En abril, no sólo celebramos el Día Internacional de la propiedad intelectual sino también a las niñas y niños, incluidos a los que no lo somos tanto. Para festejar a ambos, qué mejor que hablar de los héroes, villanos, princesas, personajes ficticios y humanos que forman parte de la niñez –de cualquier edad– a través de caricaturas, películas, series e incluso videojuegos.
Los poderes que emanan de los derechos de propiedad intelectual, hacen posible que veamos a tal o cual personaje hasta en la sopa (literalmente), a través de la industria del branding y licenciamiento. A decir de la Asociación de Industriales en Licenciamiento y Mercadotecnia, esta industria representa cerca de 300 mil millones de dólares anuales en ganancias.
Todo personaje, bueno, malo, caricaturizado o humano es producto de la actividad intelectual de su creador. Así, desde su nacimiento, Superman y su archienemigo, Lex Luthor; Simba, Timón, Pumba, Scar; el profesor, Berlín, Tokio y Denver de La Casa de Papel, gozan de manera automática de la protección del derecho de autor.
De igual manera, todas y cada una de las creaciones que los envuelve, como scripts, películas, capítulos de televisión, series animadas, están amparadas por las leyes y tratados internacionales en materia autoral. La música que los acompaña, e incluso que identifica, desde princesas hasta ogros, también goza y se beneficia del Derecho de Autor. No sólo Elsa, sino todo lo que rodea a la película Frozen, le deben su éxito a la canción Libre soy (Let it go!).
Batman –el personaje más licenciado, según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual– al igual que sus compañeros de la Liga de la Justicia, gozan en México de una protección adicional. Nuestra Ley Federal del Derecho de Autor contempla la figura de “Reservas de derechos”, por virtud de la cual tanto las características físicas y sicológicas de los personajes son protegibles. Así, el color amarillo, la baja estatura y el hecho que los Minions combinen palabras de diversos idiomas, están protegidos.
Las marcas también están al servicio y aprovechamiento de los personajes. Sus nombres, rostros y caracterización en 3D, hasta los reinos, clanes, familias o palomillas a los que pertenecen, pueden y han sido protegidos para distinguir un sinfín de productos y servicios. Gracias a las marcas nominativas, de logotipo y tridimensionales, Spiderman teje su telaraña que le permite estar presente en la televisión, en películas, y también en juguetes, dulces y platos, vasos y servilletas de fiestas infantiles.
Gracias a las marcas no tradicionales, entre las que se encuentran las de sonido, Darth Vader, de por sí conocido, ha logrado proteger los sonidos característicos de su respiración y de su espada láser. De este privilegio también goza Homero Simpson al haber registrado su característico “D’oh”.
Al igual que los héroes y villanos que por años nos han entretenido, todos y cada uno de nosotros debemos aprovecharnos de la propiedad intelectual para proteger y explotar nuestras creaciones, sin olvidar respetar los derechos de propiedad intelectual de otros.
Mi reconocimiento al Observatorio Nacional Ciudadano por sus personajes Dr. ONC y su fiel compañera Lupe, a través de las cuales educa y concientiza a niñas, niños y sociedad en general en una cultura de legalidad, incluyendo el respeto a los derechos de propiedad intelectual.