En un reportaje especial sobre la crisis del fentanilo, la revista The Economist subraya que en 2022 la droga causó 75 mil muertes en los EE. UU., 5% más que en 2021, y el doble que en 2019. Ello, a pesar de se ha elevado los decomisos de fentanilo en la frontera mexicana. La dificultad para combatir el tráfico se debe a que el opiáceo es muy concentrado y por tanto fácil de esconder. No se mueve por toneladas, como la cocaína, sino por bolsas de pastillas escondidas en productos de todo tipo, botellas de refresco, y otros como productos agrícolas, llantas y baterías de automóviles.

Tres camiones de carga con fentanilo bastarían para atender la demanda de los EE. UU. durante un año. Los decomisos de la droga se duplicaron en 2023, gracias a más sistemas de Rayos X para escanear vehículos. Aún así, sólo se puede revisar el 20% de los camiones y el 5% de los automóviles. El principal punto de entrada ha cambiado, de San Diego se ha trasladado a Tucson Arizona. En la actualidad hay 6 millones de adictos a los opioides en el país del norte.

El fentanilo es 50 veces más fuerte que la cocaína y es más barato que la heroína. Tiene importantes usos médicos que no deben ser prohibidos, sino controlados. Una sola pastilla puede costar un dólar, y sus efectos pueden ser mortales, incluyendo depresión respiratoria, pérdida de conciencia y coma. Se puede también fumar y mezclarlo con metanfetaminas.

Al principio llegaba directamente de China a los EE. UU., pero en 2019 China prohibió su exportación y la de dos de sus principales precursores. Fue en ese momento que grupos mexicanos iniciaron su producción, importando los químicos de China, principalmente el Cártel de Sinaloa.

El esfuerzo del gobierno norteamericano para combatir el tráfico y la producción escribe el Economist, se ha complicado por la reticencia del presidente mexicano, de admitir que se fabrica en su país, a pesar de amplias evidencias en contrario. Por ejemplo, hace un año, Los Angeles Times informó que el Ejército mexicano confiscó medio millón de pastillas de la droga en Culiacán, en lo que en lo que el ejército describió entonces como el mayor laboratorio de drogas sintéticas encontrado hasta la fecha.

Recientemente el editorialista Pablo Hiriart visitó la tierra del Chapo Guzmán (“La agonía de Badiraguato” El Financiero, 10 de marzo, 2024.) Escribió: La falta de ingresos es por el declive de la siembra de amapola y mariguana. “Ya no tienen valor”, señalan pobladores de esta ciudad de menos de 4 mil habitantes, de un total de 26 mil personas que aún quedan en el municipio de Badiraguato. “Con las drogas sintéticas se puso difícil esto… traen el material desde China y arriba están los laboratorios de fentanilo”.

A su vez, ex fiscal de los Estados Unidos durante la administración de Donald Trump, William Barr, escribió en un artículo en The Wall Street Journal (marzo de 2023) que los cárteles han florecido debido a la falta de acción por parte del gobierno mexicano.

En general, cada vez que las agencias de antinarcóticos del país del norte han denunciado la participación de cárteles mexicanos en este tráfico, AMLO ha respondido que se trata de una “interferencia arrogante y abusiva que no podría ser aceptada bajo ningunas condiciones”. También ha amenazado con suspender toda la cooperación en materia de seguridad entre los dos países.

A pesar de esas declaraciones, dice la revista británica, México ha elevado sus esfuerzos por detener el tráfico y las importaciones de precursores. En uno de los escasos arrestos del sexenio contra los capos, arrestó a Ovidio Guzmán, uno de los hijos del “Chapo”, y lo extraditó al país del norte. Esto llevó a que el cártel de Sinaloa prohíba la fabricación de la droga, por lo menos en el papel. Entrevistó a un joven de 22 años en Culiacán que explicó que existe la orden de buscar a quienes produzcan fentanilo sin permiso, por lo que se han “eliminado” a unos 15 productores, y sólo se permite hacerlo a “los que están cercanos a los jefes”.

Un funcionario mexicano mostró al corresponsal de la revista un almacén en Culiacán con dos millones de pastillas decomisadas en redadas policíacas, así como prensas para fabricarlas: cada una de ellas puede hacer diez mil pastillas por hora. Pero Sinaloa es muy grande y muy rural, con carreteras en mal estado y muchos lugares para esconder los laboratorios. Tampoco hay suficiente personal para perseguirlos.

Durante un proceso judicial en los Estados Unidos se informó que Cártel de Sinaloa puede transformar $800 dólares de insumos chinos en $640 mil dls. de ganancias, y que ha atomizado la producción, Uno de los productores desplazados declaró que planeaba poner un laboratorio en Chiapas, fuera del alcance del Cártel, y que todo esto no se detendrá hasta que surja un nuevo tipo de droga.

Por otra parte, las relaciones China-EE. UU van cada vez peor, y para el país oriental el fentanilo no es una prioridad. Su posición oficial es que los Estados Unidos los han culpado de un problema claramente norteamericano. En 2022 los chinos suspendieron las pláticas sobre fentanilo cuando la líder del Congreso de EE. UU. visitó Taiwán. Luego, en San Francisco, Biden y Xi Jinping acordaron reanudar las pláticas y los chinos aceptaron imponer más controles sobre los precursores.

Aun así, es fácil encontrar en las redes empresas chinas que ofrecen precursores para fabricar varios tipos de drogas. Se pagan con criptomonedas a $200 dls el kilo, y se entregan directamente en direcciones en Norteamérica. Las comunicaciones se hacen a través de WhatsApp. Ello muestra las dificultades para detener el tráfico de precursores, no sólo de fentanilo, sino de meth, éxtasis y otras drogas. El país oriental tiene una amplia industria química, y muchos de los productores están protegidos por autoridades locales que pagan impuestos o sobornos. China ha insistido que son los importadores de estos materiales los que deben asegurarse de respetar las leyes. En tanto, el gobierno chino ha logrado que los EU flexibilicen su posición en contra de los abusos de derechos humanos del gobierno chino en Sinkiang.

Con todo, si se logra un mayor control de los precursores chinos, será la India (o Incluso Corea del Norte, con amplia experiencia en tráficos ilegales) quien ofrezca sus propios precursores, en un contexto en el que el gobierno indio tiene menos control sobre los productores independientes. Los mismos cárteles que fabrican la droga pueden abrir nuevos mercados en Europa, como pasó con la cocaína en los años noventa. Ahora mismo el consumo de fentanilo está creciendo en Canadá.

En todo caso, los EU tiene aún mucho por recorrer en materia de política antidrogas, medicinas contra las sobredosis y centros de tratamiento.

México también debe enfrentar el problema, La suspensión de la cooperación con las agencias norteamericanas es un error. En 2019 México abandonó la Iniciativa Mérida, establecida en 2007, la cual era útil más por la colaboración entre los dos países que por los simbólicos montos de apoyo entre los dos gobiernos, y desde 2020 se introdujo legislación para quitar inmunidad a los representantes de agencias extranjeras y obligarlos a entregar los resultados de sus investigaciones. La relación no ha mejorado desde entonces, a pesar de que se han mantenido conversaciones entre los dos gobiernos en materia de seguridad.

Durante años la relación bilateral entre los organismos norteamericanos y mexicanos de seguridad se ha caracterizado por tensiones y diferencias, pero antes de 2018 al menos se había avanzado en reconocer que el problema de las drogas sólo podía ser abordado mediante acciones de cooperación y los intercambios de inteligencia. La colaboración no debe quedar sacrificada a la prevalencia de caprichos y la ausencia total de objetivos serios de política exterior que ha caracterizado al actual gobierno.

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