Se dice y se dice bien que las elecciones son únicas e irrepetibles. En ese orden de ideas, ¿cuáles serían las posibilidades de que una fuerza opositora oferte a la ciudadanía una opción que emocione y motive a votar en las elecciones de 2024, que resolverán nueve gubernaturas, congresos locales, alcaldías, regidurías, el Congreso de la Unión y por supuesto la Presidencia de la República? ¿Cuál es la causa que podría despertar el interés por participar en ese ejercicio electoral? ¿Será necesaria una alianza? Una primera respuesta es que sí, sí se requiere que se conforme una unión de fuerzas políticas de oposición, pero no por ser necesaria sería suficiente. En efecto, es claro que el partido que está en el poder presentará su alianza sumando a los partidos que ya lo han acompañado y a todos los que pueda para competir en la contienda electoral del año próximo, por lo que, para que haya una alternativa real, se requerirá que las fuerzas opositoras también se coaliguen de forma amplia y robusta. Sin embargo, no es suficiente, porque la gente hoy exige que además de proponer ideas y candidatos de unidad que eviten la división del voto de oposición, se den garantías de que su agenda estará presente en las decisiones públicas, es decir, demandan elementos de convicción que les permitan saber que son tomados en cuenta en la construcción de la agenda de gobierno para mejorar su calidad de vida y que no solo se les quiere por el voto para ganar la contienda. Para satisfacer esa exigencia, considero que se debe complementar la alianza con una figura cuya regulación y diseño viene desarrollándose desde el año 2000, me refiero al Gobierno de Coalición. ¿Por qué esta figura haría la diferencia? Porque en el gobierno de Coalición los compromisos van por escrito y el poder es una cuestión compartida en vez de ser ejercido por una sola persona. En esta forma de organizar un gobierno, todas las fuerzas políticas integrantes de la alianza son las primeras interesadas en que el gobierno cumpla lo prometido. Así, se permite atender las causas de la sociedad, mientras que renueva la confianza entre partidos, autoridades y ciudadanía, generando gobernanza. Por ello estoy convencido de que el gobierno de coalición debe ser una causa para ir a las elecciones de 2024, pues ya es tiempo de dejar de hablar en singular para empezar a hablar en plural. Sin embargo, para integrarlo se requiere superar varios desafíos: En primer lugar, escuchar a las y los mexicanos y definir los temas a incluir en esa agenda escrita que el gobierno de coalición hace suya. Una vez que tengamos claro esto, previo a la contienda, debemos integrar un convenio de coalición y un programa de gobierno, documentos que exige nuestra Constitución en la fracción XVII del artículo 89, pues estos son la base de la unión de las fuerzas coaligadas, tanto durante la campaña, como en el ejercicio mismo de gobierno. Dicho convenio y programa, junto con las designaciones de los secretarios, con excepción de los de Defensa Nacional y de Marina, deberán ser ratificados por el Senado, esto permitirá dar certeza de su cumplimiento. El otro gran reto que nos plantea el contexto actual es el tiempo. Se debe hacer ya, definir el mensaje ya, explicar a la ciudadanía ya, el tiempo apremia. Por ello, aunque aún faltan unos meses para la contienda electoral, es necesario que seamos claros con las causas y que las haga suya la ciudadanía para que, con el mismo ánimo con que se exigió el respeto al INE, ahora se exija el Primer Gobierno de Coalición en México.

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