprobación, Rivas Gómez vendió Xico –con todo y el cuerpo de agua– a la Sociedad Remigio Noriega y Hermano, organización de los españoles que mencionamos antes.

Costales con arena para contener cualquier fisura en el Canal de la Compañía, 2001. Casi un siglo antes, en 1902, se reportó una severa inundación de varios cultivos entre Chalco, Mixquic, Huitzilzingo, San Juan Ixtayopan a causa de un canal desviado tras los trabajos de desecación. Foto: Luis García/Archivo EL UNIVERSAL.

A pesar de las modificaciones, “el agua seguía su cauce natural”

Trinidad Beltrán Bernal afirmó en su investigación, La desecación del lago (ciénega) de Chalco, que los empresarios españoles Iñigo y Remigio Noriega llegaron al sureste mexiquense desde 1886 y adquirieron más de siete haciendas en lo que ahora son territorios de Ixtapaluca, Chalco y Valle de Chalco.

Además de su propiedad del Rancho de Xico, estos españoles comandaron la Hacienda de Zoquiapan, Ixtapaluca, donde varias décadas después se estableció el para leprosos, así como la propiedad de San José, mejor conocida como Hacienda de la Compañía, en Chalco.

Según las investigaciones de Sofía Torres Jiménez, en agosto de 1894, Remigio Noriega solicitó la autorización de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas para desecar el lago, como parte de la propiedad del Rancho de Xico. Su intención, reformar terrenos improductivos, incrementar la producción agrícola, generar empleos y elevar la riqueza pública, entre otros.

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Pero, además del espacio para cultivos, la historiadora afirmó a EL UNIVERSAL que Iñigo Noriega incluyó entre sus planes la construcción de un fraccionamiento habitacional en los terrenos del Lago de Chalco, una vez que se les desecara.

De acuerdo con el diario La Prensa, Iñigo Noriega alcanzó una fortuna entre 20 y hasta 40 millones de pesos. El acaudalado español se trasladó a Estados Unidos durante el estallido de la Revolución Mexicana y regresó a la Ciudad de México en 1919; murió a finales de 1920. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

El empresario español ideó la que hubiera sido la colonia Porfirio Díaz, con pequeñas granjas que suministrarían productos a la Ciudad de México, pero el proyecto no se realizó debido al estallido de la Revolución Mexicana.

La aprobación federal para desecar el Lago de Chalco llegó en 1895 y las obras iniciaron el 15 de agosto del año siguiente, según indicó nuestra entrevistada. Sofía Jiménez Torres confirmó que las labores de transformación territorial comenzaron al norte del cuerpo de agua, del lado de Ayotla y Tlapacoya, en lo que hoy es Ixtapaluca.

Entre las primeras acciones para detener la entrada de agua al lago se optó por desviar el Río de la Compañía, caudal que ahora transporta aguas negras del oriente del Valle de México y que ya varias veces se desbordó tras su modificación a finales del siglo XIX.

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Antes de usarse como desagüe metropolitano, ese canal alimentó el Lago de Chalco con grandes cantidades de agua proveniente del deshielo del Popocatépetl e Iztaccíhuatl, hasta que se desvió su afluente hacia el norte del estado.

Temporada de lluvias y calles inundadas en Chalco, 1991. Ni siquiera la modernización de la región evitó los problemas con el desagüe de aguas residuales y pluviales. Foto: Jorge Ríos/Archivo EL UNIVERSAL.

En entrevista con Mochilazo en el Tiempo, la doctora Jiménez Torres mencionó que la modificación de ríos y las demás maniobras de desecación generaron severas inundaciones en la zona. “Cómo le dices al agua que no se vaya por donde se ha ido miles de años. Se hizo canal nuevo, pero el agua seguía su cauce natural”, comentó.

Por otro lado, Trinidad Beltrán enumeró a algunos poblados afectados por la desecación del Lago de Chalco, incluyendo a San Juan Ixtayopan, Mixquic, Tlaltenco, Tláhuac, Tetelco, Huitzilzilgo, Santa Catarina Ayotzingo, Ayotla, Chalco, San Gregorio Cuautzingo, San Luis Amalinalco, San Martín Cuautlalpan y San Martín Xico.

Este último pueblo, ubicado en la Isla de Xico, muy cerca de la hacienda de los Noriega, sufrió un desplazamiento deliberado, pues sus propiedades estorbaron en los planes de desecación y transformación del terreno.

La doctora Jiménez Torres afirmó que los empresarios españoles ordenaron el traslado de la comunidad hacia territorios de Chalco, a lo que hoy es San Miguel Xico Nuevo.

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Algunos de los habitantes aceptaron sin problemas la reubicación, pero a quienes se negaron se les sacó de “la manera más cruel, con lujo de violencia”, lamentó la historiadora. A muchas comunidades se les arrebataron sus tierras, su trabajo y su acceso a un cuerpo de agua que debió ser propiedad federal y acceso público.

Un menor espera resignado, con aguas negras del Canal de la Compañía a sus pies, tras la inundación en Chalco, 2000. Foto: Agustín Martínez/Arc EL UNIVERSAL.

La Revolución Mexicana terminó con los planes de Noriega Laso

La historiadora Sofía Jiménez comentó que, además de las modificaciones realizadas sobre el Río de la Compañía, también se transformó a otros cuerpos de agua al sur del Lago de Chalco.

Uno de ellos fue el Río Amecameca que cruza por los pueblos de Mixquic, Huitzilzingo y Chimalpa. A ese caudal se le aplicó un dique de reducidas dimensiones para impedir su llegada al lago, pero no soportó la carga de agua de todo el canal y se desbordó en repetidas ocasiones durante las obras de desecación.

Según datos de Trinidad Beltrán, al respecto del Río Amecameca, “el reclamo por la usurpación de tierras e inundación de los poblados fue frecuente, ya que los canales de debían desaguar el lago de Chalco no tenían capacidad para contener las aguas”.

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Las poblaciones alrededor de lo que fue el Lago de Chalco vieron la mayor modificación de su historia entre 1896 y 1907, cuando desapareció el cuerpo de agua. Por irónico que parezca, no todas las tierras desecadas tuvieron utilidad agrícola y quedaron áridas y salitrosas.

Reparaciones en el Canal de la Compañía tras su desbordamiento, en Valle de Chalco, 2010. Foto: ESPECIAL.

Aunque no existen muchos detalles sobre el proyecto de los hermanos Noriega Laso, el diario estadounidense Mohave County Miner aseguró, el 16 de agosto de 1913, que se invirtió más de un millón y medio de pesos para secar el Lago de Chalco, con apoyo de inversionistas privados y extranjeros.

No se sabrá si el proyecto de los empresarios españoles fue redituable, pues tuvo muy pocos años de operación antes de la Revolución Mexicana. Entre sus investigaciones, Sofía Jiménez Torres recuperó balances de 1905 que indicaron “puro desembolse; todo lo que entró, se volvió a invertir y no hubo oportunidad de ver las ganancias.”

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Durante los primeros años revolucionarios, las haciendas continuaron con algunas actividades, pues “ya tenían las cosechas comprometidas con algún banco y sólo generaron recursos para sortear deudas”, comentó nuestra entrevistada.

Cultivo anegado con aguas negras del Río Amecameca, al sur de Chalco, 2009. Este caudal también tuvo severos desbordamientos tras la desecación del Lago de Chalco, pero sus efectos fueron menos graves. Foto: Emilio Fernández/EL UNIVERSAL.

Para el 9 de octubre de 1920, el medio estadounidense La Prensa afirmó que Venustiano Carranza incautó todas las propiedades de Iñigo Noriega en la zona sureste del Estado de México, valuadas en 3 millones de pesos, y las dejó en manos de arrendatarios para continuar con su producción.

Pero, según afirmó ese diario, el empresario español hipotecó sus haciendas más importantes con instituciones europeas y esos organismos podrían reclamar la propiedad. La doctora Jiménez Torres confirmó que Noriega Laso solicitó un crédito por 5 mil francos que ya no pudo pagar, además de tener atraso de impuestos en México.

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“Los vecinos de Chalco aseguran que las propiedades no pertenecen al señor Noriega, sino al Ejido Municipal”, recuperó La Prensa en 1920. Para los años 20, comenzó el reparto agrario y algunos pobladores y empleados de los Noriega Laso recibieron parte de las haciendas para trabajarlas como parcelas familiares.

Plana del 28 de enero del 33, donde se anuncia el acondicionamiento de ríos en la región para que logren aguantar los tiempos de lluvia; casi un siglo después, continúan los problemas. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Por desgracia, los efectos de las modificaciones acuíferas y territoriales de comienzos de siglo se mostraron contra los recién establecidos ejidatarios. La desviación de ríos y canales afectó la estabilidad de las comunidades, azotándolas con inundaciones durante las temporadas de lluvia.

El 10 de julio de 1931, EL UNIVERSAL advirtió del desbordamiento del Río Amecameca “a causa de las torrenciales lluvias que han caído y el azolve del canal, repleto con residuos agrícolas”. La inundación afectó las vías de comunicación con la Ciudad de México y varios sembradíos, lo que en su momento se tradujo en 25 mil pesos de pérdida.

Años después, en julio de 1937, este diario afirmó que la crisis por inundaciones en Chalco “asumirá caracteres alarmantes” y sin una solución inmediata.

Desde la desecación del antiguo lago, las poblaciones que hoy habitan Chalco, Valle de Chalco e Ixtapaluca vivieron días bajo el agua y vieron sus bienes o cultivos perdidos. En nuestra segunda entrega, veremos cómo la urbanización de esta región sufrió de más inundaciones y crisis, algo que no deja de ocurrir hasta nuestros días.

Un niño juega en las aguas estancadas de su colonia, en Chalco, 1991. Desde el desecamiento del Lago de Chalco, toda la región enfrenta problemas con los ríos a su alrededor o con las temporadas de lluvia. Foto: Jorge Ríos/Archivo EL UNIVERSAL.