El Senado de la República acaba de aprobar un conjunto de modificaciones a la Constitución mexicana sobre el tema del Poder Judicial de la Federación . Se trata de la reforma más importante en esta materia desde 1994.

La reforma plantea un conjunto de temas que todos los abogados deben conocer y que darán lugar a un mejoramiento de las tareas de la Suprema Corte , del Consejo de la Judicatura Federal y de algunos de sus órganos auxiliares.

Por ejemplo, la reforma aprobada por el Senado crea la nueva figura de los Tribunales Colegiados de Apelación, que van a sustituir a los Tribunales Unitarios de Circuito. Los nuevos tribunales serán integrados por tres magistrados, en aras de ofrecer una mayor certidumbre en las decisiones que tomen. Estos tribunales tienen la enorme tarea de desahogar los recursos de apelación en los procesos federales ordinarios.

Otro cambio relevante consiste en la creación de la figura del “precedente judicial”, a partir del cual la Suprema Corte emitirá criterios de observancia obligatoria para todos los tribunales del país sin necesidad de que sean reiterados. Bastará una sentencia de la Corte para que el criterio se haga obligatorio. Este cambio es seguramente uno de los que mayor impacto tendrá en la cultura jurídica nacional, pues permitirá unificar criterios de interpretación con mayor celeridad y teniendo en cuenta el contexto fáctico del que surge el criterio, cuestión que no se puede hacer a partir de las actuales “tesis” de jurisprudencia.

La reforma también propone mejorar el régimen constitucional de las controversias constitucionales, por ejemplo, para que procedan en contra no solamente de actos de una autoridad que invadan o afecten las competencias de un órgano del Estado mexicano, sino que a partir de la reforma las controversias constitucionales se podrán plantear también por omisiones, es decir, por lo que las autoridades tendrían que hacer y no hacen. Es una buena noticia.

La reforma contiene algunos elementos que buscan fortalecer la carrera judicial y anuncia que será emitida una nueva ley en la materia. Esto es importante, ya que los jueces federales cuentan con un régimen de carrera que les permite ejercer su función de manera independiente y profesional. También en esto la reforma avanza por la ruta correcta.

La formación académica de los juzgadores, indispensable para que puedan hacer bien su trabajo, es un tema que igualmente aparece en la reforma, ya que se propone crear una Escuela Federal de Formación Judicial, la que tomará como punto de partida la experiencia del actual Instituto de la Judicatura Federal.

La reforma judicial aprobada por el Senado es una apuesta de cambio de la generación de juristas que ejerce hoy en día tareas judiciales y legislativas en el país. Hace más de 25 años fueron otros los que dieron los pasos necesarios para orientar a nuestra Suprema Corte hacia su papel de tribunal constitucional, crearon al Consejo de la Judicatura Federal y la figura de las acciones de inconstitucionalidad. Actualmente, otras personas, con la visión que les da el paso del tiempo y con la experiencia acumulada, siguen en la senda del mejoramiento de la justicia mexicana.

Hay quienes han señalado que la reforma se queda corta y que hay muchos temas adicionales que se deben analizar a la brevedad. Creo que son voces que merecen ser escuchadas. No se trata de una reforma definitiva. No será la última vez que se modifique el régimen constitucional de la impartición de justicia. Quedará muchísimo por hacer, tanto respecto al diseño orgánico y competencial de nuestros juzgadores federales, como sobre todo en torno a su funcionamiento práctico.

La justicia mexicana adolece de enormes problemas. No de ahora, sino desde hace mucho tiempo. Tenemos reformas recientes que, como la que ahora comentamos, aportan elementos de esperanza. Por ejemplo, la reforma al sistema de justicia laboral, que tanta falta le hace al país y que ya está en curso de implementación. También tenemos las importantes reformas en materia de derechos humanos y del juicio de amparo, ambas de 2011, y aún antes de ellas, la reforma de la oralidad en materia penal del año 2008.

Se trata de esfuerzos sinceros para mejorar las cosas, aunque su puesta en práctica ha dejado profundas insatisfacciones. Por eso es que necesitamos seguir reformando, seguir mejorando y seguir invirtiendo tiempo y esfuerzo en la justicia mexicana. Hay mucho por hacer. Manos a la obra.

Investigador del IIJ-UNAM
@MiguelCarbonell