¡Vaya que el cierre de la última mitad de 2023 fue interesante! La disrupción en la política nacional causada por una mujer – intensiva en propiedad intelectual (PI) por su formación y actividades previas – abarcó casi la totalidad de columnas, visualizaciones, interacciones y tendencias. Dentro de las muchas noticias que escaparon a esta avalancha, hay dos que muestran la realidad del país en materia de PI.

El pasado 27 de junio fue publicado el Ranquin Mundial de Universidades QS 2024, el cual, con base en métricas relativas a calidad académica, reputación, producción científica y tecnológica, obtención de empleos bien pagados, entre otros, evalúa a mil 500 universidades alrededor del mundo.

En la 20a edición, en la cual el Instituto Tecnológico de Massachussets y las Universidades de Cambridge y Oxford ocupan los tres primeros lugares, la UNAM vuelve, con una calificación de 61.4/100, a situarse dentro de las 100 mejores universidades del planeta (lugar 91), lo cual es motivo de celebración.

No obstante, y sin afán de desvalorizar la gran labor de nuestra máxima casa de estudios, en cuanto a la producción de material científico y tecnológico, la calificación deja mucho que desear: 2.7/20.

El QS2024 no toma en cuenta el factor de solicitudes, titularidad ni explotación de patentes. En este terreno, la suma de las solicitadas por la UNAM en México en 2020, 2021 y 2022, corresponde a 25% de las solicitudes internacionales presentadas por la Universidad de California tan solo en 2022. Esta es la triste realidad del país. Que no nos espante que de las patentes que se solicitan y otorgan en México, sólo una sea por y para mexicanos.

De acuerdo, festejemos, pero no dejemos de convencernos que esta realidad no corresponde al México del siglo XXI y que el orgullo, no sea llamarada de petate, sino se convierta en compromiso. Que los datos duros – provengan de donde provengan – nos piquen la cresta, y que el nivel de patentamiento y explotación de la innovación corresponda al lugar que ocupamos en el mundo.

Al igual que pasa con las propias cifras, la otra gran figura de la propiedad industrial – las marcas – muestra una realidad que corresponde al lugar que ocupamos dentro de las 20 economías más grandes del mundo, de ser uno de los países con más tratados de libre comercio vigentes y el noveno en marcas registradas vigentes y a un país donde la marca es un factor decisivo de compra para el público consumidor.

Coincidentemente, el 27 de junio, Brand Finance publicó el Ranking 2023 de las 100 marcas de ventas al detalle o al por menor, en la cual, si bien Amazon se lleva una parte de los reflectores como la número 1 en el mundo con un valor de casi 300 mil millones de dólares, Oxxo se lleva la otra como la de mayor rápido crecimiento en el mundo.

A decir de la calificadora inglesa y líder en el mundo, gracias al plan de expansión que FEMSA tiene para Oxxo en Latinoamérica, es que la marca tuvo un aumento de su valor (2.3 mil millones de dólares) del 56% en el último año, lo cual le permitió no solo entrar al grupo de las 100 (lugar 91) sino llevarse la medalla de mayor crecimiento. El tener como visión el abrir por lo menos un Oxxo diario, es motivo de orgullo, pero también de trabajo y compromiso.

La UNAM y Oxxo demuestran la realidad del país en materia de PI. Si bien no se puede decir que por tener tal o cual nivel en marcas lo debemos tener en patentes, la brecha entre estas figuras no puede ser lo bestial que es hoy. Sigamos confirmando que somos una economía de libre y global mercado; que el consumo es fluido y que los modelos de negocio mexicanos se exportan con éxito; trabajemos para incrementar los frutos de la investigación y el desarrollo.

Especialista en propiedad intelectual y protección de innovación

Twitter: @MA_Margain

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