El conflicto entre Israel y Palestina está en uno de sus momentos más tensos y el mundo no permanece indiferente, mucho menos los jóvenes. En los últimos días, colectivos estudiantiles en todo el mundo emprendieron protestas contra las acciones israelíes en territorio palestino, en un suceso que desde 1968 no se veía con tanta fuerza: la manifestación juvenil a gran escala.
Los años 60 fueron un periodo conflictivo para todo el mundo. Polarización geopolítica, tensión armamentista, la carrera espacial, guerras e injusticias sociales; era cuestión de tiempo para que la generación universitaria explotara y exigiera un cambio en el panorama global.
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1968 fue el año que marcó a los movimientos estudiantiles. Entre esos 12 meses, países como México, Francia o Alemania vieron a sus jóvenes desaprobar al sistema, rechazar a la autoridad y renegar del mundo que otros construían; compartían las mismas inquietudes, como la que ahora comparten a nivel internacional.
Protestas en la Universidad de Columbia, Estados Unidos, en abril de 1968. Actualmente, es una de las instituciones con mayor apoyo pro-palestino. Fuente: AP/YouTube.
Los jóvenes se convirtieron en actores históricos
Desde 1965 algunos movimientos de contracultura, discursos contestatarios y críticas al autoritarismo se fecundaron entre los hambrientos e inquietos sectores juveniles. Estudiantes de Europa, América y hasta África salieron a las calles y cerraron escuelas para exigir un cambio en sus países, generando también lazos con otras luchas laborales y antibélicas.
De acuerdo con Judit Bokser y Federico Saracho, en su trabajo Los 68: movimientos estudiantiles y sociales en un emergente transnacionalismo, el año de 1968 “simboliza a una generación que emerge como actor social protagónico, con sus jóvenes y nuevos códigos culturales, que al tiempo que definen, confrontan lo existente como opción agotada”.
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Gilda Waldman, autora del texto Medio siglo de movimientos estudiantiles, el impacto del 68, llegó a considerar que todas las protestas universitarias y juveniles criticaron el conservador status quo y el autoritarismo gubernamental, sin importar el país o localidad.
En plena globalización y transnacionalismo, los jóvenes de distintos países se miraron para cimentar conceptos ideológicos y sociales. Ya no eran individuos aislados luchando contra la represión o por la libertad cultural en su universidad, sino que ya eran parte de un colectivo internacional que pensó que podría cambiar a todo el mundo.
En Europa, los manifestantes se unieron contra el capitalismo y la sociedad de consumo; en Estados Unidos proliferó el rechazo contra la guerra de Vietnam y, en menor medida, contra la segregación racial; en naciones soviéticas, se protestó contra el control y represión socialista; y en Latinoamérica se denunció la opresión y el imperialismo estadounidense.
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En palabras de Roberto Rodríguez, en su texto París, mayo de 1968, “los rígidos controles del Estado representaban una camisa de fuerza sofocante” para los jóvenes enfurecidos que exigían un cambio en la estructura social y económica, pero todos recibieron severas muestras de represión y no alcanzaron sus objetivos de manera inmediata.
En Europa surgieron las principales insurrecciones juveniles
Aunque los movimientos estudiantiles de 1968 se dieron en contextos y circunstancias diferentes, la mayoría tuvo exigencias parecidas, sobre todo, por la tendencia global enmarcada por la represión y falta de diálogo con fuerzas públicas.
Entre los levantamientos internacionales más importantes estuvo el “mayo francés”, con miles de estudiantes franceses denunciando el autoritarismo y la “sociedad del consumo”, para después recibir entre sus filas una causa mucho más inmediata: la lucha obrera.
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De acuerdo con la investigación de Judit Bokser y Federico Saracho, el “mayo francés” tuvo la huelga de trabajadores y estudiantes más grande de toda Europa, con casi 10 millones de personas exigiendo un cambio en el sistema de gobierno y administración.
La inconformidad juvenil también llegó al Este, a la Alemania Federal. Desde 1966, miembros de la Universidad Libre de Berlín exigieron la democratización en la jerarquía institucional y modelos menos autoritarios de educación, pero sus demandas se redireccionaron contra gobierno luego de la muerte del estudiante Benno Ohnesorg a manos de las fuerzas públicas.
El movimiento alemán conocido como “generación del 68” centró sus acusaciones contra funcionarios que tuvieron supuestas conexiones en el extinto Partido Nazi, aunque también les dio por exigir la normalización de la libertad sexual y planes de vida menos conservadores.
Polonia fue otro país europeo con insurrección estudiantil. Sus protestas comenzaron en marzo de 1968, encabezadas por el gremio teatral y universitario a causa de la censura artística. Como en muchos casos, la fuerza pública se excedió en la represión y varios poblados demostraron su descontento.
Las manifestaciones y alarma social alcanzaron tintes antisemitas, pues los habitantes judíos temieron que un instinto nazi regresara al gobierno con tales muestras de autoritarismo.
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En Italia también se presentó un importante foco de protesta juvenil. De acuerdo con Andrea Donofrio, en su texto 1968: la contestación estudiantil en Italia, el descontento estudiantil en la “bota ibérica” surgió desde mediados de 1967, escalando a comienzos de 1968.
Los estudiantes italianos denunciaron la irregular distribución de riqueza, falta de actualización en el modelo económico y una escasa matrícula de profesores en universidades. Mientras las instituciones educativas evitaron los temas políticos, en los jardines universitarios sus alumnos se empapaban de teorías marxistas y hazañas guerrilleras del Che Guevara.
Otro de los movimientos más relevantes de 1968 se dio en Checoslovaquia, entonces república unida a la URSS. La llamada “primavera de Praga”, del 5 de marzo al 20 de agosto de ese convulso año, fue un levantamiento político e intelectual, no sólo estudiantil, en busca del “socialismo con rostro humano”.
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Mientras otras insurrecciones se apegaban al concepto comunista, Checoslovaquia se vio dispuesto a soltar ciertos lineamientos soviéticos, como una reducción en la censura, libre economía y sociedad, y una política más nacionalista, no comunista. Como ocurrió en otros casos de manifestaciones sociales, el intento de cambio fracasó.
América Latina y África lucharon contra injusticias sociales
Latinoamérica no se quedó atrás en los movimientos estudiantiles. México nunca olvidará uno de sus episodios más oscuros con la matanza de estudiantes en 1968, pero no fue el único país del “nuevo mundo” con protestas encabezadas por jóvenes.
Varios sitios de América Latina sufrían la incisiva injerencia de Estados Unidos sobre mercados económicos y educativos. Según datos de Adalberto Santana, en su texto 1968 en la memoria de América Latina y el mundo, toda la parte sur del continente apenas participó con un 5% en la economía global durante los años 70, cuando antes tenía una participación de casi 9%.
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Santana sostuvo que los movimientos estudiantiles y de protesta no sólo eran para alcanzar libertades políticas y un nuevo orden democrático. El derrocamiento de gobiernos, la resistencia al imperialismo estadounidense y a dictaduras, así como la reivindicación de derechos laborales, fueron algunas motivaciones que causaron convulsiones políticas.
Como ejemplo sudamericano, Brasil tuvo importantes manifestaciones estudiantiles en contra de su dictadura militar que acumulaba veinte años en el poder. La respuesta gubernamental fue agresiva y cobró la vida de algunos jóvenes y otros tantos heridos.
Adalberto Santana aseguró que la Universidad Estatal de Río de Janeiro fue centro para la insurrección estudiantil brasileña, influenciada por conceptos de izquierda. Algunos alumnos fueron víctimas de secuestro a manos de fuerzas militares, sufriendo tortura o hasta muerte.
También el continente africano presentó protestas estudiantiles de gran impacto en 1968. Sudáfrica, entonces inmerso en un gobierno racista y defensor del apartheid, fue sitio para una de las manifestaciones más conocidas del “viejo mundo”.
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Estudiantes de la Universidad de Cape Town –institución para alumnos blancos– protestaron por la segregación ejercida contra el profesor negro, Archie Majefe, quien fue retirado de la plantilla académica por orden del gobierno del apartheid.
De acuerdo con el texto Spirit of ’68, los promotores del racismo sudafricano aseguraron que la insurrección estudiantil sólo eran “hippies tomándose un periodo vacacional”. Tratándose de una afrenta contra el sistema gubernamental, las fuerzas públicas amenazaron a los estudiantes negros con revocar su permiso para estudiar si no dejaban la protesta.
1968 fue el año de los estudiantes inconformes, el momento que tuvieron para conformarse como una verdadera fuerza colectiva y consciente. De los movimientos de aquel año, ninguno tuvo éxito inmediato en sus exigencias, pero marcaron un antes y un después en los levantamientos estudiantiles.
Ahora, los jóvenes alrededor del mundo se unen otra vez, acompañando a una causa con la que empatizan. Falta ver qué ocurre con sus denuncias.
- Fuentes:
- Hemeroteca EL UNIVERSAL
- Bokser, J. & Saracho, F. (septiembre 2018). Los 68: movimientos estudiantiles y sociales en un emergente transnacionalismo y sus olas dentro del sistema-mundo. A manera de editorial. En Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales.
- Donofrio, A. (2020). 1968: la contestación estudiantil en Italia y el PCI. En Pasado y Memoria, Revista de Historia Contemporánea.
- Primavera de Praga - Enciclopedia Humanidades
- Rodríguez, R. (8 de mayo 2008). París, mayo de 1968. En Seminario de Educación Superior.
- Santana, A. (septiembre 2018). 1968 en la memoria de América Latina y el mundo. En Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales.
- Sierra, G. (2018). París era una fiesta. Buenos Aires: El Planeta.
- Waldman, G. (Septiembre 2018). Medio siglo de movimientos estudiantiles. El impacto de 1968. En Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales.