Un elefante remueve escombros tras el paso del tsunami en Indonesia. En la India, ocho de estos animales salvaron a más de doce personas con su “raro” comportamiento, pues unos minutos antes del desastre huyeron hacia zonas elevadas con algunos turistas en su lomo. Foto: EFE/Nani Afrida.
Texto: Liza Luna
El 26 de diciembre del 2004, el mundo despertó con la noticia de un terremoto de 9 grados de magnitud en suelo submarino cerca de la isla de Sumatra . En poco tiempo se generó un tsunami que terminaría con la vida y tranquilidad de millones de personas.
Antes de ese 26 de diciembre, las alertas por tsunami sólo eran consideradas para el océano Pacífico, donde se producen el 90% de estos eventos. Para las poblaciones costeras que quedaron destrozadas por olas de más de 10 metros, la posibilidad de un tsunami jamás estuvo en sus radares. Incluso las autoridades de Indonesia ignoraron la alerta de desplazamiento masivo de agua por considerarlo “imposible” en el océano Índico .
Indonesia, Malasia, la India, Sri Lanka y algunas zonas bastante alejadas del epicentro del terremoto de 9 grados reportaron cientos de muertes a un día del desastre. Se estimó que un tercio de los fallecidos eran menores de edad. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
El desastre comenzó temprano
La forma en que el mar jaló el agua de las costas de Indonesia y otras partes colindantes con el océano Índico era advertencia sobre un desastre sin precedentes. La palabra tsunami tiene origen japonés y su significado es “ola grande en el puerto”.
A raíz de un movimiento telúrico de intensidad considerable en el fondo del mar, comienza un desplazamiento acelerado de agua que podría afectar zonas costeras. Olas de gran altura lograrían avanzar varios metros dentro de tierra firme, pues son empujadas con una velocidad más rápida de lo normal, casi a 800 km por hora.
Una mujer llora por la muerte de sus dos hijas a causa del Tsunami, en la zona de Kanyakumari, India. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
El maremoto del 2004 comenzó a las 07:58 de la mañana, hora de la isla de Sumatra, y se debió a la separación de dos placas tectónicas y a la posterior formación de una protuberancia en el fondo del océano.
Un estudio publicado en la revista Science, a unas cuantas semanas del desastre, estimó la duración del maremoto entre 8 y 10 minutos. A causa del sismo, de tipo trepidatorio, y el levantamiento de placas se desplazó una gran masa de agua, principalmente hacia el este del Asia.
Plana de EL UNIVERSAL del 27 de diciembre del 2004, donde se muestra solo un aspecto del gran desastre natural que causó el maremoto en las costas del Océano Ïndico. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Costas de África y Oceanía resintieron el impacto, pero las zonas más afectadas fueron las de Islandia, Tailandia, Sri Lanka, Maldivas, la India y Malasia.
Para ese momento, sólo el océano Pacífico tenía un sistema internacional de alerta ante maremotos y tsunamis, planificado para dar varios minutos de ventaja a zonas de posible riesgo, mientras que la parte sísmica y volcánica del Índico no tenía esa organización.
El conocimiento sobre estos fenómenos naturales no era común para los habitantes de Islandia o Tailandia que miraron asombrados la retirada del mar momentos antes que las olas impactaran tierra firme.
Vista aérea del 27 de diciembre del 2004 sobre la costa de Aceh, Indonesia. El agua tardó mucho en replegarse, afectando parte de la geografía costera. Foto: AP/Xinhua, Enwaer.
Consecuencias del tsunami
Para el martes 28 de diciembre, el número de fallecidos confirmados ascendía a 25 mil, pero las estimaciones gubernamentales en los países afectados pronosticaron unas 45 mil muertes. Tras semanas de búsqueda y remoción de escombros, el número oficial fueron 230 mil fallecimientos, entre los cuerpos confirmados y los desaparecidos que nunca se localizaron.
Una parte importante de los afectados fue población extranjera que estaba de visita en zonas turísticas por las vacaciones decembrinas. Apenas pasado un día de la celebración de Navidad, miles de visitantes de Suecia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos y México, por decir algunas nacionalidades, experimentaron el desastre natural en las costas asiáticas.
Las embajadas mexicanas comenzaron el rastreo de 65 desaparecidos, algunos ubicados por su entrada a los países afectados y otros reportados por sus familiares.
El equipo de rescate mexicano, "Los topos", apoyaron en labores de búsqueda de desaparecidos en Indonesia. Estuvieron dos semanas en Aceh, en una de sus tantas misiones internacionales, pues colaboraron con rescates en países como Turquía, Colombia y Japón, por mencionar algunos. Foto: AP/Eugene Hoshiko.
Las pérdidas humanas no sólo se debieron al impacto de las olas, sino también a las condiciones subsecuentes en las zonas de desastre. El cólera, neumonía, dengue y malaria amenazaron a los sobrevivientes que no tenían comida ni refugio adecuado, expuestos a aguas contaminadas y cuerpos en descomposición.
Debido al desastre, cientos de niños perdieron a sus padres y familiares. El trauma hizo que algunos menores dejaran de hablar y comer durante varios días después del tsunami; y, por si fuera poco, la ONU emitió una alerta contra tráfico infantil, pues se detectó movimiento de redes de explotación que aprovecharon los desastres para secuestrar huérfanos y mujeres.
Algunas islas y partes continentales cercanas al mar Índico desaparecieron. El tsunami tuvo la fuerza y volumen para cubrir extensiones enteras de tierra que ya no salieron a flote. Se consideró a más de cinco millones de desplazados que quedaron sin hogar dentro de las zonas de desastre, así como daños irreparables en templos religiosos y áreas ecológicas que todavía cuentan con estragos hasta el día de hoy.
Vista de los escombros y cuerpos en Aceh, Indonesia, tras el maremoto y tsunami del 26 de diciembre de 2004. Fue el poblado más afectado por el desastre, con labores de rescate y remoción que tardaron meses en completarse. AP Photo/Eugene Hoshiko.
Prevención ante lo inesperado
Para el 6 de enero del 2005, a más de dos semanas del maremoto y tsunami, la ONU confirmó la creación de sistemas de alerta para diversos desastres naturales en el océano Índico.
Para el momento del terremoto, y de todos los países afectados, sólo Tailandia e Indonesia pertenecían al sistema internacional de alerta; lamentablemente, estos dos países tampoco tenían planes de prevención contra estos desastres.
El tsunami de 2004 no fue el único en la historia, pues en el siglo XX se tenía reporte de estos fenómenos dentro del océano Índico, pero sí fue uno de los fenómenos naturales más letales de todos los tiempos, principalmente por la falta de capacitación dentro de las zonas afectadas.
Aspecto de los daños causados en chozas en la zona de Aceh, Indonesia, donde grandes olas destrozaron viviendas y causaron miles de muertes. Agencia AP.
Nuevos sistemas de alerta se crearon a raíz de este evento y ahora dan lecturas más precisas sobre posibles amenazas, con avisos inmediatos para todos los puntos de riesgo y por diversos medios electrónicos.
Los daños en infraestructura y ambientales son casi imposibles de detener, pero los minutos de ventaja que dan las alertas para una evacuación son primordiales para evitar pérdidas humanas. Esa fue la enseñanza que le quedó al mundo tras el tsunami del 2004: el entender que la prevención nunca sobra cuando se trata de fenómenos naturales y de salvar vidas.
Diagrama de los sensores de alerta ubicados, hasta el 2005, en el océano Pacífico y Atlántico. Detectan cambios en presión submarina y olas. Se apoyan con los sensores sísmicos para emitir alertas de posible tsunami. Foto: Hemeroteca EL UNIVERSAL.
Fuente:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL