Vienen días, semanas y probablemente meses muy complicados. La pandemia del Covid-19 va a tener un impacto profundo en nuestras vidas. Hay tres áreas de preocupación principal en las que tenemos que enfocarnos:

1) En primer lugar, vamos a enfrentar una emergencia sanitaria de primer orden. No es un ámbito en el que México sea particularmente fuerte. Hemos descuidado demasiado tiempo a nuestro sistema de salud. Los trabajadores de nuestros hospitales públicos deben realizar su trabajo en condiciones extremadamente precarias.

La crisis debe servir, antes que nada, para reconocer el heroísmo del personal médico. Ellos son el primer frente de la batalla que vamos a librar contra el coronavirus y merecen todo nuestro apoyo y todo nuestro reconocimiento.

Necesitamos que cuenten con los equipos necesarios para atender la avalancha de personas contagiadas que están llegando a las unidades de salud. Proteger a nuestros médicos y darles lo necesario para que puedan hacer de forma segura su trabajo es más importante que nunca.

2) En segundo lugar, vamos a enfrentar un verdadero terremoto en el plano de la economía. Y tampoco aquí estamos en las mejores condiciones. La moneda nacional se está devaluando, el petróleo está en su nivel más bajo de las últimas tres décadas, los ingresos por el turismo van a caer a niveles de colapso y también es probable que disminuyan las remesas que envían desde el exterior nuestros migrantes. Veremos despidos, veremos inversiones que no se harán, veremos empresas cerrar y personas que pasarán (todavía más) graves penurias económicas.

Pero no se trata de nada por lo que no hayamos pasado antes. Cuando esta enorme crisis sanitaria pase, deberemos trabajar muy duro para recuperarnos. Será difícil, pero lo lograremos. En lo inmediato, necesitamos medidas de apoyo gubernamental para la supervivencia de pequeñas y medianas empresas, un régimen fiscal transitorio para la emergencia y señales claras que se tomarán las medidas necesarias para sacar adelante a la economía mexicana.

3) Un tercer tema en el que debemos poner atención es el de nuestra convivencia social. Una crisis es la mejor oportunidad para poner a prueba nuestros valores, aquello en lo que creemos, aquello que hace que nos despertemos cada día con alegría y que salgamos dispuestos a ser los mejores.

México necesita hoy más que nunca ciudadanos que se informen, que observen los protocolos sanitarios, que estén pendientes para ayudar a la población más vulnerable, que auxiliemos en nuestro particular ámbito de actuación a quienes podamos, que dejemos a un lado la discordia y hagamos frente unidos al desafío.

Ningún país es capaz de salir adelante desde la división y el encono. Ninguna sociedad puede basarse solo en la desconfianza y el temor. Tenemos que estar al lado de nuestras familias, tenemos que cuidar de nuestras personas de mayor edad y tomar todas las precauciones posibles. Repito: todas las precauciones posibles, todas las que estén a nuestro alcance. Ninguna consecuencia negativa se va a producir por ser en exceso cuidadosos. Al contrario. Una ciudadanía precavida y atenta es hoy en día la mejor defensa frente al virus.

Estamos ante una durísima prueba. Pero que nadie lo dude: ningún virus nos vencerá. Saldremos adelante nuevamente, porque ya hemos salido antes, porque sabemos cómo vencer las dificultades, porque estamos preparados para lo que venga. Y saldremos adelante porque vamos a trabajar decididos, unidos como nunca, en favor de nuestro país.

Pronto volveremos a nuestras plazas, a los cafés, a los cines y a nuestras escuelas. Pronto abrirán nuestras fábricas, nuestros comercios y nuestros mercados. Pronto volveremos a la normalidad, porque somos más fuertes que cualquier virus y porque tenemos de nuestro lado a la esperanza. Saldremos adelante, luchando desde cada casa, desde cada hospital, desde cada clínica, desde cada rincón del país. Mucho ánimo y mucha fuerza para todos.


Investigador del IIJ-UNAM.
www.centrocarbonell.mx

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