Los cementerios tal vez no sean el lugar preferido para actividades recreativas o culturales, pero algo en lo que pueden estar de acuerdo quienes los han visitado es que las estatuas, mausoleos y lápidas dan un ambiente distintivo y hasta elegante a cada panteón.
Estos detalles funerarios con los que los vivos honran y recuerdan a sus muertos, quizá a modo de último gesto de cariño o respeto, conforman lo que la historiadora Alicia Elena Vázquez Aguilar, del Instituto Mora, llama “arte funerario” en entrevista con Mochilazo en el Tiempo.
En esta entrega la investigadora nos platica datos que van desde su historia y los significados de los adornos que vemos en las tumbas, hasta su relevancia como parte del patrimonio cultural mexicano que hasta la fecha no obtiene reconocimiento como tal.
Arte de los vivos para los difuntos
En palabras de Vázquez Aguilar, el arte funerario “es una disciplina artística que engloba las manifestaciones que hacemos para honrar a los difuntos”, y afirma que ha estado presente a lo largo de la historia humana.
Si bien esto último es algo fácil de entender, la entrevistada destaca que los monumentos, esculturas e iconografía “no sólo conservan la memoria de quienes están allí sepultados, también nos hablan de la identidad y valores de una sociedad”.
Alicia considera que este arte es lo que ella ve como una ventana a formas de expresión religiosas, culturales y políticas: “podemos asomarnos a las creencias y valores de una comunidad en diferentes momentos históricos”.
Por supuesto, nuestra entrevistada tiene presente que los seres humanos hemos reconocido nuestra mortalidad de diferentes formas, o en otras palabras, no todas las costumbres funerarias se encuentran al interior de un camposanto.
Lee también: Cuando los temblores se medían en padrenuestros y avemarías
En cambio, señala que “las sociedades han creado oraciones, rituales, ataúdes, cementerios, tumbas, esculturas, mausoleos, en fin, toda la parafernalia que implica despedir y guardar la memoria de los difuntos”.
Esto sucede, de acuerdo con sus estudios, a raíz de que el arte funerario ha estado en el mundo desde que se formaron los primeros cementerios, mismos que han ido cambiando según la época y las costumbres: “se van reordenando, apropiando y resignificando”.
Lee también: Los edificios modernos cambiaron la ciudad de México
Dado que la historia y el arte forman parte de este proceso, Vázquez Aguilar considera que construyen parte de nuestros bienes culturales y nuestro patrimonio. La arquitectura no se queda atrás, pues menciona que entre las formas más comunes que se usan están las columnas, arcos, cúpulas, puertas, nichos, y hasta representaciones de iglesias.
Entre los objetos y espacios a los que se refiere, Alicia incluye retratos, representaciones de dolientes o de almas; figuras de seres angelicales, sacros o alegóricas; figuras anatómicas (corazones o manos en forma de rezo).
También menciona a los animales, vegetales, emblemas cósmicos, y alegorías (el paso del tiempo, la mortalidad, relojes o antorchas).
Como experta en cementerios mexicanos, comenta que el arte funerario se practica desde la época prehispánica, y agrega que con la Conquista estas tradiciones se mezclaron con otras de origen católico.
Resalta que uno de los momentos más relevantes para el arte funerario en México fue el siglo XIX. “Ha ido evolucionando, adaptándose y rompiendo convenciones con nuevas tendencias y tecnologías. Todos tienen su importancia y en un futuro estaremos hablando del arte funerario que corresponde a nuestro tiempo”, expresa.
De aquella época, Alicia comenta que “entre los artistas más importantes que destacan en nuestro país están Manuel Tolsá, a quien se le encargó el proyecto del Panteón de Nuestra Señora de los Ángeles, y Gabriel Guerra, autor de diversas esculturas del Panteón de Dolores”.
Según ha observado a lo largo de su investigación, en México, existe una gran cantidad de estilos, desde lo neoclásico hasta lo contemporáneo. Es común observar que se representan ángeles, cruces y alegorías hechos en mármol, piedra, granito o bronce.
Lee también: El desaparecido Panteón de Santa Paula de la colonia Guerrero
En su opinión, para dar un vistazo al arte funerario en la Ciudad de México basta con recorrer el Panteón de Dolores –a su Rotonda de las Personas Ilustres– así como los panteones de San Fernando, el Español, el Francés de la Piedad y del Tepeyac.
Rico patrimonio sin reconocimiento donde predomina la superstición
Dice que “los panteones son auténticos museos y el arte funerario es importante para la memoria histórica de cualquier país” y opina que deben entenderse como parte del patrimonio cultural de los mexicanos, del mismo modo en que ocurre con otras expresiones artísticas.
No en vano existen importantes esfuerzos internacionales para difundir y proteger el patrimonio funerario, como la Declaración de Newcastle (2005), la Carta de Morelia (2005) y la Declaración de Paysandú (2010).
Los panteones como atracción para turistas y locales, sea que los visiten por su cuenta o a través de recorridos guiados, es una de las formas en que se aborda el tema. Estos espacios funcionan como tal, dice, porque nos hablan de la cultura local y nacional en torno a la muerte y de cómo han ido cambiando las costumbres.
El “necroturismo”, aclara, se enfoca principalmente en la historia y leyendas de personajes famosos, sobre todo de la vida política. Si bien son pocos los recorridos que se organizan con este fin, resalta que “el Panteón de San Fernando ha hecho una importante labor en este sentido y tiene una agenda variada para todo el público, sobre todo, en las Noches de Museos y el Día de Muertos”.
Lee también: Historias de fantasmas que publicó EL UNIVERSAL hace 100 años
Un aspecto al que hay que poner atención en estos recorridos, es que por lo general los cementerios no son considerados como elementos patrimoniales, en cambio, predominan la superstición, leyendas, historias de fantasmas o biografías de personajes importantes de la política o la farándula, así como cuestiones de nuestra historia política y que “la televisión y otros medios han promovido esta idea”.
Los recorridos se realizan para apreciar el arte en los panteones, dice que son pocos los documentales y otros trabajos que se interesan en narrar la historia del panteón, cómo se construyó, quiénes participaron, del discurso implícito en sus formas, y eso incluye el arte funerario.
Riqueza artística y cultural que podría incluirse como atractivo turístico
Desde el punto de vista de nuestra entrevistada, es positivo realizar actividades de divulgación que acerquen a la gente a estos lugares, “porque se cuenta una historia con el panteón como recurso didáctico; sin embargo, es importante que se haga una valoración del panteón en sí mismo, no solo como un escenario”.
Vázquez Aguilar no pierde la oportunidad de compartir que los cementerios son una fuente muy valiosa para abordar también cuestiones urbanas, históricas, culturales, arquitectónicas y artísticas.
Para ella un cambio ideal sería desarrollar más actividades que toquen el tema, como lo haría un museo y que sean una opción de desarrollo a través del turismo.
“Sería interesante encontrar más recorridos que aborden las técnicas y estilos utilizados en el arte funerario y revelen su importancia cultural y patrimonial, su evolución, incluso su relevancia para las comunidades”.
Lee también: Antes había procesiones y discursos fúnebres en la capital
Aquí recalca que el papel de las instituciones es muy importante, porque tienen los medios para hacer la difusión y atraer a un público más amplio, que impulsen el conocimiento del arte funerario, así como su importancia patrimonial.
Otra sugerencia que comparte es descentralizar la idea de los panteones, pensar que estos espacios no se limitan a los que están en el Centro Histórico y sus alrededores.
Por ello nos comparte que en Milpa Alta, Xochimilco, Iztapalapa y otros lugares existen camposantos muy importantes para la ciudad y para sus comunidades, esos también se tienen que conocer, recorrer, valorar y defender.
Los cambios del tiempo y de la sociedad se reflejan en un panteón
Alicia afirma que todo el arte funerario es importante, en cualquier escala. Dicho eso, detalla que en mayor medida son las clases pudientes las que más han recurrido al arte funerario para destacar aun en la muerte, para mostrar opulencia.
“El panteón es otra ciudad, donde los vivos, en tanto que son dueños de un espacio en el panteón, se lo apropian y le imprimen su sello para recordar a sus muertos y destacar entre sus vecinos”, explica.
En su opinión, esto se aprecia con facilidad al caminar por lugares como el Panteón Español o el de Dolores, en aspectos como el orden en que se coloca cada elemento de la tumba, así como la ornamentación y cuidados que se les da.
Para describir estas diferencias, explica que las de familias importantes tienen la placa del arquitecto o el escultor y las dimensiones son muy desproporcionadas respecto a otros sepulcros que presentan elementos más sencillos, están forrados de concreto o azulejo y la ornamentación llega a ser genérica, se repite entre una tumba y otra.
Lee también: Esculturas y construcciones que antes fueron rechazadas
Por supuesto, este arte no se limita a épocas pasadas, y Alicia lo confirma al comentar que “hoy existen diseños más contemporáneos y, según la región, los estilos van cambiando, porque nos encontramos en otro contexto histórico y social. No es lo mismo recorrer un panteón en Sinaloa que uno en Yucatán”.
La historiadora nota que han surgido también nuevas expresiones, en función del momento que se vive en el mundo, van apareciendo elementos de arte funerario que se apegan a la búsqueda de igualdad, a la sostenibilidad y a la diversidad, que tienen que ver con nuestras preocupaciones actuales: “incluso ahora estamos hablando de los panteones y el cambio climático, de un cambio posible en las prácticas funerarias”.
Las propuestas más modernas coexisten con las tradiciones, pues Vázquez Aguilar dice que todavía se pueden encontrar negocios que se dedican al arte funerario y que han transmitido el oficio entre generaciones, casi siempre ubicados alrededor de los panteones, como la marmolería de Los Hernández, en Puebla, que elaboran lápidas, urnas, cruces, placas, etc.
En la Ciudad de México también conoce negocios similares, pues comenta que basta con caminar por las aceras de enfrente de los panteones, o las calles aledañas, para encontrar negocios de este tipo, como la Marmolería I. Ramírez, casi frente a la puerta del Panteón Español.
Existe una gran cantidad de autores que han abordado el tema del arte funerario, pero una de las más destacadas es la arquitecta Margarita Martínez Domínguez, quien falleció recientemente. Entre sus obras más relevantes están El arte funerario de la Ciudad de México (1999), Para entender el arte funerario (2005) y Terminología funeraria (2007).
La próxima vez que por alguna razón visites cualquier camposanto date la oportunidad de mirarlo con otros ojos, para poder apreciar el arte de las tumbas, de las figuras que los acompañan, o bien, de lo que adorna y hace ver elegante a sus mausoleos. Al final son las últimas moradas de varias personas que nos siguen hablando de sus creencias y tradiciones.
- Fuentes consultadas:
- Arenas García, Hernández Carballido y Ortiz Roche, “La rotonda de personas ilustres”, 2023, pp. 6-7.
- Herrera Rangel, “La marmolería de Los Hernández”, 2020, pp. 60-61.
- Navarrete Torres, “The funeral heritage”, 2022, p. 1.
- Entrevista con Alicia Elena Vázquez Aguilar. Licenciada en Historia por el Instituto Mora y maestrante de Estudios Regionales en la misma institución. Se ha desempeñado como coordinadora de la revista Gaceta Mora y redactora de comunicación política en Discurseros. Su investigación se ha centrado en la historia de la Ciudad de México durante el siglo XIX, principalmente de sus cementerios.