El próximo 20 de enero, Joe Biden será juramentado como Presidente de Estados Unidos, lo cual representa una continuidad en las políticas de fomento y protección a la propiedad intelectual.

Nuestro vecino país puede presumir tanto que dos de sus fundadores fueron inventores —incluso Thomas Jefferson fue de los tres primeros examinadores de patentes en el hemisferio— como que, desde su fundación, la materia ha estado en lugar preponderante en la agenda.

En esta línea, es importante que en México estemos pendientes de lo que ocurre y puede ocurrir en Estados Unidos en materia de propiedad intelectual; las razones sobran: desde el hecho de contar, gracias al T-MEC, con los más altos estándares a nivel mundial de protección de propiedad intelectual, hasta la cooperación interinstitucional que ha alcanzado niveles tan importantes como el trabajo conjunto en la defensa de los derechos de propiedad intelectual; programas de educación y concientización y, el muy reciente programa para la concesión paralela de patentes.

A Joe Biden tan no le es ajena la propiedad intelectual que ha sido un férreo defensor de ella. Como Senador, fue considerado “campeón de los derechos de autor” por la industria de Hollywood; en 2002 presentó el reporte Robo de la propiedad intelectual americana: Luchando contra el crimen afuera y en casa, en el cual condenó la piratería y señaló la necesidad de contar con normas y sanciones más estrictas. Como vicepresidente ratificó su postura en torno a la piratería, a la cual calificó como robo; sugirió que, respecto a la observancia de los derechos de propiedad intelectual en el entorno digital, los proveedores de servicios de internet debían involucrarse en la labor emprendida por las industrias de música y películas.

En torno a las patentes, como segundo de abordo en la administración del presidente Obama, fue testigo de la promulgación de la Ley de Inventos Americanos, la cual representó una modernización y simplificación del sistema. En este terreno intervino y fue promotor, en el marco de una cruzada contra el cáncer, del programa “patentes para pacientes” por virtud del cual se aceleró el examen y otorgamiento de éstas para combatir esa enfermedad.

De su plataforma como presidente electo, hay que destacar dos documentos: el primero, el programa “Hecho en los Estados Unidos” (Made in America), del cual se desprende la necesidad de fuertes y asertivas políticas de propiedad intelectual para hacer frente al compromiso de mayor inversión (300 mil millones de dólares) en Investigación y Desarrollo (I+D), sobretodo en áreas de avanzada como inteligencia artificial, biotecnología y energías limpias. De igual manera, se establece como prioridad defender la propiedad intelectual estadounidense ante los esfuerzos extranjeros de apropiarse de ella indebidamente.

Para la defensa de la propiedad intelectual, y sobretodo en torno al robo de secretos industriales y las consecuentes sanciones, el compromiso encuentra eco en un segundo programa: Disuadir el espionaje de entidades extranjeras a través de la defensa nacional (DEFEND), presentado en 2018, nada más y nada menos que por la entonces Senadora, próxima Vicepresidenta, Kamala Harris.

Así las cosas, y a diferencia de otras áreas donde se prevén disrupciones, con la llegada del presidente Biden es de suponerse que la propiedad intelectual seguirá ocupando un lugar preponderante en sus agendas, tanto económico-comercial como en la de seguridad nacional. Si se cumple la premisa, será en beneficio de los sistemas de ambas naciones.

Twitter: @MA_Margain

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