No cabe duda que habrá muchos y muy variados análisis de la marcha cívica en defensa del INE del domingo pasado. Pero hay algunas cuestiones que me parece que son incontrovertibles y que deberían estar presentes en los comentarios que se hagan sobre lo acontecido

1. La marcha fue extremadamente plural y diversa, tanto como lo es el país y como lo es sobre todo la Ciudad de México. Hubo desde personas de la tercera edad hasta bebés llevados por sus padres. Hubo personas de distintos estratos sociales. Hubo políticos que pertenecen ya (en buena hora) al pasado y otros que seguramente serán el futuro del país. Hubo héroes de la democracia, como José Woldenberg, junto a ciudadanos de a pie que se sienten orgullosos de lo que el INE representa para todos nosotros. Esa diversidad es algo que, en sí mismo, hay que festejar y valorar.

2. Lejos de los insultos que se habían prodigado durante días desde el púlpito del poder, quienes asistimos a la marcha pudimos corroborar que no hubo gritos ni actitudes racistas, no hubo hechos de violencia, no hubo vidrios rotos, no hubo afectación a negocios. Lo que vimos fue un clamor ciudadano para que cualquier reforma electoral que se pretenda hacer preserve lo que hasta ahora han logrado varias generaciones de mexicanos. Queremos una democracia que, en el tema electoral, siga permitiendo el pluralismo y la alternancia, temas en los que tanto se han beneficiado quienes actualmente ocupan el gobierno federal dicho sea de paso.

3. Las reformas electorales no han sido extrañas en la historia política reciente del país y es probable que se sigan requiriendo ajustes a la normatividad en la materia. Pero siempre han sido fruto de posturas originadas desde la oposición política y construidas sobre un amplísimo consenso. No parece ser el caso de la que actualmente está propuesta. Proponer un cambio de reglas desde el poder, cuando se tiene tan cerca un proceso electoral del tamaño del que veremos en el 2024 quizá no sea lo correcto, sobre todo considerando que desde el propio poder público se insulta y descalifica a diario a los demás actores políticos y sociales.

4. Las democracias de nuestros días siguen convocando a enconados debates. No tenemos que tenerles miedo. Al contrario, no hay nada más estimulante para definir nuestras posturas, que saber lo que piensan los que están enfrente. Y si eso amerita discutir con energía, pues tanto mejor. En una democracia, todos tenemos voz y todos debemos ser capaz de expresarla, le guste o no a quienes sostienen puntos de vista contrarios. La marcha fue una reivindicación de esa libertad política básica: la de criticar al poder.

Ahora bien, la gran duda es qué sigue después de la marcha. Desde luego que ya contamos con un número muy amplio de comentaristas que han hablado de la poca o de la mucha asistencia (fueron decenas y decenas de miles, eso lo pudimos constatar quienes lo observamos con nuestros propios ojos), de los objetivos legítimos o espurios que llevaron a tanta gente a marchar, del sentido de las miles de pancartas que pudimos leer, del tipo de reclamos expresados a voz en cuello y demás.

Pero la cuestión importante persiste: ¿habrán tomado nota los legisladores federales de oposición sobre lo que quieren muchísimos votantes?, ¿se escuchó el mensaje ciudadano en los lugares en los que se toman las decisiones sobre el futuro del país?

Y la otra duda fundamental: ¿puede una marcha tan multitudinaria y contundente generar contrapesos electorales y traducirse en votos en los procesos del 2023 y sobre todo en el del 2024? Toda marcha implica una expresión episódica, con un efecto limitado en el tiempo. Muchas personas no la olvidaremos, pero ¿se podrá sentir el mismo fervor cívico frente a las urnas?, ¿los que nos fueron a la marcha, por diversas razones, se sentirán llamados a reflexionar sobre el sentido su voto y a decidir a favor de los equilibrios institucionales que el país requiere?

Como quiera que sea, lo cierto es que el domingo hubo mucho “músculo” ciudadano y esa es la buena noticia. Miles de personas reunidas para expresar que valoramos la democracia, que queremos un INE como el que ahora tenemos, que no queremos perder la democracia electoral que tanto tiempo le ha tomado al país construir. Valió la pena.


Abogado constitucionalista
@MiguelCarbonell

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