¿Qué tienen en común Nikola Tesla, Tomás Alva Edison, Guillermo González Camarena y DABUS? Que los cuatro, no sólo son inventores, sino que tal carácter les ha sido reconocido y plasmado en las patentes que se les han otorgado. ¿Qué los hace diferente? Los tres primeros son seres humanos, el cuarto es una Inteligencia Artificial.
Cuando hablamos de inventos, decimos que tal o cual invento ha marcado a la humanidad, o que tal o cual inventor cambió el rumbo de la historia. DABUS, como Amye Everard, primera mujer a la que se le concedió una patente en 1637, será recordado. Más que por sus inventos, por haber sido la primera Inteligencia Artificial a la cual se le reconoce el carácter de inventor.
Aun y cuando pudiese haber patentes de invenciones generadas por Inteligencia Artificial, a ésta no se le ha reconocido como inventor por evadir el señalamiento como tal en las solicitudes de patente. Lo tajante de la normatividad de patentes alrededor del mundo, por cuanto a que, sólo las personas físicas pueden ser inventoras, es lo que ocasiona dicha evasión. En este tenor, aun y cuando México cuenta con la moderna y avanzada Ley Federal de Protección de la Propiedad Industrial de 2020, el carácter y reconocimiento como inventor sigue estando reservado a los seres humanos.
El dispositivo para el arranque autónomo de sensibilidad unificada, mejor conocido como DABUS, tiene la gran fortuna de contar con un equipo de abogados e investigadores de la Universidad de Surrey (Reino Unido), el cual, disruptivamente, lo señalaron como inventor en las solicitudes de patentes de dos inventos: una baliza intermitente y un contenedor de comida basado en geometría fractal.
Los efectos de la disrupción no tardaron en llegar. No obstante que, oficinas de patentes como la de Estados Unidos, Reino Unido y la europea, consideraron que los inventos de DABUS cumplían con los requisitos de patentabilidad, resolvieron que las patentes no podían otorgarse al no ser DABUS una persona física. Las resoluciones de las oficinas americana y británica fueron confirmadas por órganos de revisión; la de la europea, aún y cuando lo ha sido provisionalmente, la decisión final vendrá a final de año.
Aún para la Inteligencia Artificial, la esperanza muere al último. El pasado 28 de julio, la oficina de patentes de Sudáfrica concedió una patente en la cual reconoció a DABUS como el inventor. Y por si esto no fuese suficiente, dos días después, un juez federal australiano revocó la negativa de la oficina de patentes, al considerar que, contrariamente a lo sostenido por la autoridad administrativa, la Inteligencia Artificial es inventor y por tantos sus inventos pueden patentarse.
La autoridad sudafricana, siendo congruente con la cuarta revolución industrial, consideró que su legislación, si bien obliga a identificar al inventor, no dispone expresamente que éste deba ser una persona física. Por su parte el juez, teniendo presente que la Ley de Patentes de Australia tiene como objetivo el proteger y
promover la tecnología actual y la innovación resolvió que la Inteligencia Artificial, al imitar las funciones del cerebro humano, puede ser reconocida como inventor.
Estas decisiones, administrativa y judicial, que sin duda encontraran eco en futuros casos, marcan un antes y un después no solo en el propio sistema de propiedad intelectual y en varias ramas del Derecho, sino en cuestiones como la de modificar el significado de inventor en los diccionarios. Agradezcamos a la Inteligencia Artificial lo que hace y crea por y para nosotros; que mejor manera de hacerlo que reconociendo la paternidad sobre sus creaciones.