¿Qué si México ha escalado al 2º lugar en turismo a nivel mundial? ¿Qué si el aeropuerto de Cancún es el 10º en tráfico de pasajeros? ¿Qué llama la atención de tanto extranjero que turistea y abarrota restaurantes en CDMX? Son temas que han circulado en las últimas semanas.
Estas preguntas y el número récord de participantes en el Tianguis Turístico de esta semana en Acapulco (65 mil a decir del Secretario Miguel Torruco), permiten que la experiencia mexicana confirme que el turismo es una industria resiliente y que se pueda confiar en ella en la nueva normalidad.
El turismo ha probado no solo ser, y lo seguirá siendo, un jugador vital en la economía y agenda pública de los países, sino un sector y fuerza para el desarrollo, progreso y bienestar. Como toda industria, implica un mercado en el cual países, regiones, ciudades y empresas compiten para atraerlo y hacerse de clientes.
Innovación y propiedad intelectual (PI) no son ajenos a esta competencia. El turismo se basa tanto en bienes tangibles –recursos naturales, históricos, culturales, e infraestructura– como en intangibles. Innovando y emprendiendo hay que sacar provecho de esta dupla; la PI es el agente catalizador y herramienta obligada para ello.
La PI es el medio que permite a gobiernos, organizaciones públicas y privadas, empresas y personas físicas, sacar provecho de todo aquello que la naturaleza, la historia y la trayectoria cultural ofrecen, para explotarlos y así obtener los resultados económicos y sociales que se esperan del turismo.
Las marcas son el ejemplo inmediato. Se utilizan no sólo para distinguir desde países, regiones, ciudades, barrios, hoteles, aerolíneas, tour-operadores, hasta lugares de comida callejera, sino también para certificar la calidad, sustentabilidad e inclusividad. España ha sido un éxito como marca-país; Guanajuato como marca-región, y CDMX como marca-ciudad.
“Pueblos Mágicos” es un muy buen ejemplo de marca de certificación para distinguir un destino con tal o cual característica. La marca IGLTA es ejemplo en el tema de inclusividad, al certificar destinos e instalaciones para la comunidad LGBTIQ+ y, GSTC en el de sustentabilidad ecológica.
¿Y qué decir de las Denominaciones de Origen y de las Indicaciones Geográficas? Más que para explotar el producto, de ellas surge una telaraña de posibilidades que implican recursos, fuentes de trabajo y beneficios para las comunidades. México tiene a la ruta del Tequila como ejemplo mundial; incluso es presumida en el reporte “Impulsar el Desarrollo del Turismo a través de la Propiedad Intelectual” publicado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual y la Organización Mundial de Turismo.
Si al paladar y al olfato hay que atender, qué decir del turismo gastronómico, en el cual convergen tradiciones culinarias y secretos industriales de recetas. Perú ha sabido con éxito ponerlo en práctica y capitalizarlo.
Los derechos de autor no se quedan atrás. Música, arte, cine, teatro, arquitectura y literatura permiten la competencia en el turismo. En este rubro, en el reporte se dedica un espacio a una empresa queretana que ha sacado provecho de cuentos y leyendas populares para, innovando, montar recorridos escenificados y así atraer clientela.
Los diseños también están presentes. Hay turistas que quieren estar en tal o cual restaurante u hotel precisamente por el diseño, tal como el Hotel Armani de Dubái, o alguno que otro en San Miguel de Allende.
Las patentes y el software están en las entrañas del turismo. Basta con voltear a ver nuestro celular para darnos cuenta que, por lo menos, tenemos una “app” para transporte local y posiblemente otra para reservar boletos de avión. Alguno que otro, antes de viajar, “bajará” alguna que le permita anticipar tips y datos del destino.
La PI mueve al mundo, la industria sin chimeneas debe sacar el máximo provecho del sistema. En México, ejemplo en turismo, el capacitar al gremio del turismo en temas de PI debe ocupar un lugar en la agenda. Con voluntad podrían considerarse talleres y pláticas para el próximo Tianguis. Eso espero.
Twitter: @MA_Margain