Justin Trudeau llegó al poder en Canadá el 4 de noviembre de 2015, con lo que parecía un futuro brillante por delante. Carismático, prometió defender a la clase media canadiense y su economía, luchar contra el cambio climático. Comenzó con el pie derecho en su relación con Estados Unidos (entonces al mando de Barack Obama) y México (con Enrique Peña Nieto), pero los cambios de administración en ambos países marcaron el alejamiento con el canadiense.
Hoy Trudeau sale por la puerta de atrás. Su estrella, apagada, su gobierno paralizado y en crisis. A decir de muchos, Trudeau se va demasiado tarde.
Con elecciones este año, los liberales difícilmente tienen el tiempo necesario para elegir a un nuevo líder. Con la imagen de Trudeau hecha añicos; con los canadienses furiosos por la situación económica, por el declive en los servicios sanitarios, las figuras en el Partido que podrían destacar también han sido muy cercanas a las políticas del primer ministro saliente que los ciudadanos rechazan.
Los conservadores han aprovechado esta crisis para impulsar su imagen y Pierre Poilievre, líder del Partido, se frota ya las manos, con las encuestas, mostrándolo 20 puntos arriba del Partido Liberal, de cara a los comicios.
Trudeau asumió en una época distinta, y no logró entender el cambio de los tiempos. Progresista, abrió las puertas a la migración, aprovechando la falta de mano de obra en el país, pero no supo leer el descontento de la gente, que vio cómo se encarecía el acceso a la vivienda y empeoraba el servicio de atención médica.
Sus acciones para responder a los desafíos económicos fueron demasiado tardías. Los canadienses lo identifican como el origen de sus problemas económicos.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, en 2017, marcó el rompimiento con Trudeau, quien más de una vez mostró su desagrado al estadounidense. El alejamiento con México vino con la llegada de Andrés Manuel López Obrador, con quien los desencuentros se agravaron por temas como la reforma energética y luego la judicial.
Aun así, fue la Canadá de Trudeau, en Estados Unidos de Trump y el México de López Obrador los que firmaron el T-MEC, que marcó la pauta de las relaciones comerciales trilaterales.
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Pero el regreso de Trump a la presidencia, tras las elecciones de noviembre pasado, terminó de desestabilizar al frágil gobierno del canadiense. Con la amenaza de los aranceles, el pánico se apoderó de los políticos canadienses, ante la previsión de una recesión económica en el peor momento posible.
Si en un primer momento el gobierno de Trudeau habló de un acercamiento con México para hacer un 2-1 a Estados Unidos, la propuesta nunca se materializó. Al contrario. López Obrador habló de una “pausa”, poco antes de dejar el poder, por los comentarios del embajador canadiense, Graeme Clark, sobre la reforma judicial y la preocupación existente entre los empresarios y políticos canadienses.
Que Trump colocara a Canadá y México en la misma bandeja, amenazando a ambos, por lo que llamó “esfuerzos insuficientes” para controlar los flujos de migrantes y de drogas terminó de fracturar la relación canadiense-mexicana.
Las declaraciones tipo “no somos iguales” de políticos canadienses; la advertencia del propio Trudeau de que podría dejar a México fuera del T-MEC para mantener solo un acuerdo bilateral con Estados Unidos, debido a preocupaciones por las inversiones chinas, y la estrategia a uno de Trudeau en su fallido intento por negociar con Trump, dejaron en claro que una alianza Canadá-México no podía estar más lejos. “A México se le respeta”, dijo la presidenta Claudia Sheinbaum, evidenciando el ambiente de fractura.
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Aún es temprano para saber cómo se desarrollará la crisis canadiense. El gobierno de Trudeau ganó tiempo alargando el receso del Parlamento hasta el 24 de marzo, frenando, de momento, el intento conservador de aplicar una moción de censura y destituir a Trudeau.
Pero de momento, las perspectivas para los liberales no son buenas. El triste legado de Trudeau podría emularse al de Joe Biden en Estados Unidos: el de abrirle las puertas del poder a la derecha, en momentos en que el mundo ve un ascenso del populismo de derecha. ¿Canadá Primero será el siguiente lema? Está por verse.
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