Finalmente está ya en puerta el proceso electoral intermedio de este sexenio, con un panorama político complejo y muy diferente al de los veinte años recientes (desde 1997), en que ningún partido controlaba el Congreso y era necesario llegar a acuerdos entre distintas corrientes políticas.

Casi de golpe, un solo movimiento que no es realmente un partido político, ni tiene una gran coherencia interna, ocupa la mayoría parlamentaria, pero no para el partido mismo, sino al servicio incondicional de una especie de caudillo que impone su voluntad y sus caprichos sin oír a nadie ni negociar sus iniciativas de ley ni sus programas de gobierno.

¿En que es distinto este proceso electoral al de hace seis años?

Ante todo, en que el Presidente y sus más cercanos colaboradores mantienen una campaña activa contra la institución que organiza el proceso electoral. Esto es insólito: no tiene precedente en la historia del país y parece anunciar la posibilidad de que el gobierno mismo no aceptaría los resultados electorales si le fueran adversos.

En segundo lugar, el clima de violencia que impera en el país, más grave en unos estados que otros, que ciertamente ya existía desde hace mucho tiempo, parece haberse incrementado para afectar a candidatos de todos los partidos, principalmente a nivel municipal, señal inequívoca del avance de la presencia del crimen organizado en los gobiernos locales, sin que ninguna fuerza se le oponga a nivel nacional. Por gran desgracia, el gobierno federal no tiene en sus prioridades resolver la inseguridad pública ni contener al crimen organizado. Como pretexto, ha argumentado que gobiernos anteriores (léase Felipe Calderón) equivocaron sus políticas contra la violencia: “patearon el avispero” repite una y otra vez AMLO para justificar el dejar que las avispas de hoy actúen a su antojo.

En tercer lugar, la intervención directa del Ejecutivo en el proceso electoral, que tampoco es nueva en la historia nacional, pero que ya había sido limitada por la legislación electoral desde el año 2000. Es claro que el principal interés universal y empecinado del Presidente no es la tarea diaria del gobierno, ni el diseño de políticas públicas, sino las elecciones y la lucha casi encarnizada contra quienes considera como sus opositores, reales o imaginados. Su asunto es la política, tal como él la entiende, como confrontación permanente sin tregua ni posibilidad de mediación.

En las semanas recientes destaca la campaña contra el gobernador panista de Tamaulipas, que podría estar justificada por la comisión de delitos que deberían ser investigados, pero que fue emprendida exactamente en lo alto de las campañas electorales, y que además se acompaña del llamado a procesar judicialmente, por supuestos delitos electorales, a los dos candidatos al gobierno de Nuevo León que (sólo por casualidad) aventajan en las encuestas a la candidata de MORENA.

Es decir, que lo mismo que le quiso hacer Vicente Fox en contra de AMLO en 2005, el fallido intento de desafuero por un delito menor, le quiere aplicar el Presidente a sus adversarios.

Una cuarta diferencia que resulta fundamental es la debilidad de los partidos de oposición: PRI, PRD y PAN se enfrentan cada uno a una crisis por distintos motivos, y en estos dos años de morenismo no parecen haber recuperado terrenos perdidos, ni generado nuevos cuadros ni propuestas políticas innovadoras para enfrentar a la fuerza obradorista. Vamos, ni siquiera sus dirigentes nacionales –el exgobernador campechano Alito Moreno, el exsenador michoacano Marko Cortés y el dirigente de Nueva Izquierda, Jesús Zambrano, figuran activamente en los medios nacionales, como correspondería a una elección tan compleja como la que están enfrentando unidos esos tres partidos.

Apenas en estos días la coalición que forman los tres, “Va por México” ha anunciado –ya era hora-- que también serán una coalición legislativa para trabajar por diez compromisos que claramente marcan el camino a seguir contra la improvisación de Morena, la polarización diaria del país, la liquidación de los organismos autónomos, el estancamiento económico y el regreso a la presidencia imperial.

masandoval1492@gmail.com

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