Texto: Susana Colin Moya
Aunque aún quedan canales y chinampas en el pueblo de San Nicolás Tetelco , alcaldía Tláhuac, el entorno actual poco tiene que ver con lo que fue hace 6 décadas, comparte en entrevista Ángel Velázquez de 68 años.
“Era pura agua , en los canales había carpas, ranas y unas víboras que nadaban rapidísimo […] ahora hay puro lodo”, recuerda y evoca también la chinampa de sus abuelos, a la que sólo se podía llegar en canoa y donde, además de verduras, crecían ahuejotes . En la actualidad en ese espacio hay viviendas de concreto.
Ahuejotes en el canal Mixquic-Tetelco. Cortesía Lizet Marín.
Chinampas de Tetelco. Aislados, se aprencian algunos ahuejotes. Cortesía Lizet Marín.
El ahuejote , ( Salix bonplandiana ) se caracteriza por ser un árbol de tronco delgado, corteza agrietada, hojas alargadas y perenes (es decir, no se caen en invierno) y “ramas que crecen hacia el cielo”, describe Lizet Marín, geógrafa y habitante de San Nicolás Tetelco.
El director de comunicación de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), Carlos Galindo, agrega que el ahuejote, al pertenecer al género de los sauces , es un árbol ribereño , es decir, muy tolerante al agua y crece al lado de los lagos, ríos y canales.
El reflejo de los ahuejotes en las aguas de los canales provocan en efecto visual característico de este paisaje, 2018. EL UNIVERSAL.
Portada de EL UNIVERSAL ILUSTRADO, 11 de mayo de 1917.
En efecto, el significado de la palabra en náhuatl ahuejote es sauce de agua . Pueden ser árboles masculinos o femeninos y se polinizan gracias al viento y a la presencia de insectos. También se puede reproducir por esquejes , es decir, basta con cortar una rama y sembrarla en un nuevo lugar.
Estos árboles son receptáculos de la fauna del lugar. Foto de 2003, EL UNIVERSAL.
Aunque este delgado árbol es icónico del paisaje chinampero presente en las alcaldías Xochimilco y Tláhuac de la CDMX, se puede encontrar a lo largo del país: desde Baja California hasta Chiapas, afirma Carlos Galindo.
En Xochimilco existen dos tipos: el ahuejote blanco y el rojo. El primero se usa para la pastura de los animales y el segundo para la construcción de las chinampas ; islas artificiales que desde hace cientos de años fueron parte del sistema agrícola de la Cuenca de México , afirma Araceli Peralta, cronista de esta zona de la ciudad.
Flor del ahuejote. Cortesía: CONABIO.
La también arqueóloga y maestra en historia del arte cuenta el proceso de este sistema constructivo :
“Primero se detectaba con el remo una zona poco profunda del lago llamada asiento. Luego empezaban a jalar plantas acuáticas a ese lugar. Después echaban el mismo lodo que hay en los canales , formando una mezcla. El nivel de tierra iba subiendo y ya que tenían las dimensiones que necesitaban, ya ponían estacas de ahuejote cada 4 o 5 metros”, comparte en entrevista telefónica.
Según Araceli Peralta, en 4 años esas estacas “prenden”; el ahuejote comienza a crecer.
Crédito: Iván Vargas/ EL UNIVERSAL.
La maestra en ciencias y profesora de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, María del Carmen Meza agrega que los ahuejotes también se integraban a la chinampa cuando eran plántulas , resultado de la reproducción por semillas (previamente polinizadas a partir gracias al viento).
Estos árboles cumplen una importante función ecológica, pues al ser rivereños y tener raíces profundas, contienen la forma de la chinampa para que no se deslave y protegen los cultivos del viento.
Si bien este método de expansión territorial (las chinampas) se puede observar exclusivamente en el suroriente de la capital, hace varios siglos se podía apreciar en gran parte de la Cuenca de México.
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Excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en los alrededores del antiguo islote de Tenochtitlan (actualmente el Centro Histórico) han encontrado evidencia de chinampas con estacas de ahuejotes que datan incluso del siglo XVI (cuando ya habían llegado los españoles) y éstas, además de uso agrícola, fueron habitacionales, agrega Araceli Peralta.
Fotos publicadas en este diario el 28 de abril 1935 donde se observa el típico paisaje chinampero.
Los usos y significados de un árbol
La importancia del ahuejote es también cultural , las personas lo han usado en la vida cotidiana , por ejemplo, en la medicina, pues tienen propiedades analgésicas, “la savia, debajo de la corteza, se utiliza para infusiones”, comenta Carlos Galindo.
Por ser de una madera flexible y resistente al agua, fue usado para la construcción de casas , canastas y receptáculos de maíz llamados cincolotes : unos “huacales” grandes que se localizaban en los patios de las casas campesinas. En la actualidad, según la maestra Peralta, casi ya no son usados.
Litografía publicada en el libro México pintoresco, artístico y monumental (siglo XIX) donde se observa una vivienda en Iztacalco. Al centro se ve una gran caja de madera, como un huacal. Ese es el cincolote.
Sin duda, otro vínculo profundo es el del paisaje : el ahuejote como parte de un ecosistema que poco a poco ha desaparecido.
Lizet Marín, por ejemplo, recuerda que cuando iba a visitar la chinampa de sus abuelos, hace casi 20 años, llamaba especialmente su atención un viejo ahuejote , “era como un valiente mirando al cielo. A pesar de la poca agua que había alrededor, se resistía a desaparecer”.
La hoy geógrafa humana por la UAM relata a este diario que aquella chinampa de uno de los pueblos de la alcaldía Tláhuac fue vendida cuando su abuelo murió, hace 11 años. Ella conserva la esperanza de que el árbol sobreviva pues el comprador fue el señor Gerardo “El Cuiri”, de los pocos campesinos chinamperos que persisten en Tetleco.
“Ahora en vez de sembrar verduras ¡se están sembrando casas!”, le dijo un vecino a Lizet hace tiempo.
Chinampa habitacional en Mixquic, Tláhuac, enero de 1965. EL UNIVERSAL.
Ahuejotes en el Bosque de Tláhuac. Cortesía Jessica Velázquez.
El paisaje chinampero de Xochimilco ha cambiado debido a la intensa urbanización del siglo pasado, cuenta Araceli Peralta. Esto ha impactado en el número de ahuejotes, quienes además sufrieron plagas como la del gusano de bolsa.
Otra problemática a la que se enfrentan estos árboles es la que atañe a su reproducción . Al replicar los ahuejotes en esquejes, se está promoviendo la prevalencia de un solo organismo clonado: “al no haber paridad entre los árboles machos y hembras la propagación disminuyó”, comparte María del Carmen Meza.
Para reemplazar la función del ahuejote los campesinos comenzaron a usar otros árboles como el eucalipto e incluso pusieron palos amarrados con alambres .
En la foto algunos de los canales de Xochimilco se encuentran abandonados, llenos de basura y algunos hasta tapados, 2009. EL UNIVERSAL.
A lo largo del tiempo se ha buscado reforestar los canales, principalmente los más grandes y turísticos , refiere la maestra Peralta. Así lo reportaron notas de 1979 y 2007 publicadas en este diario.
“Es un árbol que deberíamos valorar más, lo podríamos estar usando como lo que se llama infraestructura verde, que es la utilización de las plantas para limpiar la contaminación de nuestros arroyos y nuestros ríos”, propone el doctor Carlos Galindo.
Noticia publicada en EL UNIVERSAL, 2007.
A pesar de la urbanización del medio lacustre, algunos ahuejotes sobrevivieron al pavimento y al nuevo paisaje de concreto como testimonio de que antes fue tierra y agua.
“Yo recuerdo que hace algunos años muchas calles todavía conservaban sus ahuejotes , pero ahora los han talado, es muy lamentable, a mí me gustaba mucho cómo se veían”, lamenta Araceli Peralta.
Comparativa del paisaje de Xochimilco. Diseño web: Miguel Ángel Garnica.
Estos árboles, al igual que el ecosistema donde proliferaron sobrevive también en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de presenciarlo, como el señor Ángel Velázquez y en quienes sólo conocieron este paisaje en el relato de otros, como Lizet:
“Me gusta mirar e imaginar cómo era antes, como me contaban mis abuelitos, todo como un paraíso lleno de agua cristalina en los canales y ojos de agua donde los ahuejotes se reflejaban con claridad y a través de su sombra se veían grandes carpas, acociles y ranas. Me provoca tristeza pero también ilusión el pensar que aún hay rastro de ello, un poco de vida que debemos cuidar”, concluye.
Ahuejote con mira a la Sierra de Santa Catarina. Cortesía Lizet Marín.
Fuentes:
- Conabio.
- Archivo de EL UNIVERSAL.
- Entrevistas con Araceli Peralta, Lizet Marín, Ángel Velázquez, Carlos Galindo y María del Carmen Meza
Para conocer más a fondo las historias de Xochimilco y Tláhuac, les recomendamos seguir los proyectos de difusión cultural de la maestra Araceli Peralta y de la geógrafa Lizet Marín.