Texto: Mauricio Mejía Castillo
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Aquel año fue un torbellino. México vivió en vértigo cada día de 1929 . A 90 años de aquellos acontecimientos, EL UNIVERSAL hace un recuento de los acontecimientos más importantes que sucedieron en el país.
“No había aun smog y el cielo estaba limpio: venía a la región más transparente del aire. Todavía ningún rascacielos rompía el perfil urbano de cúpulas y torres, ni la fisonomía barroca de la ciudad. ¿Era bello ese burgo? ¿Había sed, esperanza y anhelo en un corazón adolescente?”. Así recordaba José Alvarado, periodista de extraordinaria pluma, el ambiente de aquella lejana capital. Pocos como él han homenajeado tanto el encanto de esos días en los que él era estudiante preparatoriano.
El primer gran acontecimiento político de aquel año, con una trascendencia singular, fue el nacimiento del Partido Nacional Revolucionario. La idea fue del general Plutarco Elías Calles , quien había dejado la presidencia el 30 de noviembre de 1928, en el marco de la incertidumbre que causó el asesinato del presidente electo Álvaro Obregón unos meses antes.
Calles -explica Enrique Krauze en Los sexenios - pretendía que el nuevo partido detendría la disgregación del grupo en el poder y lograría que la sucesión política se hiciera de modo pacífico. La muerte de Obregón provocó un caos en la política mexicana y era necesario, para garantizar la estabilidad política, que hubiera un nexo casi familiar entre los dirigentes.
Mitin del Partido Nacional Revolucionario, en Puebla. Años 30. Archivo/EL UNIVERSAL.
La convención que dio origen al PNR se inició el 1º de marzo en Querétaro, en el mismo teatro donde se proclamó la Constitución de 1917. Emilio Portes Gil era presidente interino por lo que el objetivo central de la convención era nombrar un candidato para las elecciones presidenciales en que sería sustituido. El elegido fue Pascual Ortiz Rubio , un ingeniero michoacano que fungía como embajador en Brasil.
El entonces presidente de México, Pascual Ortiz Rubio, posa junto con su esposa e hijos. Años 30. Foto: Los Ángeles Bureau. Archivo/EL UNIVERSAL
A los pocos días de comenzada la asamblea del PNR estalló una rebelión militar (precisamente lo que se pretendía evitar con el partido revolucionario) encabezada por el general José Gonzalo Escobar.
Los rebeldes - cuenta el historiador estadounidense John W. F. Dulles en su libro Ayer en México - protestaron contra la autoridad de Calles con el Plan de Hermosillo en el que acusaban al Jefe Máximo de la Revolución Mexicana de estar deseoso de continuar a cualquier precio en el trono de los césares, donde podría imponer el capricho de su voluntad.
El Plan no reconocía la presidencia provisional del licenciado Portes Gil. La rebelión fue sofocada gracias a la participación de todos los generales callistas, como Lázaro Cárdenas, y a la ayuda por parte de Estados Unidos a quien México compró aviones, armas y municiones.
El siguiente acontecimiento importante fue el fin de la Guerra Cristera . Desde 1926, gran parte del país, sobre todo los estados del centro y occidente, se encontraba en una lucha feroz entre el gobierno callista y los católicos.
Misa durante la Guerra Cristera, en Huejuquilla el Alto, Jalisco. 3 de marzo de 1929. Archivo/EL UNIVERSAL
El conflicto se inició, sobre todo, por los artículos de la Constitución que afectaban directamente a la institución eclesiástica . Parecía imposible un acuerdo entre el presidente Calles y los obispos. La indignación de los fieles mexicanos llegó a su punto cumbre con la suspensión del culto en los templos. Empezaron así tres años de violencia fratricida.
Los arreglos solo se pudieron llevar a cabo hasta 1929 cuando Portes Gil mostró una actitud muy diferente a la intolerante que ostentó Calles en este asunto.
Finalmente se reanudaron los oficios religiosos. Jean Meyer, el experto en el tema, concluye en el tercer tomo de su obra La Cristiada : “Cuando en junio de 1929 la Iglesia y el Estado hicieron la paz, de mano a mano, los únicos vencidos fueron los campesinos”.
La única oposición al candidato del PNR era José Vasconcelos . Secretario de Educación Pública de Álvaro Obregón y rector de la Universidad Nacional , el oaxaqueño fue el gran promotor de la cultura universal en un país que salía de la Revolución. Para 1929 se tenía a sí mismo como el único hombre con autoridad moral suficiente para dirigir al país, pues aborrecía al presidente Calles y sus colaboradores.
Retratos de José Vasconcelos. Archivo de EL UNIVERSAL.
Por ello decidió lanzarse a la lucha por la presidencia . Con sus ´batallones´ de estudiantes universitarios -apunta Krauze- y con la simpatía de las clases medias , los intelectuales y aun los obreros del noreste del país, Vasconcelos intentaba volver a las raíces maderistas de la Revolución y abrir el paso a la democracia pura . Pero la experiencia fue amarga.
El PNR no dejaría que el “pedante” Vasconcelos le hiciera mosca y la represión no se hizo esperar. En un mitin en la plaza de San Fernando fue asesinado el estudiante vasconcelista Germán de Campo. El fraude electoral dio el tiro de gracia a los anhelos del Ulises Criollo.
Pascual Ortiz Rubio fue nombrado presidente. En marzo del siguiente año, en el pueblo de Topilejo, se cometió otra matanza de jóvenes que seguían siendo fieles al maestro Vasconcelos.
La mayoría de los jóvenes que apoyaban la campaña vasconcelista intervino en otro proceso vital: la huelga que culminó con la consecución de la autonomía de la Universidad Nacional de México.
Reformas a los planes de estudio en la Escuela Nacional Preparatoria y de la de Jurisprudencia provocaron un movimiento estudiantil durante los meses de marzo a julio. El historiador Javier Garciadiego enfatiza que la ambición autonomista era compartida por estudiantes y autoridades nacionales.
El 23 de mayo de 1929, los estudiantes de las escuelas secundarias números 1, 3 y 4, arribaron a las afueras de EL UNIVERSAL, en la calle de Iturbide, para expresar su apoyo al movimiento huelguista universitario. Hemeroteca de EL UNIVERSAL.
El presidente Portes Gil ofreció a los estudiantes la autonomía y el proyecto de ley fue publicado el 22 de junio. En ella –especifica el historiador del Colegio de México- se afirmaba que el Jefe del Ejecutivo intervendría en el nombramiento del rector y tendría derecho de veto sobre las resoluciones universitarias; la Secretaría de Educación contaría con un delegado dentro del Consejo Universitario, con voz informativa; el rector enviaría un informe anual al presidente, al Congreso de la Unión y a la Secretaría de Educación Pública; la Universidad no tendría patrimonio propio, pues contaría con un subsidio otorgado por el gobierno y el presidente vigilaría el manejo de tales fondos.
El año de 1929 fue igualmente decisivo para la Universidad Nacional y el Estado posrevolucionario , puntualiza Garciadiego.
Todo esto ocurría el aquel año, cuando el Panzón Soto divertía a los capitalinos a costa de las principales figuras de la política; cuando Lupe Vélez arrancaba suspiros desde la pantalla de los cines; cuando los labios silbaban Un viejo amor . De todo ello EL UNIVERSAL, el matutino de mayor circulación, dio cuenta en sus jóvenes páginas.
Nuestra fotografía principal muestra una misa durante la Guerra Cristera en junio de 1929. La imagen comparativa antigua es la plana donde el entonces presidente Emilio Portes Gil otorga la autonomía a la Universidad Nacional.
Bibliografía
Enrique Krauze, Caudillos Culturales en la Revolución Mexicana
Enrique Krauze, Biografía del poder
John W. F. Dulles, Ayer en México. Una crónica de la Revolución (1919-1936)
Javier Garciadiego, “Universidad de México: Nacimiento y transformación”, en Maravillas y curiosidades. Mundos inéditos de la Universidad
Jean Meyer, La Cristiada 3. Los cristeros
https://www.zonaoctaviopaz.com /espacios/en-la-mirada-de-otros-/en-la-mirada-de-jose-alvarado/