En mi colaboración en este diario de fecha 24 de junio de 2022 (http://bit.ly/3Oxhlyd), referí como un posible escenario para México la desaceleración económica y su consecuente afectación a los ingresos de las familias mexicanas. Hoy se observan señales de una mayor cercanía a que ello ocurra. Recientemente se publicó el Indicador Oportuno de la Actividad Económica que permitió a los analistas proyectar que la producción de bienes y servicios y su valor para el cuarto trimestre del año podrían moderarse debido al efecto que tiene la inflación en el consumo y una reducción en las exportaciones. Consecuentemente se vislumbra una reducción en las ventas al exterior y, al mismo tiempo, no podemos contar con que los consumidores mexicanos amortigüen la caída en los ingresos para las empresas.

Una prueba de ello es que, según datos del Inegi, en septiembre los ingresos reales por suministro de bienes y servicios presentaron un retroceso de 0.2% y fue el segundo mes consecutivo con esta tendencia. Asimismo, la paridad peso-dólar podría verse perjudicada, debido a que depende de tres entradas principales de divisas: remesas, exportaciones e inversión extranjera. Respecto de las exportaciones, se observa una disminución en la demanda de productos mexicanos por parte de Estados Unidos, lo que podría indicar un decrecimiento en el dinamismo de la economía norteamericana y provocar una disminución en la cantidad de remesas que envían las y los mexicanos en ese país. Por parte de la inversión extranjera, está latente la posibilidad de que el desenlace de las consultas en materia energética del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá afecte la percepción y la confianza de los inversionistas en nuestro país. Frente a estas condiciones, se requerirán medidas gubernamentales que mitiguen sus efectos; sin embargo, más allá de este trimestre, de acuerdo con el Presupuesto de Egresos para 2023, a pesar de que se aumentará el gasto del gobierno en 13%, hay una disminución en las áreas destinadas a incentivar el comercio, por ejemplo, la Secretaría de Economía, que es la encargada de llevar a cabo las políticas para el fomento comercial, presentó entre 2019 y 2023 una disminución de 69% del total de recursos que se le destinaban.

Por otra parte, no se le asignó presupuesto a los fideicomisos que aún existen para impulsar a las empresas, tales como el Fondo Nacional al Emprendedor, lo que afectará la capacidad de las y los mexicanos de generar empleo e ingresos. Asimismo, ningún Estado del norte del país recibirá fondos para el mantenimiento y construcción de carreteras, las cuales son fundamentales para realizar exportaciones hacia nuestro principal socio comercial. Por último, los ingresos del gobierno podrían resultar menores a los proyectados debido a la caída de 12% en el precio del petróleo. Insisto, se requerirá trabajar mucho en la estrategia que evite una desaceleración económica en México y permita ganar confianza, porque, si ello no sucede, pareciera que la cuesta de enero apuntará con fuerza hacia arriba y 2023 se puede convertir en un año económicamente muy difícil y complicado de remontar.

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Senador de la República

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