Una condición fundamental de la equidad de género inicia con el respeto a la mujer.

En estas fechas en que se analiza con profundidad el hartazgo social sobre todo tipo de modalidades de maltrato a la mujer es necesario dimensionar la trascendencia de este proceso, por la demanda airada de equidad, respeto y seguridad física y emocional de la mujer en todos los espacios de su vida.

No cesan de aparecer las consignas y frases en etiquetas o hashtags que denuncian, reclaman, invitan y proponen diversos llamados a la reflexión. Todos ellos convergen en la noción de poner un alto a las diversas formas de agresión que sufren las mujeres en su vida cotidiana.

El debate no es cómo se visten, se arreglan o se comportan las mujeres; eso a fin de cuentas es un acto de libertad que merece todo respeto. El tema de fondo es la imperativa necesidad de un cambio radical de actitud de toda la sociedad para rescatar el valor fundamental de la dignidad de la mujer.

La sociedad norteamericana ha logrado diversas fórmulas legales, sociales y de supuesta corrección política para prevenir que la mujer sea objeto de alusiones o maltrato en los espacios laborales, en los contenidos de los medios y en la retórica política. No obstante, ese puritanismo superfluo no ha sido suficiente para contener la avalancha de contenidos sexuales explícitos que abundan en las redes sociales. Las denuncias de acoso y abusos sexuales continúan.

Es importante mesurar la presión social que reciben las nuevas generaciones hacia un estereotipo femenino que ha llevado a los extremos de las restricciones alimenticias, que a su vez generan anorexia, cirugías estéticas y riesgos con sustancias subcutáneas de alta toxicidad que buscan vender un falso elixir de la “eterna juventud”.

Lo que hoy debemos entender es que la mujer mexicana ha dicho: ¡ya basta! Y esto es un asunto de todos para que la mujer en cualquier espacio de su vida se sienta segura, respetada, reconocida y apreciada por sus ideas, su trabajo y gran aportación a todas las actividades que engrandecen a México.

Mi premisa ha sido siempre abrir oportunidades al talento, capacidad profesional y ambición de superación de mis colaboradores, sean hombres o mujeres.

A lo largo de diversas responsabilidades, y muchas de ellas de la mano de mi esposa, impulsé la creación en México del Banco Mundial de la Mujer o Women’s World Banking, a través de una asociación de mujeres empresarias que otorgaban microcréditos a mujeres cabezas de familia en Veracruz.

Como gobernador de esa entidad por primera vez nombré a una mujer como Secretaria de Gobierno.

En homenaje a la herencia que mi padre dejó a nuestro país, para reconocer el derecho al voto a la mujer en 1947, la Fundación que lleva su nombre tiene un programa permanente de equidad de género que busca alcanzar los grandes ideales de las mujeres de México.

El movimiento iniciado lo entendemos como el punto de partida a una visión de equidad de género y sobre todo de imperativa necesidad de que nuestra sociedad rescate los valores éticos y morales que eleven la calidad de vida de la mujer en la convivencia cotidiana. En suma, la verdadera lucha de la equidad no es para crear un nuevo puritanismo superfluo o para imponer cuotas sino para reconocer causas.

Rúbrica

¿Martes de carnaval o miércoles de ceniza? Con lo que parecen disfraces de personalidad política: un viejito socialista regañón, un millonario solemne, un gay sagaz, una mujer severa y otros más; el Partido Demócrata busca salir de su confusión para encontrar un candidato que sea rival y no sparring de la reelección de Donald Trump.

Político y escritor. @AlemanVelascoM
articulo@alemanvelasco.org

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