Está claro que los avances de la tecnología permiten a las sociedades atender sus diferentes necesidades de una mejor manera. Uno de esos avances tecnológicos es la fabricación aditiva o la “impresión 3D” que posibilita la elaboración de bienes materiales con prácticamente cualquier diseño de manera fácil y rápida, además que elimina la necesidad de transportar cosas que antes era complicado adquirir ya que pueden ser impresas en el lugar en el que se necesitan. En ese sentido, las posibilidades son muchas y variadas. Cualquier persona con una de estas impresoras podría fabricar desde prótesis para personas con discapacidad, hasta componentes para cohetes espaciales; el problema es que el uso de esta tecnología también se aprovecha por personas o grupos que se dedican a actividades criminales. En efecto, la impresión tridimensional se ha utilizado para la fabricación de armas ya que resulta particularmente conveniente para la comisión de delitos debido a que los rifles, pistolas, dispositivos de alimentación, cartuchos, componentes, explosivos y municiones que se “imprimen” no están sometidos a ningún tipo de control, son prácticamente imposibles de rastrear, no están registrados y pasan inadvertidos por los detectores de metal por estar hechos de plástico, lo cual ha provocado que se les denomine como “armas fantasma”. Un ejemplo de lo anterior es el incidente que protagonizaron un grupo de periodistas en Israel que logró ingresar una pistola impresa en 3D al Parlamento y le apuntaron al primer ministro de ese país sin que tuvieran contratiempos. Diversos acontecimientos de esta naturaleza han provocado que, tanto en Europa como en Estados Unidos, haya empezado a surgir una preocupación por el auge en la fabricación de este tipo de armas, puesto que también en España descubrieron a un hombre que tenía una fábrica clandestina de armas impresas en 3D. Adicionalmente, la cantidad de estos artefactos que se puede producir se encuentra limitada solo por el tiempo y la cantidad de los insumos disponibles para su “impresión”, lo que es particularmente preocupante para México debido al contexto de violencia en el que nos encontramos inmersos y a que este tipo de adelantos, de no ser atendidos con una regulación adecuada, tienen el potencial de permitirle a los grupos delictivos acceder a armamento sin la necesidad de traficarlo desde la frontera norte. En otras palabras, ya no necesitarían contar con una cadena de suministro para sus centros de operación a fin de tener los medios para combatir a las autoridades y tratar de imponer su dominio mediante la fuerza, lo que además de representar una amenaza contra el Estado, aumenta exponencialmente el riesgo en el que viven las y los ciudadanos. Por eso decidí presentar una iniciativa para prohibir la fabricación y adquisición de armas impresas en 3D y así buscar que las autoridades tengan elementos y facultades para salvaguardar la integridad de las y los ciudadanos. El tiempo corre y el avance de la tecnología debe encontrar normas adecuadas para cuando nos veamos expuestos a él.
Senador de la República